Capitulo 1.

Makoto observaba por la ventana lleno de esperanza, otro día más esperando pacientemente su regreso, sin saber ni una pequeña información de su amigo y mucho menos una carta. Hacía un par semanas había recibido una, la cual le hizo muy feliz, pero no volvió a mandar otra, pese que al principio de su viaje había mandado una casi todos los días.

Al fin al cabo, Haruka era Haruka, nunca iba a cambiar ese carácter reservado tan propio de él, al igual que su amor por el agua. Era su fascinación por ese líquido, era la que hacía que emprendiera esos viajes tan largos hasta su reino de origen, aunque pusiera de pretexto visitar a sus parientes, para una persona tan cercana a él como Makoto esos detalles no se pasaban por alto.

Sabía que el de ojos azules iba a visitar aquel oasis donde jugaban y nadaban cuando niños, en su reino de origen "Iwatobi del sur" antes de que una guerra civil azotara la ciudad debido a que el oasis se había casi secado por completo, Makoto lo había visto hacía un par de meses, ya no era lo que solía ser. Pero aun así, volvía aquel lugar por el simple hecho de que podía nadar tranquilo, todo lo contrario a "Iwatobi del norte" donde vivían ahora ellos, aunque el lugar poseía dos oasis, las leyes eran muy estrictas: El osasis más grande estaba a espaldas del palacio y solo podía acceder poca gente, la mayoría de la familia real y el más pequeño quedaba a la disposición de la gente, pero rodeado de guardias.

Rin Matsuoka, su viejo amigo de la infancia era el sultán. Un tipo tanto amado como odiado por su gente. Aunque la pequeña nación había prosperado en muchas áreas sus leyes casi ridiculas por el agua eran muy odiadas por la población que nada podía hacer ante ello.

Makoto pensó muchas veces en irse también con Haru, por lo que varias veces le acompañó en sus viajes, pero un día simplemente no pudo más, su padre que era un mercader había enfermado dejando a Mako a cargo del negocio y el cuidado de su madre y sus hermanos. Así que ahora como el jefe de familia lleno de responsabilidades, su vida había cambiado. Aunque no se podría quejar de su negocio, ya que marchaba a la perfección, e incluso estaba en camino a ser uno de los negocios más grandes del reino. Pero nada era lo mismo sin Haru a su lado, aunque Nagisa también fuera a hacerle compañía de vez en cuando.

El joven mercader, se sentó cruzado de piernas en unas grandes almohadas, sosteniendo la carta en sus manos, la había leído una y otra vez. Aunque era breve y concisa, había sido escrita del puño y letra de Haruka y ese le daba un valor sentimental, por lo que lo guardaba en un saco donde tenía guardado todas las cartas y dibujos de su amigo.

Había veces en que Makoto ya no podría soportarlo, quería a Haru para él solo. ¡Hasta a veces se sentía celoso del agua! Aunque por su gran musculatora formada por la natación que practicó la mayoría de la gente pensaba que era un chico duro, por dentro era una persona muy sensible, siempre al lado de sus buenos amigos. Y de Haruka a quien, aunque trataba de no levantar sospechas amaba con pasión. Un amor sin remedio únicamente unilateral.

Por eso leía esa carta una y otra vez, tal vez su amigo pensaba que aun con su indiferencia le tenía a un poco de cariño, como él lo había sentido durante los casi 10 años en los que había estado queriendo en secreto a Haruka.

Llamarón a la puerta. El ruido le hizo salir de sus reflexiones que surgían cada vez que la leía, así que la hizo un rollo de nuevo y la metió en el cinto de su pantalón. Los toques se hicieron más intensos y continuos, supo de quien se trataba por lo que corrió a abrir más animado.

-¡Mako! ¡Soy yo! ¡Mako! ¡Mako! – gritaba una voz juvenil un tanto aguda.

Makoto abrió la cortina de la ventana y pudo ver su querido amigo Nagisa, se veía bastante animado y con las ropas llamativas que siempre solía utilizar debido a su trabajo. Abrió la puerta para dejarlo entrar.

-¡Mako! – El chico de cabello rubio se arrojó a sus brazos.

-¿Qué ocurre? - preguntó el de ojos verdes.

-¿Aún no ha regresado Haru?

-No. Pero estoy seguro de que pronto lo hará- Puso una sonrisa sincera en su rostro -

- Tu lo conoces mejor – dijo Nagisa en un tonó cantarín y se separó de los brazos de su amigo-

El joven de ojos esmeralda guío a su invitado en medio de la pila de almohadas donde se encontraba leyendo hacía unos minutos. El establecimiento estaba lleno de la mercancía variada que vendían ahí, pero procuraba tener un lugar de descanso. Se sentaron en aquel lugar, por unos instantes reino el silencio, pues después de todo se sentían incompletos.

-¿Quieres comer un Kebab?* Compre muchos porque pensaba darle uno a Rei pero él no quiso aceptar uno

-¿Quién es Rei? ¿Trabaja contigo?

-Oh. No el pequeño Rei es un joven guardia de la muralla del palacio. – Agregó Nagisa mientras sus ojos brillaban un poco- Siempre paso por ahí todas las mañanas y converso con él aunque sea tan serio. ¡Hasta tiene acceso al oasis del sultán!

Las preferencias de Nagisa no era en todo secretas, no le molestaba en hacer evidente su homosexualidad, de vez en cuando, ya que tenía ciertas libertades en su trabajo como bailarín y actor en un grupo del reino. Por su aspecto aniñado era muy cotizable en el negocio.

-¿En serio te agrada?

- ¡Si! – dijo en una especie de puchero-Tiene nombre de mujer como nosotros ¿No es el destino? Debe estar conmigo. ¡Incluso podría dejarnos entrar a nadar al oasis!

-Se ve que te agrada.

- ¡Y Mucho! Es tan atlético, fuerte y guapo – Nagisa hizo una especie de puchero-

Makoto soltó una pequeña risa. Estaban dispuestos a consumir sus alimentos, pero cuando apenas repartan sus raciones, fueron interrumpidos por unos toques a la puerta, por lo que tuvieron que levantarse y acudir de inmediato a la puerta

-¡Abran! ¡El propietario del lugar!- gritó una voz desconocida.

-Enseguida, yo soy el propietario - Interrumpió el joven castaño y abrió la puerta.

Se llevaron una gran sorpresa, el más grande de los guardias tenía cargado a Haruka sobre su hombro y el otro un poco más bajito pero aun con aspecto duro tenía su camello con sus pertenencias.

-Encontramos una carta que fue enviada por Makoto Tachibana ¿Es usted? - El chico de ojos verdes asintió- Muy bien, tómenlo chicos, fue detenido por intentar nadar sin autorización en medio del oasis de la entrada del reino, pero se desmayó en el camino.

Después de pagar una multa para dejar libre a su amigo. El chico de ojos azules les fue entregado como si de una mercancía se tratara, sus amigos lo acomodaron en el lugar de descanso y se aseguraron de su camello y sus objetos personales fueran guardados en lugares seguros.

Makoto fue a su reserva de agua, y tragó un poco de ella en un cuenco. Deposito un poco en los labios de su amado, quien al sentir ese contacto tan anhelado con ese líquido de inmediato despertó.

-¿Rin? - murmuró mientras iba despertando.

- ¿Rin? – dijeron Makoto y Nagisa bastante asombrados por aquellas palabras.