Es algo que escribí a partir del beso de Kureto y Aoi, los shipeaba desde que leí las novelas ligeras pero no sabía que escribir sobre ellos hasta ahora.
Espero que lo disfruten.
El pecho le dolía, sentía la tensión del campo de batalla que era su mente y corazón, ese monstruo golpeando la puerta ferozmente, hambriento de control...hambriento por tomar posesión de su cuerpo y su demonio peleando por no dejarlo entrar.
10 horas
El tiempo que Raimeki pronóstico, el tiempo que le quedaba antes de que el 1er progenitor se adueñara de él como el nuevo cabeza de los Hiiragi.
Su demonio le exigía deseos, y eso hizo, en plena batalla dio algo de rienda suelta a uno y le robó un beso a su mano derecha, su subordinada, su más fiel seguidora, Aoi Sangu.
Y antes de que Raimeki lo tentara más le dio un deseo desesperado, decidió confiar en Guren y Shinya. Los mandó a buscar, pero no los encontrarían a tiempo.
Solo eso necesitaba...tiempo.
"Kureto, no podré detenerlo por más tiempo."
"Lo sé. Aguanta un poco más. Por favor"
"Éstas desesperado. ¿Estás rogando? Jajaja. Necesitaré otro deseo, vamos, necesito poder"
"¿De verdad éstas intentando tomar mi cuerpo en un momento así?"
"No seas tan desconfiado Kureto. Ya te dije que estoy de tu lado, necesito poder para detener a Shikama Doji. Bueno, solo para tu tranquilidad, por así decirlo, no puedo poseerte si hay otro demonio aquí. Me es imposible."
"Trataré de darte poder, encontraré la forma".
" Pss. Te doy una pista. Cumple tu deseo con tu subordinada. Ensuciala. Tómala. Hazla tuya. Que diga tu nombre debajo de ti. Eso deseas, con eso sueñas."
"No"
*Toc Toc*
- Kureto-sama -.
"Uy. Y hablando de la reina de Roma"
"Callate"
- Adelante, Aoi -la joven rubia entró a la habitación de su superior, este se encontraba sentado al borde de su cama, sin su chaqueta, solo en camisa y la parte inferior de su uniforme. Se le veía agitado, sudoroso y su mano izquierda sujetando su pecho.
- Señor, aún no damos con el paradero del teniente coronel Ichinose, ni con el del teniente general Hiiragi -.
-Maldición -golpeó el colchón con su puño cerrado- ¿Dónde se han metido? -.
- Eh, Kureto-sama, ¿cuánto tiempo más podrá controlarlo? -.
- No mucho. ¡Necesito que vengan ya! -.
- Señor... -sus mejillas se tornaron rosadas- ...si, es por su seguridad, puede...eh...be...besarme otra vez -se encogió de hombros por la vergüenza.
"Aprovecha, se te está regalando"
"Cierra la maldita boca"
Kureto se levantó bruscamente de la cama, sobresaltando a Aoi, con paso firme se sentó en su escritorio, dándole la espalda.
- No, Aoi -.
- Pero si lo necesita -.
- ¡Dije que no! - apoyó un codo en el escritorio y se masajeó el puente de la nariz.
- Kureto-sama, no puedo dejarlo pelear solo contra esto -dijo con un hilo de voz- ...si hay una forma de ayudarlo, lo haré. Dígame, por favor, cuáles son sus deseos -.
- Aoi...retírate, es una orden -.
- Pero... -.
- ¡Tu demonio te está controlando! ¡No le hagas caso! -en ningún momento volteó a mirarla.
- Kureto-sama, mi demonio, es de una serie baja y usted lo sabe. Es sencillo de controlar -.
"Alguien aquí esta dándote pelea"
- Aoi, no desobedescas -.
Aoi se acercó a la puerta...y la cerró, estaba decidida, a quién iba a engañar, era verdad. Su lealtad a su superior iba hasta los límites, más peligrosos. No era diferente de Sayuri o Shigure, a las que se notaba, su lealtad a Guren Ichinose, era ciega.
El nuevo rey de los humanos seguía en la misma posición, la rubia muy nerviosa hizo lo que pensó era su deber.
Lentamente desabrochó su cinturón, el que Kureto le diera aún la espalda ayudaba de sobremanera a manejar su vergüenza.
Su abrigo se deslizó y le dejó en un sofá.
"Psss. Psss. Kureto"
"¿Ahora qué Raimeki?, ya sé que sigue aquí"
"Si yo fuera tú, voltearía...No tienes ni idea de lo que te estás perdiendo".
"¿De qué hablas?"
- ¿Kureto-sama? -escuchó a su espalda, fue casi como un suspiro nervioso.
El teniente general volteó lentamente hacía atrás, topándose con la imagen de Aoi usando solo su camisa la cual cubría lo estrictamente necesario de su anatomía. Con las mejillas completamente rosadas, y sus manos juntas delante de ella. Iluminada levemente por la pequeña lampara de luz cálida sobre el escritorio.
- Tsk, Aoi... vistete, ahora -.
- No, Kureto-sama, si este es su deseo, yo lo cumpliré, soy su subordinada y para eso estoy, para servirle y ayudarle en lo que necesite. Esa fue la orden que me dieron mis superiores cuando me presentaron a usted, hace tantos años. Me niego a faltar a mi juramento, como sirviente de la familia Hiiragi -.
- Tsk, no desobedescas mis órdenes...-se levantó de su asiento sobresaltandola una vez más, quedando a centímetros de ella mirándola desde lo alto-...en este momento ¡Te vistes! ¡Y TE LARGAS! -.
La rubia quiso llorar, ella nunca lo había hecho enfadar, no por miedo sino por que sabía que el estrés de su posición y la ambición de sus caprichos le eran suficientes, y ella no quería sumar más a su carga. Por eso trabajó tan eficientemente como pudo por él.
- Cometerás el error más grande de tu vida...- lo escuchó susurrar.
Aoi se acercó a al pelinegro y con delicadeza comenzó a desabrochar su camisa, lentamente, descubriendo el tonificado torso color canela que tanto había soñado con acariciar. Se quedó admirándolo por un momento. Kureto sujeto bruscamente sus muñecas.
- ¿Acaso estás sorda? -.
- Si es con usted...no hay ningún error -dijo mirándolo a los ojos con las manos sobre el pecho.
"Vaya, está babeando por ti."
"Raimeki,...¿esto funcionará?"
"Sí, funcionará. Pero ¿eso realmente te importa? Yo creo que lo único que piensas ahora es en tenerla antes de dejar tu humanidad"
Kureto la jaló hacía si mismo y la alzó en sus brazos, Sangu abrazó la cintura del Hiiragi con sus piernas y se sujeto de su cuello. Lo miró a los ojos desde su posición, nunca pensó en que sería el ser cargada por él, se llenó de felicidad, se sentía segura, era como volar de esa realidad que vivían.
- Lo que suceda en este cuarto, se queda en este cuarto -.
- Sí...sí, señor. Y aún en el acto yo no dejaré de ser su subordinada -respondió lentamente. Entonces el hombre, tomó la cinta de la cola de caballo y suavemente la deslizó dejando el cabello rubio caer libre, Aoi levemente ladeó su rostro con algo de sensualidad para desenredarlo.
Los labios de Kureto se curvaron algo hacia arriba. Fue una casi imperceptible sonrisa. Mientras dejaba a su acompañante caer de espaldas sobre el colchón.
Lo primero que sintió fue como besos se repartían por su cuello, una lengua en la curvatura de su hombro, suaves mordidas que le quitaban el aliento.
Las grandes manos que acariciaban sus costados. La chica se retorció de placer ante las atenciones de su señor. Enredó una mano en los cortos cabellos negros y la otra buscaba deshacerse de la camisa blanca. Kureto en un momento se levantó quitándosela, arrojándola por un lado y regresando a su labor.
Se embriagó del femenino olor de su piel, tomo la única prenda que la cubría y la abrió a la fuerza haciendo los botones saltar, ella ahogó un grito, le gustaba su brusquedad.
La prenda abierta le mostró sin más los senos e intimidad de la chica, ella quiso cubrirlos por pudor pero él no la dejó. En un instante hundió su rostro en el par de senos abundantes, besándolos, los consideró casi perfectos, encajaban con el tamaño de sus manos. Su boca se ocupó de su pezón derecho el que creyó era el seno más grande y su dedos jugaron con el izquierdo dejándola soltar gemidos ahogados. Su intimidad se preparaba para recibirlo humedeciendose con cada uno de su roses.
Una vez consentidos sus pechos, siguió descendiendo por el ombligo en el que exploró con su lengua un par de veces.
Bajó más llegando a esa zona, la miró por unos segundo, dejando que su aliento estremeciera a la rubia.
Separando las piernas y localizando su objetivo lamió el clítoris provocando un gemido alto en Aoi, quería torturarla.
- ¿Quieres qué siga? Tienes que pedirlo -.
- Ahh, ay, Kureto-sama, por favor -.
- ¿Por favor...qué? -.
- Porfavor, la...lama...me -enrojeció sin medida- ¡lámame allí! -.
El hombre sin pensar llevó su boca al clítoris de su subordinada, le dio lamidas, lo chupo profunda y suavemente, mientras los muslos acariciaban sus mejillas, los fluidos humedecían cada vez más su campo de batalla, su lengua se adentro soboreandola.
- Ah aahhhh, Kureto-sama es increíble -Aoi sujetaba la sábana con fuerzas, su teniente general iba más allá de sus expectativas.
- Antes de seguir, muéstrame cómo lo haces tú misma -.
-¿Qué? -.
- Que te masturbes para mí -.
Aoi se sorprendió, él era muy demandante pero así le gustaba. Suavemente llevó 2 dedos a su boca humedeciéndolos. Estos se deslizaron hacía sus senos para comenzar a estimularlos, mientras que su mano derecha yacía entre sus piernas haciendo circulitos en su clítoris ya erecto.
- Ahh, ahhh...AH AHHH...mmmnnn... Kuret...Kureto-sama,mmmmm ah ahh -sus rodillas se flexionaron, su espalda se arqueó y sus caderas se estremecían, Kureto veía con atentos ojos, como su subordinada se estimulaba solo para él, mirándolo a los ojos, con mucha timidez.
- Ya mete tus dedos -.
-¿Qué? -.
- Que metas tus dedos -.
- Ahh, es... es que, yo...nunca he hecho eso -.
- ¿Qué quieres decir? -.
- Eh... es que yo, me.. - la voz se le cortaba por lo que iba a declarar- ...me...he guardado completamente para usted y...y... -sollozó-...en estos años...-.
Los recuerdos de esa tarde aparecieron de nuevo, cuando un par de labios cubrieron los suyos, no fue solo un roce con antes, la lengua atrevida y demandante exploró sin pudor su boca, trató de corresponder el beso pero no podía seguirle el ritmo de la boca contraria y solo se dejó llevar por cómo esos labios escalaban los suyos.
Abrazó con fuerza al hombre y se deleitó acariciando la ancha espalda que ya estaba cubierta por una fina capa de sudor al igual que sus rostros y cuello.
Las masculinas manos recorrieron desde sus senos hasta su intimidad, Aoi no pudo contener la tensión pero de igual forma un dedo se adentró, tanteando el terreno, en busca de la entrada.
La rubia gimió entre besos, se sintió invadida de golpe cuando dos dedos comenzaron a hacer círculos en su interior, el dolor de su virginidad se hizo presente.
- Ah, Porfavor, no sea tan brusco -.
- Si quieres que se detenga, relaja tus caderas -.
Aoi, confió en él como siempre lo hacía, suspiro para poder relajarse, los dedos se mancharon levemente de unas gotitas de sangre, confirmándole al teniente general la declaración antes dada.
- ¿Por qué me haces estoy Aoi? Eres una mujer adulta. ¿Por qué ese afán de guardarse para alguien? -.
- Ah, ahhh... - los dedos de su superior movían todo dentro de ella, se sentía llena, en una marea de placer pero él insistía en hacerla hablar lo cual la avergonzaba- ah...es que siempre ha sido el único para mí, ahh..ah ...¡kya!...aunque por su posición fuese imposible, yo solo...ahhhh -el calor aumentó en su bajo vientre- ahhhh... ¡Yo!...¡QUIERO SER DE USTED! -su clímax llegó.
Se dejó caer rendida y débil por el orgasmo, su pecho subía y bajaba de forma frenética, sintiendo como los dedos abandonaban lentamente su interior.
- Kureto-sama -suspiró.
- Ahora tu tienes que hacer algo por mí -.
- Lo que sea, señor -.
- Ven aquí y arrodíllate frente a mí -.
Aoi supo cual sería su tarea, pero temía que por su inexperiencia no pudiera satisfacerlo.
Se colocó frente al entrepierna del hombre y con sus manos temblando liberó el miembro erecto. El gesto de asombro de la chica aumentó en grande el ego, el orgullo masculino de Kureto.
No sabía por dónde empezar, primero lo tomó con ambas manos de la base y comenzó a darle pequeñas lamiditas en la punta del glande para darse valor. Luego, por toda su larga extensión.
- Lubrica eso bien, porque todo irá adentro -.
Aoi abrió la boca y engulló el miembro de su superior, ajustó sus ojos cerrados tratando de concentrarse, cuando el glande chocó con su garganta solo entraba la mitad en su boca.
- Si no entra usa tus manos también -.
Ella humedeció el resto del tronco y comenzó a masturbar lo que su boca no alcanzaba. El hombre puso una mano en la cabeza de la rubia, marcándole el ritmo adecuado, comenzando a soltar gemidos roncos y embistiendo la boca.
- Ya es suficiente -le ordenó pero ella lo ignoró- ya, detente...mmhh..., ya basta ¡Aoi! -.
- Por favor, termine aquí -dijo abriendo su boca bajo la punta del glande donde ya caía el líquido preseminal.
No pudo resistirse, tomó su falo y lo bombeó fuerte sobre ella, llegando rápidamente, las gotas de semen se resbalaron por la comisura de sus labios y cuello, algunas alrededor de su rostro. Pero ella recibió con todo gusto la semilla del hombre que tanto deseaba, al que deseaba cumplirle cada una de sus fantasías.
Algunas gotas rebeldes fueron recogidas por los pulgares del pelinegro, mientras observaba los ojos fuera de foco por el placer experimentado.
La tomó del cuello y volvió a unir sus labios en un beso depredador, él se dejo caer en la cama de espaldas, con ella encima sin despegar sus labios.
Las masculinas manos explotaron la espalda, cintura, caderas y se detuvieron en su trasero, disfrutando de su forma. Por fin, él decidió deshacerse de la camisa, viendola completamente desnuda.
Aoi se incorporó rompiendo el beso y sentándose en su estómago. Hechó todo su cabello largo para atrás, dejándolo admirar su figura. Kureto solo observaba volviendo a subir sus manos por la pronunciada cintura, ella tomó las manos entrelazando los dedos y llevándolas a su senos. Arqueó su espalda al sentir el masaje, su intimidad humedeció el estómago del hombre, no podía esperar más.
Ambos se encontraban al límite una vez más. Volvieron a invertir sus posiciónes, el tendiente general separo las piernas de su subordinada y se arrodilló cerca poniendo su miembro una vez más erecto y goteante.
Alargó su brazo al cajón de la mesa y de allí saco un preservativo.
- Mnnn..no, porfavor no se lo ponga -.
- Lo hago por tu bien, si esto trae consecuencias, no durarán en enviarte a ejecución...y... -
"Wow, ¿de verdad lo ibas a decir?. Estoy impresionada, esa mujer te cambia."
-... Lo amo -sollozó.
- ...Yo sé -.
- Porfavor, mi señor, hagame suya -.
De una sola estocada se abrió paso en el interior de Aoi, recibiendo un grito ahogado lleno de placer.
- Ahora,...cada vez que entre...gritarás mi nombre. ¿Entiendes? -.
- Sí, señor -.
- Bien -.
Por su estatura se apoyó en el cabezal de la cama, y mirándola desde lo alto, comenzó con sus embestidas.
- Ah ay, ah ah Kuu...¡Kureto-sama! -.
- Grítalo...¡fuerte! -.
- Ah, ¡AH! ¡KURETO-SAMA! -.
- ¡FUERTE! ¡AH! -.
- ¡KURETO-SAMA! -.
Las embestidas aumentaron, dejando invadir la habitación de sudor y el sonido de los gemidos junto al choque de caderas, ambos mirándose a los ojos. Sabían que su acto,a ojos de la familia Hiiragi, era un error fatal pero eso era lo que lo hacía sentirse tan bien. Aoi, a pesar de haberse regalado al hombre al que servía desde que tenía memoria, no podía dejar de sentirse pura, porque era el hombre del que estaba enamorada. Kureto, no podía darse el mismo lujo que ella, su unión en cualquier circunstancia era inconcebible, le daba lo que ambos querían, pero no se volvería a repetir, el sería poseído. Pero habiendo consumado lo que alguna vez en su juventud desearon en secreto.
El clímax se acercaba, Aoi rodeó la cintura de Kureto con sus piernas, queriendo darle más profundidad.
- Ah ah ah, ya...ya me vengo -.
- Ah ah,...llámame, di mi nombre -.
- Kureto-sa...-.
- ¡Ya olvida ese maldito formalismo! -.
- Est...Está...bien -.
Se miraron a los ojos, el Hiiragi se soltó de la cabezera para poner sus manos a los costados de ella. Aoi se abrazó a su cuello, mientras su espalda se arqueaba más para recibir su orgasmo.
- Ah, Kureto, ya voy...ya... -.
- Aoi, mírame,... -un último beso le dio.
- ¡Kureto! -.
- ¡Aoi! -.
La luz del día hizo abrir sus ojos, trató de orientarse, vio el montón de ropa tirada en el suelo. Se dispuso a levantarse pero el fuerte brazo de Kureto alrededor de su cintura y su rostro apoyado en el hueco entre su cuello y hombro se lo impidieron.
Amanecieron cubiertos por las costosas mantas color vino, ella hasta el pecho y el hasta la cintura.
Con el dolor casi tan grande como el de un corazón roto se término de parar, comenzó a buscar sus uniforme para colocárselo. Se sentó en el borde de la cama, pero una mano acarició su bella y femenina espalda.
- ¿Qué hora son? -.
- Las 7:35 de la mañana. Buenos Días, señor -.
- Buenos Días -.
Aoi se vistió lentamente quizás tenía la esperanza de que su señor le pidiera continuar lo de la noche anterior.
Encontró dificultades para ponerse su brasier, el hombre tomó asiento y le ayudó a abrocharlo. En cuanto a su blusa con los botones rotos, se cerró bien la chaqueta para que no se notara en lo que se dirigía a su habitación y escondió bien las marcas dejadas en su cuello.
Nadie soltó ni una palabra. Ella se alejó del espejo ya vestida, amarró su cabello en su característica coleta al lateral de su cabeza.
Antes de tomar sus cosas, cogió del suelo el uniforme y dobló pieza por pieza dejándolo todo ordenado sobre el pie de la cama. Todo bajo la atenta mirada de Kureto.
- ¿Para qué haces eso? -.
- No se, señor. Creo que extraño esos días antes de apocalipsis cuando vivía con usted y tenía otras obligaciones que no eran papeleos y cuestiones militares. Acompañarlo en sus entrenamientos y estudios eran mis tareas favoritas, me esforcé mucho por ser la subordinada digna de servir al hijo mayor de los Hiiragi. Espero no haberlo decepcionado. Por su posición, yo sabía que algún día usted conseguiría ser el heredero que tanto deseo y yo ya no sería de utilidad. Sería sustituida por los demás cabezas de familia. Le agradezco por no haberme...desechado, estoy muy agradecida, Kureto-sama -hizo una reverencia.
- Yo no hice nada, los méritos te los ganaste tu misma. No solo por ser una Sangu -.
- Gracias, señor. Volveré a mis labores, que tenga buen día -.
- Sí, igualmente Aoi -.
No había nada más que decir, ellos sabían que nada mas podía suceder entre ellos, Tenri Hiiragi estaba muerto y ahora su sucesor, el hombre que amaba esta poseído por Shikama Doji. Regresaría a sus días de adolescente, a su lado siempre pero inalcanzable y el recuerdo de esa única noche se lo llevaría a su tumba, esa única noche donde al final no existió ni títulos ni jerarquías. Solo dos personas usando un posesión como excusa para rendirse a lo que más deseaban.
Ok, bueno, eso fue todo, wow no pensé que quedaría tan largo.
Espero que lo hayan disfrutado, esta pareja me gusta pero es imposible que queden juntos dado su función en la historia.
Siento que quizás me salí de los personajes pero es que los encuentro difíciles de manejar, sobretodo a Kureto.
Bueno, dejen su opinión, acepto de todos tipos con tal que me ayuden a mejorar. Adiós.
También lo pueden encontrar en Watpad ;)
