Capítulo 1.
Usualmente esto me calma. Las olas rompiendo contra las rocas. El aire fresco en mi rostro. La luna sobre el horizonte, iluminando en medio de la noche. Este era mi segundo escenario favorito, debajo del amanecer. Pero justo ahora no me sentía de acuerdo con el amanecer.
Desde que derrotamos el comandante Daizo en Tokio, después de derrotar a Cerebro en París; nos habíamos vuelto muy populares. Nos mandaban cartas invitándonos a ferias, inauguraciones, premiaciones; todo el mundo quería ver a los Jóvenes Titanes.
No habíamos tenido oportunidad de descansar más que un par de semanas seguidas en la torre, antes de que tuviéramos que ir a otro sitio. Últimamente me había sentido muy cansado y presionado. Era un ciclo. Sonreír, saludar, discurso. Avión. Repite.
El sentido parecía haberse perdido. Se suponía que debíamos ser héroes. No estrellas de televisión en una gira por todo el mundo. Parecía que ya había estado en cualquier rincón del planeta, sin embargo, no lo había disfrutado. Creo que ninguno de nosotros lo había hecho de verdad. Tampoco había ayudado a nadie. Éramos una simple pantalla.
Unos monos circenses diciéndole al mundo: ''Todo está bien, no tienen de qué preocuparse''. Ocultando la verdad, e impedidos de hacer algo al respecto. Me enfermaba pensar en algo así.
Y no tenía otra opción más que pensarlo. Si se lo contaba a ella, se preocupaba mucho. Trataba de hacerme ver que lo que estábamos haciendo era generar esperanza para la gente del mundo. Para mí la esperanza siempre ha sido indispensable, pero yo pensaba inspirarla de otra manera.
Luchando. Actuando. Haciendo la diferencia. Esa había sido la idea principal, la que fundó a los Jóvenes Titanes, salvar a los débiles e inocentes de aquellos que creían que por tener poder, eran seres superiores a los demás.
Era tiempo de volver al inicio. Reiniciar. Esa idea tenía cuando le dejé en claro al encargado de nuestra gira que todo se había terminado. No le gustó la idea ni un poco. Pero no me importaba, deseaba volver a casa y pelear contra el mal con las personas que se habían vuelto mi familia.
Eso habíamos hecho. Y ahora estábamos aquí, haciendo lo que realmente importaba. Sin embargo algo faltaba. No me sentía completamente satisfecho, me seguía sintiendo frustrado.
De pronto, sentí algo. Ese cosquilleo en la parte de atrás de la nuca que delata la mirada fija de otra persona en ti. Pero no solo eso, sentí su presencia. Así como ella podía sentir la mía.
—¿Ocurre algo?— pregunté sin volverme. Estaba seguro de que Raven podía verme, sentado en la orilla de la azotea de la torre.
—Solo pasaba por aquí, pensaba meditar un rato— contestó con su frío y monótono tono de siempre. Pude escuchar el susurro de su capa al viento acercándose, probablemente flotando; no escuchaba las suelas de sus zapatos contra el suelo.
—Lo siento, ya me iba de todas maneras- dije, disponiéndome a pararme.
—No está bien, puedo meditar más tarde—se sentó a mi lado. Estuvimos juntos en silencio, observando la luna.
Nuestra conexión me permitía sentir lo que ella sentía. De manera muy leve, seguramente ella podía saber mucho más de mí que yo de ella. Siempre había sido así. Justo ahora podía afirmar que ella quería hablarme de algo, se preguntaba si sería el mejor momento.
Entonces el atisbo de un pensamiento. Un flashazo. Solo una palabra se me vino a la mente. Starfire.
—Está preocupada por mí, ¿no es así?—.
—Algo—contestó la hechicera sin darme detalles.
Volteé a verla, llevaba la capucha puesta, ocultando su rostro de mí. Pero podía ver perfectamente sus ojos. Esos ojos tan hermosos, brillantes como las amatistas, los únicos faroles en la oscuridad de su capa. Sin mirarme continuó hablando, con la vista fija en la luna.
—Ella cree que puedas tener un gran problema, quería que tratara de averiguar de qué se trata. Dice que has estado actuando muy extraño desde que empezó la gira—.
— ¿Ella cree que me volví loco?—.
—Probablemente—.
— ¿Tú también lo crees?—.
—No— volteó hacia mí, y sonrió ligeramente—Yo creo que solo tienes una mala racha—.
—Ojalá sea así. No me gusta nada de esto—ella no respondió, invitándome a continuar— No quiero que me utilicen para aparentar.
—¿Extrañaste mucho patear traseros este último año no es así?—.
—No es solo eso, odié ser un títere.
Ella se quedó en silencio un rato, meditando mis palabras. Después se bajó la capucha, y me miró a los ojos.
—Todos somos títeres, Robin. Es la realidad. Nuestras acciones siempre están dirigidas por alguien más. ¿Dios, el destino, el azar? No lo sé, las oportunidades siempre aparecen frente nuestro, traídas por esa fuerza superior.
—¿Es que no podemos hacer algo diferente? ¿No podemos desafiar al maestro titiritero, tomar el control?
—El control lo tienes tú, tú haces las decisiones. El titiritero te guía hacia tu destino, pero tú decides cuál sea éste.
—Supongo que tienes razón, no lo había visto así.
—Me decepcionas, después de todo; tú fuiste el que me enseño a ver así— sonrió de manera burlona. No pude evitar sonreír también— Ahora vete a dormir, piensas en cosas retorcidas cuando no duermes—.
Se puso de pie y caminó hacia la puerta, con una gracia digna de una bailarina. A pesar de conocerla desde hace años, era la primera vez que lo notaba.
—Raven…— se dio la vuelta—Gracias—.
Me miró de manera extraña, vi en sus ojos reflejados un torbellino de emociones que se fue tan instantáneamente como apareció.
—Buenas noches— y se marchó sin más. Ese último detalle me preocupó un poco, pero la preocupación no duró mucho rato. Me sentía mejor, más aliviado y ligero. Sí, como siempre, Raven tenía razón. Estaba exagerando un poco, me había entrado el pánico al sentirme perdido entre la fama y las luces. Esa sensación de desesperación, desorientado, sin saber que es falso y qué es verdad. Incluso en la más pequeña escala era horrible.
Pero ahora que estaba en casa, y que todo era como antes; no tenía de que preocuparme. Todo estaría bien, era cuestión de dormir y patear traseros con regularidad.
Bostecé, me estiré, me puse de pie y me fui a la cama. A primera hora de la mañana, hablaría con Starfire; y todo volvería a ser como antes.
Eso pensaba yo aquella noche, hace mucho tiempo. Tantos meses que ya he perdido la cuenta. Ahora me daba cuenta de lo realmente equivocado que estaba. Muy equivocado.
