Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Un fic de pocos capítulos, bastante sad, pero prometo que tendrá final feliz, espero les guste.
Disclaimer:Los personajes no me pertenecen, son de Isayama Hajime.
Advertencias: Palabras altisonantes, lenguaje vulgar (muy poco), feels, sad, angs... ya saben.
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"Olvidar cosas malas, también es tener buena memoria,
decía Martín Fierro. Yo digo: El olvido, es una gentileza de Dios".
Facundo Cabral
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Nadar… flotar… hundirse… esa sensación de que se tapan los oídos pero aún puedes escuchar los murmullos del mundo… allá arriba… lejos…
Moverse… pero sin moverse… como si una corriente invisible me arrastrara… no es feo… aunque todo esté en penumbras, se siente cálido, confortable… cómo cuando estaba en el vientre de mi madre…
—Levi…
Es la primera vez que puedo escuchar claramente una voz, después de "navegar" sin rumbo por tanto tiempo… ¿Cuánto tiempo? No tengo idea… cuando no puedes ver que el sol nace y se esconde, el tiempo se queda sin medida… deja de ser importante…
—Levi… por favor…
Quisiera acercarme a esa voz, es como si fuera lo único que puede permanecer claro en medio de toda esta burbuja que hay a mi alrededor…
La neblina me traga… es como estar en medio de una nube de harina en suspenso, como si todas esas partículas me atraparan, mi cuerpo se mueve y no como yo quisiera, me desespera, siento que me tocan, frías manos, quisiera gritar… pero tengo alambres en la garganta… no, no son alambres… es como una estaca que no me permite cerrar la boca y se me entierra en la garganta… quiero toser, escupir, gritar… ¡QUIERO GRITAR!
Los murmullos se multiplican, bato los párpados pero todo está en penumbras… ¿estoy ciego? ¿Estoy sordo? ¿Estoy… muerto? No… no estoy muerto… porque todavía "siento"… ¿Los muertos pueden sentir?
Todo se ilumina en mis ojos y esa luz me quema, me lastima, quiero llorar de dolor, pero no puedo. Los murmullos suben de intensidad, tengo miedo… tengo mucho miedo…
Pasa un tiempo muy largo, aunque no puedo definirlo, puesto que no tengo un reloj… pero ya puedo cerrar la boca y eso me deja más tranquilo, aunque las frías manos me toquen a cada momento, puedo resistirlo… Me duele el cuerpo, mucho, me pesa, es como un espejo roto… como si todos los pedazos fueran un conjunto… pero ya no tuvieran conexión entre ellos.
Escucho mi respiración, pausada, como si tuviera cien años… exhalo fuerte y al fin empiezo a enfocar con mis ojos… solo veo un techo, escucho pasos, aparatos sonando, no tengo idea donde estoy… no sé qué pasó… no entiendo qué hago aquí. Intento levantar una mano… no puedo… me hace frío, solo quiero taparme… no puedo, mi cuerpo está inservible… largo un gruñido ronco, no puedo hacer que salgan palabras de mi boca…
— ¿Levi? -¡Esa voz!- ¡Levi!
Me sacuden, pero me ataca una enorme debilidad, y la obscuridad me arrastra de nuevo. Ahora si estoy asustado de verdad. ¿Me estoy muriendo? No entiendo nada de nada. Necesito entender.
Otro tiempo indefinido, entre los que navego por mi cuerpo y la inconsciencia. Mis sentidos de la vista están disminuidos, y los de la audición amplificados. Me marean, los sonidos, son muy fuertes, odio cuando abren la ventana de ese cuarto, el chirrido de la misma me aguijonea el cerebro, aprieto los dientes, se me acelera el pulso… lo odio en verdad…
Hoy sentí que podía mover los dedos, aunque no hacen los movimientos que quiero… pero los siento, y los muevo. Me emocioné mucho, tal vez aún hay esperanza para mí.
Otro lapso de tiempo desaparece, puedo permanecer un tiempo parpadeando, los colores volviéndose más y más nítidos, las formas más definidas. Al fin, luego de horas, pudo balbucear algunas palabras, nada coherente.
—Señor Ackerman, soy el doctor Steven Blossom. Trabajo en el equipo de neurocirugía del Hospital De La Rosa Inmaculada. ¿Recuerda el motivo por el que está aquí?
Levi no responde, sus ojos divagaban por todo el lugar, con los labios sellados.
—Señor Ackerman –intenta de nuevo el médico, auscultando con una pequeña luz los ojos del hombre-. ¿Puede entender lo que digo? Si entiende, por favor apriete mi mano con todas sus fuerzas.
El galeno siente un leve apriete por parte del paciente. Por lo que prosigue.
—Usted sufrió un accidente de tránsito, señor Ackerman, hace dos semanas, su auto chocó frontalmente a un colectivo de larga distancia. Ha sido una verdadera hazaña de todo el equipo médico, para que hoy usted esté con vida. Tiene una pierna enyesada –dice señalándola, y Levi se esfuerza por mirar-, porque se quebró su hueso tibial, como también el brazo izquierdo, tiene una costilla fisurada, pero lo peor fue el severo golpe en la cabeza, en el área parietal. Fue una contusión tan fuerte que su cerebro se inflamó debido al golpe. Tuvimos que inducirlo en como farmacológico por una semana entera hasta que la inflamación pudo controlarse, tuvimos que intubarlo para que pudiera respirar. Hace unos días empezamos a retirar los sedantes en forma gradual, y debo decir… aaah, que esto es muy reconfortante. Irá recuperando sus facultades con el tiempo, debe tener paciencia, por lo pronto sus pronósticos son muy alentadores –continua sonriendo suavemente.
Levi aprieta de nuevo su mano.
—No se sobre esfuerce, le garantizo que podrá volver a hablar, caminar y hacer todo como antes, pero ahora es mejor que descanse y se recupere de las contusiones.
Levi aprieta sus ojos un par de veces, ya que las palabras no le salen, simplemente quiere agradecerle al médico por su trabajo. Steven le sonríe amablemente.
Pasan los días con mucha lentitud, a veces duermo, pero sin dormir, mis ojos se cierran pero soy más consciente que nunca de lo que sucede alrededor. De cómo me manosea esa enfermera, o lo bruto que es aquel asistente que me cambia los sueros. No me gusta mucho estar aquí.
Algunas palabras empiezan a salir, con mucho esfuerzo, me siento como una marioneta, es más fácil que otros manejen mi cuerpo que yo mismo. Es tan incómodo y fastidioso.
No sé cuánto ha pasado, pero ya me sacaron de esa área restringida, ahora podré empezar a recibir visitas.
— ¡Ma! –Mi corazón se acelera y mi madre me abraza y me besa incontables veces, llorando un poco y luego sonriendo, feliz. Es muy, muy extraño, porque estoy seguro que esa hermosa mujer es mi madre… aunque no puedo decirlo con certeza, ya que tengo un enorme agujero negro en mi mente en estos momentos, un agujero negro que se ha tragado toda la información. Ni siquiera sé quién soy. La mujer hermosa, me abraza y me susurra lindas cosas. Me gusta que me abrace.
—Mi pequeño, mi bebé querido, Levi… ¡A Dios gracias, por este milagro!
Detrás de ella aparece un tipo rubio, alto, bien formado, de ojos cálidos y seguros.
—Errrr… Errrguit… -se me enreda la lengua aún, pero él sonríe complacido, como si hubiera dado un discurso monumental.
—Sí, amigo, soy Erwin. ¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?
—Uuuff… ¡Hambre! –grito, sin querer hacerlo y frunzo el ceño, ambos se ríen, aunque a mí mucha gracia no me causa.
—Iré a apurar a las enfermeras –dice el rubio gigantón. También me pasa lo mismo, sé que es una persona en quien puedo confiar, que es un "amigo", como me dijo, pero tampoco recuerdo cómo lo conocí, o las cosas que hicimos, en verdad… no recuerdo nada.
Cuando me traen la comida no entiendo nada. Hay una cosa aplastada frente a mí de color blancuzca, dicen que es "puré", no sé qué mierda es el puré. Mi brazo izquierdo está inmovilizado por la fractura, y la mano derecha la tengo agarrotada. Madre estuvo mucho rato haciéndome masajes para que abriera la mano, apenas puedo moverla, sólo para cerrarla, pero no para abrirla. Por lo que recibo la comida de a pequeñas cucharadas. Los sabores son extraños, nunca probé algo como eso, pero está bien, aunque no me vuelve loco. Tomo agua de a sorbitos, con un tubito largo de plástico, ya no recuerdo cómo le dicen. Estoy más aliviado.
Por la tarde viene otra doctora, Petra Rawson, es de psicomotricidad. Con ella hago muchos ejercicios. Con la otra, la que yo llamo "loca inmanejable", que me agota con su parloteo, hago los ejercicios de fonoaudiología, Hanji Zetmi, algo así se llama. Pero bueno, entiendo que necesito esto para poder recuperarme. El doctor Steven dijo que si sigo evolucionando, podré ir a casa en dos meses. No sé qué es dos meses, parece algo muy lejano, no lo sé.
A la semana, ya puedo manejar el control de la cama, apretar el botón para sentarme un poco, puedo mover ligeramente la pierna izquierda, la que no está quebrada, y girar la cabeza. Esto me agota. Algunas palabras ya se entienden mejor.
Una tarde, escucho un barullo frente a mi habitación.
—Pero su madre dij-
— ¡Soy su maldito esposo! ¡Aquí tiene las pruebas! Así que déjeme pasar o me veré en la obligación de denunciarlos por secuestro.
Pasan varios minutos, me pregunto qué sucede. Al fin abren la puerta, y me quedo boquiabierto. Un hombre alto, precioso por donde se lo mire, con los ojos más expresivos y peculiares que yo hubiera visto jamás, se instala a un costado de mi cama y me mira con el ceño fruncido, enojado, colérico, puedo ver llamas en sus pupilas, y yo estoy con la boca abierta. ¡Qué hermoso es!
—Cierra la boca, te estás babeando –me dice con asco, yo intento cerrar los labios, lo logro, parcialmente-. Vine antes, pero no me dejaron entrar. Ya que más da –dice sacando unos papeles de un bolso marrón que carga, también un artefacto pequeño y delgado, que no tengo idea qué es-. En primer lugar, te diré que estaba muy… -se queda callado unos momentos, me mira, se traga un suspiro y sus ojos se humedecen-, estoy feliz que estés vivo… Cuando te fuiste… eres un hijo de puta, Levi… casi muero del susto… como sea –se limpia rápidamente las lágrimas, y yo solo puedo pensar que tiene el color más perfecto de piel posible, es acaramelada, probablemente sea dulce, estoy seguro, es demasiado precioso, me gustaría tocarlo…
— ¡¿Me estás escuchando, Levi?! –dice muy molesto y yo recién conecto de nuevo los sonidos a mi cuerpo. Asiento apenas-. Mírate, todo… golpeado, como sea, firma de una vez para que terminemos con esto-, me pone los papeles en el regazo, no entiendo nada, los miro y luego lo miro a él-. ¿Qué? Firma, por favor, no me hagas otra escena.
— ¿Esto? –mi voz sale rota y deforme, el hermoso hombre levanta las cejas.
—Nuestro divorcio –me dice muy serio. No tengo idea que carajos significa "divorcio", pero no suena a algo rico o suave, más bien parece alguna cosa grotesca. ¿Nuestro? ¿Qué será?
—Lindo… -le digo mirándolo embobado y el hombre se molesta, me doy cuenta por cómo se fruncen sus facciones-. ¿Qu-quién e-eres?
—Levi… -el precioso hombre se toca el puente de la nariz y suspira fuerte, luego me mira, esos fantásticos bolillones aguamarina que tiene por ojos llenos de lágrimas. Me duele un poco, quisiera abrazarlo, tocarlo, aunque sea un poco, por lo que mi mano se levanta apenas un poco del colchón-. ¡¿Me estás jodiendo, hijo de puta?! ¡Deja ya de fingir! ¡Ya basta! ¿Cuánto más debo soportar? –el agua cae raudamente por sus mejillas.
El médico entra al cuarto y se acerca rápidamente.
—Señor Yeager, por favor, está alterando al paciente, le pido se calme o me veré en la obligación de llamar a seguridad.
No estoy muy seguro de lo que está pasando.
—Es mi marido –dice el hombre posesivamente y mirando con desprecio al doctor.
—Lo entiendo perfectamente, joven, pero el paciente se encuentra en un delicado proceso de recuperación.
—Sólo quiero que firme los trámites del divorcio y me iré tranquilamente, ya esperé suficiente…
—Señor Yeager, por favor. Sólo está confundiendo al señor Ackerman. En estos momentos él no puede procesar lo que sucede, ¿lo entiende?
—Sea más claro –exige el hermoso muchacho de ojos brillantes.
—El señor Ackerman, sufre de amnesia selectiva, ya que la contusión afectó gran parte de sus memorias residuales, además de otras funciones corporales que como verá se nota a simple vista.
—Espere, espere un momento, ¿"amnesia selectiva"? ¿Usted me está diciendo que ese hombre perdió su memoria? ¿Así, como si nada?
—Su esposo tuvo una seria inflamación cerebral, señor Yeager, agradezcamos que al menos pudo despertar y que se está recuperando favorablemente. Pero no está en condiciones de ser presionado de ninguna manera. Por favor, se lo pido encarecidamente, tenga consideración. Una situación estresante puede arruinar las dos semanas que lleva en recuperación, e incluso hundirlo más aún. Por favor, señor Yeager.
— ¡Él miente! –Dice con resolución, y yo miro todo atentamente, pero como me cuesta procesar lo que sucede, prefiero quedarme contemplando a ese hombre tan lindo, parece un ángel-. ¡Esto es una pesadilla! ¡Sólo quiero que firme los malditos papeles y desapareceré de su vida!
—Cálmese, señor, el paciente no puede siquiera mover su mano para alimentarse por sí mismo –le susurra, tratando de calmarlo-. Tendrá que esperar un poco más. Aún ni siquiera sabemos si puede leer o escribir, esto lleva tiempo.
—Entiendo, sigan creyendo en sus mentiras –retira las hojas de mi regazo y se va hecho una furia. El doctor suspira y me mira.
—Es liiindooo… -le digo sonriendo bobaliconamente. El doctor semi sonríe.
—No se preocupe, señor Ackerman, lo cuidaremos bien…
El hombre hermoso ha vuelto todos los días, siempre se aparece cerca de las cuatro de la tarde y se queda hasta las siete. Trata de hablar conmigo, pero parece enojado de alguna manera, me mira mal, me habla de manera despectiva. Y yo a veces quisiera enseñarle lo mucho que he avanzado en la rehabilitación, parece que le intereso, ¿sino por qué vendría tan seguido? A mí me encanta, me fascina, no puedo despegar mis ojos de él.
—Deja de mirarme así, es aterrador –me lo ha dicho un par de veces.
Parece que madre, Erwin y él no se sienten muy a gusto, cuando se cruzan veo las feroces miradas volando de un lugar a otro. Cuando ellos están, ese hombre hermoso me ignora. Sólo me habla cuando estamos solos.
—Claro, a ellos los recuerdas, ¿qué conveniente, no? –Me recrimina, mientras me limpia la boca y me da otra cuchara cargada de postre, o algo así dijo la enfermera-. Pero a mí no me engañas.
Yo solo lo miro con una leve sonrisa, me gusta que me mire, aunque tenga furia en los ojos.
—Está bien, Levi Ackerman, seguiré tu sucio juego, pero apenas te den el alta, firmarás esos papeles de una buena vez.
Yo asiento con la cabeza, no sé qué es lo que quiere que haga, pero si lo hace feliz, lo haré.
Con el paso del tiempo aprendí a dar pocos pasos con las muletas, aunque siento el cuerpo débil, a pesar de tener músculos, es como si no funcionaran, como si hubieran perdido toda su fuerza. Es un camino muy largo y duro.
—Eren… Eren… -pronuncio sonriendo-. Lindo, Eren, es lindo.
—Cállate, me agotas –masculla el hombre hermoso, y me mira cansado-. Pareces un perro faldero, solo te falta la cola detrás, moviéndose de un lado a otro. Aunque admito que tu acto del "no recuerdo nada", es digno de un premio de la academia. Me voy.
—Bueno… Lindo…
—Pareces un disco rayado –me sonrío de nuevo, y levanto la mano para moverla torpemente en una especie de saludo.
Después que Eren se va, me duele todo, todos los golpes, los huesos, mi cuerpo se recupera demasiado lento. Suspiro, ver al hombre hermoso me hace mucho bien…
-X-
Parece que esos "dos meses" al fin pasaron, tuvieron que agregarle un par de días porque… no recuerdo, me cuesta mucho retener información nueva, si me esfuerzo logro hacerlo, pero a veces un persistente dolor de cabeza me agobia.
Madre volvió a su país hace un mes. Me llama y hablamos todos los días. Estoy aprendiendo a manejar esa cosa de vidrio y plástico que llaman… celular. Intenté llamarla un par de veces, pero fracasé miserablemente. Tengo que aprender.
Eren me toma bruscamente del brazo, y prácticamente me arroja al auto, eso duele, pero no me quejo. Estoy un poco contento de ir a ese lugar que se llama "casa". Miro por la ventanilla, Eren se sienta al lado y me pone el cinturón. Despido con la mano a los doctores y enfermeras, los voy a extrañar. Erwin prometió ir a la tarde.
—Claro, mucho amor, mucho amor, pero aquí estoy yo, clavado contigo, haciéndome cargo de todo, ¡maldita sea! –Eren está muy enojado, por lo que prefiero quedarme callado, últimamente todo lo que digo le molesta-. Ya puedes ir dejando el "acting" querido, conmigo no funcionará.
Maneja un buen rato. Nunca estuve en un auto antes, el estómago se me llena de cosquillas, y el airecito que entra por la ventana me despeina, sonrío feliz, esto está muy bueno. Miro de reojo a Eren y estoy por preguntarle qué son esas luces redondas tan bonitas, rojas, verdes y amarillas, pero su semblante enojado me detiene. Mejor le pregunto a madre o Erwin cuando vengan a "casa".
Llegamos a un lugar. Es como una construcción muy alta y grande. Tardo un poco en salir del auto, aún no tengo fuerzas suficientes en los brazos, y el piso lleno de pequeñas piedras grises no ayuda, pierdo estabilidad y me voy al suelo. Eren me mira unos minutos y luego suspirando se acerca para ayudarme a ponerme de pie. Puedo sentir su molestia, es tan palpable como esos dedos largos y firmes que me agarran con bronca. Me tira contra el sofá, y mi pierna se golpea contra una pequeña mesa baja. Me acomodo como puedo y miro alrededor.
Ese lugar es enorme, y no me gusta mucho. Hay una chimenea a un costado, con fotos dentro de unos bonitos marcos de madera sobre la misma, algunos vidrios están rotos, como si los hubieran estrellado contra el piso o la pared.
No sé cuánto pasa, Eren me deja una taza con té y unas tostadas en la mesita, se va. Tengo hambre. Acerco mi mano temblorosa y trato de agarrar la taza, está muy caliente, torpemente la empujo y cae sobre la alfombra, mojando y manchando todo a su paso.
—Oh, tch… -me quejo levemente.
— ¿Qué hiciste ahora? –reniega Eren con verdadera molestia. Lo miro apenado.
Vuelve con un trapo y se pone a limpiar, no está muy contento.
—Lo siento… Eren…
—Ya no puedo con esto –dice el hermoso hombre y se acerca rápidamente para levantarme por las axilas, me afirmo con demasiada fuerza a su espalda para no caer al suelo, conteniendo un gemido, la pierna me duele al balancearse tan bruscamente, el brazo quebrado que se apoya me arde igual que el pecho; me sienta con algo de rudeza a la mesa grande y obscura que está en el living. Lo escucho ir y sacar unos papeles, vuelve, me los tira frente a mí, junto a un bolígrafo negro-. Firma –me ordena, con la respiración agitada y los ojos tiritando-. ¡Firma de una puta vez!
Trato de entender lo que quiere, y mis ojos van y vuelven de su rostro a los papeles. Con mi mano buena, que aún tiene algunos dedos entumidos, tocos los papeles. Veo esas manchas negras dispersas por toda su blanca extensión, pero no puedo entender nada, no puedo "leer", eso dijeron los hombres de blanco del hospital. Me da miedo preguntarle, porque parece bastante enojado. No estoy muy seguro de lo que hice, pero algo hice mal, eso es hecho.
— ¿No vas a firmar? –me apura.
—Mmm… que… ¿qué es "firmar"? –lo miro sin entender, entonces su barbilla tiembla… y comienza a llorar estrepitosamente.
— ¡¿Por qué? ¿Por qué me haces esto, Levi?! –me duele verlo así, rebusco en mi bolsillo lo más rápido que puedo, sonrío apenas porque encontré mi pañuelo blanco, se lo extiendo. Me mira molesto, más molesto aún-. Nunca es suficiente para ti, ¿verdad? ¿Por qué no me dejas ir de una vez? ¡Deja ya de fingir!
No puedo comprender todo lo que me dice, estoy tratando de procesarlo, pero en verdad no lo entiendo. ¿Qué lo deje ir? ¿Adonde? ¿Por qué no puede ir? No lo tengo atado. Pero no puedo hablar tantas cosas, suspiro, estoy agotado, tanta tensión me hace mal.
—Yo hago… dime que hago… y lo hago –suspiro, miro los papeles, ¡carajo! Ojalá pudiera saber qué es lo que quiere.
—Sólo firma el puto papel… por una vez cumple la promesa que me hiciste.
No sé de qué habla. Yo no quiero que esté enojado. Tengo que hacer eso, eso de la "firma", ¿pero qué mierda es eso?
—Eren… yo hago… eso… "firma"… pero dime… ¿cómo? –lo miro suplicante, necesito que entienda. Él me mira con sus preciosos ojos aguamarina, se acerca y me mira fijamente.
—No te creo, Levi –me dice con seguridad, y sus palabras me duelen-. Esto es otro de tus trucos… no importa cuánto hagas por retenerme, ya no hay marcha atrás –silenciosas lágrimas salen.
Suspiro. No me dirá, bueno, saco el celular de mi otro bolsillo. Con dificultad lo pongo sobre la mesa. Me duele la cabeza, veo algunos destellos blancos, debe ser el esfuerzo, pero al fin recuerdo cómo hacer para llamar. Eren se va del cuarto, mejor. Al fin luego de unos arduos diez minutos encuentro el botón para llamar y luego dos minutos más tarde encuentro el número de madre, porque tiene una foto de ella al lado. El aparato llama, y yo lo miro fijamente, luego recuerdo que debo apretar el botón de… no recuerdo la palabra, ese que me permite escucharla fuerte.
— ¿Levi? ¿Hijo, estás bien?
—Madre… -dijo con esa voz algo robótica que me sale últimamente-. Ayúdame… yo tengo que… mmm… espera… -me cuesta unos buenos segundos recordar el motivo de la llamada, luego veo los papeles-. Oh, sí, firma… ¿como hago "firma"? –suspiro agotado.
— ¿Firma? No entiendo, Levi, ¿qué es lo que tienes que firmar? Hijo, ¿ya puedes leer?
—No.
—Y si no puedes, ¿qué vas a firmar entonces? ¿Con quién estás?
—Eren…
—Dame con él…
— ¿Eh?
—Dile a Eren que quiero hablar con él.
—Bien… -me giro lo que puedo-. ¡Eren! –lo llamo, pero no responde-. Mmm… no viene… ¿cómo hago esa "firma"?
—No firmes nada, Levi.
—Estoy aquí, Kuchel –siento la voz de Eren detrás de mí y me sobresalta un poco-. Lo siento mucho, pero ya no puedo con esto. Ya no es mi responsabilidad, me quedaré hasta el fin de semana, pero luego me voy. Y no le diga que no, él debe firmar el divorcio.
Divorcio. Esa palabra agria y molesta, no me agrada para nada.
—Por favor, Eren… yo me encargaré de todo, sólo te pido que le tengas paciencia, yo iré el sábado y me lo traeré conmigo. Pero no lo presiones, por favor… -la escucho sollozar del otro lado, ¿qué pasa? ¿Por qué todos sufren así? No puedo entender y me molesta-. Cuando yo vaya… haré que te firme todo, sabes que nunca te he pedido nada, Eren, pero por esta vez, por favor…
—Sólo hasta el sábado, Kuchel –Eren se va. Sigue enojado.
—Hijo, iré a buscarte pronto, ¿sí?
—Sí, sábado.
—Eso es, le diré a Erwin que te visite estos días. Te amo, hijo. Cualquier cosa que necesites, llámame, o lo llamas a él.
—Sí.
—Adiós, te amo.
—Bueno.
Luego vi que la llamada desaparecía de la pantalla y me quedé mirando ese rectángulo de vidrio y "cosas", tecnología se llamaba… no, era… ¡celular! Me sobresalté un poco al sentir a Eren cerca, agaché la cabeza, no quería siquiera respirar cerca de él, porque enseguida se enoja, grita o se pone a llorar. Muy lindo… pero muy problemático también. Se sentó a mi costado, y suspirando me miró.
—Agarra el bolígrafo –me pidió, esta vez con más calma. Obedecí-. Agárralo apropiadamente –me pidió, pero yo no sabía cómo era eso.
Me mostró varias veces, pero tengo los dedos torpes, no es muy sencillo que hagan lo que en verdad quiero, se quejó de que agarraba "como un loro", que así no era, hice un gran esfuerzo para complacerlo. Suspiró no muy contento y me señaló una parte de las hojas esas.
—Aquí, pon tu firma, si no la recuerdas no importa, solo escribe tu nombre completo.
— ¿Nombre?
—Levi –me devolvió ya empezando a impacientarse.
—Oh.
Miré el lugar, intentando recordar cómo se escribía, pero mi mente estaba completamente en blanco. Acercaba la lapicera una y otra vez, pero no podía, ni leer, ni escribir, Eren tamborileó los dedos sobre la mesa, frunciendo los labios y comencé a ponerme nervioso, miré de reojo y al fin asenté la punta del bolígrafo sobre la hoja.
—Hazlo de una vez…
—Eren… -lo miré intentado que entendiera, abrí y cerré la boca un par de veces, porque quería decirle que no sabía cómo hacerlo, pero la molestia y la decepción en sus ojos me impidieron hablar. Al fin suspiré e hice una raya algo larga y toda temblorosa.
Eren me arrebató la hoja con evidente enojo, y mi miró de una manera que me provocó bastante miedo.
— ¡¿Me estás jodiendo, Levi?! ¡No bromees conmigo! ¡¿Qué rayos te pasa?! ¿Sabes qué? ¡Púdrete! Me voy.
El portazo en la puerta de entrada me dejó alterado varios minutos. Miré insistentemente, pero al parecer estaba solo. Me estaba meando, pero ni siquiera sabía dónde estaba el baño. En el hospital la enfermera usaba esa cosa de plástico… ¿chita? ¿chate? ¡Joder!… ¡Chata!, o a lo mejor era otro nombre, no recuerdo, me da dolor de cabeza intentar recordar. Pero ahora no tenía enfermera, tendría que ver cómo solucionarlo.
Giré en la silla, quejándome por el dolor en la pierna y el pecho, miré alrededor. Era una casa jodidamente enorme, había entradas por todas partes, mi vejiga apretó y suspiré. Las muletas estaban lejos, ¿qué iba a hacer? Apoyé el brazo sano en la punta de la mesa, inclinando un poco el cuerpo, y traté de deslizarme hacia el suelo, pero como aún no manejo bien mis extremidades, terminé desparramado y con punzadas dolorosas en la pierna y la espalda. Parece que tengo un buen golpe ahí también. Con mucho esfuerzo, me semi senté, y me estuve arrastrando cual babosa por la casa, a la misma velocidad de un caracol viejo y cansado. El baño no estaba en esa puerta llena de luz que daba a un patio, pero me quedé un rato mirando lo bonito que era eso, definitivamente volvería más tarde cuando arreglara mi problema.
Encaré para el otro lado, esa parte de la casa estaba algo obscura y me daba cierto temor. Por lo que abrí la puerta y miré esas escaleras que bajaban, la cerré de inmediato, luego de luchar un rato para poder tomar el pomo del picaporte.
Algo transpirado me seguí arrastrando, mientras sentía que mi entrepierna ardía de tanto aguantarme. Esta vez era un pasillo largo, vi algo así como una cocina, varios cuartos y al final una habitación muy extraña, llena de azulejos, una especie de "cama de loza blanca", pero como hundida, una silla con un agujero a un costado y un lavamanos. Es el lugar más extraño de toda la casa, ¿qué carajos harán allí? Había un olor raro y persistente que me picaba la nariz. Me volví al living. Ya se me estaban saltando las lágrimas por aguantarme tanto, pensé en llamar a madre, pero me dolía tanto que simplemente pensar en cómo llamarla me hacía colapsar. Necesitaba ayuda, y estaba completamente solo…
Eren regresó cuando la casa estaba a obscuras. Suspiró y colgó su campera, mientras entraba y empezaba a encender las luces. ¡Gracias a Dios que había luces en ese lugar! Me aterra la obscuridad. Me aplasté contra la pared al mirar el suelo y escondí mi cara detrás del único brazo que podía mover. Seguro iba a gritarme, o pegarme, o se largaría a llorar, o todo junto. Sentía que me iba a explotar el corazón, la adrenalina me contaminaba por completo.
— ¿Levi? –preguntó empezando a revisar la casa. Yo quería desaparecer, así que me hice una bolita lo más que pude, aunque me doliera todo y me tapé la boca, respirando muy despacio para que no me escuchara-. ¿Levi? ¡¿Dónde estás?! Joder… -lo escuchaba abrir y cerrar puertas, mascullar algunos improperios y al fin llegó cerca del sofá-. Pero si aquí están las muletas –dijo levantándolas. ¿Lo habrán venido a buscar? No me avisaron…
Lo escuché sentarse y reprimí un quejido que se me quiso escapar. Sentí las mejillas algo calientes y mi cuerpo temblaba mucho. No puedo controlarlo del todo, lamentablemente no puedo.
— ¡Levi! ¡¿Qué haces ahí?! –Me sobresalté y levanté la cabeza, Eren me miraba sorprendido por encima del sofá, volví a taparme con el brazo.
Lo escuché levantándose y corriendo el sillón, para mirarme un rato. Cerré los ojos y con mi mano torpe tiré del borde de mi remera para tapar el desastre. En mi cabeza parecía posible, pero en la realidad no pude.
— ¿Por qué no respondiste cuando te llamé? –dijo acercándose y yo me aplasté más contra la pared, como esos juguetes de gel que los chicos tiran contra las ventanas y se quedan pegados. Miró el charco debajo de mi cuerpo y yo quería morirme ahí mismo, antes de que Eren me matara.
Levantó su mano para tocarme, y alejé mi rostro, gimiendo como un cachorro herido.
—Oye, no voy a hacerte daño. Lamento haberte gritado antes. ¡Mierda! Vamos, te llevaré al baño y te cambiaré allí. Mírame, Levi, no tengas miedo de mí.
Lo miré con desconfianza y luego el agua amarilla debajo de mí.
—Lo siento –susurré con dolor-, busqué el baño pero… no estaba.
—No, el que lo siente soy yo. Vamos, sostente de mi cuello.
Con algo de esfuerzo, me cargó hasta el baño, que resultó ser ese extraño cuarto que había visto antes. Me recostó en la cama de loza blanca y hundida, pero Eren dijo "aprovecharemos la bañera para asearte". Así que no era una cama… mejor, no quiero dormir ahí. Miré todo alrededor con verdadera curiosidad. Eren comenzó a sacarme la ropa con cuidado por mis yesos.
—Es el lugar más… ra… raro que… haya visto –dije con suavidad, aunque mi voz nunca sonaba suave, es muy grave y cavernosa. Eren me miró otra vez de esa manera fría y dolorosa, de manera que decidí quedarme callado.
Me desnudó y con una manguera con ducha, lavó cuidadosamente mi cuerpo evitando mojar los yesos. Se detuvo un momento para observar mi mano donde reposaba el anillo dorado, y luego hizo que me sentara, el agua estaba algo caliente, pero no me quejé. Me ayudó a sentarme sobre el inodoro, donde me secó cuidadosamente, mi cuerpo experimentó un suave y agradable hormigueo cuando secó mi entre pierna. El pijama nuevo olía a lavanda, muy suave, no me gustó mucho el olor, de hecho ni siquiera sabía cómo recordaba esos nombres tan complejos y no algo tan simple como para qué servían cada cosa en el baño.
Le pedí que me ayudara, pero que no me cargara más. Quiso llevarme a la cocina, pero le pedí que me dejara en la habitación. Me tapé con las mantas haciéndome una bolita y lloré amargamente abrazado a una almohada.
Yo estaba en un lugar extraño, no tenía idea para qué servían la mitad de las cosas. No recordaba mi infancia, ni a mi amoroso (según mi madre) padre, no recordaba siquiera el sabor de las comidas, cómo se leía o escribía, apenas podía hablar medianamente bien. Todo era tan difícil… Estaba cansado… me dolía sobremanera la forma en que me miraba Eren, como si esperara mucho de mí y yo lo decepcionara a cada momento. Y yo no podía, no tenía la manera de tenerlo contento, porque yo realmente quería… verlo sonreír, como esa única vez en el hospital.
Sentí que levantaban las cobijas, mi cara estaba empapada, y miré con algo de miedo. Eren sostenía una bandeja con cosas en un brazo y la colcha con la otra. Me miraba como si yo fuera una criatura mitológica o algo así. Dejó la bandeja a un costado y se sentó con suavidad, me corrí como pude al otro lado, intentando secarme el rostro con la sábana.
Eren abrió la mesa de luz, sacó un paquete de pañuelos de papel.
—Toma –dijo, y me alcanzó algunos. Dudé un poco, con mi mano temblorosa los agarré. Su mirada cambió completamente, suspiró y me miró un buen rato-. Tú… realmente… no estás mintiendo, ¿verdad? –negué con la cabeza. Y luego reponiéndome hablé.
—El… el sábado… ¿queda muy lejos?
—En cinco días –respondió Eren con tristeza en la mirada-. En verdad… ¿no me recuerdas? –bajé la mirada estrujando las telas de la cama entre mis dedos agarrotados.
—Hay... ¿hay un… camino más corto?... ¿al sábado? Madre, viene… entonces, Eren… tch… -me molestaba mucho demorar tanto, solo para expresar un pensamiento-. Si, debes ir… ve… yo estoy bien… aquí… Lo… Lo siento… no quiero… eso… eso… tch… -Inspiré y pensé un poco, tratando de calmarme y no ponerme tan nervioso-. ¡Retener! No, yo no… tch… Eren, puedes irte, ¿sí?
—No voy a dejarte solo, además son sólo cinco días, no es como si fuera a ser toda la vida –dijo apáticamente-. Te lo debo, al menos estos cinco días.
—Es que… gritas y… lloras… y aaah… yo no puedo… no sé… mmm… todo… lo siento, es difícil, Eren… no quiero que… te enojes…
—Escucha, Levi, hagamos una cosa, ahora vamos a cenar, ¿ok? Yo pensé… no sé, creí que… estabas fingiendo, perdóname. Joder, me siento muy enojado conmigo mismo –me comentó tapándose la cara-. Antes… me mentiste y… me heriste… muy, muy profundo… por eso… Bueno, no importa ya, cenemos. Traeré mi plato –dijo poniéndose de pie.
Al volver puso la bandeja sobre mis piernas, miré un rato largo las cosas. Una especie de carne al horno y papas doradas, olía bien. Tuvo que cortarme la carne porque no podía con una sola mano. Igual masticar fue un infierno, me mordí un par de veces la lengua, y me atraganté otro par, tratando de engullir esos pedazos casi sin mascar. Al final del cuarto bocado, me di por vencido.
— ¿Quieres que te haga un poco de puré? –sugirió, Eren.
—No, gracias. Ya no tengo hambre.
Me ayudó a beber un poco de agua, realmente estaba sediento.
—Usaré la habitación de enfrente –dijo señalando la puerta, lo miré desde las cobijas-. Si necesitas algo, solo llama, te escucharé, tengo el sueño liviano. ¿Quieres ir al baño?
Negué con la cabeza.
—Buenas noches, Levi.
—Bueno.
Luego de un buen rato, me di cuenta que no podía dormir, a pesar de sentirme cansado, es como si mi cuerpo me diera batalla en todos los frentes. Me senté un buen rato, mirando la pantalla del televisor, luego me llamó la atención la parte de abajo del mueble donde reposaba el mismo. Esta vez deslizarme al suelo fue más sencillo. Me arrastré hasta el tele, había un aparato conectado que reposaba debajo de éste y dos controles remotos al costado. Abrí ese lugar del mueble, que parecía llamarme, y saqué varios DVD´s, estaban en cajas negras, clasificados con números, no tengo idea que significan. Tomé uno que decía "77", saqué un disco plateado de adentro, en forma automática agarré los controles y logré que una especie de bandeja salga del interior del aparato de abajo. Coloqué el disco, prendí el televisor, casi en forma automática, sin pensar demasiado, y bajé mucho el volumen porque estaba algo fuerte, no quería que Eren me interrumpiera.
Me sorprende lo que veo. Es como un video casero. Está algo obscuro, es como a la hora de la puesta del sol, a decir por la iluminación, es en esta habitación, en esa cama donde estaba acostado minutos antes…
—Levi… -hablaba un Eren un poco más joven, con voz rasposa, mientras miraba con ojos llenos de sueño por encima de su hombro-. ¿Qué haces?...
—Te filmo… eres hermoso… y cuando estemos arrugados como pasas quiero tener un recuerdo de tu piel tensa y firme, para poder masturbarme a gusto.
—Idiota… -suelta bufando, y hundiendo el rostro en la almohada.
La cámara se desliza por las hermosas, largas y bronceadas piernas, tiene puesto un short azul ligero que roza lo indecente, junto a una musculosa blanca holgada, levanta de nuevo el rostro y sonríe perezosamente. Me quedo extasiado, es tan hermoso cuando sonríe que no puedo evitar levantar la mano y mis dedos chocan contra la pantalla. El Eren de la imagen se carcajea y toma la cámara para apuntar hacia mi… no me reconozco, es decir, sé que soy yo, porque somos parecidos, y Eren lo llama por mi nombre, pero no soy yo, es como mirar a otra persona… y siento un poco de envidia, porque ese Levi… ese es el que ese Eren ama.
En cierta manera me duele el pecho, muy, muy profundo.
—Vamos, Levi, dile al público que eres un maniático del control, y que te encaaanta chupármela, ja, ja, ja –se ríe deliciosamente, es como una cascada de alegría, sonrío por inercia.
—Mocoso atrevido… ¿qué tal si hablamos de lo lindo que te ves con las piernas abiertas y tu agujero lleno?
Entiendo menos de la mitad de las cosas que dicen, pero es tan nostálgico ver cuánto amor hay entre nosotros… ¿hay?... No… ya no hay… Mis ojos se llenan de lágrimas. Eren se pega a mi cara y nos filma a ambos.
—Vamos a dejar un testimonio –dice divertido el de ojos verdes-, para todas esas arpías de la oficina de Levi –yo sonrío cómplice, mientras lo beso en el cuello-. ¡El jefe es mío bitches! Miren esto y mueran ahogadas en su propia bilis –levanta su mano a la cámara y enseña un precioso anillo negro con una esmeralda en forma de corazón, una verdadera belleza.
—Mmm… tal vez deberíamos mostrarles toda la acción para que no queden dudas –le sugiero atrevido, mientras meto mis manos debajo de su musculosa.
— ¡Claro! ¿Por qué no? –responde Eren cerrando los ojos y moviéndose sugestivamente. Sin dejar de filmar, unimos nuestras bocas y nos besamos apasionadamente. Eren se sienta a horcajadas sobre mí-. Te amo –susurra con sentimiento sobre mis labios-, te amo, te amo, Levi.
—Y yo a ti, bonito… -otro beso húmedo, intenso y largo queda grabado en las cintas, y yo trago en seco. Realmente quisiera poder besarlo así, se debe sentir rico.
La filmación acaba, y yo me quedo mirando largamente a la pantalla, llena de interferencias grises y ruidosas…
By Luna de Acero… Con los sueños destrozados…
