Odio, muerte, perversión.

Tres palabras que se agolpan en su mente, que la arrastran, que la corroen, la humillan y se ríen de ella. En su mente alguien canta una canción pegajosa, una canción de feria y ella se divierte matando, se divierte infringiendo daño.

Ella ríe, ella canta y baila cada vez que frente a ella alguien grita de dolor.

Es su vida, su pación, su perdición.

¿Su nombre? Tal vez no importe mucho, ella es lo que es: una perra. Ama lo que hace, ama matar, oler el miedo, sentir el dolor. Sabe que le temen, sabe que la odian pero no le importa, jamás lo ha hecho. Porque haría cualquier cosa por él, solo por él. Porque lo ama, lo adivino hace poco, cuando ya estaba casada y se había dado cuenta que su amor jamás seria correspondido.

Y sufre, le duele pero no lo demuestra, porque le pertenece a pesar de que él jamás se ha dado cuenta, le cela, le sueña, lo necesita.

Su amor rebasa los límites de la cordura, de lo correcto, bebe de él, se alimenta de él.

Y ella lo sabe, sabe que haría cualquier cosa por él.

Su vida, su pecado, su caída.

¿Remordimiento? No conoce esa palabra, extraña en sus labios y en sus pensamientos… el remordimiento es una debilidad y como tal, no esta permitido sentirlo.

Odia todo, odia más cosas de las que admitiría, una sonrisa, un abrazo sincero, un día de sol… esta acostumbrada al dolor, al sufrimiento.

Azcaban le enseño eso, la hizo nadar entre sus recuerdos más obscuros, ahogarse entre la penumbra de sus traumas: una pequeña niña a quien no le traían regalos en navidad, una pequeña niña de ojos oscuros que jamás se sintió amada, que quería jugar pero en cambio tenia que comportarse como una adulta. Azcaban fue su ruina y en muchos momentos estuvo a punto de perecer. Pero es fuerte, más fuerte que cualquiera de sus enemigos y por eso sobrevivió.

Pero el dolor no se fue, los pensamientos amargos siguen ahí, los gritos y el odio están impregnados en su piel, en su alma, oscuridad, siempre oscuridad.

Jamás ha soportado las demostraciones de amor, jamás ha entendido de esos lazos fuertes que unen a las personas y por eso se divierte retorciéndolos, cortándolos y jugando con ellos. A veces se siente como una de las Moiras, y le gusta sentirse con ese poder, ella es el destino, temida por los más poderosos, decide quien muere y quien sufre.

Un grito, solo eso hace falta para encender una llama en su cuerpo, para hacerla sentir viva. La llama se expande, carboniza todo su ser, arde en ella pero se siente tan dependiente del fuego que corroe su interior que sabe que jamás o abandonara.

Escucha voces, siempre las escucha, le gritan cosas, la alaban cuando hace daño, cantan "muerte" sin cesar, son reales y le persiguen. Algunas veces ha visto sus caras, negras con ojos rojos y sonrisas burlonas. Solo están en su cabeza y ella lo sabe, pero aun así no le importa.

Cada persona que cae ante su varita: es un trofeo. Y ella tiene muchos, los presume y juega con ellos. Porque ¿Qué sentido tiene si no se divierte con sus presas? Juega al gato y al ratón con ellas, son su presa, su diversión.

Es sádica, sí, muy sádica, adora el olor a sangre, los cuerpos mutilados. Las pesadillas para muchos, para ella son sueños perfectos.

No tiene sentido, pero así es como ella vive, como ella sobrevive, no sabe en que momento dejo de sentir remordimientos, tal vez incluso fue en el momento en que se dio cuenta que lo ama a él. Que lo idolatra, que lo necesita…

No es un amor bueno, no es puro. Y ella lo sabe, pero así es perfecto.

¿Qué quien es ella?

Tal vez has escuchado su nombre, todos lo conocen:

Bellatrix