Siempre he sido fan de esta pagina y ademas de Glee (ya menos), Quinn Fabray, Rachel Berry y por supuesto de Lea Michele y Dianna Agron por lo que he acabado convenciéndome de que esto era una buena idea. Y si, empiezo defendiéndome y espero que esa no sea muy mala manera.

Espero que poco a poco mejore un poco y también espero vuestro apoyo a la historia dejándome comentarios sobre ella. Sin miedo eh.

Muchos saludos y abrazos a todas como también mi admiración hacia todas aquellas escritoras que me han hecho disfrutar alguna vez con sus historias. Intentare no pasarme de drama. INTENTARE.

PRÓLOGO

-¡Ven aquí! –La voz de la mujer sonaba en todo el bar pese al ruido que allí había, cosa que hizo que Jane se avergonzara y se girara hacia ella regañándole con la mirada.

-¿A dónde vas? ¡No tardes! –Exclamo esta vez una voz masculina. –La tiene completamente pillada. –Susurro esta vez para los que estaban con él en la mesa.

-Ni siquiera sabes si va a llamarla a ella… -Rodo los ojos la chica y después le dio un toque con el codo. –Además, deberías aprender de ella o intentar copiarla mínimamente. –Dio un trago a la cerveza. –Cuando tu te vas con los amigotes no me llamas y muchas veces me dejas plantada con la cena… ella ni siquiera de lugar a eso, mírala, la llama antes para avisar. –Los de la mesa rieron.

-Se que va a llamarla a ella… se mas cosas que tu, querida. –Alzo las y sonrió de forma chulesca.

-No me jodais, Marlon no es chulo en absoluto. –Rieron mas, esta vez incluso Marlon lo hizo. –Que cabron.

-¿Y tu que se supone que sabes? –Pregunto una voz femenina mientras con un gesto indicaba a la camarera que pusiera otra.

La camarera que ellos conocían perfectamente, ante la duda pregunto; ''¿pongo 6?'' y ellos asintieron pese a que sabían que había algunas jarras aun sin acabar.

Ellos después de eso siguieron a lo suyo, es decir, siguieron incordiándose y por lo tanto disfrutando de su compañía. El local en el que se encontraban era grande, poco colorido, sonaba música de los 80, había bastante gente como era normal y era un ambiente distendido, relajado y familiar lo que animaba a la gente a reunirse allí con los amigos a disfrutar de un buen rato.

Jane ya estaba frente al teléfono de pago del bar mientras se hurgaba en el bolsillo delantero de sus pantalones vaqueros para sacar de este unas cuantas monedas.

-¿Acaso no tienes el móvil a mano Jane? –Preguntaba Alice, la camarera, mientras se encargaba de poner las cervezas que le habían encargado. –Puedo dejarte el mío.

-Da igual. –Sonreía agradecida introduciendo las monedas en la rendija del teléfono. –Es la cobertura, no me llega bien aquí y normalmente salgo a la calle para llamar pero hoy con el frio que hace… -Resoplo.

-Estamos a Diciembre y en Nueva York. –Sonrió poniendo las cervezas sobre la bandeja.

-Llevas razón Alice. –Después de marcar esperaba respuesta al otro lado del teléfono, cosa que no tardo en llegar.

Durante unos segundos miro por la ventana y a través de esta casi pudo sentir el frio, el hielo formándose sobre los coches allí aparcados, el cielo preparándose para soltar sobre ellos una gran nevada… y ella no pudo evitar sonreír. Amaba el frio, lo amaba profundamente, sobre todo cuando desde tumbada en su cama podía ver la nieve caer y los rayos de sol reflejados en esta lograban iluminar casi por completo su apartamento. Todos esos pensamientos la inundaron en apenas tres o cuatro segundos.

-Dígame. –Respondió la que era para ella la voz más hermosa que había escuchado nunca.

-No me hables tan bonito porque me enamoro, cariño. –Sonrió casi como una adolescente.

Al otro lado del teléfono, la reacción fue la misma. –Voy a meter el pescado en el horno ya así que espero que no te atrevas a llamarme para decirme que vas a tardar más ni nada de eso, es decir, llevas con la cenita romántica una semana y ahora estas con los amigotes en el bar en vez de venir a casa y ayudarme a preparar la cena. –Fingió estar enfadada.

-Primero, no llevo una semana con el tema cena sino unos… tres o cuatro días. –Levanto levemente el brazo alzando el dedo índice simbolizando ''uno'' y así seria con el resto. –Segundo, ¿cómo sabes que estoy con los chicos en el bar? –Frunció el ceño sonriendo. –Tercero, tu eres la gran chef y yo la que no sabe ni hacer unos huevos revueltos para el desayuno por lo que lo único que haría a tu alrededor es descolocarlo todo y entorpecerte. –Oyó una pequeña risa a través del teléfono. –Y por ultimo pero no menos importante… cuarto, no pienso llegar tarde, en serio, si no llego a cenar preocúpate mucho. –Dijo convencida.

-Desearía que estuvieras aquí… -Dijo en bajito. –Quería comentarte un par de cosas.

Jane se quedo algo parada. -¿Ocurre algo? Puedo ir ya a casa si es lo que quieres mi vida, ¿a ocurrido algo en el restaurante?

-Tengo una noticia que darte y no te digo más.

-¡No puedes dejarme así! –Miro a la mesa en la que estaban sentados sus amigos y estos aprovecharon para hacerle gestos indicándole que se reuniera a ellos. –Además, yo también tengo algo que comentarte. –Su corazón se acelero y cerró los ojos medio sonriendo y colocándose el pelo.

-¿Bueno o malo? –Pregunto con curiosidad mientras removía una sartén al fuego.

-Pues… espero que bueno… espero. –Su corazón iba a mil. -¿Lo tuyo, bueno o malo?

-¿Esperas? –Mordió una zanahoria pensativa. –Lo mío es buenísimo amor.

Bromeo intentando sonsacarle algo. -¿Pero es buenísimo para ti o para mí? Porque buenísimo para ti podría ser que yo desapareciera y estuvieras envenenando la cena.

-Para las dos, supongo. –Dijo en tono burlón.

-No veas cómo me tranquiliza eso… -Suspiro fingiendo tranquilidad. –No te preocupes, estoy allí en un momento y así me lo cuentas.

-¿Has bebido Jane? –Le pregunto algo mosqueada.

''Con la tontería has bebido más que ningún día Jane'' pensó. –Si… bueno, un poquitín. –Dijo.

Aunque su tono no era de enfado tampoco era el que había sido en el resto de conversación. -¿Mucho? ¿Cuántas copas te has bebido?

-No te enfades… estoy bien… -Intento relajarla.

-No me gusta. –Fue tajante pero sin enfadarse. –No me gusta que bebas y luego conduzcas, lo sabes, en serio no se que necesidad tienes.

-Hablas como si fuera una borracha cariño. –Hablaba como un niño intentando convencer a una madre he introducía mas monedas para que la comunicación no se cortara.

-No te estoy llamando borracha. –Hablaba con ternura. –Es solo que… no sé, sabes cómo soy yo… será porque trabajo en un restaurante y he visto muchas cosas y por eso me preocupo.

-Pues no te preocupes. –Sonrió. –Si tienes que preocuparte por algo espero que sea porque la cena salga perfecta.

-Espera. –Se separo el teléfono de la oreja y puso el altavoz. –Ya está.

Confusa. -¿Qué pasa mi vida?

-He puesto el altavoz porque yo a diferencia de ti tengo cosas que hacer… -Oyó una risa irónica al otro lado y empezó a trocear las verduras. –Por cierto, ¿tiene algo que ver lo que me tienes que comentar con el alumno ese que tenía esos trastornos? El que me comentaste… no recuerdo su nombre.

-¿Adam? – La oía trocear y podía llegar a oír incluso las cosas ya al fuego.

Chasqueo los dedos porque lo tenía en la punta de la lengua. –Si, justo ese. –Masticaba más zanahoria.

-No, no, no… es más personal, ya lo veras, ¿sabes qué? –Pregunto.

-Dime.

-Te lo dire al final de la noche. –Decía con intención de chincharle. –Y solo si te portas bien.

-¿Recuerdas que yo también tengo algo que contarte listilla? –Se puso chula.

-Te quiero. –Fue la respuesta.

-Pues yo no.

-Mentira.

-No tienes ni idea. –Regulaba el horno y volvía a ponerse el teléfono en el oído.

-Llevas razón… solo se quererte. –Esas palabras fueron pronunciadas con la mayor ternura que pudo.

Cerró los ojos y coloco el pelo tras su oreja. –Joder Jane es que no puedes soltarme eso y pretender que siga diciendo que no te quiero.

-Me debes un te quiero. –Dijo como si nada.

-Esta noche te lo compenso. –Sonrió juguetona.

Suspiro feliz. -¿Tan rica va a estar la cena?

-Siempre lo esta pero no. –Negó con la cabeza incluso. –En el postre, amor.

-¿Qué me has preparado? –Le seguía el juego y añadía más monedas.

-Nada. –Se encogió de hombros. –Estás hablando con él en realidad.

Suspiro excitada. -¿Eres tu mi postre? –Seis años juntas y aun seguía produciendo esos efectos en ella.

-Hay nata. –Dijo como si nada. -¿Me quieres con nata?

-Para ya que aun me tengo que tomar una cerveza. –Suspiro cerrando los ojos.

Sonrió satisfecha. –Ve a tomártela y ven prontito.

-¿Te he dicho que te quiero?

-Que pesada. –Rodo los ojos. –Si, lo has dicho antes Jane.

-Ve preparando la nata. –Decía contenta.

Abrió la nevera. –Espera. –Agito la nata y pulso para dejarla salir. -¿Lo oyes? Es la nata y me estoy relamiendo los dedos.

-Voy para casa ya. –Colgó el teléfono dejando a la otra satisfecha con lo que había provocado.

Fue hacia la mesa rápido y esquivando a las personas que charlaban de pie.

Marlon se dirigió a ella. -¿Ya? Ya esta bien porque estamos a punto de pedir la última y te ibas a quedar muy atrás.

-Lamentándolo mucho creo que no voy a poder quedarme ''a la última'' –Puso las comillas incluso.

-Normal, la parienta te ha puesto a caldo eh. –Rose hablo.

Se bebió la cerveza casi de un trago. –No es solo que quiero llegar a casa. –Miro a Marlon y ambos sonrieron, incluso este último le guiño el ojo.

-Suerte. –Dijo Marlon como si nada.

-Eso espero. –Jane se ponía el abrigo y se despedida de todos con un beso en la frente. -¡Ah! –Exclamo junto a la barra. –Hoy y solo hoy para que no os mal acostumbréis, pago yo. –Les guiño el ojo y dejo un billete justo en frente de Alice. –Quédate con el cambio. –Le dijo a esta última.

Las últimas palabras que oyó por parte de sus amigos al salir del bar fueron ''Jane, tía buena, te queremos''.

Jane se dirigió al coche algo más deprisa debido al frio y algo mareada por la ultima cerveza que se había tomado, eso la hizo sentirse algo mal después de lo que su chica le había dicho, no había bebido mucho pero la ultima cerveza que se había tomado no le había sentado bien… sabia que no estaba borracha, había tomado 5 cervezas y podía conducir perfectamente, ''tampoco es para tanto'' pensó de primeras. Pero fue los remordimientos lo que evito que encendiera el contacto. Casi de una manera milagrosa un taxi apareció por la esquina y dejo a un pasajero allí. ''Ella querría que lo cogieras aunque tardes un poco más en llegar a casa'' se dijo para sí misma y por eso se bajo del auto y lo cerró con el contacto, dio una pequeña carrera hasta el taxi y el conductor la atendió fuera después de bajar el equipaje del anterior pasajero.

-Perdone. –Se acerco amablemente.

-¿Desea algo? –Era amable.

-Se que es tarde y puede que allá acabado su turno pero me preguntaba si podría acercarme a casa, veras… -Hizo una mueca de fastidio. –He bebido un poco y no debería coger el coche.

-Claro. –Subió al taxi y ella le imitó.

Después de darle la dirección de casa envió dos mensajes de texto; uno a sus amigos o más bien a Marlon y otro a Quinn, su pareja:

''Marlon como he bebido un poco he decidido que lo mejor será ir en taxi a casa así que no os preocupéis si veis el coche fuera. No me han secuestrado, capullo. Por cierto, afeitate que estas muy feo.''

El de Quinn fue corto y más cariñoso:

''Llego prontito después de coger un taxi. Me has hecho sentir mal con el tema de conducir. Te odio mucho. Mi vida.''

-Da gusto ver que la gente joven se preocupa por la seguridad vial. –Dijo el taxista mientras esperaban en un semáforo en rojo.

-¿Perdón? –No lo había escuchado mientras guardaba el móvil.

Sonrió indicándole que no pasaba nada. -Son pocos por desgracia los que se suben al taxi porque no están como para conducir.

-Mi pareja es muy pesada con el tema.

-Eso es porque te quiere.

-Lo sé. –Sonrió mirando por la ventanilla.

Entonces le inundo un sentimiento de gozo total al ver las luces de la ciudad pasar a esa velocidad, un sentimiento casi de euforia, como si estuviera viviendo en esos segundos algo que ella todavía no entendía. Un sentimiento extraño. Frunció incluso su ceño… un chirrido y un grito sonaron y ella cerró los ojos, apretó los puños inconscientemente, se sintió completa de una manera muy extraña. Un sentimiento de arrepentimiento la ahogo durante unas milésimas de segundo. Cosas que pasan, tal vez. Miedo la inundaba. Ese estruendo en su costado izquierdo… un pitido en su oído… algo intenso en su interior. Sentía que podía parar el tiempo y lo hizo… abrió y cerró los ojos en varios ocasiones. Adiós a la euforia, ya no había miedo. No había nada.

La apariencia de los personajes que aparecen las pondre a partir del siguiente... a ver si alguien acierta con la de Jane. Os animo a compartirlo conmigo.