Cuando Tsume Inuzuka había visto la clase de persona con la que debía formar equipo, no pudo aguantar las ganas de quejarse por la mala suerte que había tenido al tener que relacionarse con alguien tan extraño como Shibi Aburame. Era demasiado callado y las pocas veces que hablaba la hacia quedar muy mal, esperaba el momento preciso de poder deshacerse de él, claro que no iba a matarlo, pero al menos de cambiarse de equipo o esperar una misión que los pudiese separar.

Con el correr del tiempo, la relación mejoro mucho y termino entendiendo que su carácter era parte de la formación de su clan y por ello debía tolerarlo. De la misma forma que Kuromaru era su fiel compañero, el de lentes tenia todo un ejercito a su dispocision y, en ambos casos, se trataba de animales así que eso los hacia mas estrechos. Cuando llego la hora de separarse por cuestiones de sus respectivos clanes, la castaña palmeo el hombro de su amigo y compañero brindándole una amplia sonrisa.

-Mira, Shibi, el día en que nosotros tengamos ya arreglado el asunto de la familia, volvamos a reunirnos-

-Bien, estare esperando por ello- a pesar de no sonreir abiertamente la joven sabia que así era.

-Oye, seria bueno que pudiésemos seguir juntos… jejeje… mira, el día que tengamos hijos, casémoslos-

-¿Matrimonio arreglado?- arqueo una ceja al oir esa propuesta de su compañera.

-Hai, tampoco es tan complicado-

Fue la ultima vez en muchos años que vio al pelinegro, luego volvieron a encontrarse hallándose con un hijo cada uno y una situación familiar bastante complicada, Shibi había enviudado y ella tenia muy pocos contactos con su pareja por lo que mas bien parecía una madre soltera. Cuando los pequeños se enfrentaron, al pequeño Kiba le extraño que el otro niño se cubriese la boca con una chaqueta hasta la nariz y usara gafas tan grandes. Su propia curiosidad lo llevo a relacionarse mas con él, aunque al final desistió al ver que no lograba nada y era igual a tratar de hablar con una pared.

Los tiempos de la academia terminaron y los pequeños ya habían crecido para formar el grupo 8 junto a Hyuga Hinata, una joven timida de ojos perla y cabello azul que no sobresalía demasiado en el grupo. Por su parte, el Inuzuka era igual de energico que siempre y tenia un carácter difícil de manejar, Shino muy por el contrario era especialista en ignorar los arranques de su compañero y siempre se mantenía firme en cuanto a sus obligaciones sin perder la calma absoluta que distinguía a los Aburame.

Poco a poco el castaño comprendió que la personalidad de Shino no era fría ni calculadora, era mas bien reservada y cautelosa. No le fue difícil llegar a congeniar con él, sobretodo cuando fue selecto como líder del equipo y debieron emprender largas misiones. Podia contar siempre con el apoyo de su líder y sabia que él confiaba en ellos tambié eran un grupo perfecto y se disponían a hacer grandes cosas.

-Maldicion, ¿Es que no podía esperarse un poco mas?- Kiba corria a la par de su compañero tratando de que su perro ninja no se mojara- ¡Sujetate, Akamaru!-

Al fin llegaron a la casa Inuzuka, el castaño se apresuro a ponerse a salvo bajo la entrada pero Shino se mantenía fuera con ambas manos en los bolsillos, murmuro un leve "Me marcho ya" y se giro en la dirección opuesta a la que habían corrido todo el camino. El mas bajo sintió ganas de arrojarle algo, se marchaba tranquilamente bajo la lluvia después de haber corrido tanto para llegar a su casa ¿Por qué no se había ido derecho a la suya?

-¡Eh, Shino!- grito inmediatamente- Entra ya, por algo viniste hasta aquí ¿No?-

Los jóvenes se quitaron los calzados en la entrada por el terrible lodo que llevaban en ellos, quedarse de pie conllevaba mojar todo así que fueron a prisa y Kiba se quito la chaqueta arrojándola a un lado para que no estorbara diciéndole a Shino que debía hacer lo mismo. Cuando el menor llego con toallas se sonrió al pensar que era la primera vez que lo veía sin esa chaqueta, no se la quitaba ni para dormir al igual que los lentes, y de hecho se veía mucho mas delgado de lo que esa enorme chaqueta demostraba realmente.

-Gracias por tu hospitalidad- dijo empleando su tono siempre neutro- pero creo que seria una molestia que…-

-No digas tonterías. Eres mi compañero y mi amigo, no puedo dejarte así nada mas-

-Ya veo…- había arqueado una ceja al oir la declaración del Inuzuka, jamás había pensado que serian amigos- Mi padre esta aquí…-

-¿Eh?-

Para sorpresa del mas bajo, era cierto, Shibi había llegado a la casa en compañía de Tsume. Ambos adultos habían salido a buscarlos en plena lluvia, al final había sido una perdida de tiempo y una preocupación innecesaria, por lo que el castaño debió soportar un regano de mas de una hora (N/A: te entiendo, Kiba…T/T)

En un momento, los menores vieron como sus padres se habían quedado completamente en silencio después de que fijaran su mirada en ellos. Tsume se veía molesta, a regañadientes les contaron a ambos la historia de cómo habían sido compañeros y lo seguían siendo. Pero por sobretodo algo que los dejaria demasiado anodadados.

-¿Matrimonio?- Kiba miro a su compañero- Pero… es que… Nee-san es bastante veterana-

-No me refiero a tu hermana- respondió la mujer.

-Espera… Shino es hijo único y yo solo tengo una herma…- se puso palido de repente sin querer siquiera pensar en lo que debía referirse su madre.

La seriedad de ambos Aburame no era nada tranquilizadora, Kiba rio ante la idea de que sus padres pensaran casarlos a ellos dos y termino expresando su opinio, claro que se opuso rotundamente. Al finalizar su defensa dirigió la mirada a Shino esperando una respuesta en apoyo a su descontento… pero nada de eso pasó.

-Solo… solo era una ridícula promesa…- balbuceo sin aliento.

-No quería que las cosas terminasen de esta forma y bueno…- suspiro- el clan Aburame no tiene nada en contra de las relaciones homosexuales, aunque es diferente para nosotros, significaría romper la palabra y eso es una traición-

El sonido de la lluvia le pareció muy lejano de repente, una luz plata ilumino intermitentemente la oscuridad de afuera mientras el castaño notaba un brillo dorado en la mirada de Shino, por primera vez veía sus ojos y en ellos no veía duda ni oposición. Esos ojos que veía por primera vez, parecían aceptar las ridículas condiciones en las cuales Kiba Inuzuka y Shino Aburame quedarían unidos bajo el sagrado lazo del matrimonio.