Hola! Bueno, aquí viene mi segundo fic, que aún está en proceso. Me ha costado un poco desarrollarlo, debido a que, bueno... ya se darán cuenta debido a la trama que decidí que tuviera.

Antes que nada, quisiera agradecer los reviews que recibí por mi songfic "Too Much to Ask" -De paso invitar a todos aquellos que no lo hayan leído a hacerlo, realmente me emocionaron mucho y todo el mundo me miraba extraño: No entendían que era lo que me tenía sonriendo todo el rato... realmente, muchas gracias!.

Este fic vuelve a ser un HoroxRen, es un Alternative Universe, y advierto que esto sólo es un preludio. Es lo que corresponde al prólogo o introducción, así pues, puede que se lleven una idea totalmente diferente sobre esta historia, en vez de lo que será verdaderamente (Es sólo un pequeño pie para lo que le sigue, ya que más adelante tengo pensado complicar un poquito más las cosas). Eh, por cierto, lamento si quedo un poco... "empalagoso" -Es esa la palabra?- pero creo que eso es lo mío. Además, tal vez eso cambie en los próximos capítulos, aunque el fic irá avanzando poco a poco. Por último -no les quito más su tiempo- , sólo me resta decir que Shaman King no es mío...

Superior a Mí.

Preludio

"¿Horo?"

"Hnnn... Qué ocurre, Ren?"

"No, no es nada." -Respondió sonrojado el mencionado.

El peliazul, que se encontraba dándole la espalda al otro chico, se giró para así poder quedar mirando a los ojos a su compañero. Cuando sus miradas se encontraron, el japonés le dio una sonrisa dulce a su amigo, para así tratar de calmarlo.

"Seguro?"

Sin borrar aún el sonrojo de sus mejillas, el peliviolacio asintió enérgicamente, tratando, de paso, convencerse a sí mismo de que no ocurría nada grave. Su mirada en ningún instante se había apartado de la oscuridad, tan atrayente para él, que poseían los ojos del otro.

Suavemente, el ainu se fue acercando a Ren, con movimientos delicados para no llegar a destaparlo, hasta quedar a pocos centímetros de su rostro. Con ternura, pasó sus brazos en torno a la cintura de éste, al mismo tiempo que se acomodaba para quedar más cerca y hacer que sus cuerpos rozaran. Y es que eran aquellos pequeños toques lo que los hacían enloquecer más.

"No hay de que preocuparse, Ren. Yo estoy contigo: No te volverá a pasar nada malo, no permitiré que vuelvas a sufrir ni que nadie te haga daño, sea quien sea. No te voy a dejar solo..."

Horo decía todo con tal convicción, con tanta confianza en que era la verdad, que el chico que hace un momento estaba un tanto preocupado, no pudo hacer otra cosa más que abrazarlo con fuerza, rodeando el cuerpo del otro con sus delgados brazos, hundiendo su rostro en el pecho de su pareja; mientras que éste le acariciaba el cabello con una mano, dejando que la otra reposara aún, ejerciendo pequeñas caricias, en la cintura blanca y suave del chino.

"De verdad... Nunca me dejarás? Pase lo que pase?"

"Me separaré de ti sólo cuando tu así lo desees, y ni aún ahí te abandonaré del todo."

Se oyó un suspiro que escapó de los labios de Ren, el cual se fue a estrellar al pecho del joven que lo abrazaba.

"Gracias, Horo... Te amo."

Luego de decir esto, quiso acomodarse nuevamente en el pecho que el ainu le ofrecía como almohada, pero antes de lograr esto, sintió como unos dedos gentilmente levantaban su rostro, a lo que no puso mucha resistencia. Al hacerlo, volvió a encontrarse con aquellos ojos negros en los que tanto le gustaba perderse, sin los cuales estaría realmente perdido. Sin ninguna prisa se fueron acercando, haciendo el momento de encontrar sus labios algo mágico y ansiado. Sus lenguas se acariciaban con dulzura, recorriendo cada uno la boca del otro como si fuera la primera vez que lo hicieran, dejando que el momento durara todo lo que necesitaran, tratando de demostrarse lo mucho que se amaban. Poco a poco, fueron separándose.

"Yo también, Ren." -dijo con una sonrisa el más alto.

El chino le devolvió el gesto, para luego acomodarse otra vez entre sus brazos; y bajo las suaves caricias de Horo-Horo, se fue quedando, lentamente, dormido.

Él siempre esta allí, cada vez que me siento un poco desanimado, él vuelve a aparecer, a hacerme notar que sigue a mi lado, para hacerme recuperar las esperanzas, recuperar la fe en el mañana, en el hoy, en el nosotros. Ni te imaginas cuán fuerte es este sentimiento que a cada momento me invade, que no me da libertad ni un segundo; que feliz permito que me atrape y se apodere de mí. Y es que cada vez que estoy contigo el tiempo desaparece: Me haces sentir único, completo. Tu me haces sentir preciado, amado, TUYO...

Recuerdo vagamente que antes tuve un pasado: Fue un tiempo oscuro, un espacio carente de materia en mi mente, en el cual no estabas conmigo, donde todo era soledad y dolor: Fue en esa negrura que apareciste tú. Con tu luz iluminaste mi noche fría, las habitaciones vacías de mi corazón, y mi alma; llevándome en tus alas lejos de aquel lugar donde me encontraba, borrando de paso todo aquello.

Antes de ti no había nada.

Porque yo no recuerdo qué es lo que me asustaba, ya no sé qué me ataba y hacía llorar; en mi mente no está aquella persona que me encerró en aquella soledad para que tú me pudieras salvar.

Pero tampoco quiero recordarlo, no me interesa, no lo necesito. Porque el pasado ya no me importa: Ya no estoy solo, aprendí lo que es amar y tener alguien a mi lado. Y aún menos me interesa saber que era antes de ti, si es que tu aún estás conmigo.

Tengo la certeza de que era muy niño cuando me rescataste, tú eras exactamente todo lo que yo había deseado siempre en secreto ser: tenías -y tienes todas estas cualidades aún- tanta energía, llenabas todo con tu alegría y tus travesuras, confiabas en ti mismo... creías con firmeza en que la vida era algo hermoso por lo que valía la pena tomar riesgos, y estabas tan empeñado en hacerme entender esa valiosa lección -¡y es que eres tan terco, quien sabe por qué motivo, pero querías mostrármelo a mí, ese chiquillo orgulloso, malcriado y serio, que observaba con desprecio todo, como si se encontrara más alto que el resto, a pesar de que en el fondo deseaba con todas mis fuerzas dejar esa vida atrás, abandonar todo aquello que era; recomenzar para poder volar e irme contigo, ser como el resto. Ser como tú.

Pero no logro vislumbrar más atrás de ello, debería tener algún recuerdo, aunque sea uno, de los diez años anteriores a que aparecieras en mi vida¡suena casi absurdo, como si realmente no hubiese existido antes de ti, como si de verdad hubiese comenzado a partir de nada cuando te conocí!. En un principio fuimos grandes amigos, si bien comencé tratándote como una basura, tal como me había enseñado alguien, que no recuerdo, a tratar a los demás. Luego se volvió una costumbre jugar contigo, hasta que finalmente partimos este camino juntos, claro que, en ese entonces, como amigos. Supongo que en ese tiempo ni nos imaginábamos terminar siendo pareja.

O acaso el primer día que te vi te seguí? No logro recordar bien. Pero de lo que sí estoy seguro es que desde que la amistad surgió, ya como tal, entre nosotros, aparecieron casi de inmediato -por lo menos en mí- aquellos sentimientos de amor; aunque en ese tiempo tenían un tiente mucho más inocente e infantil.

A medida que pasó el tiempo, nos dimos cuenta que era amor, y a pesar de que hubo algunos problemas entre nosotros y algunas dificultades para aceptar y atrevernos a decirlo, no fue nada que no pudiéramos superar para así terminar juntos. Y desde ahí no nos hemos separado. Desde ese entonces, yo soy para ti, y tú para mí. Desde el primer día que nos besamos, ambos comprendimos que no nos queríamos separar nunca, por que nos habíamos vuelto adictos a la presencia, caricias y besos del otro.

Y así, a tu lado, ya han pasado cinco años desde que nos conocimos.

No me dejes nunca solo, Horo-Horo.

Aquella noche, Ren tuvo una pesadilla. Eran los recuerdos de su pasado sin el ainu, aquellos momentos que su propio cerebro eliminó, que se obligó a sí mismo a olvidar de su conciencia; pero que en sus sueños lo acosaban sin permitirle dormir, de vez en cuando, en paz. Pero, al igual que cada noche que soñaba con sus memorias sin el peliazul, al despertar no recordaba nada. Sólo sentía una fuerte opresión en su corazón y que todo le daba vueltas. Síntomas cuya cura llegaba con sólo una sonrisa de su amado Horo.