«DDR» Los personajes de Soul Eater le pertenecen a Okubo Atsushi»

«N/A » Esta historia participa en el III Desafío: Accidentalmente enamorado. Del Forum de DZ del GE.


IMPRESIONES.

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«Entre el viento, ésta noche volveré a correr, ah, no perderé.
He estado esperando el momento de ir hacia el cielo ¡No esperes, vamos!»
*

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Suspiro al terminar de leer las frases. Quién me viera diría que soy otra chica más enamorada. Si supieran que es todo lo contrario…

Continúo sacando las libretas de mi casillero para ponerlas en la mochila, meto algunos libros también. Con algo de trabajo, tomo una pequeña caja que está al fondo, la abro y guardo el nuevo sobre de un distinguido color verde, junto a las otras.

—Buenos días Maka —Me sobresalto al oír de improviso la voz—. Oh, perdona; no quise asustarte.

La persona se disculpa, volteo y me encuentro con la sonrisa amable y divertida de mi amiga.

—No te preocupes, igual estaba algo distraída. Buenos días también Tsubaki. —Devuelvo el saludo, aliviada de reconocerla.

Mi vista regresa a la caja.

—Vaya ¿Acaso has recibido otra más? —pregunta sin dejar su sonrisa.

—Sí, éste es el cuarto —contesto molesta— ¿Cuántos más llegarán?

Mi amiga, un tanto más alta que yo ríe ante lo que dije. No le veo la gracia.

—Creo que más que estar enojada, deberías sentirte halagada de que alguien se interese tanto en ti como para escribírtelas.

—¿Halagada? ¡Ja! —río sarcásticamente— Esto bien podría ser una broma ¿Cómo tomar algo así enserio? Si nunca hay nada más escrito que éstas frases. Y, en todo caso dudo que alguien se llegue a fijar en mí en planes sentimentales, ya deberían saber lo que les espera.

—No seas tan negativa Maka —Tsubaki coloca una mano en mi hombro, creo que lo último lo había dicho en un tono melancólico—. Y si eso opinas ¿Por qué las guardas?

Por alguna razón desconocida, un rubor aparece en mis mejillas. Me apresuro en guardar de nuevo la caja y cerrar el casillero.

—Pues… es p-porque… —tartamudeo, forzando a mi mente a encontrar algo convincente—, porque en algún momento me servirán de evidencia y me ayudarán a atrapar al culpable. —Le respondo cómo si fuera lo más obvio del mundo—. Además, si esto llegase a caer en manos de otras personas, no me imagino las cosas que me inventarían.

La verdad, es que ni siquiera yo misma sé la razón de guardarlas.

—Ajá, cómo tú digas. —Ella rueda los ojos ante mi respuesta. Claramente no me creyó.

Me conoce demasiado bien, a veces creo que hasta más que yo misma. Lo que sí puedo asegurar es que en verdad no me interesa nada que tenga que ver con relaciones amorosas. No es porque no tenga un buen físico u «otras preferencias», nada de eso.

Sólo que no creo estar lista para un tipo de relación así, no quiero ser víctima de ése sentimiento que nubla la cordura de las personas haciéndole cometer actos irracionales y que varias veces terminan en síndrome de bipolaridad. Sí, me refiero al que llaman «amor».

Aunque… tal vez lo que en verdad temo es que me ilusione y cree esperanzas para terminar con el corazón roto en mil pedazos. Así cómo mi Madre. Mi madre, la extraño demasiado. Por eso, albergo la esperanza de que sólo sea una broma.

El timbre suena con el peculiar tono parecido a marcha fúnebre. Gustos del director que casualmente se hace llamar «Shinigami».

—Será mejor que nos apresuremos, recuerda que el profesor Stein no es muy tolerante. —Menciono saliendo de mi nube interior.

Tsubaki asiente comprendiendo que no me gusta mucho éste tema. De todas formas, Liz se encargará de atosigarme cuando nos encontremos. Eso si logra atraparme primero.

Ambas nos encaminamos al pasillo que da a los salones. Antes de salir doy un último vistazo, volteando a los lados teniendo la esperanza de encontrar a alguien vigilándonos pero como siempre, no lo hay. Debería resignarme.

—¿Qué harás cuando descubras quién es? —Mi amiga me observa curiosa por la acción anterior.

También me he preguntado eso.

—No lo sé pero quiero saberlo ya. Necesito una razón del por qué lo hace.

—¿Tienes… miedo?

—Tal vez —contesto en susurro.

Oprimo mi mochila con fuerza. Dentro de mí sé que la «razón» será tan lógica cómo la pregunta. Eso mismo es lo que me preocupa.

—Entiendo, mejor apresurémonos.

Sonrío ante el apoyo de Tsubaki, ella más que nadie sabe por todo lo que he pasado. De las sombras que me persiguen.

Hemos sido amigas desde el primer día en que nos conocimos aquí en Shibusen, un año atrás. A veces me pregunto cómo es somos amigas, es decir, tiene una figura muy envidiable, digna de varios admiradores regados por la escuela. Una personalidad amable, comprensiva y claro, cariñosa. Lo contrario a mí. Tal vez por eso es que nos llevamos tan bien.

Apresuramos el paso para llegar a tiempo. En el transcurso nos encontramos con otros tantos estudiantes que también van acelerados. Nos abrimos paso entre el mar de chicos.

Por cierto, cuando digo mar, no lo hago de forma tan literal pues los colores que portamos dan ésa sensación de estar en él: el uniforme de las chicas está compuesto por una falda plisada de color azul marino, una blusa blanca de mangas largas con cuello azul y una curiosa corbata roja que acaba en espiral. En el brazo izquierda está impreso el logo de la escuela, una calavera que nos distingue como miembros de la singular «Academia de Élite Shibusen». Los chicos por su parte, usan un pantalón azul del mismo color que nuestra falda, camisa blanca de mangas largas y corbata negra que también tiene un decorado en espiral. Ah, y el logo tampoco puede faltar.

En el verano, las camisas y blusas son reemplazadas por otras de manga corta. Si de resaltar se trata, Shibusen lo logra. Hasta su ubicación ayuda, pues la escuela está en el desierto de Nevada E.E U.U, específicamente en la ciudad de Death City. En lo más alto de la ciudad ofreciendo una hermosa y magnífica vista. Los días de verano son casi un infierno y en invierno las temperaturas descienden a números impresionantes dando la sensación de estar en un congelador.

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El recorrido al salón no es muy largo y por suerte llegamos antes de que el profesor Franken Stein lo haga. No me gustaría ser víctima de algún castigo perturbador que me haga ir al psicólogo por un tiempo. Stein puede ser profesor de primer nivel pero cuando se trata de hacer cumplir las reglas… es un demonio.

Al entrar, notamos que sólo unos cuantos faltan por llegar. El salón tiene un diseño esplendoroso tal y cómo el resto de la institución. El escritorio del maestro se encuentra a ras del suelo, justo en el centro, siendo rodeado por los escritorios de los alumnos los cuales forman un semi-círculo en diferentes niveles de altura. Convenientemente, nadie se pierde mucho de la clase y el maestro puede vernos a todos. Mal para quienes gustan de copiarse o hacer trampas en exámenes.

Lo único malo es que estamos ubicados por azar. Un sorteo se hace siempre al inicio del curso para evitar que durante las clases «los amigos» hagan de las suyas. Por lo tanto, a mí me toca sentarme en la última fila del lado izquierdo ya que… no soy buena en sorteos. Estoy pegada a la pared y si no fuera porque debo mantener mi status de la mejor alumna, sería un buen lugar para dormitar a ratos.

Tsubaki, las hermanas Thompson y Chrona quienes son mis amigas, están desperdigadas en el salón, sin nadie cerca de mí a excepción de Black*Star y Death Kid quienes ocupan sus lugares en la fila contraria, a propósito, ellos son los únicos chicos que he aceptado cómo amigos.

Lástima, aunque bueno, tampoco me gustaría tener a Black cerca.

Así que estoy apartada de todos con los que podría sentirme a gusto pues el chico que se sienta a mi lado es algo… extraño. No le he visto hablar con nadie excepto con algunas chicas, supongo que se ha de creer muy galán.

Tiene una actitud indiferente, siempre está pendiente de la clase cómo si escuchara la transmisión por radio de un partido de golf: a punto de caer dormido o muerto. Se llama Soul Evans, el albino más sexy y solicitado por el público femenino de Shibusen. No lo digo yo, está puesto en la lista «Top 20 de los Chicos más Sexy´s» del baño, cuya editora es Elizabeth Thompson mejor conocida como Liz.

Me despido momentáneamente de Tsubaki para ir a mi lugar; saludando de paso a las chicas. Pido disculpas a los que ya están acomodados en mi fila y tienen que levantarse para darme paso. No es mi culpa que cada lunes ésas tarjetitas me ocupen más tiempo de lo usual. Tal vez debería pensar en la posibilidad de encontrar un medio de transporte más rápido que el Death Bus o mudarme más cerca en algún apartamento. No, imposible con el padre que tengo.

Noto que el albino ya está también en su lugar lo que se me hace extraño pues usualmente llega luego de mí. Enserio, por más tarde que yo venga el entra aproximadamente cinco minutos luego.

Está recostado y creo que hasta dormido. Tiene sus cabellos blancos alborotados creo que por la velocidad de la motocicleta que usa para venir. Se ve demasiado tranquilo ¿Qué se supone que haga? ¿Brincar para llegar a mi lugar o despertarlo? Ambas opciones son vergonzosas.

—Hmmm

Pego un pequeño brinco al oír un gruñido ¿Fue él? Por un momento pensé que un animal se había metido al salón.

El chico comienza a moverse y me hago un poco para atrás.

Levanta la cabeza a medias, asegurándose que el maestro aún no ha llegado. Carraspeo un poco para llamar su atención cosa que consigo pues gira su rostro para mirarme con sus ojos carmesí, tan singulares, penetrantes e… intimidantes. Tener su mirada fija en mí me incomoda a pesar de que sigue somnoliento.

Trato de formular algunas palabras para saludarlo y pedir permiso para pasar sin sonar nerviosa pero él se da cuenta de lo que pasa y habla de improviso:

—Buenos días. —Su voz es fuerte y algo ronca pero, amable. Se apresura en levantarse algo pesaroso para hacerse a un lado y darme el espacio necesario para cruzar.

—Buenos días… y g-gracias —También le saludo un tanto avergonzada, sin perder tiempo tomo mi lugar. De reojo noto que aún no despega su vista de mí— ¿O-ocurre algo?

—¿Eh? —Se sorprende, enseguida desvía la vista— No, nada.

Vuelve a sentarse dando por terminada nuestra conversación mañanera. Su actitud me causa cierta curiosidad.

Escucho el sonido del metal y un cuerpo cayendo. Al parecer, Stein al fin ha llegado. Nunca entenderé que le ve de gracioso entrar al salón conduciendo la silla de rueditas. El piso no está nada nivelado y obviamente las ruedas se atorarán. Además, las caídas duelen. Si, ya lo he intentado.

Acomodo las cosas en mi escritorio lista para iniciar la clase, escucho un bostezo proveniente de mi compañero de al lado, él coloca su mano derecha bajo su mentón. Listos para dos horas de una «interesante» lección de Biología.

No, aún falta algo o alguien.

—¡BUENAS! —La chillona voz hace eco rompiéndonos los tímpanos, ahí el que faltaba— ¡Perdón por llegar tarde! No se preocupen insignificantes mortales que su día al fin está completo. He llegado para iluminar...

—Black*Star —El tono frío del maestro enseguida lo calla haciendo que al resto nos recorra un escalofrío—, hoy he amanecido de buenas y no quiero oír las quejas de la psiquiatra Medusa si te castigo por llegar tarde y armar alboroto así que VE A TU ASIENTO AHORA.

Cuál soldado entrenado, ni un segundo pasa para que Black*Star esté al lado de Kid. Ahora sí, que comience la clase.

—Bien, estando todo en orden… —Mira de reojo a mi alborotador amigo de cabello azul—, les informo que tengo dos noticias, una buena y una mala ¿Cuál quieren primero?

Típica pregunta para poner de nervios a todos los presentes. Ah, y se le olvidó dar los buenos días ¿Se supone que nos enseña educación?

—¡La mala! —Grita animada Patty, hermana menor de Liz.

La mirada de Stein, apenas perceptible a través de sus lentes se vuelve algo… ¿Triste?

—La mala es que por decisión de la junta Administrativa, ya no me dejarán hacer más disecciones en lo que resta del año. Dicen que no les sirve de mucho.

¡Genial! Ya no hay que matar más animales inocentes, la extinción se ha frenado.

—¿Y la buena cuál es? —pregunta Kim, una chica de cabello rosa y de igual estatura baja que yo, también está que no cabe en alegría.

—Ah, cierto —Una expresión sombría aparece en su rostro—, la buena es que ya tengo listo el proyecto que tendrán que presentar en unas semanas. Si no puedo hacer disecciones, entonces me divertiré viéndoles sufrir con ello.

Mejor maestro no nos pudo tocar. Momentos así añoro regresar a primer grado con la dulce y amable profesora Marie Mjolnir.

Oh, ahora que recuerdo, Marie y Stein son pareja ¿Cómo es que ella lo aguanta? En definitiva, no entiendo esto del amor.

—¿De… q-qué tratará… ésta vez? —Chrona hace un gran esfuerzo por hacerse oír.

—Simple, será un trabajo en parejas —No se tarda en oír el cuchicheo de los chicos buscando a sus amigos—. NO, no ustedes los elegirán. Lo sortearé y que la suerte decida.

La tristeza nos invade, también el miedo. Nunca se sabe con quién puedes emparejar.

Stein va hacia su escritorio y comienza a armar papelitos con nuestros nombres. Saca una pequeña urna de cristal, especial para estos momentos y los pone ahí. El ambiente queda en extremo silencio, cada quién espera su muer… digo, el nombre del compañero de equipo.

Un pequeño ruido llama de nuevo mi atención, ajeno a lo que pasa abajo. Sigo el origen y me encuentro con mi compañero de al lado, Soul. Está piqueteando su mesa con el lápiz pero prestando completa atención al revoltijo de papeles ¿Es mi imaginación o está ansioso? Es la primera vez que le veo así.

Él se da cuenta de que le observo y para mi vergüenza, corresponde a mi curiosidad con una sonrisa torcida, mostrando sus extraños y encantadores dientes afilados. Es mi turno de desviar la mirada.

—Bien, empecemos. Iré nombrando las parejas. Luego les daré los detalles del proyecto. —continúa el maestro, sacando una libreta, listo para anotar los nombres elegidos.

Interiormente me pongo a rezar para que no me toque con Black*Star, cualquiera está bien menos él. Acabaría haciendo todo yo sola y ni siquiera podría concentrarme con sus exclamaciones de auto-grandeza. Él es mi segundo mejor amigo después de Tsubaki, el primero siendo chico. Es un tanto más alto que yo por centímetros, tiene un cuerpo muy bien trabajado, hay que reconocerlo. Se auto-impone la meta de ser el más fuerte y el mejor en todo, menos en las calificaciones; se ha llegado a comparar hasta con un Dios ¿Cómo un chico de preparatoria puede tener una meta así?

—Y aquí tenemos a… Tsubaki Nakatsukasa con Death The Kid.

Ambos se miran con cierto alivio. Bueno, Tsubaki se ve algo decepcionada, a ella si le hubiese gustado quedar con Black; por todos es bien sabido que esos dos se gustan, por todos menos ellos claro.

Kid también tiene ése semblante, un tanto mejor disimulado, supongo que igual le hubiese gustado quedar con Chrona, mi tímida amiga de cabello lila y envidiables caderas. Kid es un gran estudiante, el segundo mejor después de mí. Es más alto que yo, un completo amante de la perfección o cómo él le llama «simetría». Tiene un arrebatador color de ojos ámbar y un porte imponente, es caballeroso y muy amable. Además de ser el hijo del Director. Otro de los más codiciados de la escuela.

En un tiempo atrás, me llegué a sentir atraída por él pero; nunca me atreví a «intentar algo» aunque sabía que tal vez podría ser correspondida. Porque sí, teníamos una buena conexión por nuestras personalidades responsables y emprendedoras. Aunque no me arrepiento del todo, Chrona llegó al inicio del nuevo curso y se ganó el corazón de Kid, también mi cariño. Las cosas están mejor así.

—Patricia Thompson y Ox Ford.

¡Vaya suerte! Ox es el tercer mejor alumno de la escuela. Patty ríe cómo loca y su hermana mira con cierto pesar al chico en cuestión, él también está triste porque no le ha tocado estar con su adorada Kim.

—Chrona Gorgon y Kim Diehl.

Hablando de ella… Kim es una gran persona, aunque tiene un carácter fuerte e intimidante. Espero que a Chrona le vaya bien teniéndola de compañera. Más bien, lo espero por Kim pues Chrona es demasiado renuente a establecer vínculos sociales, parecida a mí.

—Elizabeth Thompson y Black*Star.

—¡Noooooo! ¡¿Por qué me castigan así?! ¿Qué he hecho para merecer esto? —El grito lastimoso de mi pobre amiga nos conmueve.

—Jajajaja ¡Prepárate para hacer el mejor trabajo digno de un Dios! —El chico continúa riendo… arriba de su escritorio con Kid tratando de bajarlo. Pobre de Liz.

Los nombres continúan sin que les preste demasiada atención, me interesaba saber el futuro de mis amigos y el mío claro está, pero como mencioné antes, soy mala en los sorteos y viendo que quedan pocas papeletas, de seguro mi nombre saldrá al último.

—Soul Evans y… —Cuando Stein ya tenía la nueva papeleta en la mano, ésta se le cae y tiene que tomar otra—, y… Maka Albarn.

¿Cómo? Creo que no oí muy bien.

—Será un gusto, daré lo mejor —La voz animada de mi nuevo compañero llama mi atención, tiene un extraño tono que me parece… sensual. Le observo aún sorprendida por el resultado de la «suerte». Él me ofrece una sonrisa que me hace estar nerviosa de nuevo.

Siento algunas miradas sobre mí, de reojo veo que mis amigos me mira divertidos, incluso Chrona. Stein continúa enunciando los nombres faltantes. Ahora sí, no me importa.

—C-claro, demos lo mejor —contesto sin dejar de estar nerviosa.

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Creo que varias cosas me esperan en éstos meses y un presentimiento me dice… que no serán del todo agradables.

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«Continuará…»


* Fragmento de la canción Mauve-iro No Sympathy [ Simpatía en color malva ] del Character Song de Soul Eater.