Un taxi circulaba sin prisa por las calles del este de Tokio. Dentro, un hombre con el pelo y ojos tan negros como la misma pintura del coche observaba a través de la ventanilla. Cierto aire melancólico había en su mirada, que estaba fija en el paisaje. Poco había cambiado en la que era la vecina de su pequeña ciudad natal, aun la recordaba cómo le había visto de niño, pero hacía más de 70 años que no pisaba ni siquiera su país.
Poco a poco las calles se iban poblando más y más, sobretodo de gente de negocios y demás trajeados al amparo de la luz el alba. Tras girar una curva su mirada dejo atrás la melancolía y dio paso a la sorpresa. Rodeado por una gran plaza llena de puestos y pequeño edificios, se alzaba una estructura enorme, tanto que la ventanilla no le alcanzaba para ver su cima. Antes de que pudiera asomarse mejor el conductor le interrumpió con una breve tosecita. Forzado a salir de su asombro le miro a través del retrovisor, tiempo para ver como contenía una sonrisa un tanto... burlona. Ambos se pusieron serios rápidamente, el taxista alzo su mano enguantada a la vez que anunciaba el precio del recorrido, mientras el joven moreno ya había sacado su billetera y contado los billetes.
Cerró la puerta con una sutil brusquedad y alzo su cabeza para observar el edificio en su totalidad. Parecía formar un triángulo, con una de sus puntas en el centro mismo de la plaza y extendiéndose hasta el fondo; mientras que dé él se alzaban un manojo de torres formando el edificio. Se puso a caminar hacia ella, mientras pensaba en la enorme diferencia para con la antigua tienda, cambio por el cual era en parte responsable. Le costaba avanzar, se fundía con la multitud y justamente por eso nadie se percataba de su presencia, no todo eran ventajas con su recién estrenado cuerpo. Pero al ver que al acercarse a los guardias estos no se alarmaron, también se dio cuenta de que no medir casi dos metros ni tener pelo naranja tenía su lado bueno.
Al entrar por fin la multitud disminuyo y pudo caminar a sus anchas. Observo a su alrededor y aprecio que al igual que en la plaza, el estilo tradicional y limpio se mantenía dentro del edificio. Piedra, plantas y madera se combinaban entre el blanco esqueleto del edificio y su mobiliario. Ya llegando a su centro se topó con una entrada vigilada por guardias. Uno de ellos dejo de hablar por un segundo y tranquilamente levanto su mano señalándole que pare.
—Utsumi Kouno— dijo casi de memoria, a la vez que les daba su identificación y ponía su dedo en el escáner.
—Muy bien, déjeme...— se detuvo ni bien termino de pasar la tarjeta.
El guardia miro extrañado la pantalla para luego mirar a Kouno. Su compañero repitió los mismos movimientos antes de volver mirarse entre ellos. Ambos guardias dejaron de tener una mirada amable, su rostro estaba lleno de seriedad. Mientras uno se acercaba para devolverle la tarjeta, el otro palpaba sin sutileza alguna la cara inferior de la mesa.
—Lo siento señor, sus datos no concuerdan del todo.
— ¿Mis datos?
—Su cara, precisamente. Mis compañeros le escoltaran hasta que resolvamos el problema.
—Ese idiota...—murmuro mientras se pasaba la mano por la cara, a la vez que se oían múltiples pasos venir hacia él. Al girarse vio a tres guardias detrás suyo, que sin amabilidad alguna le tomaron por los brazos. Simplemente se dejó llevar. Pero antes de que pudieran alejarse más de un metro, un joven de pelo rojo apareció hecho una furia.
— ¿¡Se puede saber que está pasando!?— grito mientras amenazaba con golpear a los guardias.
— ¿Siempre es así de desconfiada tu gente, Jinta?
Tras escuchar el nombre de su jefe le soltaron de inmediato y los cuatro se pusieron a ver como el pelirrojo reprendía a los guardias de la puerta. Trataban de explicarse, pero no les dejaba decir más que titubeos. Cuando termino les dirigió una mirada iracunda a quienes retuvieron a su invitado y estos retrocedieron haciéndose los desentendidos. Kouno pasó tras la puerta y empezó a caminar junto a Jinta.
—Esos imbéciles.
—Que yo recuerde cambiar las fotos de las tarjetas es cosa tuya.
— Soy un hombre ocupado, tengo otras cosas que hacer aparte de eso.
— ¿Como por ejemplo...?
—Vete al diablo, Kurosaki.
—Silencio— Dijo Ichigo disimulando su enojo, hacía mucho que nadie lo llamaba así, menos en público y era mejor de esa manera. — Están todos los guardias atentos por nuestro numerito, no necesito que te escuchen.
—Últimamente han estado muy nerviosos, sí.
— Pues por tu horrible carácter no será ¿qué paso para ponerlos así?
—Nos atacaron, un fullbringer parece, aunque ellos creen que fue algún tipo de IS.
— ¿IS?
—Sí, tenía forma de eso al menos. No hubo gente lastimada, Urahara tiene varias trampas instaladas...solo por si acaso. Igual logro huir, no sabemos nada más.
— Bueno... hablando de él, supongo que ya sabes que me llamó ¿Dónde está?
—Este es su edificio, él es el presidente ¿Tu donde crees que estará?—Dijo Jinta señalando hacia arriba, para luego señalar con una mano al centro del edificio y con la otra darle una tarjeta.— Por ahí esta el ascensor, ten esta tarjeta para ir directamente.
Cuando le volvió a mirar ya se estaba yendo. Simplemente levanto su mano a modo de saludo, sin decir palabra. Ichigo se dirigió a los ascensores, un grueso pilar formado por ellos se erigía justo en el centro hueco del edificio, disfrazado por pasillos que entraban y salían de este. Simplemente entro, paso la tarjeta y el artefacto empezó a subir a toda prisa.
—Necesito que vengas a Japón en seguida, te espero mañana en mi despacho, tengo un nuevo trabajito urgente— Fue lo único que le dijo en cuanto le llamo. Parecía alarmado, nunca le había pedido verse personalmente por un trabajo y menos que volviera a Japón. Salió en el primer avión del mediodía y apenas pudo relajarse que tuvo que salir de nuevo para llegar a su reunión. Estaba acostumbrado, hacía años que no usaba el shumpo a no ser que fuese absolutamente necesario.
El ruido de las puertas abriéndose le quito de su ensimismamiento. Un gran despacho se hallaba frente a él, el sonido de las teclas se oía detrás de una gran mesa redonda rodeada de computadoras. Tras esta, una joven de pelo negro inspeccionaba con la mirada todos los monitores. Pesé a parecer tener la vista cansada, cosa normal en ella, no daba a entender por ningún medio que tuviera problema alguno con su trabajo. Incluso se tomó un momento para saludarle.
—Bu-buenos días, Ichigo. El señor Urahara te espera dentro.
—Gracias Ururu, que tengas buen día—dijo, dejándole con su trabajo. Usualmente Ururu le ayudaba con las cuestiones logísticas de sus encargos, sabía que solía estar ocupada, pero no tanto. Aun así no parecía agobiada ni desconforme con su trabajo.
—Vaya hombre, era hora de que aparecieras— dijo Urahara, con toda la apariencia de recién despertado.
—Acabo de recorrer medio mundo, si hubieses accedido a darme una de esas capas espirituales que tienes todo sería más fácil.
—Si te hubiese dado una, no hubieses entrenado con Yoruichi y tendrías un gran problema en caso de perderla. Además, fuiste tú el que dijo que no quería vestir como yo.
—Primero muerto—le contestó—. Da igual ¿Por qué me llamaste?
—Recibí una información interesante y quiero que hagas un trabajo de infiltración, a ver que puedes averiguar.
— ¿No me has hecho venir por eso, verdad? Sería el mismo trabajo de siempre, esto es diferente.
—Sí, si lo es. Para empezar es aquí, en Japón. El resto...mejor que te lo explique el. — Levanto su mano mostrando una especie de control, al pulsarlo la fachada trasera del despacho se abrió mostrando un gran pantalla de bordes violetas. Al encenderse apareció el capitán comandante Shunsui Kyoraku. Ichigo se alarmo por un momento, pero bajo la guardia al ver que solo era él. Hizo desvanecer su gigai para volver a su forma original, ante la mirada de Urahara, que sonreía con el orgullo de quien contempla su trabajo.
— ¡Hola Ichigo, tanto tiempo sin verte!—exclamo—. Mírate, si hasta te has dejado la barba— En efecto Ichigo ahora llevaba una barba corta pero abundante, y el pelo apenas un poco más largo, poco había cambiado además de eso del adolescente de hace décadas.
—Pues tú no has cambiado mucho, dime ¿Cómo van las cosas como comandante?
— Es un infierno de trabajo, tuve que ascender a Nanao para que me ayudara...— corto su plática frente a la tosecita de su anfitrión.
—No quiero interrumpir amigos— dijo Urahara— pero tenemos trabajo y no andamos bien de tiempo.
—Lo siento, lo siento. Kisuke tiene razón, me daré prisa, apenas conseguí tiempo para que esta charla sea segura. Verás Ichigo, lo que queremos es que te infiltres como alumno en la academia IS.
— ¿Están locos? ¿Cómo me van a meter ahí para empezar?—dijo Ichigo, mientras pasaba a mirar a Urahara—. Y no, no me voy a meter en un gigai de mujer.
—No te pedimos eso Kurosaki—le contesto Urahara—. Era una opción, si, pero ahora hay un piloto masculino, seguro lo escuchaste, y no tendremos ese problema.
—De acuerdo ¿Pero porque todo este interés en los IS de repente?
—En realidad hace tiempo que tenemos a los IS en la mira, tanto nosotros dos como la cámara de los cuarenta y seis. Estos estuvieron pendientes de los IS desde el principio, pero no le di mayor importancia. Ahora ha ocurrido un ataque en la academia y han pedido que mandemos un destacamento infiltrado para protegerla.
— ¿Y para que me necesitan a mi entonces?
—Necesitamos que investigues por nosotros sin que el Gotei lo sepa—dijo Urahara—. Desde que el capitán Kyouraku me aviso hace poco del interés de la cámara por los IS trate de averiguar más sobre ellos, pero no logre nada, no solo están protegidos por medios físicos, sino también espirituales. Pensamos que los cuarenta y seis tienen algo que ver con esto, pero no sabemos porque ni tenemos pruebas.
—Entiendo. Supongo que quieren que les consiga acceso a estas máquinas y la academia. Aunque no creo que la cámara se quede quieta mientras lo hago.
—Ese es otro detalle, por lo que hemos visto, la cámara solo está interesada en los movimientos del mundo espiritual—Dijo Kyoraku—. Poco les importa los tejemanejes de los humanos, y por la información que tenemos hay muchas de esas idas y vueltas sin mayor intervención.
—No deberías tener problema mientras actúes como un ser humano normal.
—Mejor que nos pongamos a trabajar entonces. Acepto Shunsui, solo trata de mantener el Gotei lo más lejos de mí que puedas.
—Descuida, lo prometo. Me alegra que después de todo podamos seguir contando contigo.
—Tú puedes seguir contando conmigo—Contesto remarcando el "tú"—, jamás pude agradecerte por encubrirme cuando el resto quería mi cabeza.
—Sabes que no tienes porque, pero no nos pongamos sentimentales. Se nos acaba el tiempo y ya es hora de mi siesta. Les veo luego. Suerte—tras decir esto la pantalla se apagó, e Ichigo y Urahara quedaron solos de vuelta.
Urahara le hizo una seña y caminaron devuelta al ascensor. Ya adentro, paso su tarjeta por el lado opuesto a la botonera, donde aparentemente no había nada, y el ascensor empezó a bajar.
—Jinta me comento lo del ataque—Dijo Ichigo— ¿Saben algo realmente?
—Sí, todo indica que fue un fullbringer. No es algo usual, pero después de tantos años te acostumbras. Es lo malo de ser el mayor proveedor de productos espirituales, siempre hay alguno que intenta robarte algo. Se metió por el depósito pero las trampas le disuadieron.
—Dijo que era muy similar a un IS. Por lo que se, los IS son máquinas con cierta conciencia propia. Uno de esos con un fullbringer no es algo que me entusiasme.
—Es otra de las razones por la que te mandamos. La academia IS es una gran escuela, o sea, que está repleta de adolescentes. Y estas adolescentes están rodeadas de armas de última tecnología. No es que me guste, pero hasta ahora lo llevan bien... solo no quiero imaginar lo que puede llegar a pasar si algo o alguien realmente poderoso se hace con esas máquinas.
—Quieres que les proteja... menos mal que se me da bien. ¿Y cómo planeas meterme exactamente?— Ni bien termino de decir esto sintió una gran presión espiritual, mientras el ascensor pasaba por un gran espacio negro. Cuando salieron de la oscuridad Ichigo se percató de que el ascensor seguía bajando pero esta vez por una versión de cabeza del edificio anterior—. No me lo puedo creer...
—Esto es Urahara Industries, la verdadera esta vez. Aquí gestionamos todos los asuntos espirituales de la corporación. Estoy muy orgulloso de esto, debo decir, es una versión mucho más grande del campo de entrenamiento de la vieja tienda.
No mentía, como si fuese un domo o un valle gigante, completamente verde el terreno se extendía hasta difuminarse y luego subía hasta el cielo falso. El lugar era inmenso y la presión espiritual que sintió no fue otra que la combinación de la de todos los trabajadores que allí había. Ichigo calculó que debían de ser cientos, y tan variados que iban de los fullbringer a los shinigamis retirados, arrancares menores y plus. Urahara había reclutado alrededor del mundo a todo aquel ente espiritual que no tuviera adonde ir. Ichigo también había participado en su creación, no reclutando, sino tendiendo puentes y facilitando el camino de la empresa con sus trabajitos.
—Muy lindo— dijo con una leve sonrisa al mirar de lo que había sido parte— Pero aun no me cuentas que vamos a hacer.
—De acuerdo. El hecho es que ya tenemos dos infiltradas en la academia, ya eran alumnas antes, pero sus padres son amigos nuestros y les contactamos. Son muy hábiles, pero no pueden hacer mucho porque no están debidamente preparadas. Tú ya tienes experiencia en estos temas y obviamente manejas mejor el reiatsu.
— ¿No era que no podías conseguir información de ellos?
—Sí y no. La parte externa no es problema, es una simple maquina después de todo. Lo difícil es el núcleo, y casualmente es la única parte donde se registra actividad espiritual. Dado a las defensas y a que los núcleos son contados, no he podido ni acercarme ni llevarme uno para analizarlo.
—He visto a estos pilotos antes, Su reiatsu es...diferente, pero igual son adolescentes comunes y corrientes, ni cuenta deben darse. Debe ser cosa del núcleo que dices—Dijo Ichigo—. Supongo que tú también lo has pensado. Déjame adivinar, ¿Adaptarás de alguna manera mi alma a los IS para que pueda usarlos, no?
—Exactamente. Con la ayuda de nuestras infiltradas y unas mediciones que les realice logre identificar como se comunican con el núcleo. Al parecer solo deja que lo manejen mujeres, pero con un poco de energía espiritual da el brazo a torcer. Solo necesitamos adaptar tu alma para que no tenga que usar más energía de lo necesario. Para evitar que te descubran o hagas explotar al IS.
El ascensor supero la punta del edificio que se hundía en la tierra, paso por otra zona negra y volvió a salir en una zona idéntica al viejo campo de entrenamiento. Ambos avanzaron y a su derecha se encontraron con el equipo que Urahara había preparado, recostado sobre un costado una roca estaba Jinta tomando una siesta. Urahara le hizo señas para que viniera y mientras se acercaba vio como Jinta se desperezaba sin decir palabra.
—Este el gigai que prepare. Como sé que eventualmente podrías necesitar mostrar tu verdadera forma, elegí uno que se pareciera a ti pero no demasiado.
—Es un poco morboso usar el aspecto de mi primo muerto, ¿no crees?—Dijo mientras lo miraba. Y procedió a ponérselo.
Era muy cómodo, como llevar ropa a medida, usar un aspecto similar al suyo después de tanto tiempo.
—El cuerpo está equipado con una interfaz digital, con conexión segura a las computadoras de Ururu. Como en las otras misiones, si necesitas asistencia solo tiene que pedirla. También nos dejara meternos directamente en caso de topar con la información que buscamos.
—Espero que no me espíes. ¿Estas marcas en los brazos?
—Es un tenteikura automático, ahora se están calibrando, pero ya desaparecerá. Con eso nos conectamos contigo, es más seguro que usar una conexión normal. Ahora por favor sube al prototipo.
Sin vacilar se subió a un IS negro que estaba frente a ellos. Del salía una gran cantidad de cables conectados a lo que parecía ser una computadora. Una vez se acomodó Urahara empezó a teclear, mientras el sentía un cosquilleo recorrer su cuerpo. Tecleaba una serie de comandos y le observaba, atento a cualquier indicio de problemas. Repetía esto con más frecuencia de lo que a Ichigo le gustaría. A medida que avanzaban Ichigo iba sintiendo como se conectaba con la máquina, aun así le costaba realizar los movimientos que de vez en cuando Urahara le solicitaba.
—Muy bien ahora necesito que eleves tu reiatsu, poco a poco.
— ¿Quieres que nos descubran idiota?
—Esto está cerrado a cal y canto y es aprueba de reiatsu, deja de preocuparte y has lo que te piden— le espetó Jinta—. Idiota.
—Necesitamos asegurarnos de que tu reiatsu no se volverá loco en caso de que tengas que usarlo, ya que hace mucho que no lo liberas. No queremos que queme el IS ni dañes a alguien.
—Está bien... aquí vamos.
—Recuerda, poco a poco, poco a po… — Le dijo Urahara mientras le miraba a los ojos, pero no pudo terminar la frase. Ambos abrieron los ojos tanto como sus parpados le permitieron, y en cuestión de milisegundos Urahara se había alejado todo lo que podía, cargando a Jinta al hombro. Mientras Ichigo se había envuelto en llamas azules y el IS de negro paso rojo y luego a blanco. Con Ichigo como epicentro, una enorme explosión se abrió paso por todo el recinto.
Cuando la polvareda bajó, Urahara miro a Jinta para cerciorarse de que estaba bien. Al encontrarlo simplemente desmayado se puso a buscar a Ichigo. Entre medio de las nubes vió una figura. Era Ichigo, no tenía ningún rasguño pero se encontraba inmóvil, de pie observando sus manos. No podía sentir nada viniendo de él. Un escalofrió recorrió su cuerpo al ver como Ichigo le miraba, incluso desde la distancia se podía saber que estaba furioso. Salió volando hacia él, como si hiciese un shumpo, mientras todo colapsaba y se hacía pedazos tras él. Lo mismo sucedió al frenar, aunque para Urahara poco importaba, pues el hombre más fuerte que conocía lo estaba tomando del cuello.
— ¿Por qué no puedo usar mi reiatsu?— Fue lo único que dijo. Pero su voz era horrible, llena de furia y a la vez, con una calma sepulcral. Sus ojos amarillos brillaban en un lago negro. Cualquier rastro de humanidad de su rostro, se había ido.
Bueno si han llegado hasta aquí simplemente quisiera agradecerles por tomarse el tiempo de leer mi fic. También me gustaría mencionar que acepto (mejor dicho, aprecio) criticas de todo tipo y colores, sobre todo si son constructivas. Gracias devuelta, y espero volver pronto con otro fic.
Hasta luego! :)
