Bueno creo que el sumaro dice todo sobre esta historia, solo me queda decir que espero RR para saber que opinan...
Disclaimer: ningun personaje es mio...
Infancia bajo la Luna
Chap I…Maldito
18 de Octubre de 1964…
La noche era oscura, solo la luz que proyectaba la Luna, que estaba llena iluminaba los fríos árboles de ese lugar en el campo. Se escuchaban algunos aullidos, aunque eran lastimeros. El viento gélido corría, entumiendo los huesos. Se veía una pequeña casa con la chimenea tirando humo a la proximidad del bosque, las ventanas estaban iluminadas y la puerta… abierta.
Un pequeño que no debería superar los cuatro años, salía por la entrada del hogar. Estaba curioso por el bosque donde sus padres nunca habían querido que fuera a ver y la luna llena lo hipnotizaba. ¡Era tan hermosa! El pelo castaño claro le ondeaba al viento, mientras se arrebujaba en su capa de color canela y los ojos dorados brillaban con la expectación de hacer algo prohibido con los toques de inocencia debido a su tierna edad.
Vio hacia dentro, sus padres estaban en la cocina, preparando la cena y hablando algo sobre un asqueroso licántropo que ese día su padre había echado del cobertizo que poseía. Por el tono de su progenitor, pensaba que esas criaturas eran nauseabundas y crueles, que tenía que alejarse de ellas porque eran muy peligrosas. El pequeño Remus casi siempre hacia caso a sus padres.
Al no ver a nadie, fue sigilosamente hacia el bosque, moviendo sus pequeños pies en puntillas llegó hasta el comienzo de los árboles frondosos, siguiendo su camino por unos matorrales, haciéndose algunos rasguños en la delicada piel, pero ni un quejido salía de sus labios. Al llegar a un lugar más despejado, en su inocencia pensó que había valido la pena. Los rayos de luna se filtraban por los árboles, dándole un tinte mágico al lugar en penumbras. Las hojas parecían brillar como si polvo de hadas tuvieran. Caminó por un pequeño sendero hasta llegar a un claro donde el cielo se veía en todo su esplendor. La luna llena iluminaba todo, pudiéndose observar hasta el más pequeño insecto que deambulaba en la noche y las estrellas brillaban con toda su fuerza, ajenas a la desgracia que allí ocurriría.
Un animal acechaba al niño, rodeándolo y mirando con sus ojos ambarinos. Sentía el olor de su sangre y sentía hambre de la tierna piel del pequeño. Al ver como este se agachaba intentando tomar a una chinita del suelo, se decidió a atacar, apoyándose en sus patas traseras y dándose impulso, salto cayendo encima del pequeño y mordiendo su brazo, casi arrancándolo con la fuerza de las poderosas mandíbulas del lobo adulto y sediento de sangre, hambriento de su carne.
El grito desgarrador de Remus, se escucho por todos los confines del bosque y sus alrededores, poniendo la piel de gallina a toda criatura viviente que lo oyó; a excepción de la bestia que tenia sobre el, que sintió como el placer le recorría las entrañas.
En el hogar de Remus, una pareja escucho el alarido de dolor y su corazones en sincronía se paralizaron por unos segundos, atenazándoles el pecho…esa voz…no podía ser…era de su pequeño…pensaron y mirándose salieron, vieron la puerta abierta y ni un rastro de su niño.
Se dirigieron al bosque, rogando para sus adentros que estuvieran en un error y cuando llegaran a su casa, lo encontraran durmiendo con una sonrisa en su cama, o que fuera una simple pesadilla que se desvaneciera con las primeras luces del día. Llegaron al claro y lo que lograron vislumbrar hizo que se les retorciera el corazón y la rabia se apoderara de su cuerpo hacia la bestia que su hijo tenía encima y parecía querer arrancarle el brazo. Pero el pavor los paralizo. Era un licántropo, había que hacer algo. El padre que llevaba su varita, empezó a lanzar, producto de la ira, maldiciones imperdonables al animal. Los Avada atravesaban el ambiente, pero el animal se corrió del pequeño cuerpo, que con sus pocas fuerzas consiguió corredse evitando que le llegara la maldición y haciendo que la sangre se helara en sus padres.
La bestia intento atacar a la mujer…no traía esa cosa de madera en la mano y su esposo parecía ir donde el pequeño. Se lanzó y el hombre lanzó un cruciatus, dando por "fortuna" en el blanco la bestia se retorcía de dolor y el hombre solo la miraba con expresión demente. Hasta que un gemido le devolvió la cordura y corrió donde Remus. Sangraba hasta el punto de tener todo a su alrededor cubierto del liquido escarlata que manchaba las manos y ropas de sus padres, que desesperados se fueron al hospital.
Remus despertó en un lugar que no reconocía, sintiendo terror al verse solo en esa habitación desconocida, en esa cama que no era la suya, ni sus mullidas matan con olor a chocolate, ni la música muggle que ponía su madre inundaba el ambiente…ni si quiera tenia puesto su pijama. Sintió que su brazo derecho tenía unos vendajes y al intentar el menor movimiento dolía. Los recuerdos afloraron y pensó en el animal que lo había atacado, que pasaría con el, perdería el brazo o quizás estaba en el cielo y por eso todo era distinto a lo que conocía.
Unos sollozos, unas palabras de consuelo y otra voz que denotaba desesperación, sacaron a la mente infantil de sus cavilaciones depresivas, intentando que sus sentidos escucharan. Se impresionó de lo que oía, los sollozos ahogados, eran de su madre…las palabras de consuelo de un mendimago y los que ahora eran gritos debían salir de la boca de su padre, haciendo un esfuerzo de concentración supremo intento escuchar que pasaba.
-No puede ser, tiene que haber algo que se pueda hacer. Por favor es muy pequeño, no puede pasarle esto.- la voz de su padre había pasado casi a un susurro desesperado.
-Lo siento, de verdad, pero no hay nada más que podamos hacer por él, ya de por si es un milagro que halla sobrevivido a la mordida. Pero si consigue salir de la transformación, podrá tener una vida casi normal. Solo tendría que cuidarse para la luna llena y en su proximidad.- los sollozos de su madre aumentaron y Remus no entendía nada. -Ustedes saben que es imposible curar la mordedura de un Licántropo, es una de las cosas que esta fuera de nuestro alcance.- dijo con voz entrecortada el mendimago.
Remus vio como su mundo se desmoronaba. Esa palabra, Licántropo… eran las mismas bestias sanguinarias contra las que despotricaba su padre y el entendimiento que siempre había sido superior a los de los niños de su edad se transformo en una losa pesada que hubiese preferido no poseer. Él ahora era parte de ellos. ¿Lo seguirían queriendo? Las lágrimas surcaban las facciones y estremecimientos recorrieron el débil cuerpo del ahora pequeño licántropo.
Sus padres fueron intentando contener sus lágrimas y que sus rostros no demostraran angustia hacia la cama de su hijo. Lo vieron sentado, con lágrimas surcando sus labios ya y los ojos dorados enrojecidos. Antes de que pudieran decir una sola palabra, el pequeño con la voz entrecortada y mirándolos con sus ojos inteligentes y tristes…les pregunto, intentando infructuosamente mostrarse fuerte:
-¿Todavía me siguen queriendo?- se observaron perplejos¿Dónde había sacado esa idea? Su madre, Helena, le abrazo fuertemente y pregunto:
-¿Por qué lo preguntas? Claro que te seguimos queriendo ¿Por qué no habría de ser así?- dijo, mientras su esposo, Hugo, se unía al abrazo.
-Porque soy un licántropo y ustedes los odian.- la voz vacilante del pequeño que contenía las lágrimas, sacó aun mas lagrimas de los dos adultos.
-Nunca te vamos a dejar de querer. No importa quien seas o que hagas, siempre serás nuestro niño.- le dijo su padre con voz temblorosa, pero firme…el pequeño solo se aferro más a ellos.
A la familia Lupin, la vida les dio un vuelco...En tan solo unas horas, todo parecía derrumbárseles alrededor. Aún así lograrían salir adelante. Quizás se tambalearía y caerían en muchas ocasiones, pero siempre se levantarían como un fénix de sus propias cenizas. El amor y la unidad que tenían, seria lo que les daría fuerzas para afrontar lo que se les viniera encima. Principalmente el hecho de que el más pequeño de sus integrantes estaba de por vida…maldito.
