DISCLAIMER: Harry Potter pertenece a J.K. Rowling y a todos a los que le hayan pagado para utilizarlo. Esta publicación no fue realizada con fines lucrativos.

RESUMEN: Toda profecía debe cumplirse y para conseguirlo varios lazos deben entrelazarse uniendo los destinos de los seres más insospechados. (Viaje en el tiempo) (Harry conoce a los Merodeadores)

Bajo Juramento
Capítulo I. Los Inefables

Una serie de pasos apresurados resonaban en la sala del tiempo del Departamento de Misterios. El Jefe de los Inefables, cuya túnica se elevaba hacia sus costados como arrastrada por una ligera brisa, se dirigía a una cita con uno de los más destacados elementos del Departamento a su cargo. Atrás quedaban ya las largas horas tras el caldero de una de las aulas de Hogwarts, donde fungía como profesor. Aunque no se había retirado del todo del campo de pociones.

Severus Snape se abrió paso dirigiéndose hacia una de las puertas del fondo. El Inefable ingresó a la Cámara de la Muerte y con la mirada buscaba en su interior al muchacho que quería renunciar. La verdad era que no esperaba este cambio en él, no es que le conociera (puesto que era política dentro del departamento no conocerse entre sí) pero sabía que todas sus misiones llegaban a un buen término.

Después de bajar unos escalones sus ojos se posaron en un chico, o mejor dicho un joven, que miraba ensimismado el ligero movimiento del velo que se encontraba en el centro de la tarima frente a él, al fondo de la sala.

Severus se quedó contemplando un rato la espalda del muchacho. Ésta le resultaba muy familiar, después de un rato el chico se puso de pie y camino hacia el arco velado, mientras el Inefable no le perdía de vista. El muchacho murmuró algo hacia el arco, lo cual puso algo nervioso al ex profesor.

- Será mejor que te apartes de ahí muchacho – dijo Snape ya a unos pasos del chico, visiblemente nervioso – Este arco es muy peligroso, grandes magos han caído detrás de su velo y no han vuelto jamás.

- Lo sé... – dijo suspirando - ¿Cómo ha estado profesor?.

El chico se dio la vuelta y miró a los ojos a su antiguo profesor de pociones. Severus observó bien al muchacho y notó que no había cambiado nada desde la última vez que lo había visto hace ya muchos años.

- ¡Tú!... ¿Es está una broma de mal gusto?.

- Le aseguró que no señor – dijo el muchacho suspirando con un dejo de exasperación en su voz – mi última clave de misión fue 6987 – Severus no daba crédito a sus ojos y miraba sin siquiera parpadear.

- Dios mío... – dijo casi sin aliento, al reconocer el verde de sus ojos y su cabello ahora ya un poco más largo – Tú eres Harry Potter.

- Si señor.

Severus nunca espero esto, Dios era algo inaudito ¡cómo podía ser posible que fuera él! Después de tanto tiempo... claro ahora entendía muchas cosas que habían sucedido tiempo atrás. Batallas que nadie se explicaba como habían sido ganadas, casos inconclusos que de pronto llegaban a su fin, claro, todo era por la tonta suerte que siempre había acompañado a su queridísimo ex-alumno. Su mirada entonces paso a incredulidad.

- Así que... – dijo con una sombra de un sentimiento que nunca había acompañado su voz al hablar con su pupilo – quieres retirarte de mis fuerzas ¿demasiado trabajo para ti, eh Potter?.

Harry no familiarizado con esta nueva actitud de su ex profesor no sabía como tomar la situación - En realidad no señor... pero he decidido que es momento de retomar ciertas actividades de mi vida diaria.

Claro, ser Inefable suponía varios sacrificios en la vida personal del aspirante, entre ellos romper fuertes relaciones con personas externas al departamento y aún dentro de él. Los mejores Inefables, o mejor dicho, aquellos que ocupaban los más altos puestos, eran siempre personas solitarias, como por ejemplo, Severus Snape.

- Imagino que sí, no puedes continuar lejos de tu club de fans – dijo con un asomo de sonrisa en sus labios.

- Creo señor, que es momento de que terminemos con esto – dijo Harry ya algo molesto con la actitud del Inefable.

- Siéntese Potter. – Severus Snape entonces se sentó en una de las bancas frente a la tarima, Harry exasperado se sentó junto a él – Estoy convencido de que no es tiempo para su retiro de mi Departamento.

- ¿Disculpe? – agregó Harry dudoso

- Dime Potter ¿te mencionó alguna vez Dumbledore porque renuncié a los mortífagos?.

¿A qué viene eso?, pensó Harry.

- Cuando tenía 16 años – comenzó a relatar Snape, con una mirada al parecer dirigida al pasado – ya era poseedor de la marca tenebrosa. El Señor Oscuro ya me había hecho su partidario y yo no espera más que graduarme para ser parte de las redadas en las que participábamos todos los mortífagos.

- Por fin era aceptado... ya había luchado por una posición y el Señor Oscuro me la había proporcionado, su mortífago más joven, iniciado aún antes del sangre pura de más alta raigambre: Malfoy.

- En el verano de 1974 hicimos nuestra primer redada, en la casa del profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, que entonces me enteré, era sangre sucia.

Harry mostró severo resentimiento por el comentario pero antes de que dijera nada Snape le había dirigido una mirada penetrante que ahogo su comentario para después del relato.

- Yo estaba confundido, verás Potter: admiraba mucho a ese profesor.Al llegar nosotros nos miró a todos, no con odio como piensas, sino con mucha lástima, con dolor diría yo. Jamás olvidaré su rostro.

Snape se quedo unos momentos en silencio, evocando quizá aquella imagen – Jamás, ni aún después de esta redada, vi a nadie luchar con tanto ahínco y sin deseos de herir a nadie. En fin – suspiró – era tanta la diferencia numérica, que aunque ya había sometido a la mitad de nosotros logramos subyugarlo. El Señor Oscuro llegó entonces, colocándose detrás de mí arrancó mi máscara y ví como la mirada de mi profesor se ensombrecía...

Es hora de comprobar tu utilidad mi querido Severus

– ... Invoque la maldición cruciatus hasta volverlo loco.

Harry se quedó helado al escuchar esto. No sabía nada de aquello y al saberlo dentro de sí se inspiró una gran piedad y pena por lo que había pasado su antiguo profesor.

- Llegué a vomitar a casa – Snape agregó amargamente – no podía verme al espejo después de aquello. Como era posible que en el único lugar en el que había sido aceptado, mis compañeros se regodearan al presenciar algo tan horrible. Al siguiente día partí en el Expreso para asistir a mi último año en Hogwarts.

- Señor... – dijo Harry al ver que el silencio se había prolongado demasiado.

- Guárdese sus palabras Potter, ahora no quiero escucharlas. Ya no son necesarias – y Snape continuó su relato como si no hubiera sido interrumpido – Apareció alguien inesperado ese año, para sustituir a Stevenson, mi antiguo profesor. Este sujeto fue el que me enseñó que existían los matices y que yo podía formar parte de ellos. A él le debo todo lo que soy... aunque creo que no le he pagado el favor como se merece – Snape le dirigió una mirada muy intensa a Harry, una mirada que no le había visto en su rostro nunca –Bien Potter, aunque sigo pensando que su trabajo aquí no ésta terminado es hora de llenar papeleo. Acompáñeme a mi despacho.

Dicho esto, Snape se levantó de las gradas que rodeaban el velo y subió para atravesar una de las puertas laterales. Harry lo siguió con la mirada confundido, pero al poco tiempo decidió alcanzarlo. Sino para que le aclarará porque le había contado todo aquello, sí para que por fin se liberará de sus servicios como Inefable.