Disclaimer: los personajes de Slam Dunk no me pertenecen, sino a: Takehiko Inoue

I'll survive

By: Seymour

Chap. 1:

Varios años habían pasado ya desde la última vez que había pisado suelo japonés. Varios años habían pasado ya desde que estuvo en aquél mismo lugar. El aeropuerto. Aquél que le había servido para cerrar un capítulo de su vida y al mismo tiempo para abrir uno nuevo: Maravilloso, lleno de éxito pero a la vez tan vacío.

Meneo delicadamente su cabeza, como queriendo sacar esos pensamientos inútiles de su mente. Apretó con fuerza la manija de su maleta. Contuvo la respiración y emprendió su andar. ¿Coincidencias de la vida? Aquel lugar siempre era el portal de cambios significativos. Pero bueno, la cuestión era que había regresado a Japón con la única y plena intención de recuperar algo que era suyo. Algo que en sus años de juventud no supo apreciar ni valorar, algo de lo cual con la lozanía de su joven edad hasta se atrevió burlar.

Pero era cierto que ahora con sus veintipico de años, aquellos veinte y tantos que comenzaban a rozar delicadamente los 30, había comprendido que su vida era simplemente infeliz. Hizo una pausa en su deliberación, y solo una pregunta se formuló en su mente.

¿Qué era la felicidad?

Era consciente que no era el primero, ni tampoco el último, en formularse aquella tan magnífica pregunta. Una pregunta que a penas constaba de solo cuatro palabras… pero albergaba… hum… ¿cómo decirlo? No sabía cuales eran las palabras adecuadas así que simplemente lo resumiría en que era una pregunta de gran importancia, de gran magnitud.

Se río de si mismo. Él y su gran habilidad de expresión, pero bueno, retomando su pensamiento¿alguien habrá llegado a ser feliz? O sea, con la pureza que la palabra indica. Feliz. Simplemente ello… sin ningún ápice de amargura, pena ni tristeza, nada de temor e incertidumbre.

Despejó su mente una vez más. Esto se había vuelto costumbre desde no recordaba cuando. Antes no era así… antes eran otros tiempos.

Se tomó un taxi, indico escuetamente la dirección a donde quería ser llevado y así comenzó el trayecto. Observó con ojos inexpresivos lo que se imponía ante él, observando a través del cristal de las ventanillas. Ninguna de ellas dejaba colar siquiera un delgado hilo del frío que caracterizaba aquella época del año. Era pleno invierno pero dentro de aquel Taxi uno no podría adivinarlo a menos que se observara a la gente extremadamente abrigada en el exterior. Conforme pasaba el tiempo y se aproximaba a destino, iba recorriendo y recordando cada lugar.

Así fue como minutos más, minutos menos se encontraba frente a la puerta de su antiguo apartamento. Aquel en donde vivió durante sus años de secundaria y preparatoria. ¿Por qué no se había desecho de el antes de marcharse? Ni el mismo lo sabía, el caso era que ahora le era útil.

Tanteo con sus dedos largos y fríos el bolsillo de su jean, y de este extrajo el juego de llaves. Introdujo unas de ellas en la cerradura, giró y luego de una suerte de movimientos la puerta se abrió ante su par de ojos azules. Deslizó sus dedos por la superficie de la fría pared hasta llegar al interruptor de la luz y una vez encendida esta todo se hizo visible ante él.

Todo estaba como hacía años atrás, o al menos lo que él podía recordar pero revolver entre viejos recuerdos quedaría pendiente para mañana, o para cuando tuviera ganas de hacerlo. Por lo pronto estaba demasiado cansado del viaje que había realizado. Además, si había algo que había extrañado de todo Japón y no había encontrado en ningún otro lado, a parte de la razón de su regreso, había sido su cama. Su mullido colchón y almohada.

Paso a paso que disminuía la distancia entre su cama con su propio ser se marcaba con algo que dejaba caer… campera, sweater, remera… todo lo que consideraba incómodo para dormir no encontraba otro cruel destino más que el propio suelo.

Se desplomó en aquella cama que lo había cobijado durante tantos años, en el único lugar donde se había sentido protegido.

- - -

Se despertó entrada la mañana. En un principio algo perdido, no sabía donde se encontraba pero conforme pasaban los minutos y sus ojos recorrían la habitación reconoció el lugar. Se desperezó y se levantó de la cama, caminó por los pasillos y al llegar a la cocina se dio cuenta que no tenía NADA que comer. Gran problema. Bueno, tendría que ir a hacer las compras… pero antes se daría una reconfortante ducha.

Así fue como se dirigió hasta su maleta, tomó algunas prendas y las dejó sobre la desecha cama. Sin siquiera meditarlo dos veces se perdió dentro del baño, abrió la llave del agua caliente y la dejo caer. Haciendo que la pequeña habitación se llenara de vapor. La única prenda que hasta ese momento había quedado cubriendo aquella parte pudorosa de su cuerpo había desaparecido y sin más se perdió bajo aquella lluvia tan agradable.

Sentía aquellas gotas golpear sobre él y deslizarse por toda la extensión de su cuerpo. Una sensación demasiado deliciosa… No pudo supo cuanto tiempo estuvo allí dentro pero fue lo suficiente como para que la piel de sus dedos se arrugara. Cerró la canilla y salió envuelto en una toalla. Se vistió, tomó algo de dinero y salió de su departamento.

En su trayecto pudo apreciar que todo aparentaba estar como recordaba aunque claro, lo que realmente necesitaba que estuviera en su lugar… ya no lo estaba. Aparentemente durante esos 10 años de ausencia el minimercado de la zona había cerrado… y ahora estaba en la necesidad de ir más lejos hasta quien sabe donde para poder encontrar alguno "Genial" masculló para sí mismo, pero bueno… luego de vagar y encontrar donde abastecerse de comida, se encontraba nuevamente en marcha pero esta vez de regreso. No pudo evitar hacer el viejo recorrido y porque no atravesar la vieja cancha del parque… si es que aún seguía allí.

Lo que fue un pensamiento recurrente durante el tiempo que le tomo hacer las compras y eso, fue como haría para encontrarse con él. ¿Dónde estaría¿Qué habría sido de su vida? Y así era como la ensimismación se apoderaba de él nuevamente, siendo lo único que lo regresaría a la realidad un fuerte sonido seco. Pestañó repetidamente. El estaba bien pero algo había caído al suelo, según pudo deducir por el sonido. Observó sus manos, las bolsas aún seguían allí. ¿Entonces qué había sido el causante de tal sonido? Fue allí cuando sus dos pupilas azul profundo optaron por bajar la vista y fue allí que le vio.

Tendido en el suelo. Cabellos largos y extremadamente negros. Cuerpo delgado. ¿A caso era una muchacha?

"sí, estoy bien, gracias… no se moleste puedo ponerme de pie solo" escuchó una clara voz varonil. Y mientras esas palabras eran pronunciadas por esos delicados labios tonos carmesí, ese cuerpito que no debía de superar el metro sesenta y cinco, se iba poniendo de pie. Sin duda la juventud de ahora no se comparaba con los jóvenes de antes… Los adolescentes de ahora eran cada vez más irrespetuosos hacia los mayores y para nada educados… aunque claro, él había sido la excepción en su tiempo…. Y cierto pelirrojo también, aunque ahora que lo pensaba, todos los del club de basket de Shohoku eran la excepción a la regla salvo el sub capitán Kogure "mínimo podría preguntar si me golpee o algo en vez de ponerse a pensar en quien sabe que cosas¿no?" y descendió otra vez su mirada hasta clavarla en ese par de ojos casi tan azules como los suyos propios.

"te pusiste de pie, no?" fue la única respuesta que obtuvo el muchachito por el mayor. Frunció su entrecejo "… solo porque yo sea menor a ud 'señor' no implica que me puede pasar por alto o pisotearme si fuere el caso"

"………" ok, y este niño se lo estaba tomando demasiado a pecho. Su personalidad contrastaba totalmente con su aspecto delicado pero bueno, nunca más acertada la frase de 'las apariencias engañan' o 'no juzgar los libros por su cubierta' Hum. No tenía ganas de perder el tiempo, de seguro no pasaba los 16 años… además tenía otros temas mucho más interesantes que tratar. "lo que tú digas, pequeño" e hizo un ademán que expresaba puro fastidio

El muchacho frunció su ceño una vez más, separó sus labios para agregar palabras más pero la alarma de su reloj digital comenzó a sonar con el estridente 'beep beep'. Por inercia levantó su puño y observó la hora… "llegaré tarde" y como alma que llevó el diablo se giro y siguió su rumbo

"…" Rukawa simplemente lo observó y fue allí que divisó las letras blancas de la chaqueta negra y roja que llevaba el muchacho. "Shohoku" susurró para sí. No la había reconocido… el modelo era otro… pero claro: el tiempo pasó, el modelo pudo haber tenido sus modificaciones pero lo que más le sorprendía era que ese muchachito tan frágil fuera parte del equipo. Bueno, ni que le importara. Y como hizo el muchachito hace rato él también siguió su propio camino con destino final su departamento.

- - -

Dos días habían pasado desde que había llegado a Japón y no había echo ¿nada? Había intentado, había planeado llamar a alguien y averiguar un poco pero cuando tuvo el teléfono en sus manos y se disponía a marcar… ¿qué número marcaría? No tenía el número de ninguno, y si por esas casualidades de la vida llegaba a tener alguno, quién podía decir que siguieran viviendo en el mismo lugar. Sacudió su cabeza en signo de frustración. Lo único que había atinado a hacer fue ir a la cancha de basket, capaz y alguno de los muchachos se aparecería por allí pero… nada.

Debía de hacer algo, debía encontrar a Hanamichi. Porque sí, Hanamichi había sido la razón de su retorno a Japón pero en algún momento ahondaría en detalles… ahora no tenía tiempo. ¿Aunque a quién quería engañar? tenía todo el tiempo del mundo… pero simplemente no tenía ganas de recordar.

Se puso una chaqueta y salió a la calle. A veces se sentía agobiado de estar encerrado en esas cuatro paredes… observar las fotos y trofeos de sus años de juventud. Dios, lo mejor era salir de allí… y así lo hizo.

Caminó y caminó. La suave brisa invernal acariciaba sus blancas mejillas. Se detuvo ante un semáforo, aguardó pacientemente hasta que le tocara cruzar. Una vez el artefacto diera la señal indicada los transeúntes cruzaron las calles, y por ende él también.

No tenía destino preestablecido, simplemente se limitaría a caminar. Fue en ese momento que por más irreal que le había parecido escucho su nombre, alguien le estaba llamando. Giró lentamente su rostro y vio hacia atrás. Y allí estaba, una mujer.

"Rukawa" volvió a escuchar su nombre pronunciado por aquellos labios. La examino una vez más… y la joven se percató de ello porque notó como se sonrojaba y se mostraba algo intimidada.

"¿quién eres?" fueron las únicas dos palabras que salieron abruptamente de sus labios. Oh, sí… algo tan característico en él.

La muchacha se vio algo consternada y dudosa ante la pregunta. No entendía por qué, simplemente le había preguntaba quien era y mientras la observaba podía apreciar un gran deliberar en su rostro hasta que finalmente ella consiguió el valor necesario para susurrar un apenas audible "Haruko"

Ese fue el nombre que pronunció mientras se acomodaba un mechón de su cabello castaño detrás de su oreja.

'Haruko'… ese nombre le sonaba de algún lado pero no podía recordar pero como si aquella mujer le pudiera leer la mente, ella le explicó "nos conocimos en la preparatoria, soy la hermana del capitán Akagi…" y sonrió algo nerviosa.

Ahora recordaba, esa mujer que estaba frente de él era aquella muchacha que estaba siempre presente en las prácticas. Por ella era por quien Hanamichi había entrado al equipo de basket y por quien había echo tantos esfuerzos, simplemente para impresionarla. Un sabor amargo inundó su boca del solo hecho de pensar aquellas ideas.

"¿cuándo regresaste a Japón? No sabíamos nada de ti… Veíamos tus partidos" y así comenzó un rosario de preguntas, comentarios y halagos por parte de la joven. Rukawa la observaba pero no la escuchaba hasta que aparentemente debe de haber echo un gesto de cansancio porque la muchacha que se hacía llamar Haruko comenzó a disculparse por estarle robando el tiempo, que de seguro estaba ocupado y cosas así, y antes de que siguiera aturdiéndolo, el ojiazul decidió cortar la conversación con un 'hasta luego' y cuando finalmente creía estar liberándose de la pesada muchacha, que seguía igual a lo cargosa que la recordaba… aquella voz femenina se escuchó nuevamente "espera" y volviéndose una vez más, allí la tenía.

"es que…. Ahora estoy llendo a… bueno… una vez al mes al menos nos reunimos todos… y hoy es esa fecha" comentó la muchacha. Rukawa no estaba muy dispuesto a aceptar la 'disimulada' invitación pero una vez ella intentó alegar e insistir "todos estarán… todos estos años tu faltaste… y estoy segura de que les dará gusto verte… seguro tendrán muchas cosas de que hablar…" ¿y por qué no? La misma muchacha había dicho: todos se reunirían, y acaso ¿no estaba buscando una oportunidad para reencontrarse? Era como una respuesta del mismo cielo.

"claro, será maravilloso" dijo mientras se giraba por completo y se ponía junto a la muchacha. Y sin más, emprendieron la marcha.

- - -

¿Para que mentir? La reunión había sido terrorífica, no solo Hanamichi no se había presentado… sino que fue ametrallado de preguntas y preguntas y más preguntas sobre su vida en América, la NBA y demás cosas que realmente a él le tenían sin cuidado.

Los únicos detalles que le parecieron importantes a destacar era que, aparentemente, Ryota y Ayako habían terminados juntos… y algo que no había estado ni en sus más remotos cálculos era que aquella mujer, esa de la cual Hanamichi había promulgado estar enamorado (pero que él muy bien sabía eso había sido solo en el principio) estaba casada con uno de los amigos del pelirrojo! Del mejor amigo de Sakuragi! Mito… Yohei Mito.

Pero no todo había sido tan malo. Había que verle el lado positivo a las cosas y a la vida en general. Gracias a esta reunión pudo dar con el paradero de Hanamichi.

Todo estaba listo, solo era cuestión de hilar el futuro encuentro…

- - -

Habían pasado varios días desde aquella reunión… y otros días más hasta que juntó el valor para enfrentar el 'reencuentro'. Había marchado temprano en la mañana pero deambulo por demasiados lugares antes de presentarse allí. Pero no había marcha atrás, hoy tendría que ser el gran día.

Llegó en el horario que calculó las clases terminaban y daban lugar al comienzo de las actividades de los clubes.

Recorrió aquel lugar, todo estaba igual a como lo recordaba. Había unos pequeños cambios, sí... pero ninguno demasiado drástico. Nada demasiado especial. Eso sí, el único cambio que llamó verdaderamente su atención rayando en el asombro fue una vitrina. Allí estaba, cercana a la dirección, en el pasillo para que todo mundo pudiera verla. Y sí, él también lo hizo porque muy a pesar que su único destino y lugar de interés fuera el gimnasio, tuvo un pequeño deseo de recorrer aquella institución. ¿Nostalgia?… capaz.

Habían varios trofeos, varios ganados en los últimos años pero no solo de trofeos se agraciaba aquella vitrina, sino de fotos. Revisó una a una. Estaban ordenadas en orden cronológico. No tardó demasiado en encontrar aquellas que remontaban a sus años de juventud e integrante titular del equipo de Shohoku. Allí estaba, lado a lado con Sakuragi. Habían sido los dos novatos que habían causado sensación en primer año…. Siguió observando y más adelante había una foto de si mismo y unos cuantos artículos referidos a su ingreso a la NBA. Suspiró. Parecía que hasta allí no pasaría desapercibido. Siguió observando las fotos… y fue cuando descubrió aquellas en donde Hanamichi era el entrenador. Una sutil sonrisa se delineo en sus labios.

Se había enterado que Hanamichi era el profesor del club de basket desde hacía ya más de 5 años, eso le había sorprendido. Si había algo en lo que no se imaginaba a esa bestia pelirroja era estar a cargo de algún grupo de adolescentes hormonales y todos los problemas/actitudes que acarreaban esa bendita edad. Juraría que el Hanamichi que él conocía de seguro habría matado a más de un alumno con uno de esos cabezazos mortales que a él le dejaban medio bobo por unos cuantos minutos. En fin...pero si ya tenía más de 5 años como profesor, eso quería decir que nada de eso habría sucedido. ¿Y, acaso, eso quería decir que, Hanamichi no era el mismo que él había conocido? Hum. No era hora de atormentarse con esos pensamientos.

Con manos en bolsillo siguió su recorrido hasta llegar finalmente a su destino final. Para ser sincero consigo mismo, había actuado por impulso propio. No tenía ni planeado que decir o como actuar. Ni una remota idea pero que hacerle, ya estaba ahí.

Siguió el mismo camino que había recorrido tantas veces al terminar las clases para dirigirse al famoso gimnasio. Y una vez allí, contuvo la respiración y apoyó una de sus blanquecinas manos sobre la puerta, que más que dichosa le brindaba libre paso hacia el interior.

"LEVANTEN LAS MANOS! NO LAS TIENEN DE ADORNO" se escuchó un vozarrón gritar sobre el chirrido de balón y zapatillas deportivas. Efectivamente: era él. Con sus ojoz azules repasó todo el lugar, en busca de aquella figura tan anhelada. Y allí estaba. De pie junto a la cancha, de espaldas a su ser. Pudo admirar aquella figura. Tal cual la recordaba, con el cabello mas corto capaz... pero igual de musculoso y tan bien formado. Los años le habían sentado de maravilla.

Sacudió su cabeza intentando aclarar las ideas. El tema ahora era ¿que decir¿Entrar¿Mandarlo a llamar? Demasiadas inseguridades. Sería un gran error del cual se arrepentiría si se fuera sin siquiera cruzar miradas o palabras. Era extremadamente necesario que Hanamichi se percatara de su presencia, por mas infantil que fuera, ese era su único capricho… que sea como sea, Sakuragi se diera cuenta que él había regresado a Japón.

"¿piensa pasar o se piensa quedar obstruyendo el paso todo el día?" escuchó una voz detrás de él. Volvió su rostro y descendió un poco su mirada para encontrarse con un muchachito de cabellos largos y negros... y si su memoria no le fallaba ya lo había visto en algún lado.

Si, ya lo había visto. Y recordaba hasta donde había sido. En el parque, aquella vez cuando chocaron. El niño que tenía la campera del uniforme de Shohoku. Y efectivamente en Shohoku se lo había cruzado nuevamente. "Oye… ¿tú eres parte del equipo?" le pregunto intentando disimular interés… debía de saber cosas sobre Sakuragi y ¿quien mejor para averiguar que uno de sus alumnos?

"si… soy uno de los titulares" dijo orgulloso y con una sonrisa socarrona. Rukawa abrió sus ojos en sorpresa¿cómo decirlo? No esperaba que aquel niño de figura tan… delicada, por decirlo de alguna manera, fuera titular. O sea, no por menospreciar… Ryota había sido el mas bajo de su equipo en aquel momento pero tenía… ¿más cuerpo? Sin ofender, pero aquel niño pasaba por niña lo más tranquilamente. Y el muchacho como si pudiera leer su mente se dio cuenta de sus pensamientos "crealo si quiere, la verdad no me interesa" y se disponía a seguir caminando

"oye, espera" Dios, siempre le fue difícil mantener conversaciones "dime… ¿y quién es su entrenador?"

El muchacho se volvió, lo observó y mientras se deliberaba en seguir hablando con ese 'tonto', se acomodó unos cabellos "Nuestro entrenador es Hana, es un ex jugador de esta preparatoria" explicó

"(Hana?... como que no le va a ir demasiado bien si le da tanta confianza a sus alumnos) o ya veo… ¿y que me puedes decir de él¿Es bueno?"

"¿es el mejor… no vio todos los trofeos que ganamos?"

"justamente por eso… me sorprende un poco… lo último que me hubiera esperado de Hanamichi es que fuera entrenador" dijo más para sí que para sincerarse con el muchacho. Sintió que el muchacho lo observó de una manera que no pudo descifrar muy bien…. "si eso era todo, me retiro" y sin más, sin darle tiempo a que pudiera preguntar más lo vio caminar con gracia única. Su cuerpo era delgado, sus caderas estrechas y sus espaldas para nada amplias. La piel del muchacho era nívea y sus rasgos demasiado delicados. Un androginismo natural sin necesidad de utilizar accesorios ni maquillaje.

Lo vio como se acercaba a Hanamichi, le tironeaba delicadamente, como solo el podría, de la manga de la campera. Vio como se puso de puntitas de pie y como acercó sus labios al oído del hombre mayor. Le vio susurrarle algunas palabras que le habría gustado escuchar... y como reía divertido. ¡Eso era claro y puro coqueteo¿Cuántas veces lo había visto? Nadie podía decirle lo contrario... pero eso no era lo que le indignaba más... la cosa era que Sakuragi volteo su rostro y le dedicó una dulce sonrisa al muchachito mientras le acariciaba el cabello. Intercambiaron unas cuantas palabras más... y sin más el muchachito se quitó la campera que tenía grabada en sus espaldas 'shohoku', dejándola a un lado; se amarró su cabello en una alta cola de caballo y procedió a quitarse esos pantalones que le quedaban tan holgados, quedando en unos diminutos par de shorts. Todos se le quedaron viendo. Observó a Hanamichi y noto algo que no supo interpretar demasiado bien otra vez.

Vaya, algo debía de estar pasando con él… no podía interpretar demasiadas expresiones últimamente.

"¿qué se supone que es eso?" pudo finalmente cuestionar el profesor

"ah, es parte de mi estrategia... se llama: distrayendo al enemigo" le dijo sonriente el muchacho. "muchos me confunden con niña, y mis piernas no deben de ser la excepción de tal confusión así que... "

Sakuragi se agachó y tomó los pantalones que antes habían cubierto tan largas y delgadas piernas, luego alzó su vista hasta la altura de los ojos azules del muchacho "ponte esto de inmediato" le susurró.

"..." no le hizo caso, tomó el pantalón: sí, pero lo dejó sobre la banca "no... además, profesor... allí le buscan... encárguese de su visita" le advirtió antes de ingresar a la cancha y comenzar a jugar.

Hanamichi le estaba por reprochar algo al muchacho, era claro que tenía ganas de traerlo de los cabellos si fuera necesario para 'vestirlo' pero por curiosidad se volteo y buscó a la persona que le buscaba.

Rukawa sintió esos ojos almendras clavarse en su ser. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. No podía ser que estuviera observándole a él… y que se estuviera acercándosele. Con ese paso tan firme y tan seguro, tan característico de él. Contuvo su respiración. Juraba que todo a su alrededor giraba, sentía sus miembros ceder.

"¿me estaba buscando?" fue lo que sus oídos escucharon y cuando todo su nerviosismo desapareció con esa simple pero tan significativa frase.