-Todos los personajes y lugares aquí mencionados son propiedad de BioWare-

*ADVERTENCIA: Está novela se sitúa en el mundo de Dragon Age: Asunder, algunos hechos y/o personajes fueron modificados para dar coherencia a este escrito.*

"¡Entra!" y la arrojaron sin cuidado al suelo húmedo, los tres estaban solos en la profunda

oscuridad de una habitación, iluminados solamente por una antorcha que comenzaba a

extinguirse, los dos templarios se pusieron de pie frente a ella con expresiones serias y enojadas,

parecían irritados. "¡Confiesa de una vez!", ella sólo miró al suelo "Yo no he hecho nada", dijo

mirando a la nada "¡No mientas!, además de ser una apostata eres una sucia maga de sangre, ¿O

porqué alguien viviría en medio del bosque si no es para realizar esos hechizos profanos?". Dijo el

templario que daba vueltas por la habitación lentamente haciendo que sus pasos resonaran en el

eco silencioso de aquella habitación.

Ni siquiera volteó a verlos y permaneció en silencio a pesar de los gritos qué daban los templarios ,

al fin, después de varias horas sin conseguir nada mas que una negación a los que ellos estaban

seguros que pasaba, se fueron dejándola condenada a pasar la noche en ése oscuro agujero #Si

sobrevives ésta noche regresaremos por ti en la mañana" y ambos templarios rieron

burlonamente mientras volteaban a verse, mientras salían y se alejaban el sonido de sus risas se

hacia cada vez más tenue hasta que todo quedó en silencio, un tenebroso silencio.

Allí quedó la pobre mujer, sola y en completa oscuridad, palpando el camino con las manos

extendidas alcanzó la pared de una esquina y lentamente resbaló por ella su cuerpo hasta llegar al

suelo, pegó sus rodillas a su abdomen abrazándolas y metió su cabeza en el pequeño espacio que

quedaba, así fue cómo se quedó dormida y pasó el resto de la noche, soñando, recordándose a sí

misma qué nunca saldría de ahí y que moriría ahí dentro, sola y triste. Pero había algo qué

ignoraba, no estaba sola, sobre ella se posaba una mirada triste y curiosa, oculta en otra esquina,

observando desde las sombras, sin romper con el silencio que reinaba ahí dentro.