Disclaimer: Dragon Ball es propiedad de Akira Toriyama, Bird Studios y TOEI Animation.


Nota de autor: La presente historia está situada en el universo alterno de la tercera película de Dragon Ball, "Una Aventura Mística". Un dedicatoria especial para Iluvendure: gracias por ser mi Beta no oficial y por apoyarme incondicionalmente en esta locura; es un honor que la Diosa del Crack Dragon Ballero, la autora de «Casamentera» (Bills x Princesa Serpiente) y «Sólido como una droga» apruebe un crack como este. Gracias totales.

Ahora si, a descender al infiernogro: habrá Lemon y galletitas.


CLARIDAD

0: Prólogo

Un Darkfic de Dragon Ball

por

Esplandián

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«Lo oscuro acabamos viéndolo; lo completamente claro lleva más tiempo».
Edward R. Murrow


Ni el dim sum ni el té habían bastado para llenar el vacío que se expandía, segundo a segundo, dentro de su pecho.

—¿Una botella? ¿Realmente escuche bien, señor?—le cuestionó el cantinero de bigote blanco, titubeando, por identificarlo como un cliente usual, que por décadas se ha limitado sólo a la comida.

—Sí, de lo que sea que haga el mejor trabajo nublándome la mente.

Moderación, disciplina, y obediencia lo habían conducido a una existencia vivida a medias y para otros. Veinte años de carrera profesional, eso cumplía hoy: el mismo día que tenía que retirarse forzosamente por «cuestiones familiares».

«¿Me acabas de pedir que deje mi profesión para ayudarte a buscar copias de esta bagatela?»

«Esta bagatela, Pai Pai, ser una esfera del dragón: juntar siete y poder hacel cualquiel deseo realida'. ¿Tú ayudarme o no?».

Sin paga de por medio, como era su costumbre; obligándolo por juramento a contribuir a una causa, a un fin, que le es totalmente inconsecuente. ¡Las cosas que se llegan a hacer por la familia, o los seres queridos!

La intensidad con la que resentía a su hermano era tan sólo comparable a la adoración que le profesaba. Pero este funeral, en honor a su carrera, es un momento privado que no quiere compartir con él, de entre todas las personas: invitar al verdugo al velorio es, llanamente, de mal gusto...

Tal vez pudo visitar a Gero en su laboratorio, o a su cliente más antiguo —el Señor Vodka— en su bar en la Ciudad del Sur; quizá esperar a que algún infortunado le buscara pleito para divertirse de la forma más sangrienta posible—nunca faltaba el payaso que se burlara de su peinado o su ropa—, y cerrar con broche de oro lo único que le traía un poco de felicidad y un sentido de competencia: su trabajo. Pero la premura lo obligaba a conformarse con la soledad y un anónimo local de la Capital del Este.

En sus dos décadas como profesional, aunque había alcanzado las más grandes distinciones en su oficio, no había logrado entablar amistad alguna: no tenía a ningún amigo verdadero a quien pudiera invitar a beber con él.

Ya no importaba, nada importaba, y podía empinar toda la botella de etílico baijui de una vez, sin consideraciones por las consecuencias de manchar su intachable reputación, ni de arruinar su garganta.

—Salud, por mí, el Asesino Más Famoso del Mundo, el Gran Tao Pai Pai—se congratula, entre sarcasmo y amargura al descorchar la botella el solo, dando el primer trago para embotar, de una vez por todas, a aquella terrible claridad...