Demasiado calurosa para ser tan tarde, y abarrotada de gente: nada inusual, pero algo agitada, tu típica noche capitalina en Tokyo. Fiel al cambio de estación y las lluvias del invierno que aún amenazaban el cielo pintaba nublado, y lo que se confundía con el atisbo de una tormenta eléctrica no era sino las farolas de los helicópteros estridentes que comenzaban a obstruir el cielo del distrito: imponentes, y comparables a un escuadrón de asalto del olimpo o sólo a una colmena con avispas de metal demasiado grandes.

Había un sentimiento común, un pensamiento garantizado en cualquier habitante de la metrópolis al menos una vez en su vida urbana y recurrente sobre todo cuando tienes el infortunio cotidiano de tener que cruzar Shibuya en plena hora punta, o tratar de hacerte un espacio en el subterráneo siendo las cinco y siete de la tarde entre todas las personas chocando entre sí, cada cual más exhausta que la otra y sólo anhelando volver a sus casas después de un arduo día de trabajo o de estudios. Todos enfrascados en su rutina, apresurados para hacer la siguiente tarea como si eso fuera a darles un descanso final, sólo para llegar, cenar, acostarse, pensar en todas las cosas que hay que hacer al día siguiente y volver a repetir el ciclo.

Tokyo tiene demasiada gente.

Un ajetreo que estresa nada más respirar el mismo aire, seas la persona más relajada que conozcas de tu círculo cercano la verdad es que el no ser arrastrado por la masa de gente y el vértigo de las 24 horas que desaparecen en un pestañeo es una sensación imposible de resistir. El ruido del lugar y las voces de todos sonaban más fuertes que nunca, o es que realmente le hacía más falta salir a grandes distritos en vez de estar siempre evitando el gentío de una manera u otra. La cercanía y el roce de su cuerpo con el de perfectos desconocidos no hacían más que darle náuseas y puede que estuviese alucinando pero juraba poder incluso escuchar el sonido de ese pendejo masticar su chicle sabor sandía y percibir el aroma del perfume arruinado en un baño de sudor de tantas personas juntas que le producían arcadas. Sirenas hacían un eco del cual ya estaba harto, y por el sonido parecía que más se acercarían por las calles aledañas, muchas de ellas bloqueadas y otras estancadas en un tráfico terrible. No ofreció ni una disculpa a la mujer que empujó, demasiado ocupado y sobretodo acelerado en llegar adelante lo antes posible. La urgencia estaba en su cabeza, en la adrenalina que subía por su cuerpo como si se tratara de un termómetro a punto de estallar en pleno verano y que no medía ni pisotones ni despachos a quien sea que se hubiese quedado quieto: fueran palurdos que no se aventuraban a avanzar, o como la gran mayoría, tíos inclinados en la punta de sus pies tratando de grabar con el aparato electrónico de turno por sobre sus cabezas el incidente pasando la valla humana de seguridad y los autos atravesados que cercaban todo el perímetro.

Una voz repetía un aviso por altoparlante dando direcciones de evacuación de manera eterna que ya ni se molestaba en descifrar, sólo contentándose con ver como la entrada a la estación del subterráneo parecía una madriguera de conejos histéricos. Llegó adelante no sin magulladuras generadas en el proceso, lo suficiente como para poder ver el edificio de 11 pisos ser rondado con un helicóptero tal halcón sobre las últimas plantas.

— Es un ataque, lo estoy mirando en internet. —

— ¡Lo acaban de subir! Se está colando, dicen que es un ghoul de rango S en uno de los pisos del edificio. —

— ¿¡No está lleno de gente?! ¡Deberíamos irnos, deja de estar mirando! —

La guardia civil no le servía de absolutamente nada, un policía normal no sabría de estas cosas. Todo sería más sencillo si solo la comisión y la policía dejaran de estar compitiendo por quien se lleva las glorias del asunto y la información que dispersan fuera como mínimo uniforme, en vez de estar creyendo a las teorías conspirativas de alguna página de la deep web que informaba más que los medios oficiales. Esquivó de pura suerte uno de los guardias que salió volando en su dirección, el grito desesperado de un hombre que se agarraba a golpes con uno de los guardias y dos que intentaban reducirlo gritando algo como que exigía conocer de su esposa, que aún estaba dentro.

El momento mínimo de distracción necesario para correr más allá de los automóviles, para llegar a los retén gris oscuro, ir por la cabeza de todo este asunto y un empujón que lo mantuvo lejos de llegar a la camioneta. Un hombre corpulento le jalaba de los brazos, más serio que peligroso, manteniéndolo a raya en su lugar.

— ¿Qué está ocurriendo? ¡Uno de mis hermanos trabaja en ese edificio! ¡Es uno de los guardias! —

— Tranquilízate, chaval. Los hemos evacuado a todos, insiste en el teléfono. Si aún está en el edificio, hay un escuadrón entrando y ahora retrocede que esto es territorio restringido, a menos que quieras irte en las patrullas de la guardia aquí —

Aún en todo ese bullicio, pudo captar el ruido que comenzaba a hacer la radio posicionada en el cinturón del hombre. Desistió su forcejeo, y si podía avocar su ser en sólo una cosa fue de exprimir cada palabra que se escuchaba a través de la estática.

EL OBJETIVO SE TRASLADA POR VÍA TERRESTRE HACIA EL DISTRITO 14, ES UNA CAMIONETA

— Tengo que salir de aquí — se quitó como pudo del agarre del presunto investigador, retrocediendo y corriendo hasta la calzada más cercana, la turba de gente que crecía en densidad. El internet saturado del lugar no dándole demasiado abasto en cargar el mapa de gps y buscar alguna calle, lo que fuera que lo ayudara a largarse rápido del distrito. Su dedo se deslizó y tuvo que cortar cuando la llamada comenzaba a marcarle a Tanaka-senpai por error. Esperaba que el idiota de su amigo contestara el puto celular, porfavor que contestara el celular en lugar de estar ocupado con esa estúpida mujer. No ahora, no cuando es urgente, no cuando tienes depredadores siguiendote los talones.

El sonido de la operadora desconectando la línea era la peor voz que podía escuchar en ese momento, y el teléfono iba a estrellarlo contra el pavimento de no ser porque no tenía idea y necesitaba el maldito mapa aunque cargara siglos y lo dejara sin saldo.

¡Contesta el puto teléfono, maldito Hinata!

Aunque lejos, una voz le hizo voltear. Y la pantalla gigante que se iluminó sobre una de las caras del edificio.

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Podría apostar lo que quieras a que Hijirikawa va a ganar este año

¿Eres idiota? Este es el último año del capitán y del líbero de Reihiro, por supuesto que ganaran el campeonato una vez más, querrán irse invictos

El armador de segundo año de Hijirikawa viene de recuperarse de una lesión, va a darlo todo, eso definitivamente hará que ganen

Se necesita más que "darlo todo" para ganar, Hinata idiota

Hinata rodó los ojos tras soltar un suspiro, ahí estaban de nuevo. Él y Kageyama siendo incapaces de ponerse de acuerdo en algo tan simple como decidir qué equipo apoyar, en parte esto le resultaba divertido, esas diferentes opiniones siendo apoyadas por caracteres tan similares era la esencia de la química entre ambos. Había más gente a su alrededor, que los miraba con la mirada entretenida y curioseaban la conversación negando con la cabeza, otakus de los deportes.

— Hay que ir juntos —

— Solo recuerda no perderte y convenientemente irte coquetear por ahí —

Se miraron, Hinata con un deje de culpa y Kageyama con una clara expresión de no creerle nada.

—Tal vez sigas siendo un enano, pero ya no engañas a nadie con tu mirada de cachorro arrepentido — empujándole la cabeza contra la vitrina que ahora observaba le restó importancia a lo que paso.

Hoy era un día importante, uno que Hinata venía planeando con varias semanas de antelación, y luego de una larga espera finalmente llegaba. Decir que estaba nervioso era quedarse corto, pues cuando se trataba de él, las emociones tomaban un ritmo frenético. Sentía un extraño hormigueo en el estómago que denomino ansiedad, pues no había una palabra que definiera mejor lo que sentía en ese instante. Estaba ansioso, más de lo sanamente tolerable y el pelinegro a su costado podía notarlo. Era evidente por la forma en la que fruncía aún más los labios y si lo conocías lo suficiente podías hasta escuchar como en cualquier momento comenzaría a sonar como una tetera a punto de hervir en su lugar. Quizás en reflejo, o Hinata mismo no se había dado cuenta del momento en que comenzó a balancearse un poco, estirándose sobre la punta de sus pies, como una mecedora. Kageyama no entendía el nervio de todo el asunto, después de tanto tiempo debería estar más que asumido, y que el pelinaranja no hallara receta para quedarse quieto esperando como la gente normal le crispaba los nervios. — ¿Crees que le guste lo que compré? — el más bajo interrumpió sus pensamientos, Hinata consultó dudando de que su elección fuese acertada, las chicas eran complicadas, todo lo que las rodeaba era un mundo al que no tenía acceso, una especie de idioma extranjero de difícil pronunciación, aun así quería impresionarla, había puesto todo su orgullo y esfuerzo en ello. Kageyama quedó con la boca abierta y el insulto en la mitad de la lengua, justo cuando se había decidido a bramarle a Hinata que dejara de moverse de una vez por todas, tanto que entre procesar lo que quería decir fue demasiada tarea para su coordinación motora haciendo que se le enredara la lengua en algo que ni él entendió y de cuajo terminar por pegarse un mordisco a sí mismo. La mirada asesina que le dedicaba perdía efecto cuando tenías lágrimas formándose en los costados y los ojos se te ponían vidriosos de dolor.

Apenas y encogió los hombros ante la pregunta, él no era muy conocedor del tema tampoco, si lo pensabas detenidamente, ambos eran harina del mismo costal. Se demoró un poco en contestar, primero muerto, antes que contestarle a Hinata habdando como idiota — ¿Lo que importa es el detalle, no? Es lo que dicen para justificar los malos regalos — un chasquido de lengua seguido de un gruñido pudo oírse luego de su mordaz respuesta, pero le restó importancia al descontento ajeno. Si le pedían su opinión iba a darla, tan simple como eso. — ¿…Y como es ella? — cuestionó deteniéndose a la vez que el más bajo lo hacía, al parecer acababan de llegar al punto de encuentro, la zona de comidas a su derecha y la entrada al cine a su costado izquierdo lo confirmaban. Un pequeño descanso para sus hombros de tanto cargar las bolsas después de estar todo un día dando vueltas por el centro comercial, sin contar con toda la compra del supermercado y por la que aún faltaba por hacer de la lista que les había entregado Sugawara esa mañana.

— Ella es… — Alguien gritando "Shouyou" acortó sus palabras, Kageyama reaccionó de inmediato y agudizó la vista para ver con más detalle a la chica que llamaba agitando sus brazos, saliendo de la escalera mecánica con una pequeña carrerita. Se trataba de una joven chica, cabello largo y azabache, sus facciones eran delicadas y su sonrisa amable. no es que Hinata se fijara mucho en el físico, pero a su edad era inevitable hacerlo, por eso debía reconocer que su figura delgada no era de su total desinterés.

— ¿Una de secundaria...? Hmph… ¿Te aprovechas de que pareces de 15? Te llamó Shouyou, más encima. — No disimuló la sonrisa maliciosa al mirar a Hinata, ni tampoco perdería la oportunidad. Estaba sorprendido, eso sí, no pensó que Hinata fuera capaz de tener ese tipo de salidas con chicas, mucho menos con chicas lindas.— …. Demasiado para ti.¿Cómo es que la engañaste? —

— Cállate, solo estas celoso de que esa cara de ogro te hace lucir 10 años más viejo — reprochó devolviendo el saludo con la misma efusividad que mostraba ella en su rostro. Si ya se estaba apartando antes que llegara la chica, ahora comenzaba a sentirse asqueado. Demasiada azúcar en el aire.

— Tche… Llevaré las cosas a casa - ¿Lo tenías pensado de antes, maldito? ¡Voy a tener que llevarme yo todas estas mierdas! — acomodando mejor las bolsas que cargaba, le dedicó una mirada de reojo, y de no ser porque tenía todas sus manos ocupadas lo estaría asiendo del cuello de su camisa. Su molesta sonrisa lo irritó ¡sabía! ¡el maldito enano sabía lo que estaba haciendo!. —¿Por qué no la citaste más temprano? Hinata idiota — rodando los ojos, resopló. Vio el rostro contrariado y la sonrisa forzada de la chica al llegar cerca de ambos, esa mirada que sólo puedes poner cuando sabes que haz llegado en un momento algo incómodo. Kageyama asintió con la cabeza a modo de saludo, y sólo bajó un poco el volumen de su voz, más no la agresividad con la que le hablaba a susurros que eran de todo menos disimulados como él tan seguramente creía — No llegues tarde sólo por quedarte... jugando, o lo que sea. — fue lo último que susurró, murmurando una despedida rápida y echarse las bolsas de compras al hombro. Mientras más rápido estuviese lejos de ese par, mejor. Y esperaba que a Hinata le fuera bien, porque quizás así de una vez por todas podría dejar de escucharlo hablar de la famosa Nozomi.

— Nozomi-san — Ensanchó su sonrisa notando apenas como Kageyama se iba. Siempre había sido un amargado, eso no se le iba a quitar sin importar cuantos años pasaran.

— Lo lamento... ¿Te hice esperar mucho? — su timidez se notaba en cada uno de sus gestos, desde la manera en que movía sus pies hasta como jugueteaba con su cabello. Adorable.

— No, te preocupes ¿vamos? — señalando el camino hacia el cine, recibió una risita nerviosa como respuesta.

Nozomi era una chica que había conocido no hacía mucho, la primera vez que la vio fue en la cafetería a la que solía ir en sus días libres, aun cuando generalmente iba acompañado de Kageyama, esta vez no habían podido ir juntos, por lo que ese choque fugaz de miradas con ella terminó dándose gracias a su ansiedad por ser atendido tan pronto como fuese posible. Ese "Hey" más fuerte de lo necesario que le dirigió al camarero pero que pasó completamente de él, Hinata había quedado de cara a la misma dirección que el lugar donde en un rincón, acurrucada contra la esquina estaba la chica leyendo. Tan enfrascada que del sobresalto dio un brinco, y derramó su café recién pedido sobre sus notas escolares del susto. La verguenza no le detuvo y antes que el camarero él ya había saltado a la mesa de la joven, con un puñado de servilletas intentando secar el té de la mesa haciendo reverencias de disculpas que casi le hicieron golpear la frente con el tablero.

La segunda vez tuvo un mayor impacto en él ya que tenía el voleibol de por medio. Aquel día había asistido a un partido del torneo de primavera, pero entre la multitud que se aglomeraba para presenciar la actuación del equipo favorito a ganar el torneo por tercer año consecutivo, terminó separándose de Kageyama - claro, porque el maldito era alto y no necesitaba de tener que estar haciendo su camino hasta delante para poder ver - que una vez saliendo del grupo de gente aplastándose los unos a los otros se topó con ella a su lado, agazapada a las gradas igual que él. Fue una verdadera sorpresa, una bastante agradable, pues a pesar de que siempre le fue difícil hablar con una mujer, con ella pudo hacerlo con una refrescante naturalidad. El que acordaran salir pronto solo fue el inevitable desenlace de ese encuentro fortuito, y también porque en parte el hecho de que sus apuntes de la semana se arruinaran lo hacía sentir un poquito responsable. Era una buena excusa para que Nozomi aceptara salir. Una lo suficientemente audaz como para ganarse las palmaditas en la espalda de Tanaka y Noya-senpai.

Y ahí estaban, a puertas del cine, haciendo la fila como todos, comentando entre susurros las grandes expectativas que tenían en la película gracias a la popularidad de ese destacado director de terror. Si, ese era el género elegido, pues según Noya-san esa era la estrategia más rápida hacia el corazón de una chica. "Ellas aman sentirse protegidas, ellas quieren saber que su hombre enfrentaría cualquier peligro por ellas" con argumentos tan sólidos como esos era difícil -por no decir imposible- debatir. Había repetido el plan de acción muchas veces en su cabeza, y ese momento no era la excepción, perdiéndose muchas veces de lo que la pelinegra hablaba sólo por estar repasando el mentalmente. Una sonrisa de idiota se le formaba en los labios al imaginar el desenlace de la noche, y aunque confundida, Nozomi se lo hacía ver con mesura cada vez que él parecía volver a soñar despierto.

Para su mala suerte Nozomi no leía bien el ambiente, ya que en los tres intentos que había tenido para sujetarle la mano, ella "casualmente" la apartaba, ya fuese para tomar un puñado de palomitas, para acomodarse el cabello o para cubrir sus labios antes de que un grito escapara de ellos. Vaya que eso de tener citas no era tan fácil como se entusiasmó a creer, quizás por eso Tanaka-san seguía debatiendo sobre cuál idol era más bella entre las de moda en lugar de saltar al ruedo de una buena vez. Era una batalla que requería preparación, sobretodo con no ser demasiado obvio.

Él por su parte se mantenía preso en ese sentimiento de admiración, era un letargo agradable que había florecido con el pasar de los días, y que aumentaba cada que Nozomi al removerse de su asiento hiciera emerger de su cuerpo un aroma a cerezas y nuez. Un olor íntimo y femenino capaz de atrapar a cualquiera, Hinata era la viva prueba de esto, por eso y usando toda la suerte que en su corta vida pudo juntar, se lanzó hacia su mano una vez más, con el corazón en la garganta y los ojos fijos en mitad de un screamo que hizo saltar a todos dentro de la sala y uno que otro bebé llorar en los asientos traseros. El momento perfecto, los dioses parecieron sonreírle pues al fin logró alcanzarla. Fue bello, un breve coro de ángeles cantando en sus oídos al sentir la suave piel de sus dedos entrelazándose con los suyos, le recordó la razón por la que estaba ahí.

La película terminó y sus manos seguían sujetas, era cómodo de esa manera y ninguno hizo un atisbo de querer separarse, aún cuando estaba seguro de que sus manos tenían que estar sudadas de la emoción. Sus brazos se balanceaban lentamente mientras comentaban el filme, él no había prestado verdadera atención, el terror podía soportarlo pero a la primera señal de fantasmas se convertía en un manojo de nervios y eso era algo que en una cita tan importante no estaría bien mostrar.

La película duró más de lo esperado - le pasaba por elegirla sin ver la duración total - y cuando ambos salieron del edificio la noche veraniega ya había hecho su aparición. Fuera de la oscuridad que se cernía sobre el cielo, nulo era el alivio que otorgaba a los pobres transeúntes, ahora sin el frescor del aire acondicionado la cálida humedad del ambiente resultaba odiosa y aplastante, del modo que la ropa no tardaría en pegarse a su cuerpo producto del calor. Con pesar en la espalda, pero no menos energía que sonrió entusiasmado, deteniéndose en una dulcería a las afueras del centro para comprar un par de paletas de helado. Mientras que él intentaba airear lo pegajoso que se comenzaba a sentir su cuerpo jalando del cuello de su camisa ella se abanicaba con una de sus manos, no supo si era el helado el que se derretía en sus manos o él mismo cuando le sonrió tan dulce como la primavera misma al aceptar la pequeña atención con un sonrojo en sus mejillas. El camino a la parada de autobus requería de un pequeño trecho, uno que volvía a aumentar los latidos de su corazón a mil, ahora azotado por una nueva duda: qué clase de conversación debería iniciar. Cómo la debería abordar, o si es que era estrictamente necesario. Repasaba los consejos en su cabeza, tratando de encontrar una respuesta que llegó cuando un ligero tirón le hizo ver que seguían sus manos entrelazadas, y eso le reconfortó.

— ¿Uh? ¿No te gustó? — Hinata comentó dándole una enorme mordida a su paleta helada, sentía los labios entumidos y de momentos el cerebro le dolía causando que jadeara en tonos bajos y sostuviera su cabeza con torpeza, cuidando de que las gotas de syrup no cayeran en su cabello.

Nozomi sonrió, tapando sus labios suavemente con una de sus manos — S-Si… pero no quiero terminar como tú. El verano se adelantó ¿No lo crees? — riendo avergonzada dio bocados más cautos a su paleta, supo que esa cautela se debía a esas punzadas de dolor que ahora lo carcomían. — Además… sabes porqué no puedo, Hinata-kun … —

Hubo un breve lapso de tiempo en que Hinata quedó en blanco, notando el bochorno de la muchacha en la forma que sus ojos quedaron fijos mirando con interés el pavimento. La sensación de que estaba olvidando algo crucial y del cual no podía pedir aclaración trepó rápido en su espalda y rebuscó en el archivo de las conversaciones que había tenido anteriormente la respuesta que no lo haría quedar como un completo idiota. Como un programa de concursos, cuando tienes cuatro opciones y los millones están en juego sobre la mesa, Nozomi parecía querer que él recordara por sus propios medios.

— …. Nozomi-chan. Lo lamento. — la comprensión llegó, y como un ladrillo lanzado directamente a su cabeza. — Incluso compré palomitas, si no podías comer me tuviste que haber recordado, habría buscado algo para ti, tuve que haberme visto como un completo imbéc-? – Con delicadeza, y cercanía cuando ya estaba preparado para transformarse en un charco y deshacerse en mil disculpas que el tacto femenino lo acalló, con algo tan simple como poner su dedo índice sobre sus labios.

— Shhh. Está bien, Hinata-kun… La pasé tan bien que incluso lo olvidé. —

— ¡Aún así! —

Dime, Hinata-kun ¿Irás al partido de la próxima semana? serán las semi-finales, espero que Hijirikawa esta vez logre hacerle frente en las finales … no me gusta cuando un equipo monopoliza los trofeos muchos años seguidos. ¿No crees que se ponen engreídos? Sobretodo su líbero… —

Seguía sin estar del todo conforme con el cambio de conversación. Pero agradecía la perspicacia de Nozomi para cambiar las cosas cuando Hinata seguramente habría dejado que todo se fuera cuesta abajo por no saber qué hacer con el volante. De alguna manera, lo tenso del ambiente se disipó, y aunque aún con el pecho apretado pudo volver a relajarse a su lado, hablando de los pormenores y de las últimas formaciones de los campeones de la liga.

Quiso reír y de hecho lo hizo, una risa contagiosa burbujeo desde el fondo de su pecho y salió a través de sus labios. Era divertido estar con ella, era diferente a la rutina que mantenía con Kageyama, ojala pudiera solo reír con él y no ser llamado idiota cada dos frases de por medio. Pedir que eso cambiara era como tener esperanza de que el olmo pudiese producir peras de la noche a la mañana. Su relación siempre había sido así, desde que se conocieron años atrás hasta ahora. Matices distintos se fueron añadiendo mientras más tiempo juntos pasaban. Quizás lo que al inicio los alejaba por ser demasiado parecidos los juntó, de una forma u otra. Lo sabía cuando sus insultos dejaban de doler, y tenía a su vez la certeza que podía contestarlos sin que el orgulloso del pelinegro se ofendiese de igual manera, aún cuando actuara molesto, ya sabía distinguir un enojo real de uno cotidiano. Era parte de la manera en que habían aprendido a comunicarse, lo que no quitaba lo agradable que sería el poder sólo conversar las cosas de manera afable con Kageyama, sin discusiones de por medio, situaciones que se habían dado, y que sólo podía contar con los dedos de media mano. Encogiéndose de hombros ignoró el recuerdo, ahora tenía una compañía que debía apreciar tanto como pudiera, pues no sabía cuánto duraría.

Una tercera risa se sumó a las suyas, esta era más infantil y estaba cargada de alegría, al querer ver de dónde venía, esta los atravesó como un rayo que consumió todo hasta no dejar más que cenizas de lo que fue ese ambiente cómplice y romántico que habían conseguido formar. Se trataba de una niña de risa despreocupada y actitud inquieta, que en su afán de llegar hasta sus padres con el helado que acababa de comprar ignoró completamente a la pareja cruzándose por el medio obligándolos a deshacer su mutua unión. Los padres de la menor los miraron avergonzados, y ofrecieron varias disculpas desde lejos a lo que ninguno de los dos dijo mucho, solo hubo silencio y un camino a retomar.

Había estado en lo cierto, su mano se encontraba sudorosa, pero pudo disimular limpiándola en el costado de su pantalón. Esperaba y Nozomi no lo hubiese notado por difícil que fuera. — Hinata-kun, ¿Cuando me dirás para quien es? — la pregunta sonó confusa en sus oídos, Pero la vista insistente en su espalda baja le dio la respuesta que necesitaba para entender su cuestionamiento, esta lejos de tener tintes más sensuales iba dirigida a un lugar en específico. Su bolsillo trasero. La suave sacudida encogió los pliegues de la prenda y su bolsillo trasero dejó ver el pequeño cartucho elegante, adornado con un par de cintas que hora antes había comprado con tanto esmero.

— ...Esto... uhm... — gimoteando rascó su cuello volviendo a la ansiedad de antes. Después de pasar toda la mañana buscando perfecto para ella con su reducido salario, nuevamente era preso de la inseguridad — Oye… ¿Puedo pedir tu opinion de algo? — Desordenando sus cabellos pensó en palabras adecuadas para ocultar su nerviosismo, tal vez Kageyama no estaba ahí, pero podía oír claramente el chasquido de su lengua seguido de un "Para ya con eso, idiota".

— Claro, pero soy muy mordaz a veces, así que cuidado con lo que preguntas — era difícil creer que pudiera serlo si antes le regalaba sonrisas tan bellas.

Dio un asentimiento corto y se apuró a sacar de su bolsillo la pequeña bolsita de paño suave imitando al terciopelo rojo. Dentro de esta se encontraba un delicado brazalete, no era nada ostentoso, su diseño era sencillo y poseía uno que otro baño en plata, conseguido gracias a sus enormes habilidades al regatear, bueno, la mirada intimidante de Kageyama también había ayudado. La vendedora seguramente llegó a pensar que de no aceptar la oferta el alto y molestamente fornido muchacho no iba a estar feliz y… el cliente siempre tiene la razón ¿Verdad?.

— Es… ¡Bellísimo! — exclamó dando un grito ahogado de la sola impresión. — ¿A y H...? — ladeando el rostro busco respuestas en el mayor, instantáneamente concluyó que la H se debía a Hinata… ¿Pero y la A?

— ¿Crees que es un buen regalo? — no dudo en esquivar la pregunta del porqué las iniciales, ahora mismo algo más urgente merecía atención.

— Si… bueno, creo que si… si para ella esas letras tienen un significado — Hinata no necesito más respuesta que esa, su rostro pareció iluminarse y cuidadosamente devolvió el brazalete a su lugar. Nozomi notó el cambio tan rápido como este se dio, era curiosamente simple de leer que era él. Cuando una nube atraviesa el sol y lo oscurece todo ocultando su esplendor para después recuperar su brillo con aún más fuerza, asi eran los cambios que daba su humorl. Eran frecuentes altibajos -con afortunadamente más subidas que bajadas- que cualquiera los creería difícil de soportar, y eso que a primera vista Hinata no parecía ese tipo de chico.. — Mucha suerte… Hinata-kun — no pudo desearle más que sus buenos deseos en lo que fuese que planeara hacer con el brazalete. En ese momento él no pudo verlo, pero sus azulinos ojos se destiñeron con desilusión ante ese "gracias" suavemente susurrado.

Caminando no solo con la energía renovada sino más lleno de seguridad que nunca, se detuvo cuando el sonido de las patrullas llamó su atención, frenando en seco la ensoñación con que caminaba, esa abrupta interrupción le dejaba un presentimiento no muy bueno. Lo notaba en el grupo de personas que apuradas caminaban de regreso con clara angustia en sus rostros, todos murmuraban lo mismo, frases entrecortadas en las que las palabra "operativo" y "ghoul" resonaban más fuerte que las demás. Por instinto se afianzó a la mano de Nozomi recibiendo un apretón de vuelta. Debía protegerla.

— Esta gente… ¿Vienen desde Shibuya? — Se le estrujó el corazón de golpe, por la forma en cómo se aferraba a él, encogiéndose en sí misma y lo quebrada que sonaba su voz podía notarse el miedo que estaba sintiendo. Hinata como pudo trató de detener su propio corazón nervioso, acariciando su hombro suave pero de manera firme con una sonrisa confiada. Le recordó a la forma en que reconfortaba a Natsu cuando las cosas estaban yendo mal, la única manera de apaciguar sus lágrimas y los pequeños temblores, y parecía que la técnica funcionó a la perfección también con Nozomi. Su sonrisa se ensanchó un poco más, limpiando con el pulgar una de las pequeñas lágrimas que se habían formado en los costados de sus ojos.

— Tranquila, Nozomi-chan. Sólo hay que apresurarnos … ¿Dijiste que vivías en Nakano, verdad…? ¿El distrito 14…? — Una horda de gente se veía venir, tal cual tsunami humano una vez se levantaron las varas de la vía del tren.

— Sí… pero… Shouyou… — Suaves, apacibles, el perfume de la chica lo sintió muy cerca y pasó de sentir sólo sus manos entrelazadas a lentamente notar cómo se abrazaba a uno de sus brazos. ¿No estaba yendo todo muy rápido…? Hinata no podía reunir suficiente de sí mismo para lograr quejarse.

— ¿Primera vez que te topas con uno de estos en la calle? No hay problema— se separó de ella. plasmando una sonrisa confiada— No te dejaré sola ¿Si?— una nube de dudas se disipó de los ojos de la joven, aunque fuese parcialmente. Hinata se sintió un poco mejor. Miró la calle con desafío, y asintiendo con la cabeza a Nozomi es que de un empujón se abrieron paso entre la gente, si se apuraba aún podían llegar y quedarse dentro del distrito antes de que fuera cercado. El eco de las instrucciones de evacuación se escuchaba a lo lejos, demasiado como para entenderlas bien.

Corrían presurosos, cada paso que daban los ponía en un mayor riesgo, algunos oficiales se interpusieron en su camino reclamándoles que se detuvieran, advirtiéndoles lo delicada que era la situación. Si, la amenaza era un ghoul, pero para esas alturas lo más probable es que la complejidad de la misión hubiera subido, de otra manera ¿porqué tanto esfuerzo en evacuar esa enorme masa de civiles? Sin mencionar que las sirenas seguían haciendo eco en sus oídos, lo que claramente indicaba que los refuerzos no paraban llegar. Mordiendo su labio sacudió sus cabellos, no era momento de pensar en detalles minuciosos, nada de eso iba a arruinar semanas enteras de planificación, no lo permitiría. Por eso sin reparos ni cortesía usó la musculatura que durante su adolescencia ganó para taclear a la muchedumbre que les obstaculizaba el avanzar, y amenazaba con aplastarlos si se atrevían a continuar yendo en contra de la corriente humana. Casi creyó sentir su mano separarse de la suya y por impulso la jalo a su cuerpo en lo que fácilmente podía considerarse un abrazo, hubiera sido romántico si la situación no fuese apremiante. Con el instinto de protección más vivo que nunca recordó sus palabras. Acababa de prometerselo, no iba a dejarla sola, no iba a abandonarla. Nozomi estaría a salvo mientras se mantuviera a su lado.

A su vista llegó el brillo inconstante de un reflector que poco tiempo de utilidad debía quedarle, Nozomi le señalo el camino: al parecer tenían la misma idea. Avanzando por ese callejón pobremente iluminado, se ocultaron en las sombras formadas por viejas cajas apiladas, conteniendo su respiración mientras que sólo podían ver las piernas de un agente, deducible por el gris de su abrigo, arrastrando con él ese característico maletín plata que solo significaba una cosa… Problemas. Por experiencias pasadas conocía lo aterrador que llegaba a ser un agente bien entrenado, a ojos de la mayoría abandonaban su humanidad cada que su quinque se desplegaba, no había manera de culparlos, esa era la única forma en que un humano podía ponerse a la par con un monstruo… con un ghoul. Un mal necesario. La idea críptica de que pudiesen matar humanos por accidente le provocó un temblor disimulado en su espalda.

Fue más rápido que él. Apenas un parpadeo fue suficiente para que la chica hiciera su movimiento, y él vagamente pudiera registrarlo. Sólo un jalón, uno del que no sabía sería capaz un cuerpo tan pequeño.

Cayó de espaldas al suelo.

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No se quitaba el teléfono de la oreja, repitiendo y repitiendo la llamada una y otra vez. La paciencia de santo era una habilidad necesaria, sino bendita de tener sobretodo en aquella casa, pulida luego de tantos años. Repetía la moción de manera automática, alejar el teléfono, apretar el botón rojo, volver al verde, esperar que contestaran al otro lado de la línea - donde ya debería tener unas 54 llamadas perdidas. Su sonrisa crecía peligrosa e impaciente a cada nueva repetición, que camuflaba con toques dulces cuando la voz de la niña le llamaba, pero que cruzado de brazos en una esquina Daichi parecía leer muy bien. Sugawara le hizo un gesto con la mano de que se calmase, porque ya le veía ir, salir por aquella puerta e ir a buscar para traer a la rastra al trío de irresponsables.

– Niichan se está tardando … –

Los brazos del moreno se tensaron aún más, y Suga con algo de risa ya lo imaginaba con humo saliendo por la nariz. Era complicado poner paños fríos cuando él también estaba dividido entre la preocupación y el enojo. La excusa del tráfico había funcionado, pero hace cuarenta minutos atrás, y ver como el puchero de enojo de Natsu pasaba a auténtica tristeza era algo que sabía Daichi no iba a soportar.

Por el rabillo del ojo le llamaron unos brazos ondulando, Nishinoya sonreía desde la entrada del gimnasio, guiñando un ojo con el pulgar arriba, modulando en silencio con los labios algo que no se alcanzaba a escuchar. Pudo respirar más tranquilo, la velada no se había arruinado.

Las luces se apagaron.

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Una mano sobre la boca le impedía hablar, la otra apretaba el aparato electrónico con fuerza. La joven sobre él, igual de atenta hasta sentir que los pasos del agente no habían vuelto sobre sí que por fin le dejó libre, quitándose aliviada. Volvió de rodillas al suelo, levantandose con las piernas algo dormidas, cerciorándose de que no hubiese moros en la costa.

—… ¡Deberías tener más cuidado! ¡Tu teléfono lleva vibrando varios minutos, Hinata-kun! ¿Ellos están entrenados, sabes? — no fue un real reproche, lidiando por ponerlo en silencio y guardarlo en los propios bolsillos de su campera. Hinata copió sus movimientos, aún sorprendido, limpiando algo de tierra de sus pantalones y asomando también su cabeza para verificar la esquina al final del paso nivel donde estaban metidos.

— Bien… parece que ya se fue, continuemos —

— Hinata-kun… e-espera… — apresando el borde de su camisa no le permitió caminar más que dos pasos, ambos seguían bajo ese túnel desolado en el que ahora debía oírse el rechinar del metro mientras las columnas temblaban, pero con el servicio suspendido, todo se encontraba inquietantemente tranquilo en ese sitio. — Estaba preguntándome… si tu… ¿tienes alguien que te guste? — no podía verse con claridad, y a pesar de eso Hinata juró ser capaz de apreciar un tenue rubor en sus mejillas que fue aumentando a medida que él procesaba la pregunta.

— Claro que sí… pero esa persona aún no se da cuenta de lo que siento… — volviendo su mirada completa hacia ella, apartó la mano que sujetaba su camisa acunando entre las suyas. El sobresalto de la mujer fue tan evidente que le arrancó una sonrisa satisfecha.

— Shou...you… — jadeo conmocionada, el ritmo que su corazón estaba adquiriendo se asemejaba al estallar de los tambores, Hinata debía estar escuchándolo, pensar en ello aumentó su vergüenza acto reflejado en su veloz palpitar.

Ambos cerraron sus ojos dispuestos a dar el siguiente paso, pero en el último instante él rodeó su cuerpo, abrazo que Nozomi no tardó en corresponder con timidez. Sus brazos se engancharon a su torso, cómoda. Sus extremidades descendieron lentamente, cayendo por su propio peso. La tibieza recorrió sus piernas y el goteo constante le trajo de nuevo a la realidad.

Fue un corrientazo rápido. Un escalofrío que le hacía dudar de lo que estaba sintiendo por tanta rapidez, o si es que estaba sintiendo siquiera. Sólo fue que el calor que abrasaba su piel se perdió de un segundo a otro, y en su lugar todo comenzaba a descender. Su cuerpo, su mirada, todo junto con el frío, frío que hacía su entrada desde lo más profundo de sus huesos. Como si algo se hubiese roto, ese algo que escapaba a cada lágrima. Aunque no fueran sus ojos los que llorasen.

Sólo porque su cuello no respondía, que su mirada descendió al lienzo que lentamente ella misma iba dibujando. Bajo ellos un río escarlata fue formándose lentamente, las gotas bermellón dibujaron frondosas rosas en su pecho cruelmente atravesado por algo que no parecía humano. Una vaporosa extremidad recubierta en obsidiana hecha escamas, centelló cuando en su último suspiro la farola sobre sus cabezas acumuló toda la corriente eléctrica que pudo y así iluminar ese abrazo mortal.

— ...Shouyou… — No hubo respuesta, solo una caricia lánguida y pausada, Nozomi tosió y la sangre voló hasta manchar un costado de su rostro. — ¿En-Enton... ces… no… era… yo...? —

— ¿Qué te hizo pensar que lo eras? — Antes de que la débil luminaria muriera después de una larga agonía, alcanzó a dejar su verdadera forma expuesta. Fugaz, y eterno, los ojos que rápidamente se teñían con la muerte grabaron la imagen a fuego. Se la llevarían a la otra vida, si es que había una.

De su espalda emergió una llamarada negruzca, que no tardó en solidificarse al hacer contacto con el cálido cuerpo de Nozomi. Su interior era justo como lo había imaginado desde que la conoció, blando y moldeable, su carne tierna era perfecta para ser procesada, no había músculos demasiado tonificados, ni cicatrices que le dieran un aspecto desagradable a su piel, Nozomi era un pequeño y jugoso banquete que había tenido suerte en encontrar sin siquiera buscarlo en primer lugar.

Su corazón finalmente se detuvo y de la bella sonrisa que tanto exaltó horas antes ahora no quedaba nada. Dejándola en el suelo, recostada contra las cajas, tanteó el suelo hasta dar con su celular y encontrarlo sonando otra vez.

— Juro volarte un par de dientes cuando toda esta noche termine. Lo juro. ¡¿Tienes idea de cuanto rato llevo intentando llamarte!? ¡ HACE DOS HORAS DEBÍAS AVISAR! ¡DOS PUTAS HORAS! ¡Hay un maldito operativo en el distrito! ¿Ya terminaste? —

Las amenazas de Kageyama sonaban demasiado serias como para ser pasadas por alto, aun así se mantuvo firme mientras alejaba el teléfono de su oído según el volumen disonante de su voz ascendía. — …¿Como se supone que iba a saber del operativo? Si, si, ya esta listo… —

— ¡¿Es Hinata?! ¡ CABRÓN! ¡DILE QUE SUGA-SAN VIENE REVENTÁNDOME EL TELÉFONO A LLAMADAS! ¡ME VA A DESPELLEJAR VIVO AL LLEGAR! — de fondo podía oir a Tanaka-san quejandose en alaridos ensordecedores.

— Contestando el puto teléfono, por ejemplo. — Si Hinata quedó sordo al otro lado de la línea, Kageyama estaba casi seguro que se le había reventado un tímpano.

— Avisale a Tanaka-san que lo estare esperando donde acordamos —

— ¡NO SOY TU MALDITA SECRETARIA! Mierda. Con suerte pudimos sortear un paso hace unos 10 minutos. No podremos llegar ahí, te mandé la puta dirección, nos vemos ahí. Apresúrate.—

—Vale ahí esta- qué?! Pretendes que vaya por ahi con esto? hey? hey? Kageyama?! — la línea del otro lado murió, posiblemente con un Kageyama ladrando del otro lado del celular. Pateando las cajas guardo con mala gana su teléfono después de ver la dirección del nuevo punto de encuentro y no viendo más alternativa se deshizo de su chaqueta y abrigo a Nozomi con ella mientras se la acomodaba aparatosamente en su espalda. Solo era cuestión de apurar el paso, confiar en que dieran con ese lugar antes de que alguien reparara en esos dos aparentes civiles que habían faltado por evacuar.

—Agh... lo que hago por amor — susurró, saliendo del túnel y cruzar la asolada avenida.

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A coro, cuando todo se quedó a oscuras y con un susurro de "uno,dos,tres" que no pasó desapercibido para nadie es que comenzaron todos a entonar la canción.

Cumpleaños feliz, te deseamos a ti

Velas, trece velas para ser exactos iluminaban el fondo del pasillo, acercándose a medida que la canción avanzaba. Tonos dispares, no eran grandes cantantes, pero a Natsu no le importaba siempre y cuando fueran de su querida familia. De más cerca, y disipando el enojo que intentaba mantener con todas sus fuerzas es que la sonrisa volvió a iluminar su rostro, y los corazones de todos los presentes en el salón. Las pequeñas flamas chispeantes alumbraban la cara de su hermano, contrastando con los mechones de cabello, y con la emoción contagiosa que brillaba en los ojos de ambos Hinata. Dos soles, entremedio de toda esa oscuridad.

Feliz cumpleaños, Natsu, que los cumplas feliz.

La canción se detuvo, un breve segundo que se hizo más largo de lo común. Era amor transmitido en una mirada; no solo de parte de Hinata, sino de todos alrededor. Su pequeña Natsu cumplía un año más, un año más cerca de dejar de ser una niña. Un título que sólo sería de edad, pues el bebé de Karasuno, eso lo sería de por vida.

—No olvides pedir un deseo. — Acercó la bandeja. Un pastel trenzado, adornado con las 13 velas alrededor de manera tan delicada que Natsu sólo pudo reír. Eso tenía que ser obra de Asahi, y supo que tuvo razón cuando al buscarlo con la mirada él sólo la desvió abochornado, apurándola con una de sus manos.

Se tomó un minuto para mirarlos a todos, a sus padres, tíos, hermanos reunidos ahí expectante por ella. La alegría la embargo por completo, por eso cuando llegó el turno de soplar las velas y pedir un deseo pidió el mismo que venía formulando desde hacia otros años: permanecer junto a su familia de la misma manera en que lo había hecho hasta ahora. Una lluvia de aplausos consiguió tras apagar hasta a última de las velas, y las luces volvieron a iluminar el gimnasio.

Abrazó las piernas de Sugawara, que fue el primero en acercarse, extendiendo un platillo y un pequeño tenedor. Aún con Hinata sosteniendo el pastel, cortar un pedazo limpio y bondadoso para Natsu. El primer bocado siempre es del cumpleañero.

—… ¡Tardaste mucho, niichan! Sólo te salvas porque es… ¡Es dulce! — sus ojos brillaron, el sabor burbujeando en su boca. Olfateó, siguiendo el aroma particular — … ¿Tiene aroma a cerezas…? —

Hinata sonrió.

—Y a nuez. —

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¡Hola! Debutando en el mundo de FF, les traemos este crossover de dos series que amamos: Tokyo Ghoul y Haikyuu!. Esperamos que les haya gustado, es el primero de los capítulos de un proyecto que venimos gestando desde hace muchos meses entre las dos autoras que conformamos las Nyctophilia Twins: su servidora que les habla actualmente es Raven. Estamos muy ansiosas de poder compartir con todos ustedes. Esto está pensado para ser un multichapter, y hay muchas sorpresas esperando, una historia que esperamos contarles y que disfruten de la misma forma que nosotros lo hacemos escribiéndola. Nada que decir, sólo que de aquí en adelante, prepárense para un montón de drama, tragedia, más drama y pequeños momentos de felicidad en lo que intentamos seguir la sombra del gran Ishida Sui. Y sobretodo, prepare yourselves para todos los líos amorosos: porque Tokyo es una ciudad muy grande, las noches muy solitarias, y los ghouls también merecen una dosis de amor voleibolista homosexual entre todo el desmadre que significa ser un caníbal comegente. Es un fanfic con muchas ships, que las iremos revelando de a poco aunque muchas les saltarán a la vista ¡Y a veces más de una con el mismo personaje! Asi que puede que todas las fans tengan su pequeño pedacito aquí ¡Esperen con muchas ansias!

Hey, hey, hey ~ pueden referirse a mi como "Bernkastel" soy una de las co-escritoras de este fic, espero que lo amen, TIENEN QUE! lo hemos estado planeando desde que empezó el año y recién vera la luz! le hemos puesto tanto corazón y tiempo que supongo eso va notarse en cada letra plasmada.

Estoy muy emocionada, nerviosa y sobretodo ansiosa por todo lo que viene, les prometo arrebatarles el alma con cada actualización, asi que lean bajo su propio riesgo [?]

Los invitamos a seguirnos en nuestra página de feis, Nyctophilia Twins. ¡Y si les gustó el inicio de todo esto, dejarnos algún comentario! ¡Esperamos su apoyo también más adelante!