Bueno aquí está mi fic para este reto. Un LaMi o Miraxus. Oifjdejiwejhdje, mi tercera pair favorita de Fairy tail por detrás del StiCa y del NaLu. Este fic es UA, y cuenta la locura inventada por esta autora. Con la aparición estelar de Makarov DreyarxD.
Mi primer reto en este foro, ¡Dios que nervios!
Disclaimer: Fairy Tail le pertenece a Hiro Mashima.
Este fic participa en el reto "Primer encuentro/Impresióndel Foro Grandes Juegos mágicos" .
Lugar sorteado: Autobús.
La canción que os recomiendo escuchar a la vez que leáis será Something I Need – One Republic.
Que os guste.
L&M
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Algo que Necesito
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No era alguien normal —¿acaso bromeaban?—, ni alguien que pudiera pasear por la calle sin ser asediado por fans, fotógrafos y demás personas que deseaban —según su abuelo— quitarle los pantalones. Bueno, y la camiseta ya que estaban. Que decir que no se cortaban un pelo, ¡solo había que mirarlos, demonios!
Laxus Dreyar no era alguien normal —muy a su pesar—. Era uno de los actores mejor pagados de Hollywood, aquel que protagonizaba las mejores películas con las actrices más despampanantes del panorama de la gran pantalla. Envidia de los hombres, deseo de las mujeres.
Tampoco había que exagerar.
Pero era cierto, sus portadas en las revistas de medio mundo —no solo las del corazón, ¿para qué engañarse?— las protagonizaba la mayoría de veces él y sus supuestas novias —aunque la mayoría de veces era él solo con pantalones vaqueros y sin camiseta, él solo en traje, él…
En fin, era un tipo muy seguido. Pero no solo lo era por su atlético cuerpo y hermoso rostro —no, también había más cosas—. Era un grandísimo actor, había ganado ya 3 Oscars en películas con millones y millones de ganancias, por ese motivo su caché subía y subía. Gracias al dinero que había ganado desde que comenzó como actor a los 20 años —ahora tenía 25—, su abuelo había dejado de trabajar en el campo.
Laxus se lo debía, su abuelo había estado desde que nació trabajando para que él tuviera un futuro. Desde la desaparición de su padre nada más nacer y la muerte de su madre en el parto, el rubio solo tenía a su abuelo. Y por suerte, él no lo había abandonado. Laxus solo a él lo consideraba su familia, solo por él daría su vida.
A los 16 años pudo comenzar a estudiar Arte Teatral, gracias al dinero que su abuelo había estado ahorrando para eso. Aunque al principio fue difícil, Laxus consiguió un puesto de dependiente en una tienda y gracias al dinero que ganaba pudo pagar la comida, la luz, el agua y la calefacción de aquella vieja casa a las afueras de Los Ángeles. Su abuelo se encargaba únicamente de pagarle la carrera. Y tras 4 años, por fin acabó sus estudios.
En ese momento parecía llegar la ruina, si al Dreyar no lo contrataban pronto se arruinarían.
Pero aquello no ocurrió. Laxus consiguió que uno de los clientes de la tienda en la que trabajaba, le diera un pequeño papel secundario para una telenovela de poco prestigio. Bueno, no lo consiguió. El hombre lo vio y rápidamente le exigió a Laxus que trabajara en su telenovela.
Tras actuar durante 3 meses en ella, se convirtió en el protagonista de la misma. Y pasado un mes le llamaron para actuar en una de las series más vistas. Aunque tenía un papel pequeño poco a poco fue tomando importancia. Desde ahí, no tardaron en llamarle para que hiciera su primera película.
Cuando aquella película se estrenó y él se llevó la mayor parte de los flashes y las mejores críticas, se compró entonces una casa en Hollywood, aprovechando que aparecería en una nueva película: Piratas del Caribe. Su abuelo se fue a vivir con él —más bien, Laxus se lo dijo y Makarov no dudo en irse tras él—. Su abuelo era un pervertido, pero un gran hombre.
Aunque a veces tenía que vigilarlo para que no la liara con algunas mujeres.
Suspiró; recordando el motivo por el que estaba en aquel autobús, con una gabardina, gafas de sol aun cuando era de noche y un sombrero que era de un color negro horrible, pero que por suerte le tapaba el pelo.
¿Cómo había llegado hasta ahí? —Se preguntó para luego bufar y apoyar el codo en la parte superior del asiento y posteriormente, apoyar su barbilla en la mano de aquel brazo—. Ah, claro; ¿cómo olvidarlo?
Estaba tranquilo en su casa, descansado en el jardín tumbado en una hamaca. Se tomaba con tranquilidad un Daikiri mientras leía "El Código Da Vinci". Vestía ropa normal; unos vaqueros rojos, y una camiseta de tirantes negra pegada a su torso. No llevaba zapatillas, solo unas chanclas que había dejado en el suelo tras subirse a la hamaca. Estaba a punto de acabar el penúltimo capítulo cuando escuchó que uno de sus guardaespaldas lo llamaba.
Suspiró; no se molesto en mirarle, seguro que era una falsa alarma, como siempre. Continuó con su lectura, sin apenas inmutarse. El chico con el pelo verde y enfundado en un traje llegó hasta él, cansado por la carrera.
—Señor Dreyar, tenemos un ligero problema.
—Solucionadlo vosotros.
—Lo haríamos si fuera algo normal, señor Dreyar. Pero…
—¿Pero…? Habla chico, no tengo todo el día, ¿sabes? —Habló moviendo ligeramente el libro. Se alzó lo suficiente como para beber de su copa, mientras usaba uno de sus dedos para no perder la página por la que se llegaba.
—Es sobre su abuelo, señor Dreyar —el rubio levantó una ceja.
—¿Qué ocurrió ahora? —Preguntó con una mueca de cansancio, marcando el libro con el marca páginas y dejándolo en la mesa de al lado. Volviendo a beber de su copa.
—Apareció desnudo en la calle señor.
Laxus escupió parte de su bebida en la camisa del guardaespaldas, demonios eso le había sorprendido.
—¿Qué? —Preguntó de nuevo con una ceja alzada.
—Que apareció…
—Eso ya sé, demonios. Solo dime que ocurrió. ¡Ese viejo…! —Se quejó bajándose de un salto de la hamaca y poniéndose las chanclas—. ¿Dónde está ahora?
—En una tienda señor —respondió el guardaespaldas siguiéndolo con rapidez—, por suerte se metió a uno de los vestidores antes de que aparecieran los paparazzi que rodean la tienda. Dos compañeros fueron rápido allí.
—¿Habéis intentando ayudarlo?
—Sí, pero no podemos sacarlo de allí mientras sigan ahí los fotógrafos. Es la tienda de Zara del centro de la ciudad, y aun hay algo peor, señor Dreyar.
—Tsk, sorpréndeme —pidió, mientras tomaba de su habitación las gafas de sol; tras ponerse unos zapatos.
Bajaron con rapidez las escaleras de la casa, ya eran alrededor de las siete y media de la tarde, pronto anochecería.
—En apenas media hora llegara la televisión, señor.
—Tsk, menudo problema —habló, corriendo hacia su moto situada en el garaje; no había tiempo para el coche.
—¡Señor Laxus, no debería tomar la moto!
—Ve a cambiarte de camisa, yo le evitaré una humillación a ese viejo.
Se puso la chaqueta de cuero que se encontraba encima de la moto y montó en ella. Sin tomar el casco, arrancó su querida Yamaha HJ16 Diversion F/ABS, de un color negro brillante y azul metalizado; y salió del lugar. Dirección a la tienda, escuchando de fondo los gritos de sus guardaespaldas. Aquel al que le había manchado la camisa, solo sonrió y se marchó a cambiarse —entre un extraño baile.
Laxus iba con rapidez por las calles de la ciudad, esquivando los coches pero evitando sobrepasar el límite de velocidad. Tras unos 10 minutos, paró en una esquina, observando como un gran grupo de gente se juntaba en torno a Zara; como bien había dicho su guardaespaldas. Dos de aquellos que lo protegían, vigilaban la puerta del local, asegurándose que nadie entrara en aquella tienda.
El actor suspiró, Zara iba a pedirle dinero por las perdidas.
Según lo que le había dicho Freed —aquel guardaespaldas a quien le había tirado la bebida—, la televisión no tardaría más de 10 minutos en llegar. Observando aquel revuelo, tenía que pensar en algo; y rápido.
Pero antes de poder hacer nada, uno de los fotógrafos se dio la vuelta y se le quedó mirando. Laxus no se movió, solo levantó ambas cejas y cruzó los brazos, aun sentando en la moto. Intentaba aparentar normalidad. Pero…
—¡Es Laxus Dreyar!
Sí, el grito de ese idiota provocó que todo el mundo se girara hacia él. Todos lo miraban, esperando que dijera algo que les demostrara aquello, o que lo negara. Pero el rubio sabía lo que pasaría, dijera lo que dijera, ya sabían que era él.
—Maldición.
Se bajó de la moto y comenzó a correr por la calle, escuchando a su espalda los gritos de los paparazzi persiguiéndolo. Mierda, ¿a dónde iría ahora? Y lo malo era que los fans también lo perseguían, concretamente las chicas… muy apasionadas. Vio a lo lejos un callejón, se pensó el entrar o no, pero al ver como de frente venía más gente, no dudo en adentrarse en él.
Cuando lo hizo vio a lo lejos una valla. Corrió más rápido, lo justo para saltar a ella, subir hasta arriba y saltar desde allí al suelo; superándola por fin. Siguió corriendo hasta llegar al final del callejón. Salió entonces a una calle menos transitada. Suspiró y metió las manos en los bolsillos de sus pantalones para tomar su móvil…. Pero no estaba.
—Tsk, esto no puede estar pasando.
Y aunque comprobó los bolsillos de su cazadora, ahí tampoco estaba; no lo había cogido al salir de su casa. Solo llevaba su cartera. Levantó la vista, fastidiado, y bufó. A apenas unos pasos observó una parada de autobús.
—Que oportuno… —ironizó mientras llegaba a esa parada.
Se sentó en uno de los asientos, observando como a su lado un tipo con un sombrero de muy mal gusto y una gabardina negra vieja, escuchaba música mientras jugaba con su teléfono. ¿Por qué tendría tan mala suerte? Maldito sea ese viejo. Entonces, para rematar su suerte, escuchó a lo lejos como un vehículo llegaba. Podía ser el bus… Podía, pero no lo era.
Era la furgoneta de la televisión.
Esto no podía estar pasándole.
Si le pillaban allí, aquello sería un problema. No lo dejarían en paz, jamás dejarían de hablar de él. Él solo quería tranquilidad como la que tenía en su mansión, como la que tenía cuando trabajaba… Pero si ahora la televisión le viera…
Jamás volvería a estar tranquilo.
Apretó los dientes y antes de comenzar a correr se fijo en el tipo de al lado; quien seguía a lo suyo. Tomó su cartera y llamó al tipo del hombro, él le miró extrañado quitándose los cascos.
—Te doy 50 dólares por el sombrero y la gabardina.
—¿Qué? ¿Estás bromeando, tío?
—También te daré mi cazadora de cuero —miró de reojo como la furgoneta se acercaba cada vez más, bufó y miró serio al tipo, levantando una ceja. Esperando por la respuesta, para su mala suerte no tenía más dinero; aunque su mirada no permitía un "no" por respuesta.
Cuando la furgoneta pasó al lado de la parada de bus, ni siquiera se paró más de cinco segundos. Buscaban a Laxus Dreyar, no a un tipo raro y a un vagabundo con una cazadora de cuero de buena marca. El rubio cuando les vio pasar suspiró aliviado. Se había librado de un problema.
En apenas 5 minutos el bus llegó, y Laxus sabía que tenía que coger aquel bus —ya que su número lo llevaba a apenas unas calles de donde vivía—. Pasó su bono bus y así pudo acceder sin problemas. Suerte que hizo caso a Freed de sacarse aquella tarjeta para el bus. Él jamás se la hubiera sacado, la consideraba algo innecesario. Aunque esto le hacía cambiar de idea.
…
Habían pasado apenas media hora desde que el bus había comenzado a moverse, y ya eran las ocho y media de la noche. Pero obviamente no se iba a quitar las gafas de sol, demonios no quería que nadie lo pillara; no ahora que le faltaba solo media hora para llegar a su mansión. Sentado, de reojo observó como una anciana se subía al bus agarrando tres bolsas con la compra. Laxus se dio cuenta que todo estaba ocupado, y suspirando se levantó.
—Señora, siéntese, esas bolsas deben pesar.
La señora le sonrió, agradecida por su amabilidad.
—Muchas gracias joven… Pero de igual forma no me importa estar de pie, tú deberías sentarte.
El Dreyar levantó una ceja, confundido. ¿Por qué él debería…?
—Siéntese, me canso de estar sentado.
La anciana, aunque dudó, acabó por sentarse. Dejo las bolsas en el suelo y sonrió tiernamente al rubio, quien tras sonrojarse ligeramente, apartó la mirada. Se sujetó con un brazo de la barra sobre su cabeza y bufó. ¿Cuándo se acabaría ese maldito viaje?
—Es bonito ver que aún hay personas como tú, ¿sabes?
Oyó la voz de una mujer joven. Por un momento se quedó quieto, ¿lo habría reconocido? No, si lo hubiera hecho se hubiera lanzado contra él, o le hubiera gritado. Pero si no era una fan loca, ¿qué quería? Miró de reojo a aquella mujer de su derecha.
De color de pelo blanco, de ojos azules y brillantes, de sonrisa amable y sincera, era una mujer de más o menos su edad; sin lugar a dudas. Iba ataviada con unos short vaqueros y una sudadera grisácea del Hard Rock Café de Londres. Llevaba unas sandalias con un poco de tacón de color negro. El pelo le llegaba hasta la mitad de la espalda, y tenía un mechón de su frente recogido en una pequeña coleta; impidiendo que así le tapara la frente.
Cargaba una bolsa de un supermercado, y no llevaba bolso. Llevaba su cartera, llaves y móvil en el bolsillo de la sudadera.
Laxus no lo podía negar: aquella mujer era hermosa.
—¿Sueles hablar con personas que no conoces?
—No, pero tampoco suelo ver a personas con gafas de sol cuando es de noche —el rubio se sonrojó—. ¿Sabes por qué la señora no quería que le dejaras tu sitio?— Laxus la miró de reojo sobre las gafas, esperando que continuara—. Porque pensaba que eras ciego… —susurró aquella mujer, soltando una pequeña risa después.
—Tsk, no digas idioteces —susurró colocándose el sombrero. Como si eso lo escondiera de algo, se dijo enfadado.
—Pregúntaselo si no me crees. Aunque seas un buen tipo, eres raro —el rubio la miró de reojo, observando como la sonrisa de ella no se había borrado desde que la había visto—. ¿Hay alguna razón por la que vayas así? ¿Una fiesta de disfraces? ¿Un homenaje al profesor Gadget?
Bufó cuando la escuchó decir aquellas tonterías, pero no pudo evitar una mueca de sonrisa aparecía en sus labios en cuanto la escuchó reír.
—Que molesta eres…
—Perdona si te molesté, soy Mirajane —se presentó ofreciendo la mano con la que no se sujetaba a la barra sobre ella.
El actor la observó sorprendido y dándose cuenta de que él no la podría decir su nombre, le descubrirían. Chasqueó los dientes y le devolvió el saludo con su mano libre.
—Encantado —ella no pudo evitar levantar ambas cejas.
—¿No me dirás tu nombre? Vaya, eso es grosero —él solo se encogió de hombros.
—No es que vayas a ganar mucho por conocerlo.
Ella suspiró, pero antes de decir algo más, no pudo evitar mirar como la señora de antes se levantaba y tomaba sus tres bolsas para bajar del transporte.
—Pues entonces ha sido un gusto conocerte, rubio sin nombre.
Él levantó una ceja, sorprendido ante su comportamiento. La vio tomar su bolsa y al ver cerrarse las puertas del bus, la observó pedir al conductor que las volvieran a abrir. Entonces, para su sorpresa, tomó las tres bolsas de la señora —junto a la suya propia— y bajo del bus junto a ella. Aquella anciana miró a Laxus por unos segundos antes de irse, y le sonrió.
Vio a ambas en la acera, charlar con sonrisas para planear como llegar a sus casas. Y aunque Laxus sabía que faltaban 5 paradas hasta bajarse, justo antes de que se cerraran las puertas del vehículo, pasó a través de ellas saltando a la acera; cayendo frente ambas mujeres. La peliblanca le observó con una ceja alzada, realmente sorprendida. La anciana le sonrió de nuevo.
—Necesitaréis ayuda con tantas bolsas.
Laxus se encogió de hombros, como si eso fuera algo casual en él. Ambas mujeres sonrieron, y Mirajane no pudo evitar pensar que aquel rubio era un tipo más agradable de lo que parecía a simple vista.
—Bien —Mirajane tomó su bolsa y una de la mujer, dejando las otras dos al joven—, chico sin nombre, sigamos a la señora Ultear, ella nos indicara donde está su casa.
—En verdad os lo agradezco, jóvenes.
—No es nada señora, solo díganos.
Laxus, asintió mientras tomaba las bolsas. No pudo evitar levantar ambas cejas, aquellas bolsas pesaban más de lo que parecía.
—Seguidme… Pero os aviso de que soy muy preguntona, aunque respeto los gustos extraños.
El Dreyar bufó, mientras oía de fondo la suave risa de aquella joven llamada Mirajane.
De nuevo, una mueca de sonrisa hizo amago de aparecer en sus labios.
…
—Ya hemos llegado, jóvenes. Os agradezco haber ayudado a esta anciana —expresó la mujer frente a una parcela de edificios.
—No es nada, señora Ultear —sonrió la peliblanca, feliz de haberla ayudado. El actor solo asintió, secundando las palabras de Mirajane.
Un chico pelinegro de unos 20 años, seguido de una chica de pelo azul, llegaron a ayudarla, tomando las tres bolsas de la mujer que el rubio y la de ojos azules habían dejado en el suelo. Laxus se colocó sus gafas, se recolocó el sombrero y solo observó.
—Abuela, ¿no te dije que no fueras a hacer la compra sola?
—Lo siento, Gray, pero por una vez que viene tu novia quise hacer algo por mí misma —Gray bufó, avergonzado. La peliazul se sonrojó.
—Juvia la ayudara, señora Ultear. Apóyese en mí; y gracias por esforzarse en eso.
Comenzaron a andar lejos de allí, con la mujer agarrada al brazo de Juvia. Ambas seguidas por el nieto de la anciana, Gray, quien estaba ligeramente sonrojado. La anciana se paró tras haber dado unos pasos.
—Joven, si quiere que la gente lo quiera por quien es, deje de esconderse. Seguro que tiene algo más que dar que su apariencia, ¿verdad?
Tanto el nieto de la mujer, como su novia, alzaron las cejas extrañados por las palabras de la anciana. ¿A qué se refería? Se despidieron del rubio y la peliblanca, y continuaron hacia la parcela de edificios donde vivían los Fullbuster.
—Al parecer, la señora Ultear no es la única que te ha descubierto, chico sin nombre.
Mirajane cogió su bolsa y comenzó a andar hacia el otro lado de la calle, despidiéndose con una sonrisa del joven rubio. Laxus bufó —aunque extrañado— y llegó hasta ella, tomando la bolsa que cargaba la joven —aun más pesada de lo que pensaba.
—Te acompañaré.
—No hace falta, chico rubio —le dijo con una sonrisa. Pero él de igual manera tomó la bolsa y comenzó a andar. Ella levantó una ceja, divertida—. Si tanto insistes, llévala —se rindió con una sonrisa—, pero mi casa está para allá —le indicó con un dedo.
Laxus se frenó y avergonzado se dio la vuelta, siguiendo a aquella mujer que se reía de él. Pero no podía molestarse por eso, oírla reír le agradaba. Le agradaba también estar con ella, tenía que reconocerlo. Minutos después llegaron a un edificio no muy bonito, pero si en buen estado —o eso parecía desde fuera—. Aunque el rubio no pudo evitar esbozar una mueca, descontento porque ella viviera allí.
—Ya hemos llegado. Te agradezco haberme acompañado.
—¿Vives sola? —Ella levantó ambas cejas, sorprendida por esa pregunta.
—No, vivo con mis hermanos. Soy la mayor, así que me encargo de la compra —ella fue a tomar su bolsa, pero él no la soltó—. ¿Me das mi bolsa, chico sin nombre?
—Te acompañaré a tu piso.
—No es necesario, ¿sabes? Pero si tanto quieres… —ella le sonrió y le indicó con una mano—. Sígueme —entraron al portal y se dirigieron a las escaleras. Laxus frunció el ceño al ver el ascensor—. Vivo en un cuarto, así que tenemos que subir andando. No funciona el ascensor desde hace meses, pero no tenemos para pagarlo nadie del edificio.
—¿Es demasiado caro? —Cuestionó el Dreyar curioso mientras subían ambos las escaleras.
—No es que sea caro, el problema es que tenemos que arreglarlo. Los cables que sujetan la cabina están rotos, y nuestra electricidad es un poco pésima. Tendríamos que desembolsar una gran suma de dinero, y nadie de aquí la tenemos.
El rubio calló, sin evitar que le naciera la necesidad de restaurar aquel edificio. ¿Por qué? Era quizás porque podría hablar con esa chica sin necesidad de que le cuestionara o se tirara a sus brazos. Quizás porque ella no veía solo su apariencia.
—Ya llegamos —se pararon en la puerta de aquel 4ºD, ella le sonrió cuando le dejo la bolsa en el suelo—. Gracias por ayudarme, no tenías por qué hacerlo.
—Supongo que debe ser cansado llevar esa bolsa todo ese tiempo. Además, ya había ayudado a aquella anciana.
Ella le sonrió de nuevo, era capaz de leer a través de ese orgullo. Sacó del bolsillo de su sudadera las llaves del piso y abrió la puerta. Tomó la bolsa, pero antes de entrar a la casa se dio la vuelta hacia el rubio. Le sonrió de nuevo y se puso de puntillas, hasta darle un beso en su mejilla.
—Gracias por ayudarme a mí y a Ultear. Eres un buen hombre, Laxus Dreyar.
Y tras reír, entró a su casa y cerró la puerta a su paso. Dejando a un Laxus con la boca abierta, porque esa mujer lo había reconocido desde el principio, pero no le había dicho nada. Ese tiempo con ella era algo que había necesitado hace tiempo. Al igual que a su abuelo, al igual que su trabajo, al igual que tranquilidad en su vida, también necesitaba eso. También necesitaba aquella sonrisa.
El rubio solo bufó y se dirigió a su casa; tardaría una hora en llegar, pero no le importaba. Porque cuando se dio la vuelta, y dejo de mirar aquella puerta que daba entrada al piso 4ºD, para bajar las escaleras de aquel edificio; el famoso actor hizo lo que jamás había tenido la oportunidad de hacer sin fingirlo.
Laxus Dreyar sonrió.
L&M
Ofijjewoiejfoeijf, ok, esto me dio mas feels de lo previsto. Reconozco que estoy orgullosa, tío. Muy orgullosa de este fic. No sé, me quedó adorable y fangrileo yo sola, a lo locoxD. En fin, que espero que os haya gustado porque yo en verdad disfrute al escribirlo. Hacía mucho que quería escribir sobre ellos, y reconozco que si yo no hubiera participado en el rol como Laxus y Tita como Mirajane, hacer a la peliblanca bien me hubiera costado bastante.
En la película de "Piratas del Caribe" me imagine a Laxus como Will, no sé porque, pero lo amé jajajajajja. La marca de la moto es verídica, soy muy especial con los detalles y estuve unos 10 minutos buscando una que me gustara fjddjjfgok:3 Por si acaso, el Profesor Gadget es un personaje de una serie que era un tío super experto en solucionar casos y un tío muy apañado con sus maquinas y tal. Iba siempre con sombrero y gabardina fieifjueif. Por eso lo puse. Se me hizo tan graciosoxD.
Así que estoy feliz y agradecida. Espero que os haya gustado.
Ifljhgjukiolije, Me gustó mucho poner a Freed en el papel de guardaespaldas-madre jajajajajajajja. ¡Fue tan gracioso! Y me encantó poner a Makarov como aquel que se las lía a Laxus. Pero nunca sabréis porque apareció desnudo –muajajajajaja-, aunque os confieso que pudo escapar de Zara -tienda española porque no me salía otraxDDD- vestido.
También me gustó poner a Ultear como una anciana adorable y a Gray como su nieto. Porque no sé, creo que sería tan hermoso –aunque no lo son, obvio-. Y Juvia como su novia porque son hermosos y lo digo yo, una autora Grayza que se convierte a Gruvia lentamente jajajajaja.
Al principio, cuando escribí este capítulo, solo tenía planeado hacer un One-Shot y listo. Pero he cambiado de idea, ya que la historia que he formado tiene mucha tela para cortar -y me encanta-, así que continuaré este fic al acabar el reto donde participa este capítulo. Si queréis seguirlo, os recomiendo darle follow, favorito, y dejarme reviews, ¡me encantan! Me encontraré escribiendo los próximos capítulos y cuando tenga mucha tela escrita, los iré colgando. Será un fic Miraxus como protagonistas. Así tendréis actualización por semana.
Se despide TemariAckerman06.
