1. Disclaimer: Los personajes de esta serie no me pertenecen sino a Tatsunoko Producciones, los demas son inventos mios.

Año: 1961

Ubicación: Base Galactor 3C

Russell caminaba por los grandes y solitarios pasillos del más grande laboratorio de las fuerzas Galactor, había dedicado toda su vida a la experimentación con el DNA humano tratando de crear el ser humano perfecto, pero al ser descubierto por el gobierno Español al tratar con genomas de fetos robados, fue encarcelado durante 20 años en una de las prisiones de máxima seguridad  y durante todo el tiempo que estuvo encerrado continuo con sus ideas, con su ambición de poder librar al mundo de enfermedades hereditarias, de posibles infecciones y anormalidades genéticas. Casi al final de su condena, tan solo compartía sus inquietudes y pensamientos con el único compañero de celda con el que halló alguna afinidad, un joven médico Galactor llamado Barry que había sido capturado por casualidad al entrar a un hotel donde se encontraba la misma chica a quién anteriormente le había extirpado un riñón para experimentar y que lo había podido reconocer.

Él le había hablado de la organización, él le había iniciado con sus historias de regeneración de la humanidad, con los sueños y ambiciones de Katse, con el grandioso futuro que tenía planeado para el planeta. Apenas se estaba gestando esta organización y él era uno de los pioneros en ponerse al servicio de Katse, nada podía perder más que su libertad, le daría todo su conocimiento a las fuerzas Galactor si no hubiera sido atrapado tan repentinamente. Russell tenía ya 18 años de condena cumplida cuando Barry llegó al mismo módulo que él.  Pero dados sus conocimientos solo pudieron intercambiar experiencias a lo largo del último año de Russell, Barry le había dado una dirección a donde dirigirse para unirse a las fuerzas de Galactor. Al principio tuvo que pasar por muchas situaciones desagradables, tuvo que aprobar muchas pruebas de conocimientos, le hicieron estudios referente a su vida pasada, exámenes psicométricos, de resistencia física, agilidad mental, etc., lo que le extrañaba pues durante los días que le realizaban las pruebas y en las que ya estaba dado por hecho que era aceptado en la organización, le pedían mas requisitos que lo normal, según comentarios de otros miembros. Tal pareciera que lo querían destinar a otra área en que no muchos podían ser admitidos, pero fervientemente siguiendo sus deseos y principios estaba ansioso por servir a un grupo de tan alta tecnología y grandes ambiciones.

Al fin después de 2 meses de angustia y algo de desesperación por saber alguna respuesta, fue admitido a entrar en una sala donde había oído decir que pocos habían entrado y los que así lo habían hecho, no se había sabido nada más de ellos. 

Entro en el gran salón, oscuro y helado en el que al final del mismo sólo se observaban un escritorio con una silla esperándolo y del otro lado una oscura silueta que ocultaba una puerta de metal forjado. El hombre sentado allí se veía corpulento, se podía vislumbrar una barba crecida y muy oscura, tal como lo imaginó él debía ser el comandante a cargo de la fuerza especial de Galactor, Mekai. Este hombre fumaba un puro, le olor inundaba el ambiente y Russell no pudo contener un momento el aliento.

- Sr. Mekai...

- Comandante

- Comandante Mekai, mi nombre es...

- Sí, señor, sé muy bien quién usted, así que será mejor que usted me dejé hablar a mí y nos entenderemos más rápido. – Su voz era tan grave que parecía resonar en todo el salón. Russell trataba de ocultar su nerviosismo, apretando sus pies contra el piso, si lo mismo pudiera hacer con su palidez, pensaba.

- Se le ha seleccionado, por sus conocimientos en materia de genética, nuestro grupo necesita en este momento de personas responsables, entregadas a su trabajo, a su investigación, gente dedicada a dar la vida incluso, por Galactor, gente preparada, estamos iniciando una nueva etapa, que el mundo aún no conoce, tal vez nos lleguen a temer, pero todo esto que hacemos es por el mismo bien de la humanidad. ¿Entiende?

- Sí, Señor – respondió el científico parpadeando sin cesar debido al humo del puro.

- Nuestro excelso comandante Katse me ha hecho el honor de hablarme de un proyecto muy especial, proyecto que me ha encargado de sobremanera, y creo que he encontrado a la persona indicada para llevarlo a cabo.

Russell no parpadeaba y escuchaba atentó.

- Sabemos que usted se especializa en el área de genética constructiva y espero que dados sus conocimientos y experiencia sea capaz de realizarlo.

- Señor...

- ¿En que consiste este proyecto? Antes que todo me gustaría que este enterado acerca de las condiciones que tiene que aceptar sin excepción antes de decirle de que trata el proyecto.

- Escucho...

- Primeramente durante toda la investigación usted estará confinado en uno de los Laboratorios científicos más grande y bien equipados que puede albergar este planeta, no podrá recibir visitas, ni hacer llamadas, todas las investigaciones, reportes y ensayos que necesite le serán suministrados por un equipo de científicos que estarán a sus ordenes.

- Por eso no creo que halla problema, no tengo ninguna familia que pueda preocuparse por mi. Y me agradaría mucho por dedicarme a mis estudios en paz.

- Le advierto el comandante Katse tiene poca paciencia y querrá ver resultados lo más pronto posible.

- Pero si el proyecto es muy difícil...

- No sé le pediría algo que sabemos que no lo pudiera realizar...

Russell dudo por un instante, sentía que arriesgaba todo en ese proyecto, pero no le gustaba decir no a un reto que alguien mas sabía que podía hacer.

Mekai viéndolo dudar señaló:

- Si usted desea rechazar el proyecto puede ser asignado a una unidad de investigación. Encontraremos a alguien más decidido.

- No. Yo... yo me haré cargo, pero antes quisiera saber de lo que se trata.

El capitán sonrió levemente dejando su puro a un lado empezó:

- Bien, como usted sabe nuestro sueño de conquistar al mundo no es para imponer tan sólo nuestra autoridad sino para eregir un nuevo mundo en el que todo sea correcto y perfecto, un mundo dirigido por un gran líder capaz de mostrarnos un avance tecnológico del cual el ser humano no ha sido capaz de alcanzar, pero para ello es necesario un principio, y para eso necesitamos un eslabón, el primer eslabón de la cadena de seres perfectos que gobernaran y poblaran este planeta. Usted será el encargado de crear a este ser.

- ¿Crearlo? No puedo crear un ser de la nada además...

- No nacerá de la nada, para eso tenemos los elementos necesarios a su disposición.

- ¿Quieren ustedes que se haga una mezcla de genes? ¿Quieren tomar lo mejor de cada ser humano y ponerlo y uno sólo?

- Partimos de una diferente idea, hemos tomado un solo gen que es perfectible.

- ¿Uno solo?

- Sí, proviene de un ser que también ha sido tratado genéticamente por un ser proveniente del espacio. Y si él posee lo mejor de ambos mundos queremos que su descendiente lo sea así también y mejor.

- ¿Puedo saber quién es esta persona?

- A su debido tiempo lo sabrá, ahora quisiera saber su respuesta -  apuntó Mekai clavándole la mirada mientras apagaba su puro. - ¿Se siente capaz de realizar este proyecto?

- Si, creo que sí.

- ¿Lo cree o esta seguro? Aquí no tenemos tiempo para experimentar

- Sí, señor... Comandante, estoy seguro de que puedo hacer lo que me pide.

- Bien, entonces sígame por favor, de aquí en adelante, y hasta que termine el proyecto – dijo Mekai levantándose de su silla – Este será el lugar donde vivirá, dormirá y estudiará.

- ¿Tengo algún plazo?

- Un año para que el producto este concebido.- respondió el comandante abriendo fácilmente la puerta que Russell creyó incapaz de moverse por fuerza humana.

- ¿¡Un año!?

Cuando termine de llevarse a cabo el experimento y halla salido todo conforme a las expectativas de nuestro gran líder Katse, podrá salir de su reclutamiento y disfrutar de todos los lujos y comodidades que le brindaremos por el resto de su vida.

Y mientras decía esto Mekai esbozaba una siniestra sonrisa que Russell no pudo ver ya que admiraba la alta tecnología que saturaba el excepcional laboratorio.

En esta situación se encontraba Russell cuando caminaba por los pasillos solitarios y fríos del Laboratorio más avanzado de Galactor, ya había pasado exactamente dos años desde su entrada a las fuerzas Galactor y estaba más deseoso que nunca en salir de allí, por eso se esforzaba al máximo en su proyecto que por fin con gran esfuerzo había concluido.

Se dirigía a la sala de observación en la que se encontraba Sayuri, la madre sustituta del pequeño "triunfo", hasta en eso puso sumo cuidado, al buscar una mujer que reuniera todas las virtudes que pudieran encontrarse  en un ser humano, alta y delgada, la piel blanca como la leche y suave como la seda, con cabello largo y de color miel, sus hermosos ojos azules reflejaban la paz de su alma y la fuerza de su espíritu, muy delicada en cuanto al trato, pero de una bondad infinita, se le dijo que había sido objeto de una violación, mucho antes de que fuera inseminada, con el fin de ver su reacción ante la llegada de su producto, fue una de las pocas que acepto el tenerlo, ella era incapaz de practicarse un aborto, aunque el bebé no fuese deseado, era el menos culpable y no debía sufrir, al ver su respuesta Russell inmediatamente le ofreció sus servicios y cuidados haciéndose pasar por una casa hogar para niños desamparados, interesados en la felicidad del futuro ser.

Sayuri poco a poco vio su vientre crecer, empezó a sentir pataditas por el quinto mes, empezó a cantarle cuando creía estar sola, sin saber que día y noche era observada por 15 cámaras que le observaban en sus habitaciones. Al principio de su embarazo se le hacía muy raro el tener toda la atención para ella sola en una institución tan grande y humanitaria, ¿cómo es posible no ver otras chicas o parejas interesadas en ver su progreso?, El doctor y las otras enfermeras que le atendían le decían sonriendo que una pareja de millonarios se había interesado en su bebé y deseaban para ella todas las comodidades que le pudieran ofrecer, así que rentaron para ella sola esas 5 habitaciones, su propia cocina con 2 mujeres dispuestas a cumplirle cualquier antojo a cualquier hora, con 2 baños con tina uno para cada piso, con estudio y centro de entretenimiento totalmente equipado para su satisfacción, su sala de masaje especial, su piscina con calefacción y su entrenadora personal.

Sayuri no tenía mas dudas que las de su maternidad, como no darse cuenta cuando fue secuestrada repentinamente al pasar por un callejón y ser objeto de las... de un joven compulsivo. ¿A quién recurrir al no tener familia?

Galactor se había encargado muy bien de conocer su historial tanto clínico como antecedentes de familia, todos fallecidos al ahogarse en su pequeño barco pesquero cuando ella era niña. Milagrosamente pudo salvarse al ser atada por su madre al único salvavidas con que contaban. Muy pequeña para acordarse de ese terrible suceso. Vivió durante toda su vida con su abuela paterna que la obligaba a trabajar para poder sostenerse ambas. A nadie quién recurrir en un momento tan desesperado. Gracias a Dios pudo encontrar a una asociación tan humanitaria y caritativa como en la que se encontraba ahora.

Sayuri pasaba mucho tiempo atendida por Martha una mujer de edad madura, quien la cuidaba como si fuera su propia hija. Ambas solían pasara las crudas  tardes de invierno en la sala frente a la chimenea, hablando de lo grandiosa que fue la maternidad para Martha y de los cuidados que debía tener durante su embarazo. La joven lucía feliz y radiante ese día por que había sentido las primeras pataditas de su retoño.

- ¿Cómo te encuentras el día de hoy, Sayuri? – preguntó cubriéndola con un chal que traía especialmente para ella.

- Doctor Russell, que bueno que llega usted, le decía a Martha que el bebé acaba de dar sus primeras pataditas, y muy fuertes creo que va a ser un niño muy inquieto.

- Sí, eso creo, Martha ¿podrías encender la calefacción?, hace un poco de frío por aquí.

- A punto estaba de encender la chimenea Doctor.

- No, la chimenea no, va a venir una persona que no le gusta sentir el calor del fuego tan cerca, enciende la calefacción.

Martha hizo lo que ordenó Russell y al saber que vendría una "visita", y sospechando de quién sería se retiro a su habitación.

- ¿Una persona va a venir? – preguntó temerosa Sayuri - ¿Son los padres del niño?

- No, bueno, no realmente, es una persona interesada en ver el grado de avance que lleva la gestación.

- ¿Grado de avance? ¿Gestación? Entonces son los padres del niño, ¿quién mas podría ser, quién mas podría estar interesado?

- Por favor, no digas nada, si te pregunta algo, contesta cortés y brevemente, no des explicaciones.

- Pero..

- Sólo quiere sentir al bebé...

- ¿Sentirlo? ¿Pues de que se trata? – cuestionó la joven asustada

- No hagas nada, solo cállate y no hagas ninguna tontería ¿de acuerdo? Tal vez no le lleva mas de un minuto – respondió el doctor. Se empezaron a escuchar pasos como de mujer, suaves y cortos.

- Allí viene ponte de pie por favor. – señaló Russell

A pesar de que ya estaba encendida la chimenea y traía puesto el chal que le trajo el Doctor, Sayuri pudo sentir un escalofrío por toda su espalda, el bebé empezó a dar leves pataditas.

Era una persona alta y delgada, muy alto para ella, su rostro estaba cubierto por una especie de mascada azul, llevaba una gabardina negra que casi cubría por entero sus pies, largos y delgados como toda su persona, sus manos eran cubiertas por guantes pero mientras se aproximaba a Sayuri iba deshaciéndose de uno de ellos dejando al descubierto una mano delgada y exquisita pero sumamente pálida, blanca en extremo.

Sus ojos era una de las partes que dejaba al descubierto, pues el resto de su cabeza estaba cubierto con una sombrero de alas anchas, pequeños y misteriosos, tratando de leer el fondo de su alma cuando la miraba fijamente, esto fue solo un instante porque al llegar frente a ella lo único que le intereso fue el abultado vientre de la joven.

Mientras acercaba la mano a ella, Sayuri pudo sentir la agitación del bebé, parecía que estaba asustado, parecía que estaba enojado o con miedo. No podía decirse que reconocía a su progenitor.

- Aquí estás... –exclamó suavemente la persona, Sayuri no pudo reconocer en esa voz a un hombre o mujer, era tersa pero rasposa – Ya pronto podrás salir de allí...

- Aún faltan cuatro meses – dijo la joven

Russell palideció un poco, él la miro por un instante y pareció sonreír.

- Sí, aún falta, espero que sepas que tan importante es esta criatura.

- Sí, es mi bebé. – respondió desafiante Sayuri.

El bebé no dejaba de moverse parecía reflejar los sentimientos de la madre hacía aquél individuo.

Se escuchó una risa escalofriante por parte del extraño personaje y Sayuri llevo instintivamente sus manos a su vientre. El bebé dejo de moverse.

- Cuide muy bien de la chica Doctor, y más aún del bebé, es un bebé muy valioso..

- Así lo haré, Señor. – respondió Russell temeroso.

Se retiro la misteriosa persona dejando una estela de duda en Sayuri. Cuando supo que no podía escucharle pregunto inquieta al doctor.

- ¿Quién es él? ¿Por qué esta interesado en mi bebé?

- No te puedo responder esa pregunta.

- Yo no quiero que mi bebé se quede con él. Sentí desde que llegó que mi bebé no lo quería.

- Eso no es asunto tuyo. Ve a tu habitación y descansa unos momentos.

El médico dejó la sala y siguió los pasos de Katse quién le esperaba en el estudio.

- Es una chica muy valiente. – exclamó al percatarse de la presencia del doctor en la habitación.

- Lo siento señor, no volverá a suceder.

- Asegúrate que el bebé nazca sin problemas. Sabes todo lo que hemos invertido en él. Además va tu vida en ello.

-  Sí señor.

Katse dejó la habitación sin decir nada más.

Esa misma noche Sayuri trataba de dormir en su habitación pero la imagen sombría y delgada del personaje no escapaba de sus pensamientos, soñaba que su niño ya había nacido que era un excelente bebé varón, el sentimiento de felicidad que ella sentía era indescriptible, pero veía aproximarse lentamente la imagen de aquella extraña persona mostrándole sus blanca y huesudas manos tratando de arrebatarle a su bebé, pero por mas que ella luchaba, por mas que ella trataba de cubrirlo con su cuerpo, se lo logró quitar llevándoselo consigo, mientras ella era detenida por enfermeras y doctores, incluso el Dr. Russell la detenía diciéndole que era lo mejor para el niño. Ella gritaba y lloraba hasta el punto de despertarse bañada en sudor.

Martha estaba a su lado y escucho su lamento.

- ¿Tuviste una pesadilla? – preguntó encendiendo la lámpara de su mesa de noche.

- Mi bebé, me quitaban a mi bebé...

- No te preocupes, fue un sueño tan solo. Vuelve a dormir.

- No puedo, fue tan real, esa persona me lo quitaba y el bebé lloraba. Mira, siente como se mueve.

Efectivamente Martha sintió los movimientos del pequeño en su vientre.

- ¿Quieres que te traiga algo de tomar?

- Sí, por favor, un poco de leche.

- ¿No se te antoja algo más?

- ¿Galletas con chispas?

Martha tomó su chal y salió de la habitación. Sayuri quedó sola a la luz de la lámpara. El frío de la noche entraba por una ventana que alguien descuidadamente dejo abierta, por lo que se acercó para cerrarla.

- No digas nada ni vayas a gritar. –susurró un hombre cerca de la ventana tomándola del brazo.

- ¿Quién... quién es usted? ¿Qué quiere? Llamare a los guardias

- Silencio. ¿O quiere perder a su hijo?

- ¿Mi bebé? – respondió ella llevando su mano al vientre – No le haga daño.

- Yo no le haré ningún daño. Son ellos quienes le quitarán al bebé. Y no es para una pareja amorosa de padres. Tenga cuidado.

- ¿Cómo sabe usted?

- Ellos tomarán al niño y después acabarán con usted y con el doctor también, aunque el esta con ellos ahora.

- ¿Cómo...?

- No diga nada ni confíe en nadie, pues ahora mismo podrían deshacerse de usted sin perder al bebé.

- ¡Qué! – exclamó Sayuri palideciendo

- Viene alguien – dijo el hombre de guantes blancos – después me comunicare con usted. No diga nada si no quiere perder al bebé.

Una sombra salto desde el segundo piso donde se encontraba su habitación y se perdió entre las sombras del jardín.

- ¿Pasa algo Sayuri? – preguntó Martha llevando una bandeja en sus manos

- ¿Qué? ¡Ah! No, Martha, yo, estaba cerrando la ventana porque entraba un poco de frío.

- ¿Te sientes bien? Estas un poco pálida.

Sayuri camino lentamente de regreso a su cama

- Me siento un poco mareada, es todo, me levante muy rápido de la cama

Martha la ayudo tomándola del brazo y notó que temblaba levemente.

-Será mejor que te recuestes y te cobijes no quiero que vayas a enfermarte. Toma este vaso con leche, aun esta tibia, también te traje unas galletas como las que te gustan.

- Gracias. Estaba pensando, Martha, ¿Sabes quienes adoptaran a mi bebé? ¿Son una buena pareja? – cuestionó Sayuri metiéndose en la cama.

- Ya te he dicho que yo no sé nada de eso, pero estoy segura de que se trata de una buena pareja. El doctor Russell me lo ha dicho.

- Pero a mi no me ha querido decir nada.

- Es que él es un hombre muy ocupado. Ahora termina tu leche y descansa.

Habían pasado varias semanas desde que aquél hombre se había aparecido y ella ya llevaba 26 semanas de embarazo y se encontraba leyendo en el jardín debajo de un hermoso roble que le cobijaba. Martha se encontraba también leyendo y observándola de vez en cuando desde un pequeño kiosco a 100 metros de ella.

- Buenas tardes – saludó amablemente la voz de aquel hombre. Parecía provenir de encima de ella. – No voltee hacia mi, ella esta mirándola.

Efectivamente Martha observaba al notar que la joven había levantado la mira de su lectura. Inmediatamente Sayuri fijo sus ojos en su libro.

- Ahora escúcheme no responda hasta que le diga. Ella puede ver cuando mueva los labios.

- Mmm – murmuró ella.

- Tenemos que salir de aquí. No diga nada, siga leyendo, su vida esta en peligro conforme su bebé vaya creciendo. Así que tengo que sacarla de aquí.

- ¿Mmmm?

- Sí, ¿Hay alguna ocasión en que ella no este presente? Responda ahora que no le observa

- El martes, ella descansa. ¿Quién es usted?

- Alguien que quiere ayudarla a salir de aquí. ¿Todo el día incluido la noche?¿Quién la acompaña?

- Todo el día... Nadie

- Bien, no levante la mirada y de vuelta a una hoja por que ya estuvo mucho tiempo en esa página.

Sayuri sonrió.

- ¿La observan ese día?

- Sí, cada hora alguien...

- No hable.

Martha dio un vistazo a Sayuri mientras esta daba vuelta a la hoja de su libro.

- Ya puede hablar, ¿cada hora alguien la ve a ver?

- Sí.

- ¿Lleva usted alguna especie de monitor con usted? ¿Algo con que ellos monitoreén sus signos vitales?

- Sí, esta pulsera.

- ¿Nada mas?¿Pueden saber ellos donde esta con eso?

- Sí... sí...

- Ella se acerca no diga nada.

Martha se dirigía a la banca donde se encontraba Sayuri, y se sentó junto a ella.

- ¿Cómo te sientes?

- Bien - respondió ella sonriendo.

- ¿De que trata la novela que parece muy entretenida?

- ¡Ah! Bueno, es de un caballero tratando de rescatar a la doncella de las garras del malvado Rey.

Kentaro escuchó y no pudo mas que sonreír.

- ¡Ah! Entonces debe ser muy romántica, ¿al final ella se queda con él?

- No lo sé, ella no confía en él.

- Debe ser entonces un hombre muy feo ¿o es muy guapo?

Kentaro llevó sus manos a su rostro como para cerciorarse de su aspecto

- Ella aún no lo ha podido ver, siempre lleva una armadura con él.

- ¿Me prestas el libro cuando termines?

- ¡Ah! Creo que voy a durar mucho tiempo en terminarlo.

Martha sonrió.

- Voy por un poco de té ¿quieres que te traiga algo?

- Tengo antojo de chocolate caliente, ¿podrías...?

- Si, solo tardare un momento. Espérame aquí.

Sayuri sonrió mientras Martha se alejaba.

- ¿De eso se trata la novela? – pregunto el hombre en el árbol.

- No, ¿por qué? ¿Quiere leerla?

- Mm, dejemos eso, el martes debe salir de aquí.

- ¿Usted trabaja aquí?

- Podemos decir que sí.

- Entonces como puedo confiar en usted.

- Por que yo trabajo para que no se cumplan los planes de Katse

- ¿De quién?

- Esa persona que conoció usted, esa persona extraña es una..

Kentaro fue interrumpido al observar un guardia que se acercaba a Sayuri. Ella guardo silencio y cerró el libro al ver al hombre.

- La Señora Martha le pide por favor, que entre a la casa pues empieza a refrescar.

- Bien, dile que voy para allá, nada más termino este capitulo.

El guardia se retiró sin sospechar nada. Sayuri volvió a abrir el libro sin cuidar de que página pretendía leer.

- ¿Cómo voy a salir de aquí con esta barriga? No puedo saltar ningún muro

- No tendrá que saltar ningún muro. No se preocupe, todo saldrá bien.

- Tengo miedo, ¿cómo podría confiar en usted? ¿Cómo...

- ¿Quiere alguna prueba? No podría darle algo que no la comprometiera.

- ¿Pudiera.. Puedo ver su rostro...?

Un silencio fue la respuesta de aquél hombre de voz grave y armoniosa.

Martha se acercaba trayendo con ella un abrigo.

- Anda, niña, no quiero que te enfermes, este bebé debe nacer saludable. – indicó la señora sonriendo al tiempo que ponía el abrigo sobre de ella.

La joven sonrió y acompaño a Martha hacia las instalaciones sin obtener respuesta a su pregunta.

Por la noche ella cepillaba su cabello sin dejar de pensar en la voz de aquel hombre que tal vez arriesgaba su vida para salvar la de ella y la de su hijo. Pero a la vez también pensaba en lo que podía perder, todo el tiempo que ha estado bajo los cuidados de médicos y enfermeras tan sólo por el hecho de estar embarazada le parecían demasiado exagerados. ¿Iba a abandonar todo eso por las simples palabras de un hombre a quién no conocía? ¿Por simples sospechas?

También recordaba la visita de aquél hombre de aspecto misterioso, aquél hombre que estaba interesado en su criatura como sí fuera de su propiedad. ¿Era él quién se encargaría de su hijo? ¿Estaba ella segura en darlo en adopción?

Las suaves pataditas del bebé parecían contestarle y decirle "no", "no me dejes aquí"

- Sayuri, es hora de que tomes tu pastilla, no debes olvidarla.

- Martha ¿Sabes tu quién era esa persona que vino a verme el otro día?

Martha palideció visiblemente.

- No, no sé de quién me hablas. Toma aquí esta el agua y...

El sonido de golpes en la puerta la interrumpió. Al instante Martha fue a abrir, se trataba del mismo guardia con un recado para ella. Pareció perturbarla un poco el recado y despidió al muchacho.

- Sayuri, debo salir unos momentos no tardaré, toma tu medicina que yo vuelvo enseguida.

- Bien.

Martha salió echando llave a la puerta, lo que contrario mucho a la futura madre, quién pego su oído a ella para asegurarse que se había retirado, cuando ya no pudo escuchar sus pasos apago casi todas las luces dejando solo la lámpara de la mesita de noche encendida.

Se acercó a la ventana y la abrió un poco. Vio caminar apresuradamente a Martha acompañada del guardia cruzando el jardín hacia la clínica del doctor Russell.

- No debería hacer muchas preguntas. Ella empezará a sospechar que usted sabe algo y se lo dirá al doctor...

La misma voz gruesa y varonil se dejaba escuchar cerca de ella, venía del naranjo situado cerca de su ventana.

- ¿Esta usted aquí? Entonces ¿puedo verlo?

El hombre no respondió.

- Debe haber cámaras instaladas en su dormitorio, seguro se dieron cuenta de que...

Sayuri había tomado la mano de aquel hombre, la única parte que podía ver y lo atrajo hacia ella suavemente.

- ¿Qué hace usted? ¿Quiere que me atrapen?

- Quiero ver su rostro.

- Esta bien, pero suelte usted mi brazo.

- ¿Me lo promete usted?

- No es necesario que lo prometa.

Así lo hizo Sayuri

- Le advierto que no soy un tipo bien parecido

- No me importa, así sabré si puedo confiar en usted.

Kentaro se acercó lentamente para no asustarla, ella temblaba aunque estaba cubierta con su bata y con una pequeña manta. Entonces pudo ver a un hombre joven de unos 25 años, de complexión delgada, de grandes ojos café oscuro que expresaban una firme determinación, sus labios eran finos y delgados como acostumbrados a no mostrar una sonrisa, sin embargo trataban en vano de dibujarla.

Ella acercó su mano hacia el, la acerco lentamente hacia él.

- ¿Puedo?

Por toda respuesta ella vio cerrarse los ojos de Kentaro. Sayuri paso su mano suave y delicada por la mejilla de aquel arrojado hombre. De aquél caballero en reluciente armadura, aunque esta fuera un traje negro completamente.

- ¿No me esta usted mintiendo? – preguntó ella tímidamente

- No – respondió el abriendo los ojos y tomando tiernamente su mano para retirarla - debo irme, ella regresa, el próximo martes este preparada a las 9:10 de la noche pasaremos a recogerla, no lleve nada consigo entendió?

- Si, ¿pero cual es su nombre, por favor?

- Kentaro

- Adiós Kentaro y suerte

- Adiós Sayuri, hasta el martes.

Sonó en ese momento el ruido de las llaves entrando en la chapa de la puerta y Sayuri observó nuevamente la misma silueta perderse rápidamente en las sombras del jardín. Cerró la ventana y fue directa a la cama.

- Ya regresé, el doctor sólo tenía algunas preguntas. – dijo Martha visiblemente pálida

- ¿Por qué no me preguntó a mi? ¿Podría haber llamado?

- ¡Oh!, No te preocupes, esta todo bien, es algo rutinario. - ¿Por qué no tomaste tu pastilla? – pregunto la señora al ver el vaso lleno y la pastilla a un lado tal y como los había dejado al salir.

- Me ... me dieron nauseas y no quise tomarla

- Mmm, bien es hora de que duermas, te he traído este cobertor extra, va a ser una noche muy fría.

Fueron días muy largos para Sayuri hasta la llegada del martes, ya no hizo mas preguntas, obedecía en todo a Martha, ya ni siquiera se acercaba a la ventana y temía por esto que tal vez los planes se hubieran cambiado, pero estaba segura de que Kentaro hallaría la forma de decírselo.

La noche del martes exactamente a las 9 de la noche el guardia se despedía de ella, quién para no levantar sospecha se encontraba en bata lista para dormir. La cama de Martha estaba vacía como era costumbre los martes en la noche. Él foco de la cámara de video no dejaba de parpadear indicando que estaba siendo vigilada. Tomo el cepillo y fue a sentarse frente al peinador y empezó a cepillarse lentamente, veía desde su asiento el reloj por el espejo, eran las 9:05 y aún no escuchaba ruido fuera de su ventana ni por los pasillos. A las 9:10 tenía que estar en la ventana, o al menos así lo entendió ella, pero ¿la cámara?, ¿seguiría grabando? ¿quién mas vendría con Kentaro?

Dieron las 9:10 y se acerco a abrir la ventana, vio por última vez la cámara y había dejado de parpadear el foco.

- ¿Estas lista? – preguntó preocupado Kentaro completamente vestido de negro y utilizando unas grandes gafas oscuras.

- Sí, yo...

- Ven, sujétate de mis brazos Takeda? Esta todo bien? – preguntó dirigiendo su mirada hacia abajo.

- Sí, - respondió otro sujeto debajo del árbol –  Masake nos espera afuera, dense prisa.

- Tengo miedo ¿ y si nos encuentran? – titubeó Sayuri poniendo sus manos sobre su vientre.

- No es momento de acobardarse, si quieres seguir con vida y la de tu bebé deben salir de aquí.

El pequeño bebé pateo a su madre desde dentro para darle ánimos. Sayuri sonrió.

- ¿Cómo saldremos? – preguntó la joven tomando ambos brazos de su protector.

- Tu solamente cuida de ti y del bebé y nosotros nos encargamos de resto.

Russell se encontraba en su oficina en ese momento, haciendo prácticamente círculos en su libreta de anotaciones, la plática que había tenido con su señor Katse no le había dejado mas alternativa que adelantar las cosas. Había ya dispuesto todo lo que necesitaba para tal acontecimiento y no le quedaba mas que esperar que Sayuri estuviera totalmente dormida para poder llevar a la sala de operaciones. No entendía la prisa que tenía su jefe en que el proyecto se terminara de forma tan repentina.

- ¿Entonces el bebé esta en estos momentos listos para salir? – preguntó Katse cubierto como siempre lo había visto Russell, con aquella gabardina oscura que ocultaba su silueta por completo.

- No es muy seguro, apenas cumplió los siete meses y aun le faltan...

- ¿El niño podría nacer en este momento?

- No sería recomendable, Señor.

- ¿Pero con los cuidados necesarios? No quiero seguir dependiendo de esa mujer, no es de confiar. ¿Me has asegurado por completo que se trata de un varón?

- Sí, señor, estamos seguros 100%, le hemos practicado diferentes pruebas al feto, tanto de sangre, de resistencia y de inmunidad.

- Bien, no quisiera una niña en estos momentos. Mañana mismo deseo ese bebé fuera, ¿entendiste?

- Pero señor, el bebé no resistirá en esas condiciones..

- Antes has traído al mundo a bebés de esa misma condición, y han sobrevivido. Ahora no quiero escucharte más, retírate que debe hablar con mi Señor.

Katse se dirigió a la parte mas lejana del sótano, en donde solamente el tenía acceso, el caminar tan largo trayecto le hizo sentir por todo su cuerpo el cambio que se estaba llevando a cabo en el. Con paso lento y el aliento entrecortado llego hasta la gruesa puerta metálica que ocultaba en transmisor con el cuál se comunicaba con su gran Señor Sosai X. Sus manos sumamente pálidas y delgadas muy apenas pudieron insertar la llave para abrir semejante acceso.

La transmisión estaba lista, eran las 9 de la noche la hora indicada para su recepción de señal desde tan lejano planeta.

- Mi señor – dijo Katse haciendo una reverencia – todo esta listo par el día de mañana.

- Bien hecho, Katse. Mañana al fin te verás librado por fin de esta pesadilla.

- Señor, ¿cómo es posible que ese niño tome mi lugar ante usted, mi gran amo?

- Tu deterioro corporal esta progresando rápidamente, si el niño no es capaz de soportar todo el poder y fuerza que llevas tu, tu cuerpo entonces se tendrá que acoplar a los cambios necesarios con que no naciste. Tu cuerpo debe hacer unos cambios si es que quieres conservar ese poder que te he otorgado.

- ¿Quedare entonces yo libre de este tormento, señor?

- En cuanto el niño reciba todo el poder de ti, tu cuerpo regresará a su estado normal.

- ¿Seguiré siendo el líder de sus tropas señor? – preguntaba Katse sin atreverse a levantar siquiera la cabeza.

- Seguirás siéndolo, mientras el niño no sea capaz de tomar una decisión por sí mismo. Tu serás el tutor de ese niño. Serás el encargado de que aprenda lo necesario para ser el futuro líder de Galactor, por su capacidad esto no será muy difícil.

Se escucharon voces de alerta y las alarmas se dejaron oír.

- ¿Qué es lo que sucede? – preguntaba Katse por su transmisor a su comandante general Mekai. - ¿por qué se da la alarma?

- La mujer, Sayuri ha escapado.

- ¿Escapado?  - exclamaba Katse empezando a sudar - Eso es imposible, busquen por todo el complejo, es necesario capturarla con vida. ¡Pena de muerte  a quien siquiera piense en lastimarla!

- Recuerda que sin ese niño tu estas destinado a dirigir mis tropas y eso significa que nunca podrás volver a ser una persona normal.

Russell llegaba a la habitación de la joven, un trío de guardias lo vieron venir por los pasillos y le cedieron el paso. Agitado y sin aliento llegó hasta Mekai que se encontraba en la recámara de Sayuri.

- ¿Los han encontrado? – dijo extenuado. ¿quién ha sido el último que ha visto a la chica?

- Uno de los guardias, en su reporte indica que todo parecía normal.

- ¿Las cámaras, el transmisor, no indican nada? ¿Su posición? – preguntaba Russell preocupado.

- No, esto fue hecho por varias gentes, alguien desactivo las cámaras, no hay nada registrado hasta las 09:10, el transmisor también fue encontrado aquí. – respondió Mekai mostrándole el mismo en sus manos.

- Pero, ¿ya los están siguiendo? ¿Saben donde podrían estar?

- Si me imagino que fue quién pienso que fue, va a ser muy difícil de encontrar.

- No, por favor, mi vida depende de ese niño.

- ¡MEKAI! - exclamó Katse enfadado

Russell y el comandante se irguieron como impulsados por un resorte.

- Mekai, es necesario que encuentres a esa mujer y ese niño, ¡inmediatamente! Y es mejor que regreses con ellos vivos por que de lo contrario te sugiero que no te vuelvas a aparecer para nada delante de mis tropas.

- ¡Sí! Señor.

Mekai salió rápidamente de la habitación seguido de los tres guardias que se encontraban en el pasillo. Russell y Katse se encontraron solos en la habitación, pero tan solo uno salió con vida de allí. Katse confiaba por completo en las habilidades de Mekai, pero aún así, aún desquitado su odio y coraje en su doctor, sabía que no podría dar marcha atrás a su proceso de transmutación. Ya era muy tarde para comenzar otro proyecto parecido, todas sus esperanzas se habían centrado en esa mujer y en ese niño. Todos sus actuales y pasados recursos iban dirigidos a crear a ese niño, a concebir a ese niño. Ahora, una lágrima corría por su pálida mejilla demostrando el dolor que sentía al ver sellado su destino. El dolor de verse encerrado en un cuerpo mutante lleno de poder.

Katse quedo de rodillas impotente, golpeando al suelo con los puños cerrados hasta hacerse sangrar, rugiendo desesperado por el dolor que sentía en su cuerpo.

Para ese entonces Sayuri y Kentaro se encontraban sobrevolando el área en una clase muy particular de aviones que Sayuri no conocía, debía pertenecer a una organización que disponía de muchos recursos ya que el avión o jet era de reciente modelo, Masake y Oniishi piloteaban sus propias naves.

Sayuri iba sentada detrás de Kentaro en el asiento del copiloto, cobijada por una chamarra con olor a él, puso su mano delicadamente en el hombro derecho de Kentaro y con la voz más dulce que el piloto pudo escuchar dijo:

- Gracias, muchas gracias...

Kentaro puso su mano enguantada sobre la de la joven y apretándola suavemente contestó:

- Aun no me des las gracias, aun tenemos que llegar al refugio donde estarás hasta que nazca el bebé.

- ¿otro refugio? – pregunto desilusionada.

- Si, tal vez estés incomunicada un tiempo hasta que nazca el niño, pero tu podrás decidir que hacer con él y con tu vida una vez que todo esto pase...

Sayuri retiro su mano.

- De nuevo voy a estar sola y aislada.

- No, tendrás gente con quien platicar, otras madres en la misma situación que tu.

- Pero ninguna es perseguida por un loco.

- Salvo esa excepción.

- Voy a tener que empezar de nuevo. Sola.

- No estarás sola. Yo te acompañaré.

- ¿Estarás conmigo?

- Siempre que tu lo necesites.[1]

El bebé parecía escuchar de nuevo a su madre y daba patadas de felicidad desde su tibio refugio.

Ambos se dirigieron al refugio donde meses después, una mañana del 3 de Abril, habría de nacer una hermosa criatura, un tierno varón de ojos azules, de cabello castaño y con la sonrisa mas cálida y segura que lograron convencer a Kentaro a darle su apellido y amarlo tanto o mas como se ama a un hijo propio.

Así fue como Kentaro y Sayuri se conocieron. Así como empezó la guerra secreta contra Katse y sus fuerzas Galactor.



[1] Si, ya sé que el muy hijo de $%3&"# no cumplió pero al principio todo es felicidad ¿no?