¡ALOH! Biennn puss buenas tardes, noches, maññanas ¿Madrugadas? Nahhh no creo..Espero lo disfruten :D
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, solo hago esto con motivos de entretener :D
Sufro por tu culpa ¿Estás contenta, acaso? Odio que me quieras por lo que nos une, porque odio todo aquello que nos une. Tú sabes perfectamente porque ¿igual quieres las razones?
¡TEAMOTEAMOTEAMOTEAMO! Eres mi todo y mi nada, Rin. Eres mi necesidad y mi locura. Eres la imperfección perfeccionada. Eres mi sueño y mi pesadilla. Eres mi hermana, confidente, y el amor de mi vida.
¿Le ves sentido? Espero que no, porque eso significa que no te habías dado cuenta, pero si te diste cuenta, pues sí, soy un enfermo…
Porque amo el sufrimiento que me traes, porque eso es lo me hace avanzar y seguir existiendo, porque el dolor me hace sentir viv. Creo que estoy más enfermo de lo que pensaba.
Dolor es amor, amor es dolor.
Si, te amo pequeña princesa, y no puedo evitarlo.
Es por eso que te odio. Cuando estas con Dell, te odio. Cuando me llamas "hermano", te odio. Cuando me ignoras, te odio. Cuando me hablas, te amo. Cuando me miras, te adoro. Cuando me sonríes, me doy cuenta de que no puedo vivir sin ti.
¡Y NO PUEDO DEJAR DE HACERLO, BAKA!
Por eso te ruego que no me odies. Porque gracias a ti, se el dolor que el odio trae, y no me gustaría que tu sintieras eso. No, no me gustaría. ¡ME SENTIRÍA MUERTO!
Y por eso, te dejo esta carta, porque no puedo dejar de amarte y de odiarte, y porque no puedo apartarme de ti.
No te asustes, prometo no hacerte daño, no estoy tan enfermo como se que piensas.
Arrugué la hoja molesto, ¿Cuántas veces había hecho lo mismo? El lleno bote de basura me dice que al menos 20 veces ¿Qué más puedo hacer? Escribir cosas cursis para esconder mis frustrados sentimientos era lo que más me gustaba hacer por las tardes, como cualquier adolescente.
Digo, no es tan fácil estar enamorado de tu hermana gemela, y lo es mucho menos vivir con ello. Pero tampoco es como que haya algo para evitarlo. Porque si la gente pudiera desenamorarse y enamorarse cada vez que quisiera, la vida sería un mucho fácil. Pero como la facilidad está prohibida en esta vida…
Creo que lo mejor que puedo hacer es callarlo y seguir viviendo como si la vida fuera un pastel de chocolate. Cremoso, dulce y misterioso.
Además, como la ley dice que todo tiene un lado tan negativo como positivo, pues podría decirse que a veces era divertido. Era un juego de escondite, claro que el que se escondía no era nadie más que mi secreto, y a mí se me podían arrancar unas cuantas sonrisas cuando veía la cara confundida de mi hermana por las indirectas que le mandaba cuando preguntaba cosas respecto a mi vida amorosa.
Abrí mi correo electrónico, harto de tener que pensar en algo tan desastroso como el amor y buscando como distraerme. Últimamente, me había dado por no salir de casa. La razón: las fuertes lluvias que habían diariamente, pues vivíamos en una ciudad que le daba mucho por regarnos. Me gustaba mojarme, pero siendo un adolescente de dieciséis años, era algo extraño que yo saliera a hacerlo, y como a mi padre no le gustaba lo que no fuera calificado como algo normal por la sociedad para conservar su imagen y trabajo, teníamos la orden de no salir, a menos que quisiera un castigo. Admito que me trae muchos recuerdos, pero no lo disfruto tanto a menos que lo haga con aquella rubia bipolar… si, los correos electrónicos no son tan útiles como yo pensaba.
Abrí uno por uno, arrepintiéndome de haber abandonado mi correo por un rato, pues la larga fila de correos lo hacía ver como una tarea difícil. Hasta que encontré uno que me llamó más la atención.
Amor de hermanos…
Gran nombre para un correo. Aunque el contenido fuera sentimental y cursi, el simple nombre me hizo odiarlo. No hacia más que recordarla, y lo cierto es que no había cosa que no me recordara a ella. No pude evitar sonreír al ver el final del texto… siempre pidiéndote que mandes las cadenitas. La gente era realmente patética, miren que crear un e-mail de este tipo… Pensándolo bien, tal vez yo deba de hacer uno.
Una vez que terminé con la laptop, recosté mi cabeza sobre el escritorio para pensar en mi siguiente, y nada entretenedora, actividad. Aunque entre mas pensaba, más se cerraban mis ojos, dándome cuenta de que el dolor de cabeza que sentía era producto del sueño. Terminé quedándome dormido, tal vez decidiendo realizar esa actividad, quien sabe…
Empecé a escuchar un ruido por mi ventana, eran unos suaves golpecitos, pero lo suficientemente fuertes como para despertarme.
Levanté la cabeza alarmado, esperando tal vez encontrarme con el señor que me disparaba en la pesadilla que estaba teniendo, mucho fue mi alivio al ver que no había nada parecido en mi habitación. Y no pude evitar darme un pequeño golpe en la frente al recordar el "te lo dije" que mi hermana, mama y papa me habían dicho justo antes de sentarme a ver esa película de terror ayer por la noche.
Me guie rápidamente por mi desordenado cuarto, tropezando levemente con la ropa que escondía al suelo completamente al suelo. Hasta que llegué a la ventana. La lluvia se había calmado, pero las gotas seguían sin dejarme ver por mi ventana, así que no tuve más remedio que abrirla.
Una brisa fría -helada para especificar- chocó contra mi cara, pasando al cuarto que tan difícil se me hizo calentar. Pero a pesar de eso, lo que me hizo sentir verdaderamente frío, fue la figura rubia que se encontraba bajo mi ventana.
-¡perdón! ¿¡te desperté!- gritó Rin entre risas. Desde abajo parecía una pequeña hadita. Menuda y preciosa.
-¡No! ¡Estaba haciendo la tarea! No como otros.- Le moleste, queriendo hacerla enojar.
-Ah ¡Me alegro!- Dijo después de soltar un bufido enojado. Sonreí. Se había enojado.
Nos observamos en aquello que yo denomine 5 minutos, hasta que rompí el hielo, esperando a que la incomodidad se derritiera junto con él.
- ¿¡Y así es como despiertas a tus amigos!? ¡Te quedarás sola algún día! Me observó como si estuviera herida, pero luego recupero su compostura, haciendo que yo me extrañase más de lo que hago normalmente.
-¡En realidad venía a invitarte a jugar conmigo!
-¿afuera? ¿¡Entre tanta lluvia!- pregunte esperando que el sonrojo no se me notase. Conmigo, había dicho…
- ¡Claro! No se te vayan a mojar las uñas- empezó a reír, haciendo que mi sonrisa y sonrojo aumentaran- Eres como una florecita ¡Tonto Julieto!
-¿Julieto?- Solté la risa floja.
-¡pues yo no puedo ser Julieta! ¡Yo soy la que viene a cantarte bajo tu ventana! - Eso hizo darme cuenta de un pequeño y obvio detalle…
-¡Rin! ¡Entra ahora mismo! ¡Vas a pescar un resfriado!
-¡No quiero!
-¿Pero porqué?
-Porque se está muy divertido acá afuera Len.- Gritó, mientras chapoteaba en los charcos. En los fríos y mojados charcos de agua… ¡Dios! ¡Tenía que sacarla de ahí!-Claro que tu no lo sabes ¡Tal vez si salieras!
-Pues entonces ponte una chamarra-dije sin prestarle atención a su anterior comentario, preocupado de pies a cabeza.
-¡No quiero!
-¡¿Pero entonces que quieres?!
-¡Que bajes conmigo! ¡Si no dormiré acá afuera!
-Pero Rin…
-¡No quiero!
-¡Ese no es mi problema!- Continué, sintiéndome por un momento como mi madre. Temblé con terror ¡Yo no quería ser como mi madre!- ¡Te la pones porque te la pones!- Pero sonaba exactamente igual que ella…
-¡Ese si es tu problema!- Dijo Rin, mientras daba vueltas aparentado ser un avioncito.- ¡porque solo me la pondré si bajas a jugar conmigo!
-Pero Rin…- Era mi frase célebre.
-¡Pero nada Len!
Así fue como me arme de valor para bajar, pero antes, me di rápido la vuelta para acomodar un poco el desastre que había en el suelo, pues estaba seguro de que si mi mama lo veía, le daría uno de esos mini-infartos tan comunes en ella. Luego tomé mi impermeable y bajé enfrentado a la lluvia y la razón de mis nervios y temores.
-¿Ves? ¡No fue tan difícil! Solo son 15 escalones- dijo mi gemela mientras me guiñaba el ojo.
Mi cuerpo se heló al recibir ese, accidentalmente, sexy guiño. Diablos, ya comenzaba a temblar por la lluvia, porque era por la lluvia ¿Cierto?
Perseguí a Rin un buen rato, porque ella luchaba en contra de ponerse su chamarra. Pero llegó el momento y la alcancé, entonces jugamos por un rato. Chapoteamos, nos mojamos y nos correteamos durante toda la tarde. Casi no tuvimos accidentes, menos por la vez en que Rin resbaló y tuve que sostenerla, entonces ambos caímos al suelo. Recuerdo perfectamente el dolor en la rodilla al caer, pero que al ver que Rin estaba bien, lo ignoré.
En fin, todo fue bien. Era como cualquier tarde lluviosa en Tokio. Hasta que llegó ese momento…
Rin me tomó de la mano, haciendo que mi cuerpo temblara con el tacto y haciendo que me sorprendiera de sobremanera.
Eso no estuvo tan mal, siempre me tomaba de la mano, y aunque todavía lograba ponerme nervioso, ya era una costumbre.
Lo peor vino después, cuando se acercó a mí. Se acercó tanto, que podía oír alto y claro cada uno de sus latidos, que graciosamente coordinaban perfectamente con los míos. Y luego me besó. No fue un beso en la frente, como los que yo solía darle, o en la mejilla, como los que ella me daba cuando nos reconciliábamos. No, fue un puro y casto beso en la boca.
Mi corazón se paró, mi mente se desconecto y mis ojos se abrieron de forma inhumana. Fue rápido y sencillo, tan solo fue un rocé, pero aún así fue demasiado para mí. Tomé y saqué aire rápidamente, sin darle el tiempo a mis pulmones para hacer su trabajo. Mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho, y yo pensaba que me desmayaría en cualquier momento.
Como pude, la miré seriamente, esperando por una explicación, esperando que todo fuera una broma de mal gusto. Pero era verdad, me había besado. A mí, el chico que esta perdidamente enamorado de ella. Su hermano. Ella solo dijo esto:
-Lo siento. Solo quería que mi primer beso fuera contigo, Len.- Y rió. Rió, y yo tuve que bajar la mirada a mi pecho para comprobar que mi corazón seguía ahí. Después de ello me pegó en el hombro, y salió corriendo, dejándome débil y mareado.
Casi juré que lo hizo a posta. Que fue una cruel forma de burlarse de mí. Pero la manera en que me miró al separarse de mí; fue demasiado honesta como para siquiera molestarme. Aún así, me dolió. Me dolió porque casi muero de felicidad y no debió de ser así; porque mientras que yo moría de felicidad, ella solo lo hizo por querer compartir ese momento conmigo, su hermano.
Odiaba mi vida. De verdad que si.
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Entré a la habitación de mi sucio gemelo, encontrándome con todo tipo de ropa y objetos descansando sobre el suel. No me esperaba menos. Ay, que mi hermano es tan él, que no creo que nunca cambie. Aunque tampoco creo querer que lo haga.
Toda la habitación estaba a oscuras, así que me fue difícil encaminarme a su cama. Además, con tantos obstáculos en el suelo, lo único que hacía era tropezar.
-¡Hey, Len! Despierta que llegamos tarde- Pase la mano sobre la cama, esperando encontrarme con mi rubio hermano, pero lo único que quedaba de él era su calor.- ¿Pero qué…?
Tal vez había ido al baño, pero conociéndolo mejor que nadie, sabía que iba a regresar a acostarse nada más terminar, sin darse cuenta realmente de que ya era de día. Así que lo esperé sentada en la cama, observando cada detalle de la habitación de mi hermano. Amaba sus cosas, no era que compartiéramos los mismos gustos, pero las amaba por el simple hecho de ser de él, por ser suyas. Por eso, cuando el salía de repente, a mi me gustaba sentarme en su cama y observar hasta los más oscuros rincones. Aunque esta vez, hubo algo que me llamo más la atención.
Había un bote de basura azul, totalmente lleno de papeles. Tal vez eran cuentos suyos, con lo mucho que le gustaba escribir no me sorprendería. Sabía que estaba mal el querer verlas, pero tampoco es como si pudiera evitar la curiosidad.
"La curiosidad mató al gato" no pude evitar recordar ese dicho mientras desarrugaba el papel y leía detenidamente el contenido de este.
-Hey Rin ¿qué sucede?- dijo el rubio recién bañado que se encontraba detrás de mí.- Rin, ¿Qué estás leyendo?-preguntó alarmado.- Rin….- Su voz triste y preocupada zumbaba en mis oídos, como todo lo que estaba a mi alrededor.
Jamás desee tanto haberle hecho caso a los dichos de mi querida abuela.
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Bueno igual gracias por leer.
¡Chaito!
