Para no perder el duopolio, vaya...

Basado en una trolleada de Wikipedia y un OTP Prompt de Tumblr

31 Minutos o sus personajes no me pertenecen, aunque tengo un Juanín de peluche.


I can't fight this feeling any longer... and yet I'm still afraid to let it flow

La canción era conocida, los sentimientos más. El animal blanco suspiró, acariciando con una peluda pata el portarretratos donde estaba con la persona más importante de su vida.

What started out as friendship, has grown stronger… I only wish I had the strength to let it show

Se encontró cantando en voz baja, apenas se escuchaba su voz. Dejó que la melodía fluyera, tristemente. No entendía muy bien el inglés, pero para el amor sin corresponder no hay lenguaje, todos los que lo han vivido se entienden sin importar las barreras del idioma.

Tomó aire para cantar el coro, su parte favorita, la que siempre cantaba cuando tomaba más jugo en polvo del que soportaba (es decir, un trago) en las fiestas o en el karaoke, o en el baño, imaginándose con el suficiente valor para dedicársela al objeto de sus deseos más profundos, y…

"¡Tío Juanín!" una voz melódica susurró desde afuera, tocando la puerta suavemente. "Tío Juanín, ¿Estás ahí?"

El animal de pelaje blanco dio un salto, antes de apagar su radio y abrir la puerta. Su pseudosobrina verde se deslizó dentro del cubículo.

"Esa canción es muy bonita" dijo Patana como saludo "Es buena para dedicar, ¿no crees?" preguntó, mirando la foto enmarcada y autografiada de su tío en las anhelantes manos de Juanín. Él se sonrojó, pero su pelaje blanco lo disimuló bastante bien.

"Patana, ¿qué haces aquí tan temprano? Faltan exactamente diez minutos con treinta segundos para que llegaras, tendré que reorganizar mi horario" suspiró y se sentó en su escritorio, sacando una agenda rosa y borrando algo en una hoja "¿Es un cambio de un día o es permanente? Porque si es así tengo que reorganizar a la maquillista para que llegue media hora tarde, no 31 Minutos" rio de la coincidencia

"Es sólo por hoy. Tío Juanín, vengo a pedirte un favor. Necesito…. Que te deshagas de Mario Hugo" El animal dejó de borrar y se dio la vuelta lentamente.

"Para eso deberías hablar con alguien como Tío Pelado, o Lulo Serrucho, yo no soy un asesino, no sé cómo puedes pensar eso de mí, Patana, pensé que nos conocíamos"

"¡No, tío!" la pájara resopló "No lo quiero matar, sólo distraer. Es que no lo quiero ver hoy" Terminó, dando por resuelto el asunto. Su tío la miró fijamente, hasta que no pudo seguir aguantando la mirada "Es que…. Salimos ayer."

"¿Dejaste que te invitara a salir? ¿Y eso? ¿Estás cambiando de opinión?"

"Era una apuesta con el Tío Bodoque," interrumpió ella, bajando la mirada, sería por la vergüenza de usar el amor de su pretendiente para sacarle dinero a un conejo sin suerte, o por lo que estaba a punto de revelarle a su tío favorito, "y… pasaron cosas."

Juanín soltó un grito de emoción

"¡¿Qué cosas?!"

"Cosas que no puedo repetir porque me pasaron sólo a mí. ¡No importa, tío! Lo que importa es que por lo de ayer, hoy estará insoportable conmigo y eso es muy aburrido, y no quiero topármelo justamente hoy, porque Guaripolo volvió a hablarme" dijo, disimulando su sonrisa. Su tío de mentira soltó un gruñido "No te enojes, Tío Juanín, esta vez es diferente, ¡casi recordó mi nombre! En lugar de decirme pájara verde me dijo pata, ¡eso está muy cerca de Patana! Estoy segura que le intereso" suspiró al mismo tiempo que su tío, quien se preguntaba qué demonios ocurría en ese canal, que ningún amor era correspondido. Algo traerían con el karma.

"Si todavía te interesa el pelafustán ese de Guaripolo, no deberías darle alas a Mario Hugo, ¿no crees, Patana?" sugirió, y la pata le dedicó una mirada tan parecida al desdén que siempre le dedicaba su tío, que el corazón le dio un vuelco. Así no podía decirle que no. "Está bien, Patana, yo lo entretengo."

"¡Gracias, tío Juanín!" la pájara lo abrazó y salió corriendo.

Ahora, si su verdadero tío le dedicara a Juanín la misma atención que la pajarita verde, su destino sería muy distinto. A lo lejos, en los horribles baños limpiaba Bombi, el único sin nariz, mientras cantaba en yugoslavo una canción bien conocida por el productor, quien le siguió a dueto, pero en inglés.

And I can't fight this feeling anymore. I've forgotten what I started fighting for…

Mario Hugo conocía esa canción, la que Bombi y Juanín cantaban con harto sentimiento. Se bajó de su coche, sacudiéndose el pelo de perro y tomando el enorme ramo de violetas que le tenía preparado a su enamorada verde. Recordaba la noche anterior y le daban ganas de bailar, cantar junto con el juanín y el zombie. Pero la canción no encajaba con su vida, por primera vez. Estaba a punto de ser correspondido, seguro, después de lo que había pasado ayer…

Entró a las oficinas de 31 Minutos, dando unos pasitos de tap y chocó contra el productor del programa

"¡Juanín! Es un día espléndido, ¿no crees?" abrazó al animal blanco y dio vueltas, mientras Juanín gritaba de la indignación

"¡Basta, Mario Hugo! ¡Tengo un aviso muy importante que darte!" Juanín habló y habló, pero el chihuahua no escuchaba gran cosa. Su mente volaba al ayer, una y otra vez, además tenía sueño. La emoción no lo había dejado dormir, y sus perros mezclaron los granos de su café matutino con sus croquetas, para tener más energía para el carrete. Además Huachimingo se la había pasado toda la noche hablando con Sopapiglobo por teléfono.

"…Así que debes ir a reportar justo ahora, ¿entiendes?"

"¡Pero el programa aún no empieza y no ha llegado Tulio! Se supone que me voy a reportear cuando Tulio ya está presentando el programa" respondió el reportero "además aún no llega Turo."

"¿No escuchaste nada de lo que dije?" preguntó Juanín, fingiendo irritación para no tener que repetir la mentira que se le acababa de olvidar. "Es urgente, ¡olvida a Turo! ¡Esto es terriblemente urgente! Podrías cambiar tu historia como reportero, y Patana te admiraría muchísimo, ¡corre!"

En menos de veinte minutos, el reportero estaba en un lugar que ya conocía, la esquina de Ministro Carvajal con Ministro Carvajal, esperando que ahora sí ocurriera algo noticioso, como Juanín le había prometido. Ni tiempo le habían dado de dejar las violetas en algún lado, y las sostenía con una mano, la otra el micrófono, vigilando que no se cayera del ramo la cartita de amor que tanto había tardado escribiendo.

Tenía muchísimo sueño, y se notaba. No lo habían maquillado, se podían ver sus ojeras en televisión nacional

Mientras tanto, en el canal, Juanín y Patana veían su informe directo, uno culpable, la otra agradecida.

"Hola… Juanín. Estamos aquí reportando desde la esquina de Ministro Carvajal con Ministro Carvajal, a la espera de que ahora sí ocurra algo noticioso. Los informes indican que algo importante va a pasar por ac… ¿pero qué es esa música?"

Cada vez más alto, se escuchaba el opening del noticiero. Era la radio de su mismísimo conductor Tulio Triviño, manejando más allá del límite de velocidad en su flamante Mercedes Benz. Con una mano se peinaba y con la otra acomodaba el retrovisor para poder ver sus hermosos ojos amarillos y contemplar su bellísimo rostro de televisión. Iba tan ensimismado que no vio el camino por donde iba.

Pero el reportero sí, y mientras la musiquita pegajosa sonaba cada vez más alto, se dio cuenta de que un perro callejero dormía justo en medio de la calle, a segundos de que el rostro televisivo más conocido de Chile lo arrollara.

Era más de lo que el reportero podía soportar. Decidió que ese perro sería el número cuarenta y algo de su colección. Carvajal, sería su nombre. Seguro le caería bien a Adjetivo, se veían de la misma raza: callejero mezclado con vagabundo.

Tulio iba canturreando la canción, modificando la letra (yo nunca vi televisión, porque soy guapo. Yo prefería verme en el espejo y ya…)

El reportero pensó que de nada le serviría tener un perro nuevo si este iba a ser atropellado. Quería un can, no un tapete. Sin pensarlo mucho, corrió a la calle y lo empujó hacia la acera, salvando a su futuro perrito.

Tulio no alcanzó a frenar.

En el estudio, Juanín se tapó los ojos y Patana gritó tanto que los vidrios temblaron.

La carta quedó embarrada contra el pavimento, debajo de una de las llantas del Mercedes

Y el ramito de violetas voló por los aires.

Con el golpe, el coche de Tulio frenó, y el conductor se bajó, aterrorizado. Tenía miedo de que lo peor que podría pasar pasara, y mientras caminaba hacia el frente del vehículo sus peores temores se hacían realidad. No podía ser, él… él…

Había rasguñado la placa delantera de su Mercedes.

"¡No es posible! Esto es terrible, ¡mi pobre cochecito! Señor, usted deberá pagar cada rasguño que le hizo a mi coche, ¡o lo voy a demandar!" Al ver que la persona tirada al lado de su coche en posición fetal no reaccionaba, se enfureció. ¡Mira que dormir después de hacer rayado el coche más caro del conductor más guapo, inteligente, gracioso, buenísimo de la televisión! Y lo peor, lo había manchado de… ¿cátsup? ¿Jugo de uva?

"Señor, no sea cínico y responsibilazi… ¡págueme mi auto!" gritó, y como no reaccionaba, le dio una patadita. Con el impulso, el cínico giró, y Tulio pudo ver al dañador de su auto.

"¡MARIO HUGO!" el aludido no respondió, parecía dormido.

Lo que es peor, le dio otra patadita y comprendió que aquello rojo era sangre. Pero no se alcanzó a desmayar, pues lo más feo de lo peor, lo peor peor peor de la historia estaba ocurriendo frente a sus ojos:

El camarógrafo que parecía estar a punto de vomitar lo había estado grabando todo ese tiempo.