N/A. Por Voldy, o, más apropiadamente, debería decir por Takhisis. Ya era hora de que empezase esta tabla. Llevo como dos meses de retraso desde que pedí el claim, y no he hecho nada T.T Tampoco es que tenga, al contrario que en Iure Vel Iniuria, la aspiración de terminarla en los 3 meses reglamentarios, así que no importa demasiado. Me conformo con escribir de vez en cuando sobre Dragonlance y variar de fandom :D Como claim tengo (¿lo adivináis? creo que tan solo por el título puede sacarse) a Kitiara Uth Matar, así que la iré poniendo en distintas situaciones canon. Porque sí, en este cambiaré un poquito la forma de hacer las viñetas. Serán individuales, pero van a seguir la línea temporal de los libros (desde las Crónicas a las Leyendas, obviamente; y alguno más de estos en los que sale Kit: Pedernal y acero, Kitiara Uth Matar, La forja de un túnica negra... etc etc. Avisaré cuando haya spoilers, no os preocupéis). Así que, pues, empezamos con Kit de pequeñita x)

Joanne

Disclaimer: Nada de este mundo me pertenece. Dragonlance es de MW y TH, y de todos esos multitudinarios autores que crecen como setas.

Advertencias: Um, esta podría tener spoilers de Kitiara Uth Matar, pero psche. Si conocéis la infancia de Kit y su relación con su padre... Tampoco es que os vaya a desvelar el sentido de la vida aunque la leáis sin tener ni idea.

SESGADA

I. VERGÜENZA

Kitiara era pensamiento agudo sobrepasado por sentimiento impulsivo. Lo suyo no era sentir no calma. Lo suyo no era la calma.

Tu padre, decía Rosamun, eso te viene de tu padre. El que hacía cosas sin pensarlas antes, como abandonarlas. Pero Kit sabía que ella no los entendía. Que esa pobre mujer, loca, enferma y desquiciada, nunca entendería lo mucho que a Gerard le había costado separarse de su hija. Él nunca se lo había dicho -¡dios, si ni siquiera se había despedido!-, pero estaba convencida.

Tu padre está muerto. Eso también se lo repetía, diciendo esa palabra, muerto, con especial insistencia. A la pequeña le empezaban a temblar las piernas, y el labio inferior, pero conseguía reponerse lo suficiente como para poder salir de la casa sin que su madre la viese llorar. Corría y corría hasta el lago Crystalmir, con el corazón a punto de estallarle dentro del pecho, y se paraba a la orilla, jadeando para recuperar el aliento.

Las lágrimas corrosivas empezaban a empaparle las mejillas como si hubiese metido la cara en el agua fría del lago, y ella se las apartaba furiosa, a manotazos, sin dejar de llorar. Porque odiaba con rabia infantil a su padre en esos momentos, pero aun así no podía evitar pensar que él volvería algún día, o en ese mismo momento, y que la encontrarla allí gimoteando como una cría.

No quería que él se avergonzase de ella, porque podría volver a abandonarla.