Porque padre es quien cría
Resumen: Si había algo para los que Severus Snape no estaba preparado era para hacerse cargo de un niño, mucho menos del niño-que-vivió, aun así lo defenderá a capa y espada de quien sea... ¿Quién dijo que ser padre era sencillo?... lo bueno… ya no estará solo…
Notas de autora: Gente bonita, acá les traigo otro desafío más al cual me eh inscripto, esta vez a manos de Sulix, debo admitir que el desafío me encantó, solo espero que mi historia sea de su agrado y que cumpla con lo que la autora del desafío busca. No sé bien cuando actualizaré pero trataré de no demorarme más de lo estipulado.
Me gustaría mucho que me comenten que les parece la historia, lo que les agrada, lo que no les agrada.
En fin, como siempre digo, nos estamos leyendo!
Categoría: Harry Potter
Personajes: Harry Potter; Severus Snape.
Géneros: Drama, angustia
Clasificación: T
Desafío: "Reto por Sulix" del foro "Retos Harry Potter y más"
Capitulo: 1
Completa: No
Disclaimers: Los personajes de este fic pertenecen a J.K. Rowling yo solo los utilizo por mera diversión.
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Capítulo 1: almas en pena…
En un barrio de clase media en Londres, mejor conocido como Little Whinging, la noche había caído, silenciosa y estrellada, las luces de los postes titilaban de tanto en tanto y las calles desiertas le daban un tétrico toque al lugar.
En una de esas casas, la n°4, que aparentaba ser una más del montón, algo parecía suceder, un fuerte llanto comenzó a escucharse, una a una las luces de la casa se fueron encendiendo, alertando a una de las vecinas que observaba curiosa lo que sucedía.
Un desnutrido y escuálido niño de unos 5 años se retorcía en su improvisada cama dentro de la funesta e insana alacena bajo las escaleras, su pequeña carita estaba parcialmente cubierta en sangre proveniente de una extraña cicatriz con forma de rayo en su frente.
El dolor era tan grande que, a pesar de la poca fuerza que su diminuto cuerpo tenía, aún gemía lastimosamente, con su huesuda manita apretaba su frente intentando mitigar su dolor, sabía que no debía hacer ruido a esas horas porque recibiría una paliza pero no podía evitarlo, era tan solo un pequeñuelo.
Unos fuertes pasos que hacían temblar las escaleras, por encima de donde el infante se encontraba, comenzaron a sentirse hasta nuevamente detenerse. Un fuerte golpe en su puerta le hizo callar momentáneamente mientras las lágrimas caían por su sucio rostro.
-¡Harry cuantas veces te tengo que repetir que no molestes en la noche, pequeño fenómeno ingrato!- el fuerte grito de su gordo tío le hizo morderse los labios con fuerza, no quería recibir otra golpiza, demasiado dolor tenía ya.
Nuevamente el ruido de las escaleras se hizo presente, luego el silencio volvió a reinar, su cicatriz ardía y sangraba, él solo podía llorar quedito esperando que el dolor pasase como normalmente hacía.
El pequeño cerró sus ojos con fuerza, le dolía y mucho pero no había nadie ahí para él, nadie que lo consolara, que lo abrazara como muchas veces había visto a su poca agraciada tía Petunia hacer con su regordete primo… simplemente estaba solo.
Para su desgracia, lentamente su cuerpo fue cediendo, la pérdida de sangre sumada a la malnutrición comenzaron a hacer lo suyo y Harry sin darse cuenta se sumió en un extraño sopor, el dolor parecía lejano y a la vez palpable, no sabía bien que sucedía, estaba totalmente aterrado.
Un extraño brillo lo cubrió por completo, una sensación cálida lo embargó, sintió un aroma familiar, tan cálido que a pesar del dolor le instó a sonreír.
-Mi pequeño… Mi bebé… Todo estará mejor cuando despiertes- una dulce voz le habló con tanto cariño que él solo atinó a elevar su manita tratando de tocar a aquella persona pero allí no había nadie solo él y aquella extraña sensación de tranquilidad, ya sin fuerza terminó por desmayarse.
La luz que lo envolvía se intensificó cubriendo toda la casa para luego desaparecer junto con Harry.
-Maldito mocoso ahora te enseñaré a no desobedecerme- La fuerte vos de Vernon cubrió el lugar, y sin recato alguno abrió la puerta de la alacena encontrando nada más que una mancha de sangre sobre la sucia manta que su sobrino usaba.
Asustado corrió a despertar a Petunia contándole lo sucedido.
-Mejor para nosotros Vernon, ese fenómeno ya no nos molestará más- le contestó entre dormida sin darle mayor importancia al asunto.
La chismosa vecina, rodeada de gatos, luego de un rato de observar, se limitó a volver a su habitación, como nadie entró ni salió, supuso que lo ocurrido podía esperar a la mañana.
En otro lugar lejos de allí, en una vieja casa, una oscura figura camina lentamente alumbrado solo por el lumus de su varita, uno a uno comienza a bajar los rechinantes escalones en dirección a la que sería la sala de estar, una vez allí dirigió su varita hacia el techo encendiendo varias lámparas colgantes de aspecto antiguo, el lugar ahora iluminado se mostraba ordenado pero con una fachada poco confortable, las paredes del recinto estaban cubiertas de arriba abajo con una cuantiosa cantidad de libros de todo tipo, lo cual, en conjunto, generaba una sensación de claustrofobia.
Cerca de la ventana había un pequeño bar con varias botellas de whisky de fuego, licores y otras bebidas.
Justo en el medio se ubicaba un viejo sofá negro y frente a él una austera mesa ratona en la cual había un par de libros y un vaso vacío.
Como todas las noches desde poco más de cinco años, para Severus Snape, conciliar el sueño resultaba bastante difícil, cada vez que sus negros y poco vívidos ojos se cerraban, imágenes de torturas, sangre y muertes se paseaban impunes por su consciente, siempre seguido por aquella horrible sensación de sofoco, que lo hacía agitarse y enredarse entre las sábanas, de vez en cuando soltaba algún quejido producto del patente recuerdo del dolor que su aún joven cuerpo había recibido, su ceño se fruncía levemente mientras su inconsciente traía a colación aquel horrible hedor a transpiración, sangre y muerte, finalmente, la macabra risa de aquel a quien le había entregado su libertad retumbada produciéndole un fuerte escalofrío que terminaba por despertarlo, debido a estas recurrentes pesadillas era que prefería pasar incontables horas leyendo libros, bebiendo, o ambas hasta que el cansancio lo instara a dormir por, al menos, un par de horas.
Con la lentitud de alguien que nada desea hacer, se sirvió un vaso de whisky, su semblante algo arrugado sumado a su palidez le hacían parecer mucho mayor de lo que realmente era, no que le importara su aspecto, desde pequeño se sabía poco agraciado.
-Sería tan sencillo tomar una poción para dormir sin sueños…- suspiró resignado, aquella milagrosa poción era, para su desgracia, demasiado adictiva como para tomarla todas las noches, masajeó fuertemente el puente de su nariz, hábito que había adquirido desde chico y que aún conservaba cuando se sentía frustrado.
Frente a la ventana de la sala observó absorto el nublado cielo nocturno, las estrellas no podían divisarse pero la Luna era otra historia, clavó sus ojos en ella, que brillante y redonda resurgía tras una gris nube, llevó el vaso de whisky hasta sus finos labios y antes de siquiera poder humedecerlos con la bebida, una extraña fluctuación mágica le hizo arrojar el vaso al suelo y tomar su varita la cual se hallaba sobre el barcito.
-No puede ser… Lily- su corazón dio un vuelco al reconocer esa energía, no había duda que aquella presencia suave, gentil y poderosa le pertenecían a la que había sido su primer, y hasta el momento, único amor.
-Imposible…- se susurró seriamente convenciéndose de que aquello debía ser algún tipo de trampa.
En ese momento, toda la sala se iluminó obligándolo a cerrar los ojos ante aquel destello. Segundos después toda la sala estaba como antes apenas alumbrada, sin embargo un pequeño bulto yacía en el oscuro sofá y la presencia había desaparecido.
Barita en mano y con la mayor precaución posible se acercó hasta el bulto, la manta envolvente era gris y se notaba sucia, incluso identificó unas manchas de sangre, algunas parecían frescas y otras no tanto.
Movido por su intriga se acercó hasta ubicarse justo a su lado, observó como este subía y bajaba pausadamente, totalmente descolocado por el sentimiento que le generó la presencia de su amada Lily, hizo algo fuera, completamente fuera de su habitual comportamiento, levantar sin recaudo alguno la manta. Atónito ante lo frente a sus ojos se hallaba no pudo más que quedarse tieso cual roca.
Allí frente a él se hallaba aquel pequeño niño tan afamado por el mundo mágico, el niño-que-vivó, el hijo de Lily. Asombrado se acercó hacia él y con su fría mano repasó la cicatriz cubierta con sangre seca, ante su tacto el pequeño que aún dormía emitió un pequeño gemido.
Dejando de lado su asombro se dedicó a observar atentamente a aquel niño, sorprendiéndose del deplorable estado en que se encontraba.
-¿Qué demonios le pasó a este niño?- se preguntó al ver las lastimaduras que presentaba, y la delgadez en su pequeño cuerpo.
Le sorprendía y dolía al mismo tiempo el verlo, él mejor que nadie sabía lo que era el maltrato, con cuidado retiró lo que parecía ser una remera vieja, y lo que observó lo llenó de furia, el pequeño tenía moretones, cicatrices y quemaduras por todos lados, no parecía tener el tamaño adecuado para un pequeño de 5 años.
-Maldita sea, se supone que el viejo come caramelos velaría por su seguridad- más que furioso se levantó dejando al pequeño en el sofá regresando a los pocos minutos con varias pociones y ungüentos.
Aún no entendía bien que era lo que estaba sucediendo pero no iba a dejar a un pequeño en esas condiciones, mucho menos al hijo de Lily, demasiado pesaba en su conciencia la muerte de ella como para encime agregarle la del niño.
Con cuidado de no lastimarlo más de lo que estaba limpió y curó cada una de las heridas del niño, la más complicada fue la cicatriz, al parecer algo había en ella pero no estaba seguro. Con mucho cuidado lo cargó y lo llevó a su cuarto acostándolo en su cama. El pequeño parecía respirar más tranquilamente, pero le preocupaba la extrema delgadez que tenía, así que con cuidado lo movió para despertarlo.
El pequeño apenas y pudo abrir sus ojos, se le notaba todavía dormido pero al menos así fue capaz de hacerle beber una pequeña cantidad de poción reconstituyente previamente diluida para que no le hiciera daño.
Sabía tan fea que Harry no pudo más que toser aun así, tan débil estaba que no opuso mayor resistencia, inmediatamente después se quedó dormido, tranquilo y cómodo por primera vez en su corta vida.
Severus lo observó un rato antes de sentarse en una silla al lado de la cama, había quedado prendado de aquellos verdes ojos que lucían tristes y apagados.
Sin ser consciente se fue quedando dormido en la incómoda silla, todo lo sucedido había sido demasiado para su cansado cuerpo, decidió que lo mejor era simplemente descansar para luego poder pensar en todo lo demás, que sabía era mucho comenzando con la razón de la aparición del pequeño en su casa.
Continuará…
