Disclaimer: Como siempre, los personajes no son míos, pertenecen a la maravillosa escritora de Stephenie Meyer. Yo solo soy una chica con imaginación que creo otra historia a partir de ellos, jeje. La trama es mía.

Advertencia: Hay bastante Ooc y mal lenguaje. Por si las moscas...

Espero les guste chicas, para poder continuarla (:


Prólogo.

La música retumba en mis oídos, en una discordia constaste e incesante. El salón donde me encuentro vibra con su ritmo, rugen gritos de júbilo y exaltación provenientes de la "pista de baile". Tengo los pies apoyados en la mesita de vidrio (que seguramente no superará esta noche) y estoy recostado en el sillón, observando las botellas vacías de alcohol en el piso. A mi alrededor la gente charla animadamente en un circulo.

Vagamente, noto que una voz murmura mi nombre.

— ¿Quieres salir de aquí? —El hálito caliente y húmedo de Tanya golpea contra mi oreja.

Volteo, entonces recaigo en su jodida mano sobre mi pierna.

El último porro me dejó en las nubes.

Siento sus dedos deslizarse por mi muslo y su nariz rozar mi cuello. Aunque mi zona baja está clamando victoria, una sensación de rechazo se expande por mi estomago. Decido hacerle caso a este último y empujo a Tanya contra el sillón, levantándome.

No tendrás suerte esta noche.

Me mira, con los ojos abiertos en una expresión de mierda que decido ignorar. Tiene la cabeza apoyada contra el respaldo. La veo un rato en esa posición, con mi vista medio nublada; entonces me agacho, inclinándome sobre su rostro, con mi mano apoyada al lado de su mejilla.

— ¿Cuándo aprenderás —susurro — que no suelo acostarme dos veces con la misma perra?

Esbozo una sonrisa ladina, al ver el rayo de furia atravesar sus ojos, pero me alejo de su lado antes de que tenga tiempo de responder. Apenas le doy la espalda chilla como una condenada.

Incluso, a pesar de mis precauciones, distingo alaridos de palabras como "Pendejo" e "Idiota" cuando voy cruzando la puerta hacia el umbral del jardín. Decido ignorar a la zorrita gritona, porque todavía me voy riendo de su reacción y porque seguramente mañana no recordará nada.

Una vez afuera, en el jardín de entrada de la casa, el caos es aún mayor. Hay gente bamboleándose entre una masa sudorosa de cuerpos y están todos tan borrachos, que llegan a darme asco.

Vuelvo la vista buscando por Emmett, pero no me sorprendo; aquí tampoco hay rastros de él. Decido que debe haberse ido con Rosalie a quien-mierda-sabe-donde para empezar con sus perversiones. Me alegro de no tener que oírlos (o verlos con uno de sus disfraces, ugh)

Un par de tipos me saludan cuando pasan a mi lado, una chica de segundo me sacude sus pestañas con una sonrisa. Ahí, detenido en el patio, empiezo a hacer un listado de las tías buenas que me falta "conocer" y que están en esta fiesta. Porque yo también espero tener una buena noche…

En eso estoy, cuando descubro que varias personas se han agrupado a no más de diez metros. El alboroto general llama mi atención.

No es raro que en este tipo de fiesta se armen revueltas entre borrachos.

— ¿Cómo puedes ser tan cerdo?

El grito que llega hasta mí, termina de encender mi curiosidad. Es una chica.

Me acerco.

— ¿Cerdo, Isabella? ¿Llamas ser un cerdo a buscar una mujer dispuesta a tener sexo?

Frunzo el ceño. La voz masculina me es familiar. Empujo a un par de idiotas fuera de mi camino.

Ante mis ojos, entonces, se abre una escena bastante jodida. En mi estado, reconozco al desagradable capitán nuevo del equipo de futbol. No me sé su nombre, porque no me interesa. Pero lo detesto de vista (está en mi lista de personas non-gratas). Y a su lado, tomada por la cintura, está una de las perras. Vuelvo a forzar la memoria. Ahm ¿Lidya?, no ¿Heather?... ¿Heidi? Ajá, ¡Heidi! El nombre de ella sí me interesa.

Creo que estuve a punto de llevármela a la cama una vez…

—… llegar a ser tan marica —Vuelvo a prestar atención y veo a la chica menuda que se enfrenta al capitán y a Heidi. Les está gritando— No sé cómo eres capaz de hacerme esto Mike.

Así que el nombre era Mike, asiento.

La chica que tengo frente a mí, está cabizbaja y tiene el cuerpo tenso. Su mirada va rápidamente del suelo al capitán, a la perra y al suelo nuevamente. Se nota en su rostro que la vergüenza le está ganando. Inclino la cabeza, incapaz de reconocerla, aunque su silueta me parece conocida.

— ¿Qué tipo de niñita eres?—Bufa Mike— ¿Crees que la relaciones se basan en ir a comer popcorn al cine? —Oh. El está asquerosamente ebrio— Las relaciones de adultos, Isabella, se basan en esto.

El idiota hizo un movimiento obsceno contra la pierna de Heidi, que soltó una risita tonta. La situación es ridícula y estoy empezando a sentir pena por la chica.

Isabella, la de risos cafés, levanta la cabeza (con un efecto retardado de treinta segundos) en defensa a la burla.

—Eres un caliente hijo de puta —espeta. Con los puños apretados a sus costados —. Y tú —dice acercándose a Heidi — eres una jodida zorra.

Debo decir que me sorprende, yo pensaba que se iba a dar la vuelta para salir llorando. Pero tiene los puños temblando a sus costados y parece un poco más decidida que antes, además… Oh no. Aprieto la mandíbula, porque recién lo veo venir; la indignación de Mike tomando forma bajo su ropa, tensando sus músculos en respuesta a las palabras de Risos cafés.

El capitán murmura una maldición y Heidi presenta una horrenda mueca de odio. El idiota se adelanta un par de pasos, hasta quedar a la altura de Isabella. Sus ojos de ebrio brillando con furia irracional producto del alcohol. Ahora le grita y se agita en movimientos sardónicos.

Miro a mí alrededor, porque todos se están haciendo los idiotas y nadie parece interesado en intervenir ahora que el ambiente se colocó más tenso.

Suelto un bufido, encabronado. Y antes de que Mike consiga hacer el amague de un golpe, tiro a la muchacha del brazo con fuerza hacia mi cuerpo.

El capitán parpadea aturdido cuando su puño solo se topa con aire.

—Suficiente —gruño. Y de inmediato pienso quien mierda me manda a entrometerme en estas estupideces.

Él, Mike capitán del equipo de fútbol, me mira estupefacto un momento y furioso al siguiente. Veo que tiene los ojos bañados en sangre.

— ¿Quién te crees tú para meterte conmigo, imbécil?

—Si vuelves a levantar el puño contra una mujer —siseo— Me voy a creer el imbécil con la obligación de hacer añicos tu rostro.

Doy media vuelta, con el brazo de la chica afirmado. El círculo de fisgones nos observa murmurando; pero nadie se atreve a interferir mi camino, incluso aunque atrás aunque Mike me grita que "si quería pelea ya la conseguí". Por su puesto, el me reconoció.

Soy el jodido Edward Cullen. Pienso con orgullo. Sería aun más idiota si no me reconociera.

Camino un par de minutos más, en dirección a la reja de entrada, mi humor arruinándose más a cada paso, porque repentinamente toda mi rabia se dirige a la chica ¿Qué rayos había hecho que esta niña viniera aquí sola?, ¿De verdad se creía capaz de manejar todo por su cuenta? ella me estaba siguiendo como en trance y en ningún momento intento rehuir de mi tacto.

No dejo de llamarme la atención aquello último.

Cuando estamos llegando al inicio del patio, ella se detiene. Me vuelvo a verla horrorizado, está llorando. Suelto su brazo de inmediato, como si me hubiesen arrojado agua hirviendo. Luce tan destruida, tan frágil….

No estoy acostumbrado a ver a las personas llorar, generalmente las personas no eligen mi compañía para hacerlo. Así que mi sistema nervioso se descontrola. Esto es terriblemente incómodo.

— ¿Tienes como irte? —murmuro entre dientes. Desviando mí vista lejos de sus lágrimas.

Al segundo de decirlo me siento como un idiota insensible, pero como no soy bueno usando las palabras (y seguramente de abrir la boca terminaría jodiendola más) esto es todo lo que puedo ofrecerle.

Gracias al cielo, ella parece despertar de su estado de shock. Secando con rapidez la zona bajo sus ojos y resonando su nariz. Siento su mirada en mí, pero yo estoy muy concentrado observando un punto lejano a su espalda.

—Gracias —dice con voz firme.

Y yo cierro los ojos con molestia. ¿Tiene como irse, sí o no?

Ya no tengo la más mínima idea de porque me metí en esto. Resulta que yo estaba teniendo una noche bastante buena, hasta que ella se cruzó en mi camino.

Maldita fiesta.

—Deberías irte —espeto, más brusco de lo que deseaba— Parece que nadie en esta fiesta te quiere, niñita. ¿Para qué venir sobria a un lugar lleno de borrachos?

Ahora sucede que su estupidez es otra de las cosas que me molestan. Y no sé porqué.

Le repito mi pregunta, con voz más fría. De reojo veo su estremecimiento y mis pupilas me traicionan, centrándose en ella.

—Tú también estás drogado —susurra.

Y así, es como acaba por derribar mi humor, mi paciencia y las ganas que poseía de tener sexo esta noche. Entrecierro los ojos y le doy la espalda, terminando de recorrer el tramo a la puerta, donde me espera mi moto.

Voy a asumir que la respuesta a la pregunta que no respondió, era afirmativa.

Saco las llaves de mi bolsillo…

—Me llamo Bella —suelta, volviendo a colocándose a un costado mío. Ladeo la cabeza— Me dijiste niñita —sisea— no soy una niña. Mi nombre es Isabella Swan.

Ahora tengo incluso más rabia. Eso tampoco es una respuesta a mi pregunta, además, de todo lo que ha sucedido ¿lo único que ha retenido es que la llamé niñita?...

Una pieza hace "clic" dentro de mi cabeza.

Swan.

Mis ojos se agrandan. Mierda. ¿La sensación de reconocimiento? Ya sé porqué. Y es que la he visto antes en el instituto, saliendo de la oficina en la que suelo gastar la mayor parte de mi tiempo; ella es la maldita hija del director.

Ahora me cuestiono que es lo que hace en un lugar como este con incluso más fuerza.

—Um. Gracias de nuevo —añade a mi falta de léxico— Mike nunca se había puesto tan idiota.

Agarro el puente de mi nariz con los dedos de mi mano derecha. ¿Qué es lo que pasa por la cabeza de esta chica? Resulta que hace tres minutos, estaba hecha un mar de lágrimas y ahora… ahora no hay rastro de llanto en sus ojos.

Antes de que pueda reaccionar, para darle alguna respuesta, me hace un asentimiento con la cabeza y se aleja corriendo por la acera. Un par de coches más allá, la veo entrar en un auto.

Así que si tenía como marcharse.

Me ha dejado descolocado por completo. Hubiese querido hacerle un par de preguntas, pero en realidad agradezco que por fin haya tenido la delicadeza de irse. Porque tampoco sé cómo manejar la gratitud y no estaba disfrutando sus agradecimientos.

Mientras observo su coche desfilar por la calle, hago girar las llaves en mi mano. Isabella Swan. ¿Quién lo hubiera pensado? Tengo ganas de revolcarme en el suelo de la risa. Yo, Edward, acabo de rescatar a la hija del director.

Ese maldito hijo de puta que no soportas ni mirar.

Qué ironía.

Saco un cigarro, porque la revelación ha vuelto a despertar mi mente, y cuando lo estoy prendiendo, dirijo de nuevo la vista a la casa de Ian. A través de la reja, diviso la figura de la chica que está conmigo en Matemáticas. Exhalo una calada, observándola revolotear frente a mí, a unos escasos veinte metros dentro del jardín.

Y esbozando una sonrisa, vuelvo a guardar las llaves de la moto. Voy a dejar los pensamientos sobre Swan para otro momento.

Porque ahora que la chica se ha ido y me encuentro solo. Recupero las ganas de no pasar esta noche en casa.

Edward Cullen, acaba de entrar en acción.