Hola, hola.
Esta es una nueva historia mía, la segunda de Snk, de hecho.
Paring principal: RiRen/ Rivaille x Eren
Paring secundaria; Hay menciones dentro de la historia de Jean x Armin.
Género: No tiene un género especial que se lleve toda la historia, pero tendrá de todo un poco. Entre ellos puede sobresalir uno más que otro como el drama, acción, y así dependiendo del capítulo y el punto donde se encuentre la historia. Es AU, futurista y MPREG.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Hajime Isayama
Espero que les guste~.
Piece of the future
Parte I
1.- Secuestro.
Siglo XXII
Los años pasaron y la evolución también. El ser humano se quedó estancado, sin embargo la ciencia no. Ella empezó a fortalecerse y atraer la mente humana a su crecimiento sin importar qué, y lo lograba. La Cúpula, el centro y corazón del renacimiento científico, se hizo cada vez más fuerte, llegando a convertirse la central del gobierno. La política y la ciencia se hicieron uno al igual que la humanidad. Y poco a poco, todo se tornó más oscuro.
Todo cambió. Se empezaron a formar distritos circulares, con gran importancia al grado socio-económico y científico. 3 regiones: Sina, Rosa y Maria. Que a partir de ese día empezarían con razones específicas de vida y supervivencia: El futuro. El mañana.
Pero no paró ahí. La ciencia no solo quería cambiar su entorno, su forma de vida, sino también al ser humano. Y algunos estuvieron en su contra. Hubo rebeliones y otras protestas. Pero eso no impidió que el gobierno ganara, así que los que estaban informes fueron desterradas a fuera de los distritos, a criarse por su cuenta y con poco ayuda de la Tecnología del siglo XXI, estarían escasos en los recursos de la nueva era, de la gran sociedad del milenio.
Los rebelditas, empezaron sus propios pueblos fuera del sistema Factor T, no solo eso, sino también como quitar del poder a aquellos hombres de ciencia que se retorcijaban entre dinero y custodia sin libertad. Pero ese no fue el problema, ni los conflictos que empezaron a surgir. Una catástrofe surgió entre ambos lados de población, y tras una pelea natural, el rastro femenino se perdió, e incontables vidas también. Los menos afectados fueron los ricos, mientras los pobres y los del exterior se ocultaban entre escondites subterráneos comiendo vegetales crudos y algunas veces inmaduros, agua algunas veces sucia y contaminada. Higiene escasa y alimento también, sin contar las enfermedades. La población disminuyó, y la especie femenina con ellos, desapareció sin dejar rastro alguno convirtiéndolas en misterio.
A la actual humanidad, sometida por la ciencia y los escases de especie humana solo le quedó una alternativa: Reproducción masculina.
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-¡Eren! –Se oyó gritar una voz tenue y firme a lo lejos.
El susodicho, estaba recostado en el césped, siguiendo con la mirada azul verdosa que poseía el cielo con sus esponjas nubes. Amaba esa pequeña colina. Había pasado tan buenos momentos en ella, y aparte de eso podía relajarse como en ningún otro lado, eso claro antes de que su pareja lo encontrara, o alguien más.
Posó sus manos sobre el fresco y suave césped, para impulsarse y poder sentarse, para que después pudiera observar al de cabellos rubios quien se acercaba, con dos tazones de al parecer sopa humeante, en sus manos.
-No tenías porque haberme traído esto, Armin. –respondió Eren, recibiendo el plato de sopa.
Su amigo de ojos azules me miró suavemente, mientras daba un tenue suspiro mientras se sentaba a un lado del otro con el tazón propio.
-No puedes esperarlo tanto tiempo. –mencionó mientras soplaba a la cuchara que soltaba un aire caliente a causa del alimento espeso.
-Hoy regresa.-respondió el castaño, mientras se metía una cucharada de sopa caliente a la boca imprudentemente, provocando una quemadura temporal en su lengua, y una escupida hacia el pobre e inculpable césped.
-Eren, deberías tener más cuidado. –Dijo rubio mientras lo veía de manera divertida.- Pero tienes razón, hoy llegan el sargento Rivaille y los demás, ¿Cierto?- mencionó a la vez recordando también el regreso de su pareja.
-Sí, aunque tú los has de esperar por el cara de caballo, Armin, dime la verdad. ¿Qué le viste a ese idiota?
El nombrado solo se sonrojo y comenzó a pensar unos instantes, no le molestó ni sorprendió las palabras contrarias, pues ya se había acostumbrado a los insultos entre ambos compañeros. Y sabía que como Eren y Jean, nunca dejarían de dejarse de llevarse de tal manera, aun que él saliera con el más alto. O sea: Jean. Su novio, su pareja, etc.
-Fue simplemente amor. –Respondió esbozando una tímida sonrisa.- ¿O es que también debo preguntarte lo mismo por el sargento?-preguntó mirando de lado a su amigo quién comenzaba sonrojarse ligeramente.
-No, no. Para nada, te creo. Es solo que todavía no me lo creo.-mencionó un poco avergonzado por las palabras contrarias.
-Pues yo tampoco, es un poco difícil creer también lo tuyo.
-Supongo que tienes razón.-dijo Eren con una hermosa sonrisa para después beberse el caldo de la sopa restante del tazón.
Armin correspondió a la sonrisa. Pues si tenía razón, él ya tenía una relación estable de 3 años recién cumplidos, con Jean, su pareja. Un poco después de que uno de los líderes, del escuadrón donde pertenecían, exactamente para libertad fuera del sistema que gobernaba a la mayoría de la humanidad, empezara a salir con su mejor amigo Eren, ese hombre era el sargento Rivaille. Un hombre respetable, frío y no muy amigable y tampoco de gran estatura. Pero si algo tenía de bueno, es que sus ideales nunca los dejaba de lado, convirtiéndose en parte del liderazgo de los protestantes y formando parte de los rivales más importantes de la monarquía científica.
Los ojos azules de Armin, se dirigieron hacia los verdes azulados que observaban con tranquilidad el cielo y las nubes. Como acto de compañía se recostó con comodidad sobre el suave césped y enfocó su vista a aquellas formas abstractas esponjosas. Después entrecerró sus ojos pensando, y hurgando entre sus memorias. Tenía que decirle a Eren lo que había escuchado en el refugio.
-¿Eren?- lo llamó con suavidad.
-¿Qué sucede, Armin?-respondió con la mirada perdida en las nubes del cielo.
El semblante armonioso del rubio desapareció convirtiéndose en uno nervioso y serio.
-Corren rumores.-dijo con la voz baja pero audible.
-¿Rumores de qué?
-Sobre nuestra…extinción.
Eren volteó a verlo nervioso, después se sentó pasando una mano por sus cabellos castaños. Desde ese cruel acontecimiento que se llevó a su hermana y demás, y los otros infortunios disminuyeron la población, se empezaron a tomar otras medidas. Hace 10 años que había sucedido. Él ya tenía 21 años recién cumplidos. Frescos y alterantes.
Guardó silencio y asintió.
-¿Crees que los bastardos de la cúpula ya estén haciendo algo al respecto?-preguntó el castaño.
-Es lo más seguro.-le contestó su acompañante.
-Rivaille me ha dicho que ahí hay más maquinas que personas….En Sina.
Armin asintió a la vez que contestaba.
-Seguramente hay más tecnología que vida. Tal vez ahí ya ni necesiten oxígeno.
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La cúpula, la gran central la cual resplandecía de grandes luces acompañada a su alrededor de grandes y luminosos edificios con una vista sofisticada de Sina, aún más hermosa e impactante más que las otras dos regiones.
Entre algunos de los amplios y pulcros pasillos, del área de creación tecnológica para el sustento de vida poblacional del Factor T, se encontraban discutiendo unos hombres de piel pálida y con un espécimen de tatuajes luminosos en la piel. Vestían de batas plastificadas y de color mármol, a sus lados unos tableros digitales y otros sólidos con botones y luces. Había gráficas tridimensionales, y otros aparatos sofisticados.
A través de las puertas que simulaban ser de vidrio, se podía ver una figura alta acercarse, un rubio de ojos azules se paró enfrente de las puertas mientras pasaba su muñeca por un lector especial que activó una luz verde para aceptar el cruce del hombre a la sala.
Pasó sus ojos azules por toda la gran sala, hasta que por fin ubicó a lo que buscaba, con pasos firmes y tranquilos se acercó a los hombres que se encontraban frente a unas cápsulas anti-gravedad, que custodiaban dentro de sí lo que parecía ser una sustancia cristalina color crema.
-Señor Smith. –mencionó uno de los hombres presentes.
-Buenas tardes caballeros, perdón por la tardanza, hubo un retraso pero ya ha sido resuelto. –contestó el nombrado.
-No tiene por qué dar una explicación, señor. –dio una mirada rápida, mientras levantaba su mano pulsaba uno de sus dedos al aire, por lo cual una gráfica digital apareció, y en un movimiento ágil de manos, apareció una silla.- Siéntese por favor.
El rubio asintió mientras tomaba asiento y cruzaba una de sus piernas de forma muy masculina, por supuesto.
-Estos son los sueros.- comenzó uno de los hombres presentes señalando los líquidos dentro de las capsulas flotantes. –Después de los otros intentos que hicimos no solo en animales, y voluntarios en estado final, pudimos desarrollar perfectamente lo deseado teóricamente. –Pasó un momento y se aclaró la garganta.- Necesitamos ponerlo en práctica. Solo así sabremos su afectividad.
-Solo veo tres sueros, ¿Por qué?
-Señor Smith, usted ha formulado una pregunta bastante clave. –Continuó uno de los hombres a su lado.- No sabemos su efectividad en el cuerpo humano. Planeamos hacerlos en 3 distintos cuerpos, en Sina, Rose y Maria. Un cuerpo ya procesado tecnológicamente, un cuerpo con enlaces básicos de la tecnología y finalmente uno virgen, uno sin ningún rastro de tecnología en su sangre.
-¿Acaso los primeros 2 no serían lo mismo?
-Queremos comprobar hipótesis si entre más sustancia artificial en el cuerpo, puede afectar o mejorar.
-Entendido.-dijo el rubio mientras cerraba sus ojos suavemente, para después levantarse.- No se molesten por la muestra de Maria. Hoy mismo les llega algo muy especial.
Y con esas palabras se retiró, sin antes darse a sí mismo una sonrisa de satisfacción.
De alguna u otra forma, Rivaille pagaría por sus desastres, alborotos e ilegalidades.
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El cielo nublado comenzaba a tornarse más gris de lo que antes estaba. Al aire comenzaba a ser más gélido, y la ropa comenzaba a ser poco cosa en el aire que les tocaba sutilmente en cada soplido.
La lluvia también quería hacerles compañía.
-Eren…creo que deberíamos volver al refugio. –mencionó Armin.
-No entiendo por qué. ¿Por qué no en nuestra región?, ¿Por qué debemos refugiarnos cuando no están los lideres?
-Porque no hay protección Eren. Creí que…
-No me gusta estar tan encerrado. –dijo aún en el césped, sin importar que el otro volvía a sentarse con claras intenciones de pararse.
-Lo he notado, sueles escaparte mucho.-una vez dichas sus palabras, llevó sus ojos claros al cielo.- Creo que lloverá, es mejor que nos vayamos yendo.
Eren suspiró pesadamente, a pesar ya de haber crecido, seguía teniendo esa esencia infantil.
-Vamos.-soltó aún no convencido.
-Iré por la….
-No, la motoneta no. Tú te irás en esa cosa. Yo me iré en mí segura y confiable bicicleta.
-¿estás seguro Eren?, puedo llevarte.-ofreció el rubio aún así sabiendo la respuesta del castaño.
-Seguro. No necesito de esos transportes feos.
-Como digas….-dijo Armin, mientras colocaba por alguna parte trasera el canasto donde había traído la comida, y tomaba su casco.
Un sonido en el aire, fuerte y distante los alertó. Era lluvia. Debían empezar a irse de una vez. El castaño se apresuró a llegar a su antiguo sistema de transporte. Jaló su bicicleta de donde la tenía reposando para montarse y comenzar a pedalear, adelantándose de su amigo. Sin embargo, a lo lejos vio una peculiar luz. Una nada inusual que solo podía significar una cosa. Problemas.
No podía pensar que podían ser Rivaille y los demás, ya que ese parecía ser solamente un auto sofisticado acercándosele con mucha velocidad. Eso no podía significar nada bueno. Unos nervios le recorrieron entero, visualizó hacia el frente, se estaba desviando. Y con una mirada hacia atrás pudo ver bien de qué se trataba exactamente.
Efectivamente era un auto sofisticado, podía predecir que provenía Sina. Se veía bastante lujoso. Era de una color plateado, ni siquiera usaba llantas parecía funcionar a un estilo aéreo. Su tropa era ovalada, con vidrios de colores magenta y amarillo, entre varias graficas rectangulares que se reflejaban en el. Si se miraba con atención podía verse un nombre con unos lentes rectangulares especiales dentro del transporte futurista, pero Eren no tenía tanto, porque en tan solo unos segundos el auto aceleró. Y Eren no podía decir que eso también significaba algo bueno. Era momento de pedalear más rápido.
Armin, quien esperaba a Eren se percató que el otro no llegaba, seguramente otra vez se había adelantado. Con las protecciones listas, se subió a su anticuado pero no más que el de Eren, y emprendió su camino. Pero su sorpresa fue el ver que un auto, nada común por esos alrededores estaba pisándole los talones a Eren, ya que obviamente ese transporte era mucho más rápido que el ciclismo del castaño.
No supo cuando exactamente, pero el ya había acelerado, tenía que ayudar a Eren. Tenía que ayudar a su amigo. Pero estaban muy lejos, todo parecía alejarse cada vez más. Parecía que querían dejarlo atrás a toda costa, sentía asfixia y preocupación. Él lo sabía, no podría salvarlo. Pero aún así estaba persiguiéndolos. Sabía que tendría oportunidad. Pero ahí estaba…arriesgando su vida.
Una compuerta del auto empezó a abrirse. Eren pedaleaba lo más que podía, volvía repetirse en su interior lo estúpido que eran esos artefactos. Pero más importante, ¿Qué querían del?, ¿Qué estaba sucediendo?, quería saber el por qué lo perseguían de esa manera.
El control del manubrio era inestable, la lluvia incrementaba, iba a caerse tarde o temprano, y ese momento llegó. Las llantas no pudieron con la tierra, y sus manos perdieron el control. Y ante la húmeda tierra convertida en lodo, Eren cayó embarrándose del suelo, y sintiendo cada parte de sí húmeda. Fue un golpe fuerte, con una de las raíces gruesas que sobresalían de un árbol. ¿Existirían aún en Sina y Rosa?, ¿Maria?, él no lo sabía. Vivía afueras del centro de la población, de las regiones. Él formaba parte de Libertadores, de los que hacían frutarse a la cúpula. Él no pertenecía a ese sofisticado mundo social. Al contrario lo odiaba.
Enfocaba su vista al follaje verde de aquél enorme árbol. ¿Volvería a ver el rostro de Rivaille? Su cabeza le dolía. Sintió de pronto algo punzarle el brazo, de todos modos no podía recobrar su conciencia bien, menos lo haría ahora. Pues sentía que todo se hacía más lento y difuso. Al cabo de unos segundos, Eren había quedado inconsciente, siendo recogido por un hombre vestido un traje de una sola pieza color mármol y unos extraños lentes. Una vez que habían tomado el cuerpo del joven. Se cerró la puerta, y retomaron su camino, a una velocidad impresionante.
Tras ese impacto, Armin tomó una decisión observar todo con detalle, una vez que terminara todo, iría lo más rápido posible al refugio a avisarles, y en cuenta los demás llegaran irían en busca de Eren. Era obvio su destino: La Cúpula. La capital de la ciudad de Sina. La lluvia dificultaba el manejo de su transporte, pero no importaba, sabía que querían algo con el castaño, si lo querían muerto, lo hubieran matado al instante, pero no parecía ser eso. Debía haber un plan más a fondo, pues sabían exactamente a quién buscar y donde. Lo cual aún no se explicaba. ¿Había un traidor? , pues no entendía como pudieron llegar a Eren.
A un paso acelerado, Armin manejaba decidido a alertar a todos, y por supuesto necesitaba con ansias la llegada de los líderes. Pues no era tan sencillo decir: Eren ha sido secuestrado.
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Los autos semi-lujosos, manejaban a una velocidad estándar por la tierra. Hace unas cuantas horas habían causado desordenes por el distrito Maria y Rose, pero su suerte había acabado cuando los comandos de Sina habían aparecido a poner orden. Lo único que podían hacer en esos momentos era: sálvense quien pueda. Ya que salir como fugitivos era su especialidad.
Uno de los autos de color sólidos, era manejado por Rivaille, uno de líderes de la rebelión. Quién era seguido por otros de sus hombres, pero ese no era un problema para él, si no un ser fastidioso que recién había ingresado a sus misiones. Y u nombre era: Jean Kirschtein. Como era algo nuevo en los trabajos de campo, era totalmente necesario tenerlo cerca de él para que no cometiera fracasos y llevara a la basura toda la misión. Era peligroso, sí. Pero también era audaz y era algo por lo cual todos disfrutaban.
Razones por las cual Eren no participaba en esas misiones, eran porque no tenía experiencia y no le gustaba el ambiente futurista. Menos subirse a esas cosas motorizadas con llantas ya aéreas. Le parecía estresante y peligroso. Odiaba su alrededor. Odiaba el progreso de la cúpula, y de alguna forma fuera de las llantas, le habían quitado el significado de vivir y respirar a la humanidad.
En esos momentos los que quería hacer Rivaille era llegar a su casa, azotar…digo, abrazar a Eren, y comer. Ya habían armad suficiente desastre por el día de hoy y los anteriores. Jean por su parte, también quería ver a Armin y por supuesto también comer y de paso dormir, pues el azabache no le dejaba descansar ni un momento.
Al momentos que los autos llegaron a la zona del refugio, había grupos entre la multitud hablando entre ellos, debajo de una lona. Los recién llegados extrañados por tal acción se acercaron a donde parecía ser el centro del grupo.
-¡Señor Rivaille!-comenzó un hombre de edad notablemente adulta.
-¿Sucede algo?-dijo mientras avanzaba a un lugar seco.
Jean, quién había avanzado rápido para buscar a Armin, sintió una desgarré cuando el rubio pasó enfrente suyo sin prestarle atención. Se dirigía directamente a donde caminaba Rivaille. El cual se notaba claramente molesto por no encontrar a Eren entre las multitud masculina.
Auruo, uno de los hombres de tal equipo, se encontraba bajando unas casas de los coches, cuando vio la cara de decepción que tenía el joven castaño.
-Parece que se te acabó el encanto.-le dijo burlándose a sus espaldas.-Aun que si te fijas bien, Eren no está por aquí, es extraño, normalmente se encuentra para recibir a su amado Rivaille.
Jean solo le veía indignado pero tenía razón, no había señales del castaño. Pero eso no le importaba, sino por qué Armin le había ignorado.
-¡Capitán!-exclamó el rubio a sus espaladas.
Rivaille se volteó al instante mirando al otro con su usual mirada penetrante y seria. Armin se veía alterado, preocupado y nervioso. ¿Por qué?
-¿Qué?-preguntó contestando al otro.
Armin no sabía como decírselo, pero debía hacerlo, tragó sonoramente saliva y cerró sus puños a la vez que estaba preparado para decírselo.
-¡Eren, señor! ¡Eren fue secuestrado!-dijo casi gritando.
El azabache solo le miró sin comprender. ¿Cómo había pasado eso?, Debía estar jugando. Sentía sus nervios alterarse, ¿Secuestrado?, ¿cómo rayos podía suceder eso?, pero ahí estaba ese mal presentimiento, la sonrisa de Irvin que vio a lo lejos en su huida, esa sonrisa maliciosa y esos ojos que decían que pagaría pro algo caro. ¿Tendría que ver él en todo eso?
-¿Cómo?-preguntó de la forma más áspera y furiosa a la vez posible.
-Puedo predecir un auto de Sina. Sin llantas. –Exclamó el rubio.
Rivaille estaba sumergido en sus pensamientos, no podía negarlo, era culpa del bastardo de Irvin. Se metió con Eren, SU Eren. Sabía que nada bueno podía salir de esa idiota de la cúpula, era un maldito.
-Hay que volver. –dijo en secas. Quería llegar ya. No sabía que podían hacerle al castaño. De lo que serían capaz.- Armin, vendrás con nosotros.
-¡Pero, señor!-intervino Jean.
-Pero nada. Vendrá sin importar qué y tú también. Es una orden. ¡Todos a los autos, maldita sea!
Jean solo le miró molesto pero asintió, tomó a Armin de la muñeca y lo llevó al auto. Ese maldito de Eren y los desastre que causaban. Pero sí. ¿Para qué exactamente lo necesitaban?
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Era un viaje veloz e impulsivo. Era un rescate sin plan. ¿Realmente cuál sería el primer paso? ¿Qué harían para rescatar a Eren? No tenía ninguna pista a su favor. Solo ir a Sina, no solo ir ahí, sino a la Cúpula.
-¿Podremos siquiera cruzar Rose?-preguntó espontáneamente Armin.
-Ya lo hemos hecho.-le respondió Jean en una sonrisa.
-Oh. ¿Cómo es?-volvió a preguntar el rubio sin evitarlo, una curiosidad dentro de él le carcomía entero.
-Maria es normal, poco avance tecnológico, pobre a comparación de los otros dos. Rose es más moderno, grandes rascacielos, pantallas, gráficos de calidad, muchas luces, mascotas robóticas, una ciudad estándar podría decirse, ahí las personas tienen ya o ya han iniciado un proceso sintético en su cuerpo. Algo parecido a Sina, solo hemos ido una vez, pero es suficiente para platicarte que ahí hay identificación por un código escondido en la piel. Ya que ahí puedes hasta cambiarte el color de ojos, peinado y todo en un salón de belleza. Prácticamente son más ciencia que vida natural. Hay muchas cosas táctiles y digitales, hasta tienen sus clones que funcionan como sirvientes, cuando no quieres salir de casa y propios robots sociales. Esas cosas.-decía Jean mientras relataba todo a un curioso Armin que no dejaba de escuchar.
-¿hay árboles?-preguntó el rubio- ¿naturaleza?
En eso se escuchó un gruñido sarcástico proveniente de Rivaille.
-Creo que esos idiotas no se han ni de acordar de eso. Mocoso, el mundo en el que entrarás al cruzar la frontera a Sina, será totalmente diferente. Una mierda tecnológica con luces de carnaval.
-¿Y la cúpula?-preguntó Armin nervioso y serio a la vez. Sabía que si algo hacia el gobierno en contra de ellos, el lugar más predecible sería su capital.
-Es el lugar más nefasto de todos. –dijo a la vez que mantenía su vista hacia el frente.
-¿cómo…cómo lo haremos?-terminó por preguntar el rubio.
Jean iba a contestarle lo más lógico de su cabeza pero Rivaille se le adelantó.
-Auruo será el primero en darnos cruce a Rose, después una vez ahí iremos con nuestro contacto, y después nos robaremos un puto auto de por ahí. Después ya veremos que otras malditas cosas para llegar a Sina. Necesitaremos de sus asquerosos juguetes para infiltrarnos.
Armin no respondió, solo quitó su vista de su jefe y la volvió hacia el frente. Era su primera misión en campo. Y no solo eso, también la primera en entrar a la ciudadanía. Rivaille lo hacía parecer fácil, pero en el fondo sabía que no era así. Pues ellos eran infiltrados, ladrones y los rebeldes que llegaban a desordenarles el lugar.
Eso significaba que no sería tan fácil. Solo esperaba que Eren estuviera bien, vivo y sobre todo: no infectado por la nueva ciencia.
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Los hombres pálidos se remangaron las mangas de sus batas, mientras acomodan los instrumentos en su lugar. En frente de ellos, en una camilla lisa y de aluminio, se encontraba amarrado el joven castaño inconsciente. Su torso estaba desnudo, al igual que sus piernas, ya que solo poseía su ropa interior.
Uno de los hombres inicio el proceso tecleando en el aire una contraseña, delante de las capsulas anti-gravedad. Lo cual al instante, una de ellas se abrió. Acto seguido el hombre que la desactivo, tomó con exquisito cuidado la jeringa que conservaba la sustancia especial.
Otros dos científicos miraban a través de gráficos el estado de salud de Eren. Mientras tanto, el hombre pálido, dio la señal de inicio, amarraron las extremidades del joven a la vez que lo ponían boca abajo. El hombre, sostuvo la jeringa mientras posicionaba la enorme aguja a un lado de la parte final de la espalda baja. Introdujo poco a poco la punta, y después inyectó la sustancia. En esos escasos segundos, en el eficaz y rápido efecto, el castaño abrió sus ojos con impacto mientras gritaba y derramaba unas lágrimas espesas incontrolables por los ojos. Le ardía le dolía. Sentía un desgarró dentro de sí, entre el vientre y el estomago y toda la parte digestiva y demás. Forzó sus músculos y miembros pero nada, intentaba patalear y moverse pero no podía. Solo podía sollozar.
Los científicos solo observaron reacciones otros tomaron apuntes y toros controlaban su pulso. Así pasaron 20 minutos, Eren sollozaba ya más calmado, dejando que el dolor se le pasara, no podía hablar, estaba mudo por dolor y shock. No sabía que estaba sucediendo. Y a los pocos minutos volvió a quedar inconsciente.
Minutos después, Irvin Smith cruzó nuevamente las puertas de ese lugar. Se acercó a la camilla a contemplar el cuerpo del joven boca abajo, con resto de lágrimas secas en sus mejillas y el rostro colorado por la experiencia anterior.
-¿funcionará?-preguntó sin apartar su mirada del chico.
-Esos esperamos. Le estaremos haciendo constates radiografías para asegurarnos de las acciones en su interior. –respondió uno de los hombres. Mientras otros dos desataban al castaño y le ponían una ligera bata azul celeste.
-¿Qué pasará después?-volvió a preguntar mientras llevaba su mirada al científico.
-Cuando ya esté listo su interior, iremos a la segunda fase.
Los ojos azules de Irvin le miraron con interrogación.
-El embarazo. –soltó seriamente.- Esta alterado para que sea de forma natural y permanente, en caso de que falle morirá. Pero si lo logra, congeniará con éxito el primer parto masculino en nuestra historia. Y la salvación de nuestra humanidad por supuesto. Es nuestra llave para el futuro.
-Entiendo.-respondió el rubio seriamente.- ¿algo más?
-Sí, al iniciar la segunda fase necesitaremos un voluntario.
Irvin cerró sus ojos con suavidad y después los abrió con una sutil sonrisa.
-Entiendo perfectamente.
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Y tara~, espero que les haya gustado, la verdad es que me inspiré en una serie que me gusta mucho, se llama: Fractale.
Como verán, modifiqué las edades de la generación de Eren, solamente.
Me mandan a dormir, así que no puedo decir mucho :c
¡Muchas gracias por leer!
¡Los quiero mucho!, Un abrazo a todos.
Hasta el siguiente capítulo. :3
