Disclaimer: el potterverso pertenece a Rowling.

Esta es mi primera historia en FanFiction, así que espero que esté bien.

Voy a escribir un capítulo dedicado a cada uno de los personajes de la tercera generación. Algunos serán sobre su paso por Hogwarts y otros puede que sobre situaciones concretas. También es posible que describa como vivieron distintos personajes un distinto acontecimiento.

Espero que os guste.

Empezamos por el mayor, primer capítulo para Teddy Lupin.


Capítulo 1

Teddy Lupin

El dormitorio estaba más ordenado que nunca. No había absolutamente nada en el suelo. Las camisas sucias y los pantalones sin doblar que usualmente recubrían el suelo junto con túnicas negras increíblemente arrugadas y calcetines son pareja habían desaparecido. Las camas, normalmente deshechas cubiertas de libros, pergaminos y envoltorios, al igual que las mesitas que tenían al lado, estaban perfectamente hechas. Los baúles que solían estar abiertos o en medio de la habitación haciendo que cualquiera que fuese despistado se tropezase estaban ahora cerrados y colocados cada uno al pie de la cama de su propietario. Todos menos uno.

Teddy Lupin colocaba sus últimas pertenencias en el interior del baúl que lo había acompañado durante siete años. Siempre había gustado hacerlo en el último momento, a la hora de la cena. Así podía estar solo mientras sus amigos disfrutaban de su última comida en el castillo. Llevaba haciéndolo desde su primer año en Hogwarts, aunque esa primera vez no fue porque hubiese querido.

El día antes de que se marchase a Hogwarts por primera vez Harry le había entregado el Mapa del Merodeador. "Era de tu padre" le había dicho. Y Teddy lo había guardado en su baúl. Pero en cuanto llegó al castillo se quedó tan maravillado que se olvidó de que lo tenía. Era un niño obediente, no se saltaba las normas y nunca se había visto en la necesidad de tener que usar un pasadizo secreto o esquivar a los profesores en los pasillos para nada, por lo que el Mapa permaneció en un rincón de su baúl durante todo el curso. Hasta el último día. Había esparcido todas sus cosas en el suelo para guardarlas de manera más o menos ordenada y fue entonces cuando lo vio. Estaba muy arrugado, pero no tuvo más que alisarlo un poco y pronunciar las palabras adecuadas y ante él apareció un mapa del castillo y el lugar donde se encontraban todos sus habitantes. Esta vez le pudo la curiosidad, al darse cuenta de que no conocía ni una cuarta parte del enorme castillo. Pero Teddy Lupin no era famoso por su habilidad para evitar las trampas del castillo, entre las que se encontraban los escalones falsos. A lo largo del curso se había quedado atrapado al menos cien veces y era conocido por todos por su gran torpeza y por haberse convertido en el nuevo blanco favorito de las bromas de Peeves. Normalmente el chico se lo tomaba con humor, pero el último día antes de las vacaciones de verano y teniendo una maleta por hacer, quedarse con un pie dentro de un escalón en mitad de una escalera que no para de moverse y sin nadie cerca para ayudar se convierte en un problema bastante grave.

Tuvo que esperar hasta que los primeros alumnos de Gryffindor empezaron a salir de su sala común para bajar al Gran Comedor a cenar, para poder moverse. Y para cuando descendió los siete pisos y llegó de nuevo a su sala común, ésta estaba ya desierta, al igual que su dormitorio. Se maldijo a sí mismo por su torpeza y se prometió que el próximo curso tendría más cuidado –algo que, por supuesto no cumplió – porque no había nada más aburrido que tener que guardar todas sus cosas en el baúl solo, sin nadie con quién hablar o con quien entretenerse.

Eso fue lo que pensó cuando vio lo desastrosamente desordenada que estaba su esquina de la habitación y tuvo que asumir que se perdería la cena, aunque si tenía suerte sus compañeros le llevarían algo de comer. Con un suspiró de resignación se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y apoyó la cara en su mano, observando todas las pertenecías que tenía repartidas por la habitación. Empezó a guardarlas una por una y poco a poco su enfado se fue reduciendo. Era agradable estar solo de vez en cuando. Pasaba bastante tiempo solo de pequeño, pero en Hogwarts era difícil encontrar un momento para alejarse de los demás. Y en ese instante, el último día de curso sentado en silencio en su dormitorio, normalmente lleno de gente, se dio cuenta de que había echado de menos la soledad. Te permitía pensar, reflexionar y a veces no estaba mal poder hacer algo sin que todo el mundo de observase, te preguntase o simplemente estuviese a tu alrededor. A medida que guardaba sus cosas iba recordando diferentes momentos del curso y también de su vida. Al final no era tan malo lo de quedarse solo. Sus compañeros tardaron en llegar menos de lo que él había esperado. Se sobresaltó al abrirse la puerta, y si no hubiese sido por eso sus amigos lo hubiesen encontrado riéndose mientras miraba los dibujos que uno de ellos había le pintado en el libro de Encantamientos.

-¡Últimos! –exclamó Jerry White nada más entrar abriendo la puerta de un portazo. Se dejó caer en su cama.

-¿Quién ha ganado? –preguntó Ted interesado cerrando la tapa de su baúl y mirando a su alrededor para asegurarse de que no se olvidaba de nada.

-Ravenclaw.

Pero todo su interés por la Copa de las Casa se había evaporado al ver aparecer a su mejor amigo con un plano rebosante de comida. Se lanzó hacia él y le arrebató de las manos sin que el chico pudiese hacer nada para impedirlo.

-¡Eres el mejor, Roby! –le dijo con la boca llena de puré de patata.

-¡No es justo! –Jerry, que era extremadamente competitivo, seguía protestando por el resultado de la competición-. Siempre lo saben todo y los profesores siempre les dan puntos en las clases.

-Estudia más –fue la solución de Robert. Como respuesta recibió una miraba fulminante.

-Las serpientes solo han quedado segundas porque son unos tramposos. –Todos conocían la abierta repulsión que sentía el chico por los de Slytherin. Su padre había sido auror en la época de Voldemort y había escuchado muchas veces hablar a su padre sobre todo lo que habían hecho los mortífagos-. Y los de Gryffindor deberían haber quedado últimos no nosotros, pero como ganaron la Copa de Quidditch consiguieron bastantes puntos. El año que viene cuando yo esté en el equipo seguro queHufflepuff gana. –Se colocó bien la corbata negra y amarilla y alzó la cabeza con orgullo. Los demás rieron.

Pero Jerry se equivocó. Al año siguiente Hufflepuff tampoco ganó la Copa de Quidditch, aunque él estaba en el equipo. Teddy fue a ver todos los partidos, aunque la verdad es que el quidditch no le entusiasmaba. Por eso todos se quedaban con la boca abierta cada vez que hablaban sobre el deporte mágico por excelencia y él señalaba algún dato interesante o hacia algún comentario sobre alguna jugada. Porque todos pensaban que Ted Lupin no sabía gran cosas sobre el quidditch. Nunca le habían interesado mucho lo partidos y mucho menos pertenecer al equipo y las únicas veces que se había subido a una escoba dentro de los terrenos de la escuela había sido en las clases de vuelo de primer año. Pero lo cierto era que Teddy sabía bastante de quidditch. Harry le había comprado su primera escoba de juguete cuando apenas tenía cuatro años y le había llevado a multitud de partidos de quidditch, sobre todo cuando Ginny aún jugaba. Por suerte para el pequeño Lupin, al que no le hacía mucha gracia eso de volar sobre escobas y lanzarse pelotas, todo eso terminó cuando nació James, Ginny se retiró del deporte profesional y Harry tuvo que dedicar más tiempo a su hijo. Al principio sintió que lo habían dejado de lado porque Harry ya iba a verlo tan a menudo, pero se le pasó rápido. Había empezado a ir al colegio muggle, aunque a su abuela no le gustaba esa idea, y además ya era más mayor y le gustaba más pasar el tiempo con niños de su edad.

Durante sus tres primeros cursos en Hogwarts los deseos de su amigo de que Hufflepuff ganase algo – cualquier cosa – no se vieron cumplidos. Pero sin duda el siguiente fue uno de los mejores en toda la historia de la casa de los tejones. Tenían uno de los mejores equipos de los últimos años. Las demás Casas todas tenían nuevos jugadores ese año, mientras que en su equipo el más joven era Jerry, que iba a comenzar su tercer año como cazador del equipo. Teddy no fue el único que se dio cuenta. Afortunadamente, el capitán también se percató de la situación e intensificó los entrenamientos con la intención de sacarle partido. Y así fue. Su táctica funcionó y, a base de trabajo, Hufflepuff se alzó por primera vez en ocho años con la Copa de Quiddtch. Ellos no tenían las tácticas infalibles de Ravenclaw, ni jugaban sucio como los Slytherin, ni tampoco realizaban las temerarias jugadas imposibles de Gryffindor, pero lo habían conseguido. A Teddy no le interesaba mucho el quidditch, pero ese día lo celebró igual o más que el resto de miembros de su casa. Los mayores llevaron decenas de cervezas de mantequilla y alguna que otra botella de whisky de fuego, que nadie de sexto para abajo probó porque las tenían a buen recaudo en el dormitorio los chicos de séptimo, donde Teddy sospechaba que la fiesta había continuado hasta bien entrada la madrugada. Pero además de bebida, también consiguieron traer algún que otro plato lleno de dulces directo desde las cocinas. Esa fue la primera fiesta que celebró en la sala común de su Casa, pero, por fortuna, no la última.

Al final de ese mismo curso, acababa de cerrar su baúl listo para volver a casa a pasar el verano, cuando sus compañeros irrumpieron en su habitación y el ruido lo inundó todo. No necesitó que nadie le dijese a que se debía tanto escándalo porque ya se lo imaginaba y sus sospechas se confirmaron al escuchar los gritos de triunfo de sus amigos, a los que se unió sin pensárselo dos veces. Ese año el Gran Comedor se había teñido de amarillo y negro para celebrar la victoria de los tejones. Por segunda vez en pocos meses el alcohol volvió a correr y la comida llenó las mesas de la sala común, aunque nuevamente Teddy no pudo poner las manos encima de nada más fuerte que la cerveza de mantequilla.

Ese había sido uno de los mejores cursos para el chico. No solo por las dos victorias sino porque también había besado a una chica por primera vez. Sus amigos decían que podía tener a cualquier chica de Hogwarts que quisiese y más de una vez le había pedido consejos sobre qué debían decirles o qué tenían que hacer para gustarles. Pero la mayoría de las veces Teddy no sabía contestarles. Él no consideraba que se le diese especialmente bien ligar con las chicas como decían sus compañeros, no creía que hiciese nada diferente cuando estaba con ellas. Las palabras le salían de forma natural, no tenía que esforzarse. Al final había llegado a la conclusión de que eso se debía a que cuando era pequeño siempre se había relacionado más con chicas que con chicos. No tenía hermanas, ni primas, pero Harry le había llevado muchas veces a La Madriguera y allí siempre estaban Victoire y Dominique o sino Molly. El más mayor de los chicos Weasley era Louis, que era cinco años más pequeño, por lo que se había relacionado sobre todo con las dos hermanas rubias y con Molly. No las veía tan a menudo como para considerarlas familia, pero cuando era niño eran sus mejores amigas, especialmente Vic y Nicky. Había aprendido como hacerlas reír, lo que les molestaba y que tenía que decir para que dejasen de estar enfadadas o que no había que hacer para que se enfadasen. Muchas veces les decía a sus amigos de broma que si uno era capaz de hacer que Molly se riese, entonces era capaz de todo.

Por otra parte, Teddy siempre había sido un chico muy empático al que le era fácil hacer amigos y entender cómo se sentían los demás. Además su torpeza y su incapacidad para controlar el color de su pelo cuando no estaba tranquilo hacían que le cayese bien a casi todo el mundo. A pesar de eso, era un chico tímido, en especial en los primeros cursos, y reservado. Pero no por eso las chicas se fijaban menos en él. Aunque él no se daba cuenta de eso. Porque además de tímido era muy vergonzoso y sería incapaz de decirle a ninguna chica que le gustaba. Por suerte, Laura Robins, que tenía su edad, sí que reunió el valor suficiente para decírselo y luego le besó. La verdad sea dicha, Teddy no estaba muy seguro de lo que sentía por la chica, pero lo cierto es que era muy guapa y este curso había pasado más tiempo con ella y, para que negarlo, era posible que le gustase. Pensó que si salía con ella lo descubriría y además no tenía nada que perder. Durante el verano la echó mucho de menos, así que cuando empezó su quinto curso no podía esperar para subir al Expresso de Hogwarts y besarla otra vez. Estivieron saliendo durante más de un año, hasta que Laura cortó con él. Lo cierto era, que Teddy compartía sus motivos para cortar, pero igual que no era capaz de declararse a una chica, mucho menos de cortar con ella porque eso le dolería y Teddy odiaba que la gente se sintiese mal, por lo que muchas veces la gente se aprovechaba de él. Después del verano, habían retomado su relación con ganas porque llevaban mucho tiempo sin verse. Pero después de varios meses viéndose todos los días se noviazgo se había hecho "aburrido" en palabras de la chica. Y Teddy pensaba lo mismo. Por lo que al final podía considerarse que fue una ruptura de mutuo acuerdo.

En su quinto año, no solo se enfrentó a su primera ruptura, sino también a los TIMO. Nunca había sido un estudiante ejemplar. Suspendía algún que otro examen y a veces olvidaba hacer los deberes. Nada fuera de lo común. En clase prestaba atención y estaba en silencio, pero no era brillante, ni un alumno destacado. Sus TIMO tampoco fueron ninguna maravilla. Estuvo muchas horas estudiando y se esforzó todo lo que pudo, pero no fue suficiente, porque al final sacó una I (Insatisfactorio) en Defensa Contra las Artes Oscuras. Los profesores que habían conocido a su padre se quedaron con la boca abierta, pero Teddy ya se lo esperaba. Esa asignatura se le había dado mal siempre, y eso sumado a los nervios a la hora de hacer el examen, había sido su perdición. Aún así Teddy no pudo evitar que algunas lágrimas se le escapasen al ver sus notas. No podría seguir cursando Defensa pero al menos tenía una E en Transformaciones y Pociones y también podría continuar con Herbología y Encantamientos, que era lo que necesitaba para poder ser sanador.

Consideraba que después de hacer los TIMO y librarse para siempre de las horribles clases de Defensa – no tenía ningún problema con el profesor, pero era de los pocos a los que se le daba mal la asignatura – se había relajado bastante. Las clases se habían complicado y el profesor Dimov, de Transformaciones, al haber solo alumnos con un Excelente en los TIMOS en clase les estaba empezando a enseñar cosas realmente difíciles. Pero no tener la presión de los exámenes hizo que Teddy disfrutase mucho más de su sexto año. Sus notas bajaron considerablemente, cosa que a su abuela no le hizo ninguna gracia, así que después de las vacaciones de Pascua tuvo que ponerse manos a las obra y esforzarse y estudiar más de lo normal para no acabar muy mal parado el curso. Por primera vez había tenido que usar el Mapa del Merodeador, principalmente para evitar a los Slytherin y sacar a Jerry de los líos en los que se metía. Porque después de perder dos años consecutivos contra ellos en el quidditch y de que el año anterior hubiesen ganado no solo la Copa de las Casa, sino también la de Quidditch, su odio hacia ellos había aumentado. Además Roby lo convenció para que el día de su diecisiete cumpleaños –que era viernes - hiciesen una fiesta en la sala común. La idea fue apoyada por todos los tejones, mayores y pequeños, ya que a cualquiera le gusta una fiesta y desde las celebraciones de su cuarto curso no habían tenido ninguna. Esta vez los encargados de las botellas de whisky de fuego fueron ellos, por lo que Teddy no tuvo ningún problema para apropiarse de una. Aunque antes de hubiese podido siguiera abrirla, Sarah Sheen se le echó encima y le plantó un beso en los labios. Tenía dos años menos que él, pero en ese momento estaba tan metido en la celebración que no le importó en absoluto. De hecho, le gustó y esa noche compartieron muchos más besos, y no la soltó hasta que no se fue a su habitación, tan borracho que alegró de que no hubiese escaleras. La fiesta continuó en su dormitorio, donde el alcohol terminó de hacer efecto y todos –menos Roby que estaba demasiado ocupado comiéndole la boca a su novia – acabaron haciendo cosas muy ridículas de las que, por suerte, ninguno se acordó a la mañana siguiente.

Su relación con Sarah terminó junto con el curso. Y Teddy estaba casi seguro de que si no hubiese sido por ella nunca se habría empezado a fijar en Victoire Weasley. Hasta entonces siempre había considerado que las chicas que no tenían su edad eran muy pequeñas, pero había descubierto lo equivocado que estaba porque Sheen no tenía nada que enviarle a su anterior novia.

Siempre había considerado a la mayor de las Weasley su amiga de la infancia. Al empezar a estudiar en Hogwarts su relación había decaído bastante. Solo se veían algunos días en las vacaciones de Navidad y en verano, y además Teddy había hecho amigos de su edad en el colegio y ya no prestaba tanta atención a la pequeña ni le gustaba tanto estar con ella. Cuando ella empezó su primer año las cosas entre ellos mejoraron. Se saludaban por los pasillos y Victoire se acostumbró a acudir a Teddy siempre que tenía problemas en alguna asignatura. Aún así, todos estos años tan solo la había considerado una amiga. Ni siquiera una de sus mejores amigas, solamente una amiga de toda la vida a la que ayudaba muy de vez en cuando, porque Victoire era muy inteligente y rara vez encontraba dificultad haciendo sus deberes. No estaba muy seguro de en qué momento empezó a desear que fuese algo más que su amiga, pero estaba casi seguro de que al principio de su séptimo curso ya sentía algo.

Ese año Victoire se enfrentaba a los TIMO y Lucy cursaba su primer año en Hogwarts, para alegría de Ted, que gritó como un loco en la Selección, en la casa de los tejones. Y debía agradecerle a las dos jóvenes brujas que hubiese pasado con éxito los EXTASIS – o eso pensaba, porque no tendría los resultados hasta el verano. Ted se llevaba seis años con la hija pequeña de Percy y después hablar casi todos los días con ella a lo largo del curso se había convertido en algo parecido a una hermana pequeña para él, que les cogía cariño a las personas con facilidad.

Llevaban poco más de una semana de curso cuando la niña se acercó a él un día que estaba sentado solo en la sala común. Llevaba un pergamino y una pluma mojada en tinta en una mano y en la otra el libro de Pociones.

-¿Puedes ayudarme, Ted? –le preguntó con timidez.

Él le sonrió cálidamente y le indicó que se sentase a su lado.

-Por supuesto. ¿Qué pasa?

-Tengo que hacer una redacción de Pociones –explicó mostrándole le libro que llevaba en la mano-. Es que no me atrevía a pedírselo a Molly y no sé donde está Louis –intentó disculparse por molestarle.

-No me importa ayudarte, enana.

Lucy sonrió más tranquila al descubrir que al chico mayor no le molestaba que ella le pidiese ayuda y entonces Teddy se acordó de algo que le gustaba mucho cuando era más pequeña. Su pelo pasó de su usual color castaño claro a un brillante azul. La niña de once años se rió.

-Puedes pedirme ayuda siempre que lo necesites. –Teddy le revolvió el pelo oscuro como muestra de cariño.

A partir de ese día, Victoire dejó de ser su única "alumna". Gracias ellas retomó su rutina de estudio que había abandonado el año anterior. Conforme pasaban los meses, la rubia cada vez lo reclamaba más y más, y Teddy no pudo evitar fijarse en ella. Sus amigos le habían dicho que era guapa –y también otras cosas – pero él la seguía viendo como una niña pequeña. Hasta ese año. Y tenía que darle la razón a sus compañeros. Victoire era muy guapa, además había crecido y ya era toda una mujer. Tenía un cuerpo que hacía que todos los chicos, incluido Teddy, no pudiesen quitar los ojos de ella cuando pasaba por su lado, y el hecho de que ella pareciese saberlo la hacía aún más atractiva. Teddy se encontró muchas veces mirándola embobado mientras hablaba y otras tanta imaginando situaciones en las que acababan besándose.

Al principio no estaba muy seguro de si realmente le gustaba o no, porque lo que sentía era bastante nuevo, pero, más o menos a partir de mayo, sus días se transformaron en mañanas de clases echando de menos a su Weasley y tardes de estudio. Él con sus libros de EXTASIS delante intentando concentrarse y ella completamente enfrascada en la lectura de algún tema importante de alguna asignatura. Y en esos momentos silenciosos en la biblioteca había ideado mil formas de confesarle sus sentimientos, aunque realmente nunca se había planteado seriamente hacerlo.

Al final había tenido que ser Lucy la que le dijese que si quería sacar buenas notas en los EXTASIS tenía que estudiar a solas, y lo más importante, sin Victoire a su lado. Hasta ella se había dado cuenta de que estaba colado por la Weasley. La pequeña había intentado convencerle para que se declarase, porque aseguraba que sus sentimientos eran correspondidos. Sin embargo el chico no estaba tan seguro.

Así que las últimas semanas antes del comienzo de los EXTASIS, se centró en sus estudios. Para su sorpresa, descubrió que las horas ayudando a Victoire con sus TIMO le habían sido de gran utilidad pues habían hecho que repasase muchas cosas que ya creía olvidadas. Estaba convencido de que la mayoría le habían salido casi perfectos y que su abuela le perdonaría su fracaso en Defensa Contra las Artes Oscuras de hacía dos años en cuanto viese sus resultados.

Miró las fotos que tenía en la mano en ese momento. Eran las únicas cosas que le quedaban por guardar en el baúl. Siempre las dejaba para el final. Aunque esta sería la última vez que las metiese junto con su equipaje porque lo más probable era que ya no volviese a pisar en castillo. Una parte de él se sentía apenado por tener que abandonar para siempre el que había sido su segundo hogar durante siete años, aunque otra estaba contenta y emocionada por ver lo que iba a continuación.

Colocó la primera fotografía sobre su ropa perfectamente doblada. Era de sus padres. Remus y Nymphadora Lupin. Visitaba sus tumbas el último día de colegio todos los años. Era otra especie de ritual. Mientras sus amigos ordenaban sus pertenencias y se preparaban para ver a sus padres de nuevo, él se despedía de ellos. Harry y la abuela le habían contado algunas cosas de ellos. Todos decían que se parecía mucho a su padre en el aspecto físico. Era cierto que tenían el mismo color de pelo, castaño claro –aunque el de Teddy cambiaba frecuentemente – pero aparte de eso no conseguía encontrar otros parecidos. Pocas veces los echaba realmente de menos. No los había conocido y, al contrario que la de Harry, se había criado con su abuela, que era como su madre y con un montón de gente que le quería.

En la segunda foto estaban él y Harry. Era su padrino, pero a medida que había ido creciendo se había dado cuenta de que era más como un hermano mayor que como un padre. Iba a visitarlo todas las semanas y le llevaba regalos y jugaba con él, pero era su abuela la que lo regañaba, la que cuidaba de él todos los días – no es que Harry no se preocupase por él – y la que lo había educado. Además ahora que ya tenía dieciocho años se daba cuenta de que Harry no se dirigía de la misma manera a sus hijos que a él. Para él era como un hermano mayor sobreprotector. Pero no por ello lo quería menos. Harry había intentado por todos los medios que tuviese una infancia muy diferente a la suya en la no pudiese extrañar a sus padres. Y lo cierto era que había tenido bastante éxito.

La puerta de la habitación se abrió con sigilo en cuanto la última foto, en la que estaban sus amigos, se unió al resto de sus cosas.

-¿Se puede? –la voz de Victoire era apenas un susurro, pero retumbó en el silencio en el que había estado sumergido la última media hora.

Teddy cerró la tapa de su baúl apresuradamente y se puso de pie sacudiéndose la túnica que estaba bastante arrugada.

-Sí, claro. Pasa. ¿Cómo has entrado? – se sentó en su cama y le invitó a que hiciese lo mismo.

-Lucy.

Sonriendo se sentó junto a él.

-¿Echarás de menos Hogwarts? –le preguntó mientras observaba con curiosidad el dormitorio.

-No sé –respondió encogiéndose de hombros. Le hubiese gustado responder que a quien iba a echar de menos era a ella pero no le salían las palabras. –Supongo.

Victoire sonrió con tristeza y se giró para mirarlo a los ojos.

-Esto… Teddy, yo… te voy a echar de menos… y… -En ese momento Ted se sintió como un estúpido por no haber sido capaz de decirle lo mismo a la chica-. Bueno… quería que supieses que… yo, bueno…

Victoire empezó a hablar más deprisa y pareció liarse con las palabras. Entonces hizo lo que Teddy menos se esperaba. Dejó de hablar y le besó. Estaba tan sorprendido que se quedó paralizado, pero tras un primer segundo de confusión respondió a su beso. Colocó una mano en su cintura y la besó con decisión, disfrutando de cada segundo de ese beso. Cuando se separaron se miraron a los ojos unos segundos y entonces la chica se levantó.

-Tengo que irme. Tus amigos van a llegar –fue todo lo que dijo antes de desaparecer por la puerta dejando a Teddy solo y más confundido que nunca.

Menos de un segundo después Roby entró en la habitación seguido de sus otros tres compañeros, y Teddy consiguió sacar un pensamiento claro de su colapsado cerebro. Estaba seguro de que sus amigos se habían cruzado con Victoire y era posible que incluso la hubiesen visto salir de la habitación. La pregunta de qué hacía a solas con Weasley no tardaría en llegar y él no tenía ni idea de que cual iba ser su respuesta. Porque aún no tenía muy claro que se suponía que significaba lo que había pasado.