Post-nupcial
por sahel
Este fiki está dedicado a Kea Langrey y a Zusaku!! Gracias por la inspiración moshas.
Capítulo 1- Resaca.
Parpadeó. Una. Dos. Tres veces y nada. Ese bizarro objeto seguía en su mano y por más que pestañeaba no desaparecía; quizá la creciente resaca que martillaba su cabeza tenía algo que ver con ello. Eso deseaba.
Respiró profundamente mientras volvía a cerrar los ojos con fuerza y repetía en su cabeza que sólo era una ilusión de su aun adormilado y embriagado cerebro, pero cuando finalmente se decidió a abrir sus párpados ese ofensivo aro plateado continuaba presente y burlón en su dedo anular.
'¿Pero qué diablos…?' Itachi se giró asustado cuando sintió que 'algo' se removía a su lado sobre la cama. Sus ojos, que hasta ahora habían tratado de recibir la menor cantidad de luz posible al mantenerse semicerrados, de pronto se abrieron casi hasta desorbitar.
Frente a él enredado entre las sábanas se encontraba en profundo sueño lo que no pudo describir más que como un dios griego, un hombre de alborotados cabellos rubios y rostro atractivo, tenía rasgos angulares y definidos recubiertos por perfecta piel de bonito bronceado. Su nariz recta y clásica en proporción con el resto de su cara, los parpados cerrados de tupidas pestañas descansaban bajo un par de semipobladas y definidas cejas. La boca apenas entreabierta dejaba escapar un leve ronquido por entre los carnosos y saludablemente coloridos labios.
'Oh dios…' Pasó saliva con dificultad cuando sus ojos bajaron de aquel rostro hacia el cuerpo de ese adonis. El hombre tenía todo su delgado, lampiño y definido torso descubierto hasta el inicio de la cadera, la sábana se atrevía entones a cubrirlo para sanidad de Itachi, aunque la delgada tela contorneaba un adecuadamente proporcional bulto entre sus piernas. Una de esas extremidades permanecía descubierta, dejándole ver el formado muslo que daba inicio a una pierna larga y de excelente volumen.
Aquel sueño húmedo viviente se movió de nuevo y los ojos de Itachi lo siguieron hipnotizado, la manera en que los músculos se marcaban y movían debajo de la apiñonada piel le resultaba tremendamente erótico; sus ojos se toparon entonces con la mano izquierda del hombre que se deslizaba por sobre su abdomen y su atención entonces se enganchó al anillo que portaba. Era exactamente igual al que su propia mano lucía.
'No…'
Flachazos de la noche anterior comenzaron a destellar en su mente: Su llegada a la ciudad, la enervante reunión con su familia, el bar al que decidió entrar para tomar un par de tragos y así relajarse, la gente a su alrededor, la estridente música y aquella sensación de libertad que poco a poco se apoderaba de su conciencia con cada trago que tomaba. El calor dentro de aquel sitio. Recordó al hombre a su lado, no pudo quitarle la vista de encima en cuanto lo vio entrar al bar y… su mente comenzaba a confundirse luego de eso; siguió bebiendo lo recordaba, lo que no estaba claro era cómo fue que terminó en la mesa del rubio, pero sabía que así fue.
Recordó haber salido del bar junto al otro, también que se reía demasiado… y labios, recordó haber sido asaltado por los labios del otro. Un intenso escalofrío le recorrió, su cuerpo parecía recordar mejor que su mente y la sensación que le cosquilleaba en la piel resultaba estremecedoramente placentera.
Itachi sintió sus mejillas enrojecer con intensidad, ciertamente no recordaba los detalles pero le era obvio porqué había terminado en esa suite revolcándose con aquel hombre.
-Buenos días…- El suave susurro lo trajo de vuelta, encontrándose de pronto con los intensos ojos del extraño despiertos y fijos en él. Unos preciosos ojos azules.
-Eh… uhmm…- Itachi se pateó mentalmente. Un Uchiha no tartamudeaba, ni desaprovechaba las oportunidades; debió irse de ahí antes de que el otro despertara y ahora no sabía que decir o hacer justo cuando el otro se encontraba despierto. Talvez preguntarle si recordaba qué había pasado, quizá preguntarle si sabía el significado de aquellos anillos en sus dedos o para empezar preguntarle su nombre…
No tuvo oportunidad de nada pues su acompañante se incorporaba con fluido movimiento apoyándose en un codo para inclinarse sobre él y asaltar sus labios en un inesperado beso.
Inicialmente se paralizó, sorprendido. Sus ojos abiertos al máximo y sus labios estáticos contra los del extraño; pero gradualmente comenzó a responder al beso y cuando el rubio trató de partir sus labios con los propios, lo dejó, permitiéndole el paso a una lengua que suavemente se deslizó y comenzó a probar el interior de su boca. Itachi sintió más que escuchar como el rubio gemía por lo bajo al hacerlo.
Se separaron luego de un par de minutos, sus respiraciones alteradas evidencia de la profundidad que había adquirido el beso. El sorpresivo, electrizante y delicioso beso. Pero Itachi intentó ocultarlo, afilando su mirada y enseriando el gesto de su rostro. Una instintiva reacción para intentar protegerse mientras encontraba lógica a su situación actual.
El rubio sobre él le miraba complacido, curveando los labios en una sonrisa que no terminaba de formarse pero que no ocultaba su diversión. Porque, aunque Itachi podía disfrazar lo elaborado de su respirar, su cuerpo había despertado y la evidencia de ello se restregaba contra la pierna del otro. Sus mejillas se colorearon nuevamente.
¿Qué pasa conmigo…?
Cualquier pregunta que cruzara por su mente en aquel momento, se esfumó al instante en que el rubio eliminaba la distancia y sus labios se rozaron otra vez, esa inicial reacción de tensarse y plantar sus manos sobre el pecho del joven para tratar de empujarlo lejos, en segundos, se transformó en una cálida bienvenida.
Las manos de Itachi se deslizaron por sobre ese pecho hasta alcanzar los hombros, sus dedos luego de enterrarse en la suave piel, se mudaron hacia los bien formados brazos y se colaron debajo de ellos para alcanzar la espalda ancha del rubio, sujetándose a él e invitándolo con esa acción a descansar el peso de su cuerpo contra el suyo. El rubio aceptó de inmediato, sonriendo entre el beso cuando las piernas del moreno se separaron automáticamente para dejar espacio a que su cadera se acomodara entre ellas.
Ambos jadearon al sentir sus sexos encontrarse y comenzar a friccionar, logrando que rompieran el apasionado beso que compartían; el rubio mudó la atención de sus labios hacia la mandíbula del pelinegro, llenando de besos húmedos y calientes la piel de su rostro y todo el camino cuesta abajo por su cuello. El moreno echó la cabeza hacia atrás, extasiado, mientras sus manos se movían siguiendo el único pensamiento claro en su cabeza: deslizar sus dedos por la suave y curveada espalda hasta alcanzar las bronceadas firmes mejillas y empujar para conseguir mayor fricción de sus pelvis.
Definitivamente me volví loco o estoy drogado. No había otra explicación para sus acciones, deducía Itachi, pero en aquel momento en que las grandes manos del rubio se deslizaban por sus piernas -acariciándolas con experticia mientras las elevaba y separaba aun más- lo que la razón indicara simplemente no se codificaba en acciones. Su cuerpo cedía a la atención que recibía del otro y sólo a eso estaba respondiendo.
-¡Aahm! -El moreno se escuchó a sí mismo jadear y sus mejillas ardieron; no precisamente por las actividades que realizaba. Apretó la mandíbula con fuerza, le resultaba vergonzoso no poder controlar los sonidos que vocalizaba su garganta, ni evitar el ligero temblor que sacudía su cuerpo con cada nueva caricia. ¡Por dios! no era la primera vez que tenía sexo con otro hombre, pero ese maldito rubio le tocaba, le besaba y se movía con tal maestría, que le hacía sentir como si fuera su primera vez en experimentar el verdadero placer.
Sintió entonces a sus piernas ser acomodadas sobre los hombros del otro, y una habilidosa mano alcanzar la abertura entre sus nalgas. Sintió largos dedos deslizarse dentro suyo y entretenerse en preparar la habitación para el huésped de honor. No tardó en anunciar su llegada con deliciosa fricción contra la sensible piel. Dejándole sentir lo cálido y excitado que se encontraba por ser recibido; y cual imperial conquistador, su triunfal entrada conmocionó a su anfitrión; quien no supo si maldecir por la tempestuosa irrupción o derretirse en orgásmico placer por su llegada.
De lo que estaba seguro, era de que sus cuerpos embonaban con perfección. Que no había probado labios más deliciosos que los del adonis y que ese maldito rubio -que lo estaba haciendo jadear como nunca otro- era el dios griego del sexo.
Despertó un poco aturdido por lo que no abrió los ojos, pero aun así, se encontró sintiendo cada célula de su cuerpo mucho más relajado de lo que recordaba haber sentido nunca. Tomó aire y estiró su cuerpo, inequívocamente el aroma a copula golpeó su fino sentido del olfato.
Entonces abrió los ojos alarmado.
Cuando Itachi fue nuevamente consiente de sí, se encontró recostado cómodamente sobre el pecho del rubio, escuchando el sereno palpitar y la queda respiración. Dormía de nuevo.
'Maldición, qué estoy haciendo...?' con sigilo propio de un legendario ninja, Itachi se desenredó de los brazos y piernas que lo acunaban al extraño y se levantó de la cama. Su cuerpo se sentía ligeramente dolorido pero no fue suficiente para hacerle quejar o detenerse en la búsqueda de su ropa y luego atarearse con la tarea de enfundarse en ella.
Dirigiendo una última mirada al hombre sobre la cama, tomó su gabardina y se enfiló hacia la puerta.
Un tímido click y decía adiós a ese error de borrachera.
:::
-Tu padre ha llamado todo el fin de semana -La suave, pero firme voz de Shisui Uchiha, se escuchó desde la espalda de Itachi, el joven dueño de esa voz se acercó al de largo cabello negro esperando por una respuesta. La única que obtuvo fue un gruñido.
Levantó una definida ceja negra, no por la inarticulada respuesta sino por haber recibido una; Itachi generalmente lo ignoraba. El pelinegro -notó Shisui- jugaba sin pensar con un pequeño anillo en su mano. Girándolo una y otra vez al rededor de su dedo, deslizándolo sólo un poco hacia la punta de su falange antes de volver a dejarlo en la base y comenzar a girarlo otra vez.
Aquel anillo era un accesorio que Shisui no reconocía; y él conocía todo sobre su primo, mejor amigo y futuro líder. Por algo era su inseparable compañía desde que eran niños. Sin esperar más, caminó la distancia que lo separaba de alcanzar el sofá donde el otro se sentaba, realizando él mismo esa acción sólo segundos después, ocupando el lugar al lado de su primo.
-¿Por qué estás usando un anillo como ese? -
Itachi se quedó frío al escuchar la pregunta, fue entonces que movió sus ojos hacia su mano, específicamente hacia su dedo anular, dándose cuenta sólo en aquel instante de lo que había estado haciendo. Se maldijo a sí mismo.
Levantó los ojos, encontrándose con los de Shisui casi con asombro en la mirada. Casi. Desapareció un segundo después.
Desafortunadamente fue suficiente para su primo. El joven sonrió con cierta malicia y alcanzó en un movimiento ágil la mano de Itachi, sujetándola con la firmeza suficiente para en segundos poder apreciar el metálico aro, analizarlo y grabarlo en su memoria como un dato más sobre su primo. Sólo tuvo segundos para hacerlo pues sabía que era cuestión de ese mínimo lapso para que Itachi se liberara. Pero fue suficiente.
-Es una bella alianza, primo - musitó un tanto burlón y los ojos de Itachi le lanzaron dagas heladas en respuesta. Su boca haciendo una mueca de disgusto que no quiso disimular. -¿Vas a explicarte?
-No
De nuevo, Shisui no se sorprendió por la negativa y hosca respuesta, sino por la respuesta. Arrugó un poco las cejas y esta vez se tomó el tiempo para que sus ojos analizaran cada detalle y pequeño movimiento que realizaba su primo. Fue entonces que notó algo.
Un chupetón.
Un lindo, redondo y enrojecido chupetón.
El suéter oscuro de cuello alto que usaba Itachi cubría casi toda su piel. Y hubiera cubierto bien aquella mancha roja de no ser por la extremadamente palidez de la piel de su primo. Debió dejar su cabello suelto para encubrirlo mejor, pero eso hubiera sido en extremo bizarro. Su primo jamás soltaba su cabello frente a nadie.
Shisui frunció el rostro, su mente trabajando de inmediato para unir todos los detalles. No necesitó mucho tiempo para llegar a una conclusión, él era un Uchiha después de todo.
Se hubiera reído de ser alguien más en esta situación. Y aunque no podía evitar los comentarios sarcásticos que se aglutinaban en su mente sobre el asunto, tampoco podía dejar de pensar en las consecuencias de lo que Itachi había hecho. Pues estaba seguro de que su querido primo -de alguna manera que no concebía- había contraído matrimonio, y si el padre de Itachi, Fugaku, se enteraba...
-¿Qué pasó? -
continuará...
Gracias a quien lea, comentarios o sugerencias son bien recibidas!
