Cameron Hunter

Mi madre solía decir que el mejor logro de mi vida había sido haberme graduado de la secundaria con tan solo dieciséis años de edad, eso, hasta el día en que ella y Robert me vieron terminar mi Bachelor Degree en leyes a los veinte. Para ella, que me había criado a partir de un salario de profesora de preescolar, era como si yo ya tuviese el mundo entre mis manos, en más de mil ocasiones intenté sacarla de aquella fantasía, sin embargo ni yo ni Robert podríamos ser capaces de vencer la terquedad de Lilian Bronson inclusive si lo intentábamos toda la vida.

Mama y Robert se habían conocido en el entorno escolar cuando yo tenía quince años, lo cual, estabilizó mi hogar un poco y me permitió, por lo menos por un año, no preocuparme por la frágil situación sentimental de mi madre. Mi padre, Scott Hunter, nos había abandonado cuando yo era muy pequeña y mi madre no había superado tal hecho hasta el día en que conoció a Robert Bronson, profesor de Historia del Arte en UCLA.

Aun cuando habíamos vivido siempre en New York, mi madre decidió mudarse a Los Ángeles después de casarse con Robert. Para ese entonces yo ya estaba en mi primer año de universidad, habitando una habitación del tamaño de un armario cerca del campus de NYU.

Para mi graduación, Robert y mi madre habían viajado desde Los Ángeles hasta aquí, lo cual me hacia sentir inmensamente adorada. Esa noche, Robert nos llevo a cenar a un restaurante de mariscos costoso. Yo me opuse a la idea en cuanto la sugirió.
_Es tu graduación, Cammie, no hay momento más importante en la vida de una chica que éste._Puntualizó Robert, ya en el restaurante, alzando una copa de champán que hizo un bonito clink al chocar con la de mi madre, ambos sonrieron y yo rodé los ojos, tomando un sorbo largo de mi Ginger Ale.
_Error, Robert, el momento más importante en la vida de una chica es cuando se casa._Puntualizó mi madre, me concentré en el menú para cubrir la mueca de escepticismo que se había dibujado en mi rostro.
_Es distinto, cariño, pues a la hora de casarse ya no hablamos de una chica, hablamos de una mujer._Oh, dios, no sabía si iba a ser capaz de resistir algunas horas más en compañía de sus voces rebosantes de orgullo. Miré mi Ginger Ale con algo de reproche; acababa de obtener mi diploma, era toda una profesional, y aun no poseía la edad suficiente para brindar legalmente con champán, eso era injusto. El hecho jamás me había molestado, no importaba tu edad cuando estabas en las locas fiestas de fraternidad, o en los bares universitarios en donde podías colarte inclusive si tenías dieciséis años. Decidí dejar de pensar en ello y regresar a la conversación de mis padres.
_Tu madre comentó que inclusive ya tienes ofertas de trabajo, ¿por qué no habríamos de celebrar por ello?_Esta vez no tuve nada que replicar ya que Robert tenía razón.
_ ¿Cuándo es tu entrevista, amor?_Inquirió mi madre, pude ver lágrimas formándose en sus ojos.
_En una semana, pero enserio, no es nada ostentoso, solo un pequeño trabajo en Masen & Co. la universidad les da candidatos todos los años debido a que ellos son los patrocinadores del ala de leyes, ellos donan dinero y demás._Expliqué sencillamente.
_Cualquier trabajo es una excelente oportunidad, Cameron, no hay nada mas difícil que encontrar trabajo justo después de graduarse._Robert tenía razón y eso que no me había molestado en explicarles que aquí, en el mundo de los abogados y empresarios de New York, Masen & Co. era como hablar de Microsoft en el mundo de la tecnología y la computación.
_Aun no tengo el trabajo._Puntualicé.
_Lo tendrás, lo tendrás, se impresionaran al verte, estoy segura._Por supuesto que se iban a impresionar, no todos los días una chica de veinte años se presentaba en una firma de abogados sosteniendo que había terminado su primer grado de leyes.

Esa fue la primera vez que hablaba con alguien, aparte de mis profesores, de mi inseguridad en cuanto a mi entrevista de trabajo en Masen & Co. y también sería la última.

Una semana después, cuando Robert y mi madre dejaron New York, yo regresé al pequeño aparta estudio por el que mi padrastro ya había pagado la renta de un año como mi regalo de graduación. Había sido lo más increíble que había hecho por mí, algo que ni siquiera mi padre había hecho, eso y cuando me regaló un coche, que aun sigue parqueado en la casa de mis padres en L.A.

Me acosté en mi cama, mirando de vez en cuando y de reojo las cajas empacadas con mis pocas pertenencias. Estaba acostumbrada a vivir sola, pero jamás había tenido un apartamento para mí sola, con cocina, mi habitación y un salón de estar. Imaginé que me acostumbraría a esto, en especial cuando Robert ya había pagado la renta de un año, sin embargo me recordé que necesitaba un trabajo para seguir con esto, entonces pensé en la entrevista que iba a definir mi vida. Cerré los ojos y sonreí para mí misma, tenía que haber alguna forma de impresionarlos, todo el mundo tenía un botón, solamente debía buscar el que tenía que apretar para que quienquiera que me fuese a entrevistar se impresionara.