Este es otro Kakuhidan que acabo de escribir.
Espero les guste... :)
Herido.
-¡Maldita seas, Kakuzu!
-¿Ahora qué quieres?
-¡Tú y tus malditas recompensas! Si no fuera por eso no estaría herido, ¡maldito bastardo!
-Ya cállate.
-¡Mierda, Kakuzu! ¡Me duele, maldita seas!
-Que te calles de una vez por todas.
La cara de dolor del albino era indescriptible, y es que aunque fuera inmortal sentía el dolor como cualquier persona; sentía cada una de las tres puñaladas en su cuerpo: corazón, estómago e hígado totalmente perforados.
Sangre. Muchísima sangre en su boca. Se hubiese seguido quejando de no ser por el hecho de que el líquido rojo inundaba toda su cavidad bucal y de que, al mismo tiempo, las puntadas que sentía en las zonas dañadas eran malditamente insufribles.
Un terrible dolor repentino en su estómago hizo que se retorciese, cayendo al suelo. Kakuzu se detuvo, segundos después volteó su cabeza para mirar al jashinista.
Dolor. Sangre. Puntadas. Más dolor. La mente del menor sólo reconocía estas cosas, todo lo demás pertenecía alejado de su mundo.
-L-lo… si-siento.
Hidan entreabrió los ojos, que hasta el momento habría preferido mantener cerrados, sintiéndose culpable por retrasar al equipo.
Dedicó al enmascarado una mirada suplicante.
'Ayúdame'
La escena no requirió de palabra alguna. El mayor se acercó y sentó al albino, aún en el piso.
-Perdóname.
-¿P-por… qué… Ka-kuzu…?
-Porque a partir de ahora no tendré piedad… Te haré sufrir de una forma en que jamás podrás sanar.
Aquello sonaba aterrador para el jashinista. ¿Acaso no había sufrido suficiente? ¿Más lastimaduras que soportar? ¿Más golpes?
No… sólo un beso…
Un delicado beso implantado en sus labios, y un abrazo protector.
-Lo siento…-Repitió el mayor, sintiéndose culpable.-Perdóname, pero te amo…
-¿Q-qué hay… de ma-malo en e-so? Kakuzu…
-El día en que no esté… Te haré sufrir de una forma en que jamás podrás sanar.
¡Muchísimas gracias por leer!
Nos leemos pronto, sayonara...
Deidara-San
