Prólogo

Lo vio caer, sus negras túnicas rozando desordenadamente el suelo, sus ojos perdidos en algún punto de la nada, mirando sin ver el cielo nebuloso, el joven mago no podía creerlo, se había llevado una vida, la vida de quien asesinó a sus padres, pero una vida al final; repentinamente el pálido cuerpo de su enemigo inhaló con fuerza, se incorporó lentamente varita en mano sólo para notar que esta no respondía más, su sorpresa fue grande al notar su antiguo poder en el cuerpo del joven de diecisiete años que había tratado de exterminar aquel día, sus antiguos y fieles seguidores lo miraron con ese desprecio que él mismo les había inculcado, ahora no tenía sirvientes fieles pues su magia se había desvanecido entregándole así un destino peor que la muerte para él, él quien había despreciado a los muggles ahora era uno de ellos, de esto hablaba la profecía, no se trataba de la muerte como el final absoluto sino de una muerte más metafórica, él sabía que sería la burla de los seres que había tratado tanto tiempo de dominar, no valía más que un simple squib y estaba condenado a vivir el resto de su vida siéndolo, cargando con la vergüenza de que su propia magia había renegado de él depositándose en un cuerpo más joven y poderoso. Los jóvenes alrededor lo miraron, cabezas alzadas con orgullo, varios de sus seguidores cayeron al suelo con un ruido sordo, como despertando de un largo trance, Narcissa Malfoy miraba al de ojos rojos con desprecio y revancha, esa mujer le había mentido, había salvado al muchacho como un año atrás lo había hecho su hijo.
Los magos alrededor entendieron rápidamente lo que había ocurrido y lo desterraron de su mundo sin un solo fiel seguidor a su lado, incluso algunos de ellos lo miraban, humillándolo por ser tan débil, por dejar su poder escapar con un simple expelliarmus, el hechizo había rebotado por segunda vez, por segunda vez había sido vencido por el pequeño Potter