Al momento de conocerlo probablemente pasó por alto de mi percepción, como una persona corriente y no muy interesante. Un poco más alto que yo y curpulento, parecía algo bruto y como ya dije antes, no me fijé en más detalles por mis descuido hacia las demás personas. Su relevancia en mi vida está en que es el único hombre que me ha ayudado a crecer en muchos sentidos, el único interesado en lo que digo y mi protección, sus cuidados terminaron convirtiendose en una red de la que no puedo escapar.
Todo había comenzado por una ambición bastante superficial; mi deseo era convertirme en la mujer ideal para una persona en especial, un joven de mi facultad, rubio y de ojos azules, alto y atlético; a mis ojos era la única persona de la cual me podía enamorar. Decidí pasar de ser una niña gordita a una mujer mucho más madura y refinada a la cual él pensara estuviera a su altura; era terriblemente difícil, jamás había estado tan decidida a cambiar por alguien, era una idea simplemente aberrante. Comencé una dieta estricta junto con mucho ejercicio, me puse a estudiar con esmero y conseguí un trabajo durante el verano; en los meses de descanso me encargaría de trabajar muy duro para lograr mi objetivo.
La razón de mi interés en él fue que me tomó de la mano en mi camino y siempre estaba ahí, para conversar en las noches, para ayudarme a superar mis miedos y asegurar mis cualidades. Al ser abogado se ofreció ayudarme en algunas cosas, como interrogaciones y dudas, para mí fue cómodo dado que era bastante didáctico y entretenido de escuchar, me mantenía atenta y de vez en cuando jugaba conmigo de maneras que me hacía reír por prolongado tiempo.
- Ahora, los nervios son algo que tienes que controlar si quieres seguir en esta carrera; la mejor manera de demostrarlo es dar vuelta los conceptos, si se divide en 3 mezcla las partes para hacer el mismo concepto y demostrar dominio - me decía mientras estábamos en una colchoneta antes de una clase en común, sus palabras eran gentiles y serias, me agradaba bastante escuchar el sonido de su voz.
- Sí, con cada examen me vuelvo mejor en eso de controlar los nervios - decía con la respiración pesada, pensar en tener un profesor frente a mí me angustiaba.
- Me has respondido todo como corresponde, de todas maneras sólo estás adelantando para poder destacar - le sonreí de una manera que le generó curiosidad, se podía deducir de sus gestos - parece que esa no es tu única razón - dijo haciéndome reír de manera nerviosa.
- Bueno - solté antes de poner mis manos en mi rostro para tapar el obvio rubor.
- Por lo que veo debe ser un compañero - asentí con rapidez, en verdad no podía resistir esa bella mirada azul.
- Es de mi facultad y algo mayor que yo - él se dignó sólo a abrazarme suavemente sorprendiendome totalmente.
- Pues él debería quererte tal cómo eres - le miré, no podía evitar perderme en esos grandes ojos oscuros.
- No puede, yo sé que no puede, mírame - dije con una expresión angustiada - es imposible que él me acepte así - él volvió a tomarme entre sus brazos dejandome sentir su olor totalmente masculino y protector.
- Debería, no tienes nada de qué sentirte avergonzada - no pude evitar corresponderle, atraída por una sensación muy diferente a las que había experimentado en mi vida.
Me aparté de él rápidamente con el corazón acelerado, no podía dejar que me vieran con él por el simple motivo de que iban a comenzar a haber rumores sobre nosotros. Acomodando mi cabello tras mi oreja me dispuse a entrar a la clase con él detrás de mí. Comenzamos a hacer barra y tenía una clara dificultad con ello, nos pusimos en pareja, yo con él obviamente, porque era el único con el que no tenía tanta vergüenza; nos ayudabamos con cajones y al bajar quise jugar un poco con él apoyandome en sus hombros para bajar, craso error, me tomó entre sus brazos y me bajó lentamente con un contacto físico un poco exagerado para mi gusto, supongo que estaba totalmente sonrojada, no lo puedo evitar, pero traté de seguir como si nada especial hubiera pasado. Luego de la clase nos quedamos conversando un poco, de lo que fuera en realidad, nuestras conversaciones eran bastante amenas y un poco largas, pero por mí que duraran noches enteras.
- Bueno, nos vemos mañana - dije despidiendome con la mano.
- Espera, no me has dicho tu nombre, me parece poco educado de tu parte - dijo con una sonrisa coqueta y un poco superior.
- Me llamo Hinata, pero tú tampoco me has dicho el tuyo - contesté haciendolo reír un poco.
- Sasuke, pero para ti sempai - me revolvió el cabello con un poco de violencia haciendome enojar un poco.
- Oye, me toma tiempo dejar un moño tan lindo - me besó suavemente la mejilla y se fue.
Camino a mi departamento estaba de un humor bastante bueno, no podía negarlo, la sonrisa me duraba tanto tiempo que me dolían los músculos faciales. Mi entrenamiento era bastante intenso y no me molestaba mientras Sasuke estuviera a mi lado, para hacerme reír o sólo para conversar, me impacientaba de sólo pensar en la hora, llegaba más temprano de lo usual sólo para esperar su llegada, pero me aguantaba las ganas de correr a sus brazos como una niña desesperada.
- ¿Pasaste a tercer año verdad? - me dice mientras levantamos peso muerto.
- Sí, en un mes comienzo mi tercer año - él parecía pensativo y en realidad no le veo mucho asunto a ello.
- Entonces tienes 20 años - le negué juguetona.
- Tengo 22 - contesté sonriendole - sé que es duro para tu ego saber que estás equivocado - le digo revoloteando a su lado, es tan fácil jugar con él, no me da vergüenza en absoluto.
- Ya veo, eres una chica joven - su rostro se ve un poco callado para mi nivel de molestia.
- ¿Cuál es tu edad? - le pregunté un poco curiosa.
- 31 - respondió, pude sentir esos números caer sobre mí como un balde de agua fría, era muy mayor, pero no entendía por qué eso me entristecía.
- Ya veo, eres mucho mayor que yo - dije riendo - eso explica tu confianza y conocimiento - debía admitir que aquel personaje me tenía encantada con su actitud.
- Eres una niña - él me acariciaba el cabello como a un perro.
- Pues eso no es cierto, soy mayor de edad y sé perfectamente lo que hago - dije apartandome con una mueca.
Los meses iban pasando y no podía separarme de su lado, no podía dejar de escucharle ni de mirarle, hasta terminaba dedicandole sonrisas llenas de nerviosismo.
Una noche me preparé para que fuera una maravillosa noche de fiesta, ibamos a ir juntos con un par de amigos más. Era la ocasión perfecta para al menos bailar con él, no podía con mis nervios ni con las ansias de verle, de escuchar su voz de nuevo. En lo que él llegaba un joven de cabellos oscuros me invitó a bailar, estaba aburrida y le dije que sí.
- Eres una chica muy bonita - me gritaba practicamente en el oído, me ardía, me sentía agobiada.
- Gracias - respondí buscando a Sasuke con la mirada.
- ¿Por qué viniste sola? - preguntó pero mirandome de una manera que era seductora según él.
- Estoy esperando a unos amigos - dije suavemente esperando un maldito milagro.
- ¿Tu novio? - negué con la cabeza.
- No tengo novio - él sonrió y vi cómo comenzaba a bajar las manos más allá de mi espalda baja.
- ¡Hinata! - miré y vi a mi salvador.
- ¡Sasuke-kun! - grité aliviada y le saludé sin mucho afán al igual que el resto de sus amigos.
- Veo que estás muy entretenida - le miré angustiada y al parecer me entendió.
- Pues sí - respondió mi compañero volviendo a bajar sus manos haciendo que me paralizara.
- No puedo aceptar que le hagas eso - dijo tomandome de la cintura, atiné a bajar la cabeza - deja a mi novia en paz - él chico sólo rió y se fue, al verlo tan cerca me hundí en su pecho.
- Gracias - susurré con el corazón en la garganta, no podía sportar esa situación
- Si no querías sólo dile que no - volvía a ser tan irritante como siempre.
- Eres insoportable - dije molesta - no puedo decirle que no a la gente - confesé.
La noche siguió con él amarrado a mi cintura y fingiendo ser mi novio para alejarme de los chicos, en realidad no me atraía bailar con nadie que no fuera él, era como una especie de hechizo que tenía sobre mí, como un maldito magneto. A pesar de no haber bebdio una gota de alcohol me sentía valiente y un poco ebria, ese aroma que emitía me tenía totalmente euforica.
- ¿Sakura-chan no va a venir? - ese nombre no me decía nada.
- No, discutimos hace unos días - dijo Sasuke sin dar mucha atención al tema.
- ¿Quien es ella? - pregunté curiosa-
- La novia de Sasuke - decía una de sus amigas.
- Ah - respondí sin mucho entusiasmo, su agarre aumentó dejando sus labios cerca de mi oído, lo podía sentir arder - ¿ocurre algo? - dije casi en un susurro con los ojos cerrados, no podía evitarlo.
- No es nada - respondió con el tono usual.
A lo largo de la fiesta no me podía liberar de su agarre, pero no me molestaba en absoluto, sólo me sentía un poco triste por el hecho de que en el fondo no era libre, libre de... ¿de qué? yo no tenía intenciones con él de ser más que una amiga, quizás mi mayor ambición sería ser una amiga cercana, sentía celos de que no fuera un hombre soltero, no era libre de poder estar conmigo, o más bien de yo estar a su lado como algo más. Esa noche me di cuenta de que el contacto físico no era algo que me incomodara, era agradable estar tan cerca de él.
Los días que sigueron a esa noche nos confundían cada vez más con una pareja, cuando en el fondo lo único que haciamos era jugar, tal vez era mi manera de verle, tal vez me ruborizaba demasiado con él cerca de mí; debo confesar que jugar alrededor de él siempre era divertido, nada era igual si él no estaba presente, era capaz de recriminarle si no lo veía, detrás de muchas excusas, pero en el fondo, sólo quería deleitarme con su presencia. Cada vez que le veía entrar no podía evitar sonreir, ver ese magnífico torso, fuerte y masculino, esos ojos oscuros y un tanto fríos que se suavizaban al hacer contacto con los míos, claros y supuestamente de luna.
- Hinata - escuché que me llamaba Ino.
- ¿Sí? - su sonrisa era claramente interesada en algo pícaro.
- Sasuke no ha llegado - era cierto, me había dado cuenta hacía mucho tiempo.
- Es verdad - contesté.
- Al parecer eso te tiene triste, son muy cercanos - comentó Ino haciendome encoger.
- Un poco, me ayuda con las materias - confesé sin mirar mucho a sus ojos, sentía que era capaz de darse cuenta de lo que estaba comenzando a sentir.
- Ayuda, ¿así le dicen ahora? - Kurenai, una mujer de la edad de Sasuke se me acercó con una enorme sonrisa.
- Sólo le pregunto cosas - en eso Sasuke entraba en el salón haciendo que mi corazón diera un enorme salto.
- Pues tus mejillas están rojas - negué con la cabeza.
- En mi vida sería capaz de sentir algo así por una persona así - dije como si me intentara convencer a mi misma de la enorme mentira que estaba diciendo.
- Vaya - dijo detrás de mí sintiendo su aliento en toda mi oreja.
Oh Dios, en qué me había metido, estab cayendo por un hombre que no me daba nada asegurado; era emocionante, como una ruleta rusa, sin nada que pueda hacer, sólo volvía a jugar con él, y él a su vez conmigo; era algo que sucedía día a día, entre miradas y sonrisas comencé a sentirme embriagada por su maldita presencia, Sasuke era mucho más peligroso de lo que estaba estimando.
