- ¡Ichino! ¡Aoyama! ¿Os venís luego a pescar? ¡Hamano invita!
Los dos chicos intercambiaron una mirada misteriosa, y fue el más alto el que habló primero.
- Lo siento… Hoy también estamos ocupados.
Y sin decir nada mas, se marcharon juntos. Hayami, Kurama y el propio Hamano se quedaron mirando a la puerta del vestuario algo confusos.
- Oye… ¿No están algo raros últimamente? –El de gafas preguntó primero.
- Suelen irse a solas mucho, ¿no? Es normal. –Hamano le restó importancia, volviendo a sacar su ropa del taquillero.
- Supongo… Pero…

Ichino y Aoyama siempre estaban juntos. La mayoría de la gente sabía que esos dos eran grandes amigos, que se entendían solo con una mirada. Tal vez por eso no levantaban sospechas a primera vista… Aunque para entender esta historia, mejor empecemos desde el principio. Y eso es cierto día después del colegio, en el que Nanasuke y Shunsuke salían de las prácticas de fútbol como solían hacer. Juntos.
Fue cuando les pilló… "Ese hombre".
Ya lo conocían de antes. Según el entrenador Kidou era llamado Aphrodi, pero su verdadero nombre en realidad era Afuro Terumi.
En un principio pensaron que tal vez se trataba de algo del Sector Quinto, pero no podía ser eso ni por asomo. Porque lo habían vencido hace casi un mes… ¿Verdad?
El señor Afuro los invitó dentro de su limusina, y con algo de miedo accedieron. El auto dio un par de vueltas por el vecindario, antes de que hablase apartándose las gafas de sol.
- Shunsuke Aoyama e Ichino Nanasuke, ¿verdad? –Preguntó con una sonrisa amable. Los niños se miraron, un poco confusos. –Tengo una pregunta para vosotros…

Si pudieseis salvar el mundo… ¿Lo haríais?