"La Leyenda De Las Siete Estrellas"
Capitulo 1: "Huyendo Del Destino."
A veces, huir de los problemas, trae más problemas…
Pero sé que tu, me salvaras…
Aun que caiga de una cascada…
Solo sentía sus propios pasos y los latidos de su asustado corazón, corría de noche tratando de vislumbrar por donde se dirigía, sentía que los follajes de los arbustos crujían detrás de ella anunciando que pronto llegarían sus atacantes: unos lobos rabiosos, que querían comerla. Su respiración era rápida y se confundía con los sollozos que soltaba cada dos por tres, tenía un gran nudo en su pequeña garganta y los ojos bañados en lágrimas. Su frente estaba perlada por el sudor frio que sentía al correr desde ya un buen rato. Salto con agilidad un tronco que yacía en el suelo obstruyendo su paso y por el amplio vestido que llevaba se engancho en una rama y cayó al suelo con fuerza gimiendo de dolor, se detuvo a llorar mientras que trataba de erguirse pero por desgracia su tobillo se había doblado. Lo observo por sobre su hombro e hizo una mueca de dolor al moverse. De pronto escucho un aullido salvaje a lo lejos y más que le seguían a ese, su corazón dio un respingo tan alto que juraría podría salir volando, sí, solo eso no fuera posible. Poso con resolución sus manos en el suelo frio y húmedo tratando de levantarse pero rápidamente sintió la punzada de dolor que llegaba desde su tobillo y cayó nuevamente al suelo de rodillas. Miro su vestido que estaba lleno de lodo y tierra por haber corrido tanto, tenia pequeñas ramitas enganchas en las puntas y una que otra hoja… vio borroso a causa de las lagrimas y lloro con fuerza sabiendo que no podría escapar, no tenia escapatoria, no podía tenerla. Se encontraba en un bosque en plena noche de invierno, arrodillada en el suelo y con su tobillo lastimado, sucia y con un gran miedo provocando que su corazón y sus manos no dejaran de temblar. Cerró sus ojos y espero lo peor. Solo tenía diez años de edad y su vida terminaría esa de invierno noche.
Un lobo salto por encima del tronco en donde se encontraba la niña y se planto enfrente de ella decidido a destrozarla en cualquier momento. Ella se tapo la boca para ahoga en su garganta un grito de terror al ver esos ojos tan penetrantes que tenía enfrente y que demostraban estar sedientos por ver sangre correr. Se echó para atrás y grito sin importarle nada ya que sintió el dolor de su tobillo y al mismo tiempo aterrizo con su trasero en el suelo duro. Lagrimas cayeron de sus ojos y con el mayor de los esfuerzos retrocedió a medida que el lobo daba un paso hacia ella, pero no fue muy lejos, ya que, su espalda toco el tronco y en ese momento sintió el fin de su corta vida. Más lobos saltaron ese vendito tronco y la encararon. El que estaba primero los miro por el rabillo de sus ojos e hizo un gesto con su cabeza señalándola a ella, mientras que levantaba una pata hacia el frene apuntándola.
- Obsérvenla muchachos… – dijo el animal dejando boquiabierta a la niña. – tenemos una doncella enfrente nuestro… y no es cualquier doncella… sino, tenemos enfrente nuestro a la única hija de lord Higurashi amo y señor de todas estas tierras.
- ¡Ohhh…! entonces tenemos que rendirle tributos a su majestad ¿no, Shiro? – respondió el otro que se encontraba a la izquierda del primero.
- ¡Claro! – Exclamo el de la derecha y mostro todos sus dientes, después de decir –: y yo conozco uno que es el mejor… para todos…
- ¿Así? – Pregunto el de la izquierda – ¿Y cuál es?
- Yo, lo conozco – asevero el primero acercándose a la niña. – ¿quieres que te enseñe?
La niña abrió sus ojos con asombros y movió su cabeza a los lados con rapidez, rogando en sus pensamientos que pronto apareciera alguien para que la ayudara… pero parecía estar sola en ese inmenso bosque. El lobo sonrió y roso su hocico con la pequeña nariz de la niña haciendo que se estremeciera por completo.
- Lastima… porque lo aremos de todos modos… – afirmo ronco, retrocediendo para tomar carrera hacia la niña. Los otros dos se miraron y se sentaron, viendo como su líder comenzaba a tomar carera hacia ella. Se empujo con su única pierna, sana, pero lo que más hizo fue chocharse con el tronco, en vez de poder escapar. Afirmo sus manos al pasto que los rodeaba y por un segundo desvió su mirada al cielo ennegrecido para ver a lo lejos una estrella fugaz que desapareció en la inmensidad del firmamento. Cerró sus ojos con fuerza al ver que el lobo se abalanzaba encima de ella y lo más rápido que pudo pidió su único deseo de salvación: ayuda. Que alguien la rescatara y la ayudara para salir de ese gran aprieto en que se metió. ¡Y todo por salir a cabalgar sin permiso! Su padre le advirtió una y mil veces que no podía hacer aquello, pero ella, la muy testaruda, no le hizo caso y se escapo con su pequeño potro… y ahora se encontraba con tres lobos ¡que hablaban! Dios… esto era sorprendente. Lástima que no viviría para contarlo.
El lobo corrió a toda su velocidad hacia ella y la pequeña sintió que su corazón se detenía, abrió sus ojos con asombro al ver que el lobo abría su boca para devorarla. Apretó con más fuerza el pasto que tenia agarrado con su pequeña mano y sin pensarlo grito mientras cerraba sus ojos con toda su fuerza ¡que alguien la salvara pero ya!
- ¡¡KIIIIIAAAAAAAAAAAAAAAA!! – grito irguiéndose en su mullida cama. Estaba bañada en sudor con su pecho subiendo y bajando agitadamente. Sus ojos se encontraban abiertos de par en par y desorbitados. Trato de tranquilizarse y mentalizarse que todo fue una enorme pesadilla… casi real. Se estremeció al recordar su sueño y trago saliva con dureza, sintiendo un agudo dolor en la garganta. Bajo su cabeza y cerro sus ojos lentamente. Su habitación se encontraba en completa penumbra, casi no se podía ver nada sino fuera por los rayos de la enorme luna que se encontraba en el firmamento de estrellas. Aun debería ser muy tarde para andar despierta, pero con esa pesadilla no podría conciliar el sueño por un buen rato. Corrió las colchas y sabanas que la cubrían y tomo su capa de abrigo para cubrirse. Camino pocos pasos y poso una mano en el frio vidrio de la ventana clavando su vista hacia afuera, vio el inmenso bosque que se perdía hasta el horizonte mostrando sombras tenebrosas y diabólicas. Volvió a estremecerse y cambio su mirada hacia la luna que alumbrara todo aquel bosque. Para estas fechas había ocurrido aquel accidente, ya habrían pasado siete años desde que eso sucedió y aun no podía borrárselo de su cabeza… – como quisiera… que ya dejaran de atormentarme… – susurró posando su frente en el frio cristal.
&
Volvía de dar su matutino paseo por el jardín de su madre, ya era tarde y el sol se ocultaba detrás del horizonte de las montañas de las tierras de su padre. Llevaba un hermoso vestido turquesa que tenía uno que otro bordado en las puntas y en el suave escote que llevaba. De mangas largas y costuras con hilo plateado, una verdadera belleza de vestido. Hecho y creado pura y exclusivamente para ella. Se acomodo su capa azul brillante, desde los hombros para que la abrigara bien, ya que una repentina brisa le había quitado su capucha. Claro que no le importo, ya que cuando sintió que esa brisa helada quitaba su capucha, estiro sus brazos a los lados de su cuerpo y extendiendo sus dedos gozando el exquisito aire de invierno. Con una delicada sonrisa adornando su rostro observo el cielo de color naranja con toques de violeta en las nubes. Pronto oscurecería y eso no le gustaba. Su semblante se volvió serio y su sonrisa desapareció en un abrir y cerrar de ojos. En pocos días se cumplirían siete años desde que sucedió ese incidente en el bosque. Vio la primera estrella asomarse frente a ella y se estremeció. Recordando involuntariamente que esa noche había revivido ese terrible momento del pasado. Trago con fuerza. Era igual a la estrella que había visto aquella noche de invierno, sintió como un repentino escalofrió recorrió su espalda y volteo hacia el bosque que no se encontraba muy lejos del ella, se veía sombrío y con sombras tenebrosas a causa de la poca iluminación. Cabizbaja se encamino hacia su castillo… no quería estar allí y volver a recordar los fantasmas que la atormentaban. No, no quería…
Hace siete años había sucedido aquella horrenda noche y aun podía sentir el dolor y miedo que vivió de pequeña. Lady Kagome Higurashi una joven de diecisiete años de edad vivió su más grande aventura, ella una joven bondadosa y bien educada había sufrido lo que era sentir el peligro de la muerte cerca de uno. Apresuro su paso y tomo la perrilla de la puerta para adentrarse a su enorme castillo pero antes de abrirla, observo una vez más el cielo ennegrecido. Abrió sus ojos con asombro sintiendo como una brisa mecía sus mechones ondulados, ese no era buen augurio, hace tiempo había dejado de creer en las estrellas fugaces y esa no era acepción. Trago con fuerza y observo con recelo la estrella que había desaparecido en el firmamento.
"No lograras… que pida un deseo."
Y entro cerrando la enorme puerta de madera con fuerza.
Ya había pedido uno cuando niña y de los errores se aprende. Pues ella no tropezaría con la misma piedra.
Con furia camino por los pacillos del castillo, aun no se quitaba su capa pues se encontraba tan sumisa en sus pensamientos que no lo había notado. Ya no le gustaban las estrellas como los casamientos arreglados, que hacían casarse a jóvenes de su edad con hombres de quien sabe qué edad. Una muy buen, amiga suya, se había casado con un hombre que era mucho más mayor que ella, tanto que se podría decir, sería su padre. Bueno, detestaba con igual intensidad a ambas cosas: estrellas y casamientos. Aun no sabía, cómo, aria pero ella, NO, se casaría nunca, con NADIE, sabía que hasta una edad determinada podía permanecer con sus padres y aprovecharía todo ese tiempo a su máximo, no lo desperdiciaría.
Paso por un lado del gran salón en donde sus padres y los consejeros o sus hombres, discutían siempre algo. Sin prestarle un poco de atención siguió caminando hasta que escucho algo que le llamo mucho la atención.
- ¿… es necesario hacerlo? – la voz de su madre sonaba angustiosa y preocupante. Eso hizo que se detuviera, sabía muy bien que escuchar detrás de las paredes no era de una señorita, pero no podía evitarlo, necesitaba escuchar el porqué su madre tenía ese tono de voz. Apoyo su oreja contra la puerta y trato de escuchar lo mejor que pudo.
- Si… no queda de otra… – respondió la voz de un hombre, se notaba ronca y raspante al hablar. – hay que hacerlo por el pueblo… sabemos que ella aceptara.
«¿Aceptar, aceptar que? Y ¿Quién?»
Frunció su ceño confundida ante las palabras del hombre ¿su pueblo se encontraba en alguna crisis? Y ¿Quién aceptaría? ¡¿Dios de que hablaban!? No entendía nada y tenía tantas preguntas en su cabeza. Se llevo un dedo a los labios y mordió su uña nerviosa mientras que con la otra libre arrugaba su hermosa falda. Se escucho un fuerte golpe en el salón y dio un pequeño respingo alejándose de la puerta por repentino acto.
- ¡¡NO PUEDO PERMITIRLO!! – La potente y grave voz de su padre retumbo por todo el salón mientras que se levantaba de su silla y golpeaba la mesa con su puño. – ¡¡ella no merece que le hagamos esto!!
«¿¡QUIEN!!»
- Lord Higurashi. – dijo otra voz de otro hombre, consolidatoriamente. – sabemos, muy bien, que todo esto es my difícil para usted, pero es la única manera que tiene para poder salvar su pueblo y que quede con algún buen sucesor.
- ¡Pero es que ella es, tan, joven aun…! – Acoto su madre en un sollozo. – ¿¡siquiera saben cuál es el nombre de ese guerrero!? – los tres hombres que se encontraban sentados en la amplia mesa de madera intercambiaron miradas, ocultando algo en estas.
- No… – exclamo el hombre que no hablo en toda la conversación. – solo nos llego una carta con su sello y la petición.
- Pero sabemos algo… – dijo otro con seriedad, todos se quedaron expectantes a lo que dijera el hombre. Los padres de Kagome se miraron entre sí y con el mayor de los temores escucharon lo que él diría. – les declarara la guerra sin pensarlo.
- ¡¡PERO SI NI SIQUIERA CONOCE A KAGOME, COMO PUEDE RECLAMARLA!! –gruño su padre.
La joven abrió sus ojos con asombro y sintió como todo permanecía en silencio. Los latidos de su corazón latían fuertes en su pecho mientras al mismo tiempo la sangre y las venas se le helaban. Permaneció dura por un largo momento clavando sus ojos en un punto indeterminado en el pacillo que desaparecía en las escaleras. Estaba inmóvil, sin mover un solo musculo, aun permanecía con la oreja pegada a la puerta… ¡la querían a ella, solamente a ella! ¿Pero por qué? ¿Que tenía que ver en todo eso? Ella, una joven de diecisiete años de edad, común y corriente, sin anda más que ser la hija de un gran guerrero.
- No lo sabemos…
- Solo la quieren a ella…
- A nosotros lo único que nos llego fue la carta que decía quererla. – y callo sin poder terminar la frase.
- O sino… – continuo su madre. – nuestras tierras y al igual que el pueblo… serán destruidos…
Se cubrió su boca con su mano, ahogando en su garanta un grito de desesperación. Y soltó un jadeo ahogado sintiendo como por dentro en su estomago se hacia un enorme nudo a causa de los nervios que la carcomían. Bajo su cabeza y con sus ojos aun demasiados abiertos a causa de la impresión observo sus pies. ¡Un hombre la estaba reclamando! Un ruin y asqueroso hombre la quería… ¡¡NOOO!! ¡¿Por qué!? ¡¿Para qué!? ¡Ella, no quería! Su respiración comenzó a hacerse forzosa y molesta. Tenía un enorme nudo en su garganta y quería llorar ¡correr y desaparecer de ese lugar!
«Como… desearía, desaparecer de este lugar…»
- ¿¡Y si no quiero entregársela!? – pregunto posesivamente su padre.
- Se desatara una guerra… y sus tierras junto co…
- ¡¡SI, SI, LO SABEMOS!! – interrumpió su padre. – todo será destruido…
Kagome se tambaleo por un momento. ¡Todo su querido pueblo lo destruirían si ella no aceptaba! Y… no, no quería estar con alguien que ni siquiera conocía sabiendo que solo sino la tenia destruiría a su querido pueblo. Las lágrimas agolparon sus ojos sin notarlo, su visión se volvía nublosa a medida que mas lagrimas llegaban. ¡¿Por qué a ella?! ¡Que tanto odiaba el casamiento! No quería casarse con nada ni nadie, eso era para arruinar la vida de las personas ¡no para ser felices para siempre! Como decían unas historias que leyó desde chica. Sollozo sin poder evitarlo y las lágrimas que retenía en sus ojos cayeron con tal facilidad que parecían gotas de lluvia. ¿Cómo una persona con una simple frase podía desmoronarse como ella lo hacía? No entendía, de hecho, jamás había sentido dolor para llorar de esa manera. Poso su mano en la fría madera de la puerta y apoyo un poco de su peso allí, ya que notaba como sus piernas le temblaban. Y sin siquiera notarlo la puerta se encontraba entreabierta… rechino un poco por la falta de aceite en las bisagras de manera tenebrosa.
Todos cesaron la charla y observaron a la joven que se encontraba de soslayo sintiendo como el alma se la iba del cuerpo. Sus padres abrieron sus ojos hasta más no poder, sorprendidos por la repentina apareció de la chica. Kagome trago con fuerza y después de eternos segundos volteo para ver a los presentes. Tenía su rostro bañado en lágrimas y los ojos levemente rojos por tanto retener sus lagrimas y sin poder evitarlo lloro enfrente de sus padres y los tres mensajeros de los concejeros del rey.
- ¡Lady Kagome! – exclamaron al unisonó los tres mensajeros haciendo una pequeña reverencia de respeto hacia la muchacha.
- Hija…
- Kagome… tenemos que hablar… – asevero firmemente su padre que dio un paso al frene para poder acercarse a la chica.
Kagome bajo su mirada llena de lágrimas y movió negativamente su cabeza. Sus ojos se encontraban perdidos en algún lugar lejos de donde estaba al igual que sus pensamientos. Volteo dándole la espalda a sus padres y sin detenerse a pensarlo dos veces se echo a correr con toda la velocidad que pudo, sin importarle los severos gritos de sus padres, sin permitir que algún sirviente o guardia la detenga, corrió con todas sus fuerza. ¡Ella no quería estar con ese hombre! Aun que fuera para salvar su tan añorado pueblo. Se detuvo en seco ya enfrente de la puerta que daba para los establos. Miro la manija por un momento y con horror percibió como su mano le temblaba. Sin duda amaba a su pueblo… sin duda daría su vida por él… ¡pero en esos momentos no podía pensar! Lo único que quería era alejarse de su castillo y cabalgar hasta poder aclarar su mente. Se impuso hacia afuera esperando no toparse con nadie.
Las caballerizas se encontraban desoladas y su hermoso corcel puro, estaba esperándola. Se vieron a los ojos y fue como si se estuviesen hablando, corrió hacia él y sin importarle nada se subió a él sin siquiera ponerle la montura.
- Ayúdame a escapar… – le dijo en un susurro cerca de la oreja del animal. El caballo relincho y se irguió dando patadas al aire como comprendiendo las palabras de su dueña. Kagome se aferro al cuello del caballo para no caer por tal imprudencia del anima.- ¡¡KIBAAA!! – grito en tono de reproche.
&
Sus padres salieron corriendo a todo paso del castillo hacia los establos. La noche al fin había llegado y una suave neblina con el helado aire de invierno que invadía el lugar. Todo se encontraba a oscuras acepción de donde se encontraban ellos, ya que los guardias llevaban antorchas en sus manos para alumbrar. El bosque al igual que el jardín de la madre de Kagome, Somi se encontraba a un par de metros dejos de ellos y también a unos metros más a la izquierda se encontraban las caballerizas, el padre de Kagome, lord Higurashi Tai, grito a todo pulmón el nombre de su hija pero sin resultado, pues no se escuchaba ni veía en donde pudiese estar. Observo el bosque con recelo y deseo que no se haya marchado por ese lugar… que no se haya atrevido a cruzarlo… no ese día… no esa noche.
«No… Kagome, que no lo hayas hecho.»
Tenían la culpa por haberle dado toda la libertad posible y la libertad de pensar sin siquiera pensar que cuando se casaría las cosas cambiaban completamente. Una mujer cuando ya está con un hombre y más si están en los lasos del matrimonio, no tenían la misma libertad que cuando viven con sus padres, una mujer, esta para cuidar al hombre cuando esta herido, hacerle compañía y obedecerle, recibiendo a cambio la protección de su esposo. Capas por eso Kagome no quería casarse –pensó. Por alguna extraña razón ella no quería casarse con nadie. Pero si escucho bien, lo que estaban hablado con los mensajeros abría escuchado que ese hombre que la reclamaba no la quería para casarse sino… ni él sabía para que querían a su pequeña hija.
De pronto y sin aviso se escucho un estruendoso ruido proveniente de las caballerizas. Todos los presentes voltearon a ver y se sorprendieron al ver a la joven chica montada en su enorme corcel. Estaba seria y con el semblante triste. El corcel relincho y volvió a erguirse impulsado por sus patas traseras, volando patadas por el aire – Esta vez se encontraba firmemente agarrada del las riendas de su caballo – Su padre volvió a gritar su nombre junto con su madre pero ella hizo caso omiso a sus gritos y se echo a correr con su caballo en dirección del bosque…
Su padre se quedo boquiabierto ante la impresión del momento. ¡Su hija se estaba yendo por el bosque! La sangre se le helo al igual que las venas. Su corazón se encogió y noto como su alma salía de su cuerpo ¡se marchaba por allí! La vio alejarse tan rápido que pareció desaparecer entre la niebla y la oscuridad del lugar solo dejando que a lo lejos se escucharan los cascos del animal chocar duramente con el suelo frio y algo congelado.
- ¡¡KAGOOOMEEEEEE!! –grito a todo pulmón.
Jamás volvería a verla… nunca más…
&
Sus manos estaban bien aferradas a las riendas del animal que corría como si el mismísimo diablo los estuviera siguiendo. Su respiración era agitada como la del corcel y la veía a causa de la neblina que se acrecentaba a medida que más se hundían en el bosque. Los follajes de los arboles mostraban unas terroríficas sombras que se erguían o movían por la leve brisa. Sus mejillas le comenzaron a arderle a causa del helado aire que las acariciaba, empezó a temblar a medida que el frio y la niebla se hacía más notoria y por primera vez en toda la noche sintió lo que era el miedo. Detuvo al corcel chasqueando la lengua y susurrándole cosas cerca de las orejas para que el animal se tranquilizar. Una vez que ambos se tranquilizaron, Kagome, comenzó a inspeccionar el lugar mientras que instaba al caballo a caminar a un paso suave y lento: estaban en un claro y la luna los alumbrara suavemente con sus hermosos rayos violetas dando un aspecto realmente frio al lugar. Se estremeció y sintió una brisa soplarle la nuca, se revolvió en la silla de montar inquieta y cubrió un poco mas su cuerpo con la gruesa capa que llevaba. Ese lugar no le agradaba mucho que digamos…
Se escucho el aullido de un lobo…
Los bellos de sus brazos y cuellos se erizaron de tal manera que quedo estática sintiendo como uno por uno se erguía. Permaneció dura ante tal aullido, era igual que cuando había huido de esos lobos. Era igual, el mismo sonido, el mismo frio ¡la misma luna! Entonces una vez más se escucho, pero esta vez fue más cerca, el caballo se movió inquieto y relincho con fuerza, estaba nervioso… al igual que ella.
De la nada salto un lobo encarándolos.
Kagome abrió con asombro sus ojos ¡odiaba los lobos! Y les temía como a nada en el mundo. El caballo sin ninguna orden comenzó a correr tratando de esquivarlo, pero ese animal horrendo los siguió por detrás, llevaban una loca carrera y cada tanto ese lobo quería morder las patas del pobre corcel. Corrieron por un estrecho camino mientras que Kagome seguía en shock por la impresión que se llevo. Otro lobo salió de un arbusto y se coloco a la par del corcel que trataba de huir de ellos, pero para su mala suerte, también, de su otro costado salto otro ¡eran tres como aquella vez! Sintiendo que moriría de la impresión se abraso al cuello del caballo mientras que sollozaba del terror sentía que su cuerpo se estremecía y podía notar que iban a una velocidad notable…
- ¡¡No es hora de llorar!! – se escucho desde delante del caballo. Kagome quien había cerrado sus ojos los abrió esperanzada de encontrarse a alguien que la rescatara, pero toda la esperanza que había sentido se desvaneció de la misma manera en que llego.
Nadie se encontraba enfrente de ellos.
¿Pero a quien había escuchado? Si solo estaba ella, su caballo y los lobos. ¿Acaso esos arrendos lobos había hablado como la otra ves? ¡No! ¡Imposible! los animales, no hablaban, esa vez fue producto de su imaginación y era como ahora ¡su miedo la hacía alucinar! Si era eso, no había otra explicación más lógica que esa.
- ¡Deja de lloriquear ya y has algo!
Entonces lo vio…
¡Su caballo le había hablado!
Grito horrorizada y quiso alejarse de él pero un gruñido por detrás de el corcel se escucho y eso la hizo permanecer quieta en la silla. Observo con palidez en el rostro y sus ojos abiertos como platos al caballo que la llevaba ¡no podía ser posible? ¡¿Cómo un caballo común y corriente podía hablarle como una persona!? ¡Eso no era lógico! ¡NO LO ERA! Sin embargo ese animal la había regañado. Las lágrimas cayeron de sus ojos sin aviso o contención y lloro en silencio mientras que traban de salvar sus vidas, de unos roñosos y asquerosos lobos quienes los seguían para devorarlos sin piedad. Una curva se mostraba casi al final del camino por donde venían. Una idea alumbro su abrumada cabeza y sin pensarlo dos veces se arrojo cuando al fin llegaron a esa curva, pero para su mala suerte.
Era un rio.
Con fuerza salió a flote una vez que toco el agua y sintiendo como el susto con el frio del agua le quitaban la respiración fue tomando bocanadas de aire mientras que luchaba por mantenerse a flote ya que el agua la iba arrastrando con semejante fuerza hacia abajo. Los lobos que los seguían dejaron de perseguir a su corcel y se detuvieron a ver como el agua arrastraba a la joven chica.
«¡¡El agua esta helada!! ¡¡No, sí tenía que salir huyendo de casa!! ¡¡Ayuda!!»
Mientras que ella misma se reprochaba, noto que la corriente iba demasiado rápido desvió su vista para un lado observando ya convertida en piedra que había un horizonte a unos copos metros de ella ¡¡ERA UNA CASCADA!! Como siempre sin pensarlo comenzó a nadar contra la corriente pero el pesado y alongado vestido que llevaba no la dejaba moverse muy bien, ya que al estar mojado se ceñía al cuerpo con fuerza. En sollozos y rezando a Dios que alguien la ayudara levanto su mirada hacia el firmamento que cubría todo el lugar con su espesa negrura, bañado en miles de estrellas grandes y pequeñas, busco una, cualquiera… que sea una estrella fugaz. Para así poder pedir su ahora más grande deseo…
«Ser salvada…»
Pero justo cuando diviso, una, sintió que en cámara lenta caía del rio por la cascada. Extendió su mano hacia el frente como queriendo tocar esa estrella pero ya era demasiado tarde… porque se encontraba cayendo hacia quien sabe donde…
- ¡¡AUXILIOOOOOOOOO…!!
Continuara…
N/A: Ahh… ¡que feliz me siento! n.ñ yo que pensé que no me hiba a quedar bien. Este es el primer cap de una gran docena (aspiro mucho para este fic) asi que va a ser bastante largo ya que a este lo clacifico como un SUPER fic. Los SUPER fics (personalmente los clacifico yo) son mas o menos de 30 caps, pero creo que esta historia da para mas. Igual, no se, vere con el trasncurso del tiempo jejeje. En pocos días publicare un cap nuevo ya que SALI DE VACACIONES ¡¡ehhhh!!
Este fic (ocea TODO el fic) va dedicado a una una amiga. Ana este fic es para ti n.n espero que de verdad te guste.
Dulce Kagome Lady -
