Un instante de filosofía con Yakumo………. xD…… una de mis parejas favoritas……
Si tú pudieras escuchar mis pensamientos, ¿me amarías?
El era todo. Iban juntos de compras, cuidaban a sus exóticos animales, ella lo escuchaba en silencio; era feliz cada vez que lo ayudaba a escribir una página nueva de su manga y aunque no lo expresara; si él pudiera leer los pensamientos al igual que ella, sabría lo que estaba sintiendo; sin embargo; a pesar de todo ello; él quería a otra.
Nunca había sido de muchas palabras, salvo claro, con sus más íntimas amigas; debido a que prefería prescindir de la popularidad que hubiera tenido de ser más abierta. También tenía conciencia de que atraía las miradas de varios chicos de diferentes salones y aunque no le incomodaba en absoluto, varias noches había pasado sin dormir intentando entender por qué él no era como los otros.
Esos bellos ojos tras las gafas negras de siempre, ese olor tan peculiar que había aprendido a querer, sus bigotitos que no podía apartar de su mente eran razón suficiente para preguntarse qué le estaba pasando.
Muchas veces había esforzado su mente intentando entrar en los pensamientos de aquella persona, de ese rostro a veces inescrutable, que no ofrecía más que silencio a sus esfuerzos; pero todo era inútil.
El no la amaba.
Su voz cada vez era más baja cuando hablaban; como si se perdiera con el viento. No sabía qué hacer, jamás se había sentido así; sin saber qué hacer.
Varias veces, por casualidad, leía los pensamientos de Hanai-sempai. Eran bastante ordenados, coherentes, bien pensados; y la mayoría iban dirigidos hacia ella; pero por alguna razón no podían hacerla sentir ni la mitad de lo que sentía cuando Harima la saludaba.
Quería preguntárselo, quería pedirle que le abriera su mente; pero tenía miedo. Tenía miedo a saber qué se ocultaba tras esa maraña de pelo negro, tras esos gestos casi- siempre estrambóticos que rayaban en la locura. Tenía miedo de encontrarla en sus pensamientos, tenía miedo de descubrir a la mujer que dominaba aquella mente, y más aún a la mujer que había conquistado ese corazón.
Pero a lo que más le temía; era a saber que ella no ocupaba ningún lugar en ninguna parte.
Las noches estrelladas se hacían cada vez más negras; más largas, y el año se estaba acabando. Observaba todo vacío, como si alguien hubiese arrancado la vida a las cosas a su alrededor. Todo era gris, sin sentido; pero entonces llegaba él y las personas y las cosas recobraban su color. Ella lo necesitaba más que a nadie, deseaba con toda su alma tener aquellos cabellos negros en su mejilla y sentir su olor y poder acariciar ese bigotito tan precioso.
Pero no podía.
Su hermana era muy feliz; cada día era como si fuera el primero después del otro y nunca uno antes de éste. Tennma era casi como Harima; inescrutable; salvo las veces en que empezaba hablar de su querido Karasuma-kun; y en esos momentos Yakumo podía escuchar como una melodía que suplantaba a los pensamientos de su hermana: dedujo entonces que el amor no eran pensamientos ni palabras, sino que eran música; una conjunción del corazón y el alma.
Y desde entonces deseo escuchar aquella música al menos una vez en Harima. Pero aunque se esforzó no pudo.
Las lunas no le parecían iguales desde su ventana; como si periódicamente cambiara de forma y tamaño. Era de noche y veía pensativa el paso de la 5ta luna de ese mes; cuando entonces entendió y algo dentro de ella empezó a agitarse. Salió de su habitación y poniéndose equivocadamente los zapatos salió a la calle.
La lluvia acaba de comenzar…
