Creo que no hace falta recordar que todos los personajes son propiedad de JK. y que yo los uso solo un ratito.
Les cuento que, hace varios días que estoy durmiendome pensando en esta pareja, no sé porque, pero, comencé a sentir la necesidad de escribir algo sobre ellos.
Espero que les guste.
Juramento:
Los meses habían pasado con tortuosa lentitud, cada día parecía un año, y cada mes... un milenio.
Parecía que, ya había pasado mucho tiempo, pero no… no era así, sólo habían pasado cuatro meses desde la Segunda Guerra. Cuatro meses de esa Batalla que había dejado destrozadas a tantas familias, a tantas personas, incluyéndola, obviamente, a ella.
Angelina se sentía devastada, se sentía impotente ante tanto dolor, no podía hacer nada para superarlo, y eso era sólo el comienzo. Encontrarse con la gente que había vivido esa experiencia con ella la hacía sentir peor, la hacía recordar a TODAS las personas que habían muerto… sobre todo, le hacía recordar a Fred.
No es que comparara su dolor con el de su familia, pero, ella siempre había sido muy cercana a él, se podría decir que sentía cosas por él que, jamás había sentido por nadie en el mundo, pero… esa maldita guerra se lo había llevado y la había dejado con la duda, duda sobre lo que sentían ambos, jamás pensó que eso iba a pasar, por eso había pospuesto la conversación, el mayor tiempo posible.
Haberse encontrado con Lee esa mañana le había hecho darse cuenta que, también había personas que lo recordaban, lo extrañaban y necesitaban, mucho más que ella, y una de esas personas era George.
Ella quería hablarle, no le gustaba lo que Lee le había dicho, George estaba mal, había cerrado la tienda y casi no hablaba con nadie, y cuando lo hacía sólo se limitaba a aceptar las cosas que los demás le decían, sin hacer mucho caso o, escuchar absolutamente nada de lo que estaba sucediendo a su alrededor.
Caminó por el Callejón Diagon, conocía a la perfección el camino hacia Sortilegios Weasley, recordaba detestar ese lugar, había demasiado ruido para ella, pero… también recordaba las caras de felicidad de esos gemelos al entrar, nunca habían estado tan contentos.
Decidió no detenerse en ningún lugar, no quería arrepentirse de lo que iba a hacer.
Al llegar leyó el letrero de la puerta:
"CERRADO PERMANENTEMENTE. NO INSISTA."
Se mordió el labio, - siempre hacía eso cuando se ponía nerviosa. – y respiró profundo, iba a ser difícil, lo sabía, pero necesitaba saber que al menos, había intentado ayudar a George en algo, no quería quedarse con el vacío de no haber hecho nada al respecto.
Toco la puerta….
Nada.
Toco nuevamente, pero esta vez con más fuerza.
Siguió sin contestan nadie.
Tienes que estar aquí. – se dijo a sí misma. – Y vas a abrirme.
Golpeó la puerta con todas sus fuerzas por tercera vez. En el momento una voz gruesa y furiosa gritó desde adentro mientras parecía acercarse.
¿QUÉ PARTE DE NO INSISTAN NO SE ETIEN…? – al verla esperando afuera pareció paralizarse, se quedó con la boca abierta y a mitad de la palabra.
¿Vas a dejarme pasar George? Hace mucho frío aquí afuera. – dijo tratando de sonreír, pero no pudo, al verlo, inevitablemente, se le vino a la mente la imagen de Fred y eso le produjo una puntada en el estómago.
El joven se acercó a la puerta y la abrió, haciendo, al mismo tiempo, un movimiento con la mano, invitándola a pasar.
Gracias. – dijo al entrar, el lugar estaba aún más congelado que la calle, pero no quiso decir nada.
¿Qué haces aquí? – preguntó el pelirrojo de forma abrupta.
Quería verte. – mintió.
Tu y yo sabemos que eso es mentira. ¿Qué haces aquí? – volvió a preguntar.
George… quería verte, es verdad, quería hablar contigo, creo que tenemos muchas cosas que podemos hablar… - hizo un silencio, dudando si seguir hablando. – necesitas hablar con alguien.
George la miró con muy mala cara, nunca lo había visto enojado y eso la asustaba un poco.
Necesitas hablar. – continuó.
¿Quién dice que necesito hablar? ¿Quién dice que QUIERO hablar? No quiero que nadie sienta pena por mí, o que se preocupe por mí, asique, si era a eso que venías… puedes irte en este mismo momento.
Ella sabía que él necesitaba ser escuchado, pero… no iba a dejar que lo ayudaran tan fácilmente.
No me iré. – dijo firme.
Entonces quédate, pero yo me voy a arriba, estoy bien como estoy… solo. – dijo esta última palabra con voz muy gruesa y con una gran angustia.
¡No estás solo! – dijo sin poder evitarlo. - ¡No estás solo George! Tienes familia, amigos que se preocupan por ti y quieren que mejores, que hables, que insultes, que grites, que quieren que reacciones. – sus ojos se llenaron de lágrimas al ver como él se mantenía en la misma posición cuando ella estaba a punto de ponerse a llorar con todas sus fuerzas.
Tal vez no quiera reaccionar. – dijo, parecía un poco más tranquilo.
Sólo te harás mal, caerás cada vez más profundo y no lograrás salir, necesitas hablar con alguien, y… yo estoy aquí para ello.
Sólo estás aquí porque crees que tienes que hacer algo, porque no puedes superar el hecho de que Fred este muerto y quieres que siga vivo, quieres que yo sea él, pero… ¿Sabes qué? ¡NO SOY FRED! Y nunca lo seré. ¿De acuerdo? Él siempre fue más valiente, más inteligente, más capaz que yo. Él estaría bien ahora, no estaría hecho un trapo como yo. ¿Por qué? Porque yo no soy nada sin mi hermano, esa es la verdad. – bajó la vista, sus ojos estaban completamente rojos y una pequeña y casi imperceptible lágrima rodó sobre su rostro. – Hubiera sido mejor si yo moría. – agregó casi sin voz.
No digas eso. – Angelina se acercó a él y puso su mano sobre su rostro. – No vuelvas a decir eso, ni a pensarlo. Nada de eso, nunca más. – dijo un poco enternecida. – Fred estaría tan mal como tú, ustedes eran parte del otro y él estaría tan mal ahora como lo estás tú, todos estarían tratando de ayudarlo, como están intentándolo contigo, me incluyo, yo estaría con él, de igual forma de la que estoy aquí… sólo que eres tan terco que no quieres ver nada, que no quieres aceptar la ayuda de la gente que está cerca de ti, de esa gente a la que le importas y que quiere verte sonreír y bromear de nuevo.
No creo que vuelva a hacer una broma en mi vida. – explicó bastante serio. – No tiene ya ningún sentido.
Tal vez no ahora George. – dijo Angelina aún sosteniendo el rostro del joven. – Tal vez tampoco mañana, pero, pero si volverás a reír en algún momento, y lo harás porque eres fuerte, porque eres increíblemente fuerte y porque tienes personas a tu lado que te aman tal y cómo eres, no, por lo mucho que te pareces a otra… - la voz se le cortó y no pudo seguir hablando, las lágrimas cayeron, pero esta vez a través de las mejillas de la chica.
El pelirrojo la miró por un instante y luego intentó secar las lágrimas de Angelina con el dorso de su mano.
No me gusta que la gente llore. – dijo sinceramente el joven. – Siento haberte hecho sentir mal. – agregó. – Sé que… sé que tú también has sufrido mucho con todo esto.
Angelina levantó la vista y lo miró directo a los ojos.
Fred estaba loco por ti. – explicó. – Completamente loco, te adoraba y sé que tu sentías lo mismo por él y… ahora jamás sabrás como pudo haber resultado todo.
Se quedaron en silencio, George esperando una respuesta y ella… tratando de procesar lo que acababa de escuchar.
Si. – dijo con voz monocorde la mujer. – Jamás lo sabré. – agregó.
Lo siento. – dijo el pelirrojo.
No lo sientas, ya… ya no se puede volver a atrás y… por mucho que ambos lo deseemos, no vamos a conseguirlo. – se le hizo un nudo en la garganta, pero intentó continuar igual, ella había ido a ayudar a George, no al revés. – Creo que debemos intentar continuar con nuestras vidas, nunca vamos a olvidarlo, pero… no podemos vivir de un recuerdo… él nos odiaría si supiera eso.
George asintió lentamente.
Creo que tienes razón, no le gustaría para nada eso.
Volvieron a mirarse fijo, y se quedaron así durante unos segundos, Angelina se comenzaba a poner incómoda, los ojos de George parecían poder leer su mente.
Quiero proponerte algo – dijo rompiendo el silencio e intentando salir de la incomodidad que la estaba aprisionando. -, un juramento.
El chico la miró extrañado y luego habló: - ¿Juramento? ¿De qué hablas?
Te juro que, podrás contar conmigo siempre, sin importar el día, hora o momento, cuando sea que sientas que vas a caer, yo estaré ahí para ayudarte a seguir. ¿Te parece? – preguntó.
Si, - dijo y esbozo una leve, demasiado leve mueca, parecida a una sonrisa. – sólo si ese juramento me incluye, sólo si me dejas jurarte exactamente lo mismo.
Angelina respiró muy profundo, se mordió el labio y luego respondió: - Claro, que así sea, siempre vamos a poder contar el uno con el otro.
Es una promesa. – terminó George.
Es una promesa. – dijo Angelina.
La chica lo abrazó sin siquiera pensar en lo que estaba haciendo, tenía la absoluta necesidad de estar cerca de él, de que comprendiera que, nunca iba a incumplir su juramento, que siempre estaría a su lado, y… al mismo tiempo, de hacerle sentir que, ella también realmente necesitaba que él esté cerca, que la ayude.
Ambos NECESITABAN de esa promesa.
