Hecho para una actividad en FFL del año pasado. Algún día serán de mi propiedad, si bien se vale soñar~ Por ahora, dejo que (Masashi) Kishimoto se quede con ellos. ¡No me pertenecen! Jé~
Cruda realidad Nada había cambiado, al menos no en el aspecto que él hubiera deseado; miró por la ventana que estaba empañada. Frente a ella se encontraba su taza de café, aún humeante, en la espera de ser bebido con devoción, aguardando con un desespero ficticio el dejar aquella taza de porcelana, que evitaba, se derramara.

Habían pasado tantas cosas. Tan buenas, tan malas. Todo era un ciclo, que se pensaba, nunca terminaría. Las estaciones habían pasado, dejando atrás ésos momentos, dejando atrás a aquellas personas que él tanto apreciaba; para Naruto, el enfrentar la muerte Jiraiya había sido todo un reto. Un dolor que deseaba jamás volver a experimentar, pero lo dudaba... más aún con lo que se avecinaba.

Suspiró.
Giró su mirada al lado contrario, las lágrimas comenzaron a caer lentamente por su rostro. Sus ojos azules se endurecieron con levedad por el sufrimiento reprimido en ellos.

Naruto lloraba.
Lloraba en aquella habitación.
Lloraba en la soledad de su mundo.
Lloraba porque era humano, porque no era el héroe que todo creían; porque como él había muchos que intentaban dar lo mejor.
Lloraba porque era la única manera de descargar aquél sufrimiento que llevaba cargando desde su infancia, porque a veces... una sonrisa puede ocultar mucho dolor y tristeza.

Removió su cabeza de un lado al otro, tratando de acalmar sus dolencias, sonriendo con bobería... porque éso era lo único que podía hacer en esos momentos, consolarse a sí mismo.

Destellos blanquecinos inundaron el panorama de la habitación.
Así como las estaciones se fueron, otras venían. Entre ellas... la navidad.

A diferencia de lo que todos podrían pensar su navidad no comenzaría hasta que él estuviese de regreso.
Sí, ciertamente era un poco egoísta... pero, ¿por qué no serlo por una vez en su vida? Al fin y al cabo él también era humano, uno que sentía... que de verdad sentía todo lo que sucedía. Uno que deseaba volver a ver a su familia reunida, aún cuando éso no fuese posible.

Naruto podría ser el héroe más grande, el que era más reconocido por todo el mundo, pero él sabía que seguía siendo un niño. Un chico de unos escasos dieciséis años que ya enfrentaba al mundo como un adulto.

Lo único que él deseaba era volver a sus años de infancia, aquellos en los cuales aún no sabía nada pero ellos estaban con él. Todos. Sin excepción alguna.

Pero sí, ciertamente no podía lamentarse por toda su vida con el pasado. Él odiaba a las personas que se mentían a sí mismas, así que haría todo lo posible por no odiarse.

Por una vez en su vida no quería ser Naruto, el jinchuriki del Kyûbi.
Naruto, el héroe de Konoha.
Naruto, el invensible...
Naruto... Naruto... ¡No!

Él quería ser Uzumaki Naruto, el niño que deseaba como regalo de navidad a sus amigos, al equipo siete.

Sí, era todo. Absolutamente. En definitiva.
Sólo deseaba volver a recordar ésos años felices de infancia en su ahora adolescencia..


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