Disclaimer: Card Captor Sakura pertenece a CLAMP. Fanfiction escrito sin fines lucrativos.

Línea temporal: Universo alterno.


EVEN IF HE FALLS

Disco 1

Intro

Sakura pensó que no podía haber elegido mejor momento para arruinar su celular, cuando estaba lejos de su hogar, nadie le esperaba en casa y se había quedado sin dinero. Si tan sólo no se hubiera inclinado a la fuente de los deseos para poder echar un vistazo a la cantidad de monedas que reposaban allí, aquellos niños que jugaban despreocupadamente a su alrededor no hubieran chocado contra ella, haciéndola lanzar su celular al agua, que esperaba pacientemente en su mano derecha a que se decidiera a tomar una fotografía del fondo de cobre que albergaba la fuente, donde arrojó su último suspiro.

Todo había sido su culpa por ser tan distraída. No podía culpar a los niños por eso. Ella era la adulta allí, no ellos. Ahora no podría realizar la llamada a su hermano para que enviara un taxi pagado por ella.

Por causa de ese accidente y un montón de transeúntes desinteresados que no quisieron permitirle hacer la llamada con sus propios móviles, ahora tenía que regresar caminando hasta su casa, con unas zapatillas que comenzaban a incomodar sus pies. Definitivamente, ése no había sido su día de suerte. Aunque, por lo menos, había alcanzado el último libro de repostería que quedaba en la librería junto con la novela romántica cuya secuela llevaba meses esperando. Además, aunque ya fueran más de las once de la noche, su barrio, Tomoeda, nunca se había caracterizado por ser una zona violenta, y ella estaba a punto de entrar en él después de más de dos horas de intensa caminata; aunque no se podía decir que las áreas aledañas gozaran de tranquilidad similar.

Empero, sus creencias fueron traicionadas a tres manzanas de llegar a su casa, cuando escuchó los furtivos ruidos de hombres riendo y arrastrando los pies. Asustada, Sakura apretó el paso y abrazó su bolsa contra su pecho. No tenía nada de valor de allí más que el recetario, el libro y las llaves de su casa, pero ese bolso era su favorito; no deseaba perderlo. Para tranquilizarse, intentó creer que el grupo que se acercaba no era más que un montón de señoras que habían salido demasiado tarde de su club de costura o un puñado de adolescentes que regresaba a su casa después de reunirse para estudiar, pero, fueran quienes fueran, ella no pensaba quedarse para averiguarlo. Mucho menos si su casa ya estaba a sólo escasos cinco minutos de allí.

—Uy, mira qué belleza —dijo una voz a la derecha, en una intersección. Ella reprimió el escalofrío y se negó a darse por aludida.

—Al parecer no eres de su tipo, Kioshi. Está huyendo —se burló una segunda voz del primer tipo. Sakura mantuvo su vista en el camino. Sólo media cuadra más y podría girar en la esquina que llevaba a su casa. No serían más de treinta pasos desde ese lugar hasta la puerta de su hogar.

—Oh, eso no es verdad, Ebisu —respondió el que, con seguridad, era Kioshi—. Esa señorita nunca podría rechazarme.

Un coro de risas estridentes llenaron la vacía calle y Sakura supo que, si no hacía algo, nunca llegaría a salvo a su casa. Se preguntó si, al correr, aquellos hombres la perseguirían como a una presa o la dejarían marcharse sin más, tras burlarse de ella a la distancia. Ella era muy rápida, pero no sabía las capacidades de aquellos que la acechaban, sin mencionar que sería muy difícil ganarle a un hombre. Sus diferencias biológicas se lo impedían.

—Hey, deja de hacerte la tonta y ven para acá —ordenó otro de ellos. Con este eran tres y Sakura aseveraba que eran más. El sonido de los pasos los delataban.

Sabiendo lo que le esperaba si los ignoraba y seguía caminando como si nada sucediera, y lo que pasaría también si les hacía caso y enfilaba hacia ellos, echó a correr con todas sus fuerzas, sin detenerse a meditar su decisión ni un segundo más; sin importarle tampoco las protestas de sus adoloridos pies o lo incómodo de sus zapatillas. Si tenía suerte no alcanzarían a tocarle ni un pelo.

Pero ella no tenía suerte. No ese día.

Uno de los hombres le dio alcance con facilidad, tironeando de su cabello y haciéndola caer al suelo con violencia. Sakura había sido demasiado lenta. El haber caminado toda la tarde y parte de la noche estaba pasándole factura y no pudo acercarse a la esquina que le dejaría ver la luz del patio de su casa, que le esperaría encendida, como ella la había dejado por la tarde.

—Eh, zorra. Te dijimos que no te fueras.

Sakura, tirada en el suelo, inmediatamente fue jalada por la muñeca para obligarla a levantarse. Ella metió la otra mano a su bolso y tomó las llaves que había adentro, pensando que eran la última arma que le quedaba. Ella no era buena luchadora. Sus golpes eran ligeros y aquellos tipos le superaban en número. Aunque quisiera, no podría hacer gran cosa. Al sacar las llaves y ser jalada hacia arriba, la bolsa se deslizó de su regazo y su contenido se esparció por el suelo. No había nada de valor, como ella sabía, pero aquellos hombres ni siquiera repararon en ello. No estaban pensando en asaltarla y eso era peor.

Un hombre la arrastró hasta un callejón cercano. La estampó contra la pared y Sakura pudo ver, con esfuerzos ante la reinante oscuridad de la callejuela, sus ojos enrojecidos y su mirada desenfocada. Parecían… desequilibrados, como si estuvieran bajo la influencia de alguna sustancia ilegal.

—No debiste correr —se rió—. Pensábamos tratarte bien.

—Sí —secundó otro—. Pero ya no tanto.

Asustada, Sakura giró su cabeza hacia un lado y sólo vio la oscuridad del callejón, una que se lo tragaba todo y se preguntó por qué antes no había reparado en lo aterrador que era Tomoeda de noche. Sus ojos, por otro lado, comenzaban a humedecerse, pero ella se negaba a llorar. Seguramente no todo estaba perdido. Seguramente todo estaría bien.

—Déjenme ir —dijo alzando la mirada, con voz serena y evitando con éxito el temblor que le producía el creciente pánico de sus entrañas. Estaba dispuesta a agotar todas sus posibilidades de escape—. Y haré como si no hubiera pasado nada —Sakura omitió de manera inteligente el mencionar a la policía. Eso no le haría ninguna gracia a sus agresores.

Sin embargo, el grupo de cinco, apenas terminó de hablar, soltó una carcajada al unísono, como si lo que hubiera dicho fuera la broma más divertida del mundo. ¿Qué efecto podría tener la amenaza de una chiquilla de casi diecisiete años contra un puñado de hombres más grandes, más fuertes y más viejos que ella? Sí, sus palabras debieron ser muy graciosas.

Como para demostrar el poder que poseían sobre ella, el que parecía el líder e identificaban con el nombre de Kioshi, tomó el tirante derecho de su vestido blanco con aparente delicadeza y luego, con un violento jalón, lo deslizó hacia abajo, dejando al descubierto la suave piel de Sakura. Ella apretó los puños clavándose el llavero en la tierna piel de su palma, impotente, el terror comenzaba a devorar su capacidad de pensamiento. Sólo sabía que no quería estar allí, que su casa estaba cerca y que había debido pasar a casa de su mejor amiga Tomoyo a que le prestara un poco de dinero en lugar de haber pretendido que podía manejar la situación sola y sin molestar a nadie.

Tal vez todo lo que estaba sucediendo era tanto su culpa como del destino; desde el haberse gastado cada centavo restante en aquellos dulces de almendras, su celular mojado e imposibilitado para llamar a su hermano y su final resolución de caminar hasta su casa. Empero, si ése era el destino, ella prefería no creer en él, aunque hasta hace poco pensaba acertados todos sus designios.

Pensó ausente, tratando de evadir la realidad de la mano que se paseaba por su rostro, qué estaría haciendo su hermano allá en su nuevo domicilio en el centro de Tokio y en la sonrisa tranquila que su padre debería estar poniendo en la excavación, desenterrando tesoros antiguos de gente que hacía muchos años había dejado de existir. Pensó también en lo que estaría haciendo ella misma si no se encontrara en esa situación. Con toda probabilidad se encontraría en la cocina, tratando de preparar alguno de los postres del recetario. Tal vez, si se quedaba quieta y no se quejaba, todo terminaría más rápido y sería menos doloroso que si se resistía.

Una mano intrusa se unió a la de su rostro y se apoderó del dobladillo de su vestido; mientras que otra fue acariciando sus muslos expuestos; fue cuando Sakura decidió que su última oportunidad de hacer nada estaba llegando. Ella no podía quedarse quieta y silenciosa, esperando lo que venía; su padre y su hermano siempre habían dado lo mejor de sí en todo momento. Ella debería demostrarles que podía hacer lo mismo, más incluso en una situación desesperada como aquella. Ella también daría lo mejor de sí hasta el final, no importaba que no sirviera de nada.

Aun sabiendo que sus puños eran ligeros y tenía pocas probabilidades de escape, Sakura se preparó para su ataque. Entonces sus rodillas temblorosas y su equilibrio se estabilizaron y ella, como no tenía verdaderos conocimientos de lucha, lanzó un rodillazo con todas sus fuerzas a la entrepierna de Kioshi, quien se echó inmediatamente para atrás junto al hombre de su derecha, que se inclinó a sostenerlo. Kioshi se encontraba algo adolorido, pero no lo suficiente como para dejarla ir. El ángulo de su ataque no había sido el correcto. No había causado un daño suficiente. Ahora el hombre parecía enloquecido de furia y Sakura lo supo porque vio un puño elevarse en su dirección.

—¿Qué están haciendo aquí?

El golpe no llegó jamás al rostro de ella, quien se quedó estática contra la pared, mirando el puño que se detenía y luego bajaba sin hacerle siquiera el menor daño.

—Nada —se apresuró a contestar un hombre a la izquierda de Sakura. Su voz sonaba apresurada y casi hasta avergonzada.

—Esta señorita —habló otro. El tono de su voz parecía un calco de aquel que había empleado el primero, sin embargo, el de este hombre se mezclaba con una pizca de miedo— quería divertirse con nosotros.

—Ya veo —pareció ceder el recién llegado, cuyo rostro Sakura no podía vislumbrar a causa de la oscuridad y la distancia—. La 'señorita' debe ser una imbécil promiscua, queriendo 'divertirse' con cinco cerdos al mismo tiempo. La historia me parece muy creíble —respondió con despreocupado sarcasmo, como si no le importara que ellos fueran cinco y él uno solo.

Kioshi pareció enfurecerse y olvidó (con gran alivio para ella) a Sakura, que se hallaba dividida entre la fascinación y el terror, encogida contra la pared.

—¿Y a ti qué más te da? —espetó, encarándolo.

—¿Te has ofendido?

Kioshi gruñó en respuesta. Estaba claro que el adjetivo 'cerdo' no le había agradado en lo absoluto.

—No me mires así, no es mi culpa que no puedas poner a ninguna mujer y tengas que obligarlas.

Sakura notó entonces que, aunque ninguno de los camaradas de Kioshi se negaba, tampoco parecían dispuestos a apoyarle.

—Bastardo —gruñó Kioshi.

El recién llegado meneó la cabeza en negación, como si no le importara la gran cosa el insulto, pero al segundo siguiente le había dado un golpe tan fuerte en las costillas que Sakura pudo escuchar con claridad cómo se quebraban. Después hubo un silencio absoluto, sólo interrumpido por lo lloriqueos de Kioshi, que se retorcía de dolor en el suelo. Sakura no pudo pensar si se lo tenía merecido o no o qué pasaría después, si es que los otros hombres obtenían el mismo final, simplemente echó a correr, segura de que no habría una mejor oportunidad para escapar de su destino. Las llaves seguían causándole heridas en su mano, pero no se molestó en aflojar el agarre ni en girar la cabeza para ver si no la perseguían.

—Kinomoto —gritó alguien y Sakura, reconociendo la voz como la del sexto hombre, se detuvo, casi segura de que eso era una imprudencia—. Te has dejado tu bolsa.

Sakura se giró lentamente, tiritando, y aceptó completamente confundida la bolsa que le alargaba el hombre, cuyo rostro era desconocido para ella hasta ese momento.

—Gra-gracias —dijo en shock completo y se marchó sin más, demasiado asustada como para acercarse a nadie, ni siquiera a su salvador.

Al llegar a su casa, Sakura no se detuvo para prender la luz del recibidor ni la de ninguna otra habitación. Se dirigió al cuarto de baño y ése fue el único foco que encendió. Abrió la ducha y se colocó bajo el chorro helado, que chisporroteaba sobre su ropa sudorosa.

Lloró el resto de la noche.


OH.

Qué cosa tan fea he escrito (y apesto narrando escenas de acción, no necesitan ni decirlo; pero estoy trabajando en ello). ¿Lo peor de todo saben qué es? Que ya tengo lista y editada la mitad de este fic. ¡OH! ¡OH!

Estoy consciente de que no a muchas personas, por mucho esfuerzo y cariño que le haya puesto yo a esta historia, les va a gustar. Es más, que hayan leído hasta aquí ya es mucho, pero es que yo quería hacer un fanfic tan profundo como un charco del tipo "chica buena se enamora de chico malo" y ya. Pero me puse a hacer preguntas y necesitaba una respuesta lógica que me convenciera a mí de por qué Sakura iba a hacer tal cosa y por qué Syaoran iba a hacer sus cosas también, y terminé con esta historia, que pasó de charco a bache (xD). Puede que ahora Syaoran esté fuera de personaje (no tanto así Sakura, pero puedo equivocarme. Aún no me acostumbro a manejar su personalidad en un UA y ella siendo mayor), pero es que mi meta es realizar una progresión hasta su personalidad original. Igual creo que no lo estoy haciendo tan mal. Ya saben, creo que la esencia está allí todavía, a lo Syaoran Tsubasa Chronicles xD

Este capítulo es importantísimo para el desarrollo de la trama. IMPORTANTÍSIMO. Del tipo que no es sólo que ella haya sido damisela en apuros y él la salvara (ya sé que no mencioné su nombre, pero todos saben quién conchas es), sino que tendrá un gran peso en TODO lo que venga después.

Dado a que ya tengo un montón de capítulos escritos, voy a estar subiendo semanalmente… a menos que me iluminen sus reviews (mensaje subliminal) y el Espíritu Santo, y me dé por subir dos o tres a la semana. Pero lo ideal es volver cada domingo.

Por si están preocupados por mi salud mental sobre la historia charco, también la escribí, pero la mandé a otro fandom. Uno donde se pudiera perder en la marea de badfics como otro badfic más y nadie me ofendiera por ello.

Y ya me callo porque ya fue mucha nota de autor.

Bueno… gracias por leer, y si me abandonan… pues yo entiendo. Yo me abandonaría xD

¡Besos embarrados de Nutella para todos!