Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a Rumiko Takahashi, yo sólo los utilizo para esta historia, nada con fines de lucro.
N/A: He aquí una viñeta inspirada en la canción Sakura, de Ikimono Gakari.
Flores de cerezo
Las hojas del cerezo caen revoloteando, cada uno de los pétalos es un trozo de mi amor
La joven madre miraba emocionada a su hijo, después de tanto sufrimiento tenía la cosa más hermosa entre sus brazos, su bebé, el producto del gran amor que sintió por el Inuyōkai.
El niño era lo más hermoso que sus ojos habían visto: hermosas orejitas, cabello plateado y los ojos dorados parecidos a los de su señor.
No podía olvidar lo sucedido años atrás, su señor había muerto por ella y por InuYasha. El demonio le dijo que viviera, que escapara, hubiera querido decirle que no, pero estaba nerviosa en esos momentos. A la pobre lo único que le quedó fue correr con el recién nacido en brazos.
Seis años después de eso, ella había sufrido mucho por no poderse integrar en algún pueblo, no la querían por la criatura que cargaba.
A veces se llenaba de pensamientos trágicos, ¿cómo era posible que una princesa de la noche a la mañana lo perdiera todo? Ahora era sólo una mujer que vagaba de un lado a otro, viviendo penurias.
Pero después se retractaba, todo lo hacía por su hijo, ella lo amaba más que su propia vida.
Algunos momentos se maldecía a si misma por destrozarle la vida a InuYasha ¿su pequeño bebé tenía la culpa de ser un hanyō? No, el no, ella por a verse enamorado de un demonio, después de eso todo fueron desgracias, incluso el amor de su vida había muerto por ella.
—Mami, mami —exclamaba el pequeño InuYasha, jalando la manga del kimono de su madre
—¿Qué pasa cariño? —le habló tiernamente mirándolo orgullosa.
—Las flores del cerezo se están cayendo —dijo feliz viendo el espectáculo que pasaba ante sus ojos.
Miles de árboles soltaban sus pequeñas flores rosadas, que con el aire bailaban entre sí, una danza hermosa, en el cielo se miraban miles de puntitos rosados.
Izayoi respiró el aire puro que se encontraba en ese lugar, luego miró tiernamente el niño que se encontraba jugando con las florecillas ¿había algo mejor que ser mamá? No lo sabía, pero ella ante sus ojos tenía toda su vida, si sufría o incluso moría, todo por su hijo.
InuYasha se acercó a ella con una flor rosada en sus pequeñas manitas, ella abrió un poco los ojos para luego mirarlo dulcemente.
—Para ti mami —juntó sus dos manitas mostrando la flor.
—Gracias —susurró con las lágrimas en sus ojos.
Abrazó a su niño con fuerza, dándole tratando de brindarle todo el valor que ella tenía, junto con el amor, el orgullo y miles de emociones que sólo una madre tiene hacia su hijo, lo adoraba.
—Te quiero —murmuró el pequeño entre los brazos de su madre, la quería tanto
La flor se deshizo en varios pétalos volando esparciéndose por el cielo.
—¿Ves esas flores? —señaló al cielo que ahora parecía rosado, debido a las miles de flores de cerezo que flotaban en el aire.
—Si, son muchas —dijo el niño mirando al cielo
—Cada una de ellas, es un trozo de mi amor —le sonrió mientras volvía a abrazar al niño, sí, el amor que sentía por su hijo era como esas flores de cerezo, era muchísimo, porque en eso consistía ser madre.
¡Hola!
Izayoi es una gran madre siempre lo he pensado, es uno de mis personajes favoritos la pobre sufrió mucho, que más decir.
Siempre sentí que Inuyasha fue un niño dulce, después adoptó su actitud huraña y arrogante después de la muerte de su madre y crecer completamente solo.
Muchas gracias por leer.
Besos.
Lolli.
