Inusual
"No volverás a derramar sangre inocente, Yagami Light"
Las luces de la biblioteca parpadearon amenazadoramente. La bibliotecaria dio un respingo, mirando a su alrededor atentamente. No entendía por qué el dueño no le permitía cerrar. Nadie se aventuraría a salir con semejante tormenta estallando.
Como si le hubieran leído la mente, la puerta se abrió y fue cerrada con un portazo de un momento a otro. Un joven empapado se había hecho presente en el recibidor de la biblioteca pública.
Arrugando la nariz frente al deplorable estado del recién llegado, la bibliotecaria lo miró fijo, sin llegar a causarle temor.
-Buenas noches-saludó cordialmente el hombre, haciendo caso omiso del gesto de repulsión dirigido a él.
La mujer lo ignoró, sumergiéndose de nuevo en la computadora, mientras rogaba para que la luz no se fuera.
El hombre resolvió encaminarse hacia otro sector. La biblioteca debía estar vacía, y le llamaba más la atención curiosear entre los estantes repletos de libros que esperar a que la tormenta disminuyera su intensidad en compañía de una vieja amargada.
Sus pasos resonaban con un suave eco, mientras se acercaba a un salón pequeño. Podía ver la esquina de una mesa algo deteriorada al fondo del pasillo.
Sus suposiciones no solían fallar. Él jamás hablaba sin pensar, ni mucho menos sin tener fundamentos. Resultaba divertido que se equivocara justo ahora, cuando opinaba igual que la arpía de la recepción. La biblioteca no estaba vacía.
Posiblemente la persona que estaba allí sentada era la única que encontraría en el edificio. Un tipo estrafalario, a decir verdad. No era común ver a alguien vestido enteramente de blanco, con ropa semejante a un pijama, sentado de aquella manera tan peculiar.
Ese gesto de sujetar una rodilla entre los brazos le recordó algo. A alguien, más bien. Sintió una punzada al pensar en L. Era ridículo: fuera de ese detalle de la rodilla, el ocupante de la silla no se parecía en nada al difunto detective. Tenía el cabello tan blanco como la piel, que era aún más pálida que la de su antiguo rival. Sin tener en cuenta que debía contar muchos años menos que L.
Levantó la cabeza, pues la mirada dirigida a él no podía dejar de percibirse. Segunda deducción fallida: los ojos del desconocido eran tan negros como los del antiguo rival.
Tal vez fuera por eso que lo miraba tan fijamente. Le parecía imposible desviar la vista, hasta que el desconocido habló.
-¿Ocurre algo?-preguntó, con voz clara y firme. Tal vez Light estuviera imaginando cosas, pero el tono le pareció típico de alguien acostumbrado a dar órdenes.
-No, no...-se excusó Light. Dio un par de pasos lentos hacia la silla-. Sólo recordé algo.
Rió suavemente para romper la tensión, pero el desconocido no contestó. Sólo siguió vigilando sus movimientos.
-¿Qué?
Light humedeció sus labios, sintiendo la lengua seca.
-Nada importante. Nada, en realidad.
Se apresuró a alejarse por otro pasillo. Near lo observó irse, componiendo una sonrisa aparentemente inocente cuando se hubo marchado.
-Parecía nervioso-comentó.
-No es para menos. Esto es acoso, Near.
Gevanni tragó saliva al sentir los ojos vacíos posarse en los suyos.
-¿Por qué? Fue una casualidad encontrarlo aquí.
El investigador le dirigió una mirada escéptica.
-¿Nos iremos ahora?
-Sí, volvamos. Quiero saber si L está 'trabajando' ahora.
