Hola, mis queridos lectores, vengo a traerles una nueva historia.

Sé que tal vez querrán matarme, sin embargo, lamento informar que la historia de mi autoría llamada "El remedio milenario" estará detenida hasta nueva orden (Aunque puede que esto ya lo hubieran deducido dada la gran cantidad de tiempo en el que no la he actualizado).

Este proyecto es de mi completa autoría. Prohibo el plagio; así mismo solicito gentilmente que cada vez que vean a algún atolondrado tratando de hacer pasar esta historia por suya, me lo informen inmediatamente. Algunos de los personajes presentes en este escrito NO son míos, son del famoso equipo de diseño y animación cinematográfica llamado DreamWorks Animation SKG. Las mayoría de las marcas nombradas a continuación, son reales. El plasmar esta idea en palabras está hecho sin ánimo de lucro (ejem...*Tose* sin embargo... *Tose* se aceptan pagos monetarios por publicidad...*Tose*)

Se aceptan todo tipo de comentarios, sin embargo me gustaría que si son críticas fueran objetivas y no destructivas.

Disfruten la historia, esta hecha con mucho sudor y lágrimas amor para todos ustedes.


Apartó la manga de su costoso traje de empresario y miró la hora por enésima vez; once horas, cincuenta minutos y veinte segundos se mostraban en su costoso Tourbograph "Pour le Mérite", ya se estaba haciendo tarde. Tamborileó los dedos en la mesa de roble y se removió en su silla de cuero negro volviendo a observar con hastío al nervioso subalterno que trataba de presentar su propuesta ante sus sagaces ojos azules.

El empleado, se secó la gota de sudor frío que se deslizaba por su frente y revisó una vez más las tarjetas entre sus sudorosas manos flacuchas, tratando de recordar sus argumentos acerca del por qué era esencial la implementación de un mejor plan de calidad en la editorial.

Era su primera exposición frente al "Zorro", como lo habían llamado sus demás compañeros, y no le estaba yendo muy bien. La descripción de su nuevo jefe, más que asustarlo lo había perturbado, al parecer era como un ente sobrenatural al que no se le escapaba ni el viento, con el corazón marchito, duro y frío, casi como lo demostraban los claros y grandes ojos azules que centelleaban con odio frente a él. Tartamudeó una vez más viendo como el retorcido ser frente a él tocaba una lúgubre canción con cada golpe, miró las diapositivas proyectadas en la pared azul metálica de ese lugar tratando de buscar apoyo en la tabla de valores que allí se mostraba. Pronto escuchó un fuerte suspiro que heló sus huesos; tragó duro mientras encaraba lentamente al hombre de treinta años de complexión fuerte, altura de 1,80 cm, con cabello negro cortado para que se amoldara hacia un lado, un traje gris con camisa blanca y sin corbata en conjunto con unos zapatos negros delicadamente lustrados; cada cosa en esa habitación parecía valer más que su vida, su propio traje Armani no se comparaba con nada allí.

-Oye- Resonó en la habitación la calmada y gruesa voz del empresario que lo penetró con la mirada al terminar de ver una vez más la hora en su reloj.

-¿Terminaste de hablar?-

- Si, si señor- Respondió torpemente.

-¿Cuál es tu nombre?-

-Fernando Esteins-

-Ya veo, Esteins, debo decirle que su propuesta es algo más de lo que ya se ha dicho; tal vez no esté enterado, pero ese es el tema de todos los días en esta empresa. Usted está formulando la pregunta, pero no me ha dado una respuesta concreta.-

-Señor Stevenson, mi plan…

-Si, estuve escuchando ese plan hueco que es motivo de su habladuría por dos horas, 30 minutos y 25 segundos sin contar los treinta minutos de derretimiento mental que ha tenido a lo largo de esta argumentación, señor Esteins- Los ojos de hielo se posaron en los cafés, atravesándolos con estalactitas.- La propuesta no podrá ser presentada con fallos tan severos en una reunión con el resto de los departamentos, sugiero que vuelva a presentarla frente a mi dentro de 25 días, 15 horas, 25 minutos y 15 segundos-

-Pero, esta propuesta sugiere la implementación de otro grupo de calidad, es bastante claro-

-Parece que no me ha escuchado, Esteins, he dicho que usted ha formulado más de lo mismo; supongo que debo recordarle que ya poseemos un departamento de control de calidad y un departamento de ventas- Miró su reloj y frunció el ceño, iba cinco minutos y veinte segundos atrasado para el almuerzo; lo único que le faltaba era que ese cabeza hueca frente a sus ojos tratara de buscar más argumentos inútiles para defender una bazofia como esa, no entendía como el jefe de departamento en el que trabajaba ese idiota frente a él, lo había dejado pasar a segunda base.

-Y-yo… Presentaré una nueva propuesta en esa fecha, perdone por consumir su tiempo- Escuchó la temblorosa voz del chico del traje Armani, mientras se retiraba con su USB.

Una vez se había ido, Stevenson se levantó con prisa recogiendo su maletín, celular y llaves en el trayecto; caminó con rapidez dejando encargada a la señorita Brook de los papeles, por lo menos en su hora de almuerzo. Caminó con rapidez por los lustrosos pasillos de mármol blanco, sin dejar atrás su elegancia; las chicas se le quedaban mirando a cada paso, su fuerte y esbelta figura atraía la mirada de las damas y se podía decir que no era algo de lo que estuviera muy contento.

Divisó a lo lejos la puerta de entrada custodiada por unos botones quienes al verlo abrieron la puerta escuchando un leve gracias al verlo pasar, rápidamente tomó las llaves de su auto que le ofrecía el botones, quizá con un poco de fuerza.

Se metió con rapidez en su Venom negro dejando su maletín atrás de su asiento, su celular en la base instalada junto a varios botones instalados por su persona y sus llaves encima. Condujo a toda velocidad entre las calles, era viernes y había prometido llegar a tiempo junto a la mujer que más había amado en toda su vida.

Llegó a las rejas de color negro que separaban una gran casa de dos pisos de la calle, con un garaje a cada lado, uno de ellos más que eso solo era un arco con una base de metal. Apretando un botón del panel de su auto se abrió y cerró tras de sí, acercó el auto al arco, montándolo en la base de metal; se bajó del auto llevando sus cosas consigo, puso alarma y se acercó a un panel en la pared, posó su dedo allí y pronto el auto estuvo descendiendo en la base de metal. Se alejó del lugar y caminó hacia la puerta principal, la cual tenía decorados dorados de flores; sacó sus llaves del bolsillo para seguidamente abrirse paso al interior de la refinada casa. Al cerrar la puerta escuchó como unos pequeños pasos alertaban la presencia de la única mujer que había amado en toda su vida; su pequeña Scarlet, una pequeña de 11 años, con cabello negro atado en dos coletas altas, ojos azules como los suyos, tez blanca sonrosada y gafas ligeras, ahora portaba un vestido sencillo de color azul pálido con unos mocasines negros, ella sabía cuán adorado era verla con ese conjunto nuevo.

-¡Feliz Cumpleaños, Papi! – Se lanzó la niña corriendo hacia el mayor, para después abrazarlo, recibiendo una suave caricia en su cabeza por parte de aquel duro ser; se separó un poco y tomó con fuerza la gran mano del hombre entre sus pequeños deditos, después lo arrastro hasta la cocina, el hombre se dejó ir aún sin mostrar ninguna emoción, depositó su maletín en uno de los sillones y dejó las llaves en una mesa que vio en el camino.

Al llegar a la cocina posó sus ojos en el pastel de color azul oscuro con una decoración de chocolate blanco, muy seguramente hecha por su hija pues no se veía perfecta, en medio de la mesa, a un lado habían dos platos de comida y una tarjeta de colores que parecía haber sido hecha con mucha dedicación, esta se encontraba recargada en un regalo con envoltorio de color lila con cintas plateadas en realidad muy vistoso.

-Le dije a Gertrudis que se fuera antes de que llegaras, yo también ayudé a hacer el pastel, iba a ayudar con la comida pero ella me dijo que podía quemarme - Asintió mientras se sentaba en una de las sillas de palisandro que combinaban a la perfección con la pequeña mesa a un lado de la gran cocina en donde se encontraba todo lo mencionado anteriormente. La menor se sentó a su lado y agarró la tarjeta extendiéndosela- Este es tu primer regalo, lo estuve haciendo en mis ratos libres- Lo observó con ojos esperanzados la chica, posó sus ojos en el objeto en cuestión, lo tomó y volteó para ver como su hija sonreía. Abrió el plegable de color azul oscuro en su exterior, con las palabras "Felíz cumpleaños" escritas en cursiva con color plateado; en su interior de color rosa pálido había una dedicatoria con la letra de su hija en dorado, estaba mejorando su caligrafía; a un lado se veía un dibujo de la foto de los dos que se hallaba en su habitación, él se veía tan frio como siempre, con una camisa desabotonada y alzando a su pequeña quien sonreía, esta traía un vestido con vuelos y unas sandalias. El dibujo era muy bueno y más para ser obra de una niña de 10 años.

-¿Lo hiciste tú sola?-

-Ajá, yo la hice solita – Respondió mirándolo a los ojos.

-¿Entonces por qué algunos trazos se ven diferentes?-

-Em...La maestra me ayudó un poco- Titubeó ante la penetrante mirada de su padre.

-No vuelvas a mentirme- El hombre sentenció esto depositando el plegable a un lado, Scarlet asintió con la cabeza gacha y se repuso rápidamente tomando la caja sobre la mesa, estaba un poco pesada así que sin querer uno de los cuchillos puestos junto a los platos cayó al suelo. El empresario recogió el cubierto y lo puso un poco alejado.

-Debes dejar de ser tan torpe, más tarde lo lavarás- La muchacha volvió a asentir colocando el obsequio sobre sus pequeñas piernas; la habitación quedó en silencio por un rato, el hombre paseó su mirada por toda la habitación, centrando su helada mirada en el ventanal en el que caía la odiosa nieve, frunció levemente el ceño, para después examinar a su única descendiente, quien parecía un poco abatida; no era su intención hacerla sentir mal, simplemente no iba a dejar de ser estricto y mucho menos si se trataba de su heredera.

-Este es tu segundo regalo- Susurró la pequeña acariciando el moño de color plateado que se hallaba sobre el presente; miró a lo que se refería la niña y lo tomó sin titubeos cuando se le fue extendido. Empezó a desamarrar el moño con suavidad bajo la atenta mirada de la niña; fue fácil quitarle el papel regalo, doblarlo y dejarlo junto al moño. Observó el libro algo grande, de color beige, con letras doradas hechas con un molde que recordaba haberle regalado a Scarlet a sus 8 años, este decía "Los Guardianes de la Alegría" y abajo se encontraba el nombre de su hija, se encontraba amarrado por un listón de color negro; en la siguiente página había una pequeña dedicatoria con letras un poco torcidas.

"Este libro fue hecho para celebrar el cumpleaños número 28 de Maximilian Stevenson, mi padre.

Querido padre, puede que la simetría de este libro te decepcione un poco, sin embargo, espero que disfrutes la lectura. He dividido este libro en dos partes; en la primera sección encontrarás una historia adaptada y redactada por tu servidora, en la segunda hay historias detalladas acerca de los personajes de la historia principal; acompañados de una serie de mini historias de mi autoría, acerca de cada uno de ellos.

Disfruta la lectura."

Ojeó las demás páginas con algunos dibujos y recortes, la historia estaba escrita en cursiva con letra negra y los títulos con color dorado. Al llegar a la parte de los personajes detalló la curiosa imagen de un conejo humanizado de color azul metalizado, con el ceño fruncido y los musculosos brazo con tatuajes cruzados sobre su pecho, se encontraba recargado en una de sus piernas mientras que con la otra parecía golpear el suelo, el dibujo no era tan perfecto como los que ya había visto, pudo deducir que fue hecho por su hija fácilmente.

_¿El conejo de pascua?_ Se preguntó al leer el título de la página con una ceja alzada, volteó a mirar a su hija, quien lo miraba nerviosamente, incitándolo a que siguiera ojeando el objeto, mientras apretaba las manos sobre el mantel blanco. Hizo caso a esta silenciosa petición, como primera línea se leía "E. Aster Bunnymund", al parecer era el nombre real de la criatura, su hija era muy creativa, después de divagar pasó a la siguiente página, la cual al parecer era la historia de la que había hablado su hija, a un lado había un dibujo de una canasta con huevos de pascua dentro, los trazos eran buenos, sin embargo era obvio que alguien más había ayudado a retocarlos. Pasó la hoja y observó el título "Santa Claus", debajo observó en dibujo de un hombre mucho más fornido que él, con un gran abrigo de color rojo que le llegaba hasta los tobillos con felpa negra en la zona del cuello, al finalizar la mangas, en todo el contorno de los botones, de la parte de abajo; todo esto en conjunto con un sombrero del mismo material y color; poseía un pantalón negro y elegante holgado, sostenido por un grueso corsé con decorados de rombos, de color rojo más oscuro, al final del pantalón unos zapatos antiguos de color negro; la camisa no se veía pues el hombre poseía una larga barba y bigotes, hasta antes del corsé, se veía gentil con aquellas mejillas y nariz sonrosadas, en compañía de esas cejas aún negras. El dibujo no estaba muy bien hecho en algunas partes y algunos colores se veían más fuertes.

_S.T North_ Dijo en su mente, después de leer la primera línea y viendo algunos dibujos de pequeños seres jugando, pasó las hojas hasta llegar al próximo ser mítico que iba a ser su objetivo de observación; esta vez era una chica en apariencia un poco más joven que él, sin embargo estaba cubierta por plumas entre colores metalizados que se hacían más largas en su espalda baja y de color fuscia azulado, en su cabeza en vez de cabello, se veía como una corona; con grandes ojos del último color mencionado, la chica observaba con una sonrisa el pequeño diente entre sus manos mientra levitaba, con unas pequeñas alas en la espalda que al moverse rápidamente, no se veían más que como un lugar borroso, la primera línea decía "Tooth"; su rostro se endureció al ver pequeñas haditas mal dibujadas, volar entre las palabras, llevado un diente más grande que ellas en sus manos. La niña que había permanecido en silencio tragó con fuerza al ver la expresión de su progenitor.

-Debes mejorar tus trazos- Se escuchó la voz áspera, Scarlet posó sus ojos en las hadas, eras las que había dibujado cuando tenía cinco años, llevaba haciendo ese álbum toda su vida y cuando había terminado por fin los dibujos, con la esperanza de por una vez ver la satisfacción en el rostro fino de su padre, ni siquiera era necesario verlo sonreír, solo ver una pequeña luz en los cubos de hielo que portaba su padre en el rostro sería suficiente.

-¿Qué se supone que es esto?- interrumpió sus pensamientos aquella voz cruel.


Bueno, aquí termina el primer capítulo.

¿Cómo estuvo? ¿Lo disfrutaron?, si es así, os invito a poner sus letras aquí abajo, recuerden que los escritores trabajan más si obtienen comentarios.

Gracias por leer y nos veremos en otra oportunidad.

Kaito Scarlet PF