Disclaimer: Los personajes son propiedad de Stephenie Meyer, solo la trama es mía.
-Capítulo 1-
—Te he dicho que no.
—Por favor, tío, por favor.
—Que no. Ya eres mayorcito para que tenga que estar yo sacándote las castañas del fuego —mascullé mientras le daba un sorbo al café que tenía en la mano. Solo eran las diez y media de la mañana de un lunes primaveral y ya tenía que estar Peter tocándome las narices. Si lo hubiera sabido, no habría salido a desayunar.
—Nunca te pido nada, y este es un asunto de vida o muerte.
Miré a mi amigo con una ceja alzada y lo ojos entrecerrados.
—Lo que tú quieres es llevártela a la cama, y yo no voy a tomar parte en ello.
—Joder, no te estoy pidiendo un trío —se explicó Peter rascándose la nuca, y me di cuenta de que se le habían puesto las orejas rojas por la vergüenza. Por favor… Con la de veces que yo había formado parte de uno.
—Y menos mal, porque a ti no te toco ni con un palo.
—Solo quiero que hables con ella… que rompas el hielo —me explicó pasando por alto mi último comentario.
—Que te allane el camino, vaya.
—Pues… sí. Por favor, Jasper. Te lo estoy pidiendo en serio, si no fuera importante no lo haría.
Rodé los ojos y respiré hondo. Eso de tener fama de ligón me iba a dar más penas que alegrías, a ese paso. Me senté en un banco que había frente a un parque y volví a beber del vaso de café.
— ¿Qué problema tienes? —pregunté al fin, sin saber exactamente en qué me estaba metiendo.
—No puedo hablar con ella. No puedo. Me sudan las manos y me tiemblan las piernas cuando la tengo delante. Simplemente no puedo.
Suspiré intentando que mi amigo no se diera cuenta de ello pero fracasé de manera estrepitosa:
—Ya sé que es ridículo… que soy ridículo —exclamó Peter mortificado.
—Ni siquiera he abierto la boca.
—Pero sé que lo piensas. A ti solo te hace falta guiñarle un ojo a una mujer para que caiga rendida a tus pies, y yo ni siquiera soy capaz de decirle hola a la que me gusta… Parezco un crío.
—Oye, cada uno es como es. A mí se me dan bien las mujeres y a ti las matemáticas, no te quejes.
Peter me fulminó con la mirada y yo me eché a reír sin poder evitarlo.
— ¿Me vas a ayudar o no?
—Depende.
— ¿De qué?
—De cómo sea ella. Además, ni siquiera sé dónde la has conocido.
—No la he conocido, si lo hubiera hecho no te estaría pidiendo ayuda.
—Bueno, ya me entiendes —le resté importancia al asunto con un movimiento de mi mano—. ¿Dónde la has visto? O mejor dicho: ¿De dónde ha salido?
—Por las tardes trabaja ayudando a su hermana en una cafetería del centro. Allí suelo quedar con Charlotte para ponernos al día de nuestras cosas.
—Pues fíjate que yo siempre he pensado que harías buena pareja con Charlotte… —tanteé mirándolo de reojo.
—Uff, qué va. Solo somos amigos.
Volví a poner los ojos en blanco, pues sabía que cuando Peter empezaba así no habría manera de hacerle cambiar de opinión. Era un cabeza cuadrada.
—Bueno, vuelve a tu enamorada. Trabaja en una cafetería ayudando a su hermana, ¿qué más?
—Sé que por las mañanas trabaja en una tienda de ropa que está a un par de calles de mi piso. Ahí la vi por primera vez, y después, esa misma tarde, quedé con Charlotte en la cafetería y me la volví a encontrar. Como si fuera una señal.
— ¿Nunca has hablado con ella?
—No. Nos atendió su hermana.
— ¿Cómo sabes que era su hermana?
—Porque presté atención y la llamó hermanita. Además, se parecen bastante.
—Vale… ¿algo más?
—Es muy alegre, siempre está sonriendo, y tiene una sonrisa tan bonita…
—Ahí quería yo llegar. ¿Cómo es físicamente? ¿Del tipo bellezón bien dotado o chica normalita?
—Normalita. No es muy alta, tiene la piel clara, el cabello corto y negro y una cara muy dulce. Es delgada pero no está en los huesos y, por lo que me he podido fijar, no es de las que destacan por sus atributos. Definitivamente no es tu tipo, Jazz.
—Mejor, porque así, si decido ayudarte, no habrá peligro alguno de que termine enamorándome de ella, ¿no? —bromeé dándole un codazo a mi amigo.
— ¿Tú, enamorándote? ¡Já! Antes se congelará el infierno.
—Eso me temo, compañero. Yo estoy demasiado feliz con mis escarceos de fines de semana. Me contento simplemente con una mujer hermosa, un poco de sexo sin compromiso y un par de pastillas contra la resaca el domingo por la mañana. Eso es vida, sí señor.
Peter se echó a reír y después me miró fijamente.
— ¿Me vas a ayudar con ella?
Le devolví la mirada y, apurando mi café, asentí.
—Claro. Todo porque consigas a tu princesa y a la futura madre de tus hijos.
—No es necesario que corras tanto. Solo quiero conocerla, el resto vendrá solo.
—Está bien, pero nunca se sabe —me puse en pie y Peter me imitó, caminando a mi lado—. Me pasaré esta tarde por el café a ver qué encuentro.
—Está bien, pero no la asustes demasiado.
—Perdona, yo a las mujeres no las asusto, precisamente.
—En ese caso, sé amable con ella, pero no en exceso. No vaya a ser que la que se enamore sea ella.
Sonreí sin poder evitarlo.
—No lo hará, te lo aseguro. Puedo ser encantador, pero a la mínima que vea una señal de que me hace ojitos, me comportaré como un auténtico cabrón. Entonces tú podrás ir a consolarla y… Oye, pues no es un mal plan… —medité.
—Jasper, ni se te ocurra. Solo habla con ella y… no sé. Tú sabes de esto.
—Haré lo que pueda, pero no prometo nada. Y por cierto… ¿cómo se llama tu Julieta?
Peter sonrió al escucharme llamarla de ese modo y fue entonces cuando me di cuenta de que estaba realmente pillado por ella. Me miró y, sin perder la sonrisa, respondió:
—Alice.
.
.
.
Por la tarde, a eso de las cuatro y media, me escaqueé del trabajo y me dirigí a la calle anotada en la servilleta que Peter me había entregado aquella mañana. No me había escaqueado del trabajo, en realidad, solo podía marcharme cuando quisiera, pues la empresa en la que trabajaba era de mi padre, y mientras hiciéramos nuestro trabajo bien y a tiempo, los trabajadores disponíamos de una libertad de movimiento bastante grande. No era un niño de papá ni mucho menos, trabajaba tanto o más que los demás trabajadores y me ganaba mi sueldo de manera honrada, así que podía estar orgulloso de la vida que había conseguido con mi esfuerzo por mucho que mi jefe fuera mi padre.
El caso es que a las cinco en punto estaba frente al Queen Anne café, una cafetería enorme pero muy acogedora con los muebles y las paredes revestidas de madera, y dividida en dos partes por un muro también de madera que otorgaba algo de intimidad a las mesas que se encontraban pegadas a él.
Me decidí a entrar y me senté en la primera mesa que encontré libre, pues a esa hora se congregaba bastante gente en la cafetería, y las camareras iban y venían sin descanso. Fingí leer una de las cartas que había en la mesa pero dirigí mi mirada hacia la barra, esperando dar con mi objetivo. Allí había una chica joven, de no más de treinta años, que no dejaba de teclear en una caja registradora y que charlaba a la vez de manera muy animada con un matrimonio de ancianos. Ella tenía el cabello largo y rizado, por lo que la descarté al instante.
—Buenas tardes, ¿qué le traigo? —me preguntó una voz aguda de repente, sobresaltándome a pesar de que intenté disimularlo.
Miré a la propietaria de esa voz y fue entonces cuando supe que había dado con mi objetivo. A mi lado se encontraba una chica no muy alta, delgadita, de cabello corto y negro y un rostro que, definitivamente, podía ser calificado como dulce. Y, desde luego, no era mi tipo en absoluto.
—Un café, gracias —le respondí intentando mantener la compostura, devolviendo la carta a su lugar correspondiente.
—Pensaba que preferiría una copa de vino.
Alcé una ceja sin comprender a qué venía esa pregunta.
— ¿Perdón?
—Como estaba mirando la carta de vinos… Creía que iba a pedir uno.
Zas. Eso era por no prestar atención a lo que supuestamente leía.
—Ah, no, no. Solo estaba mirando qué vinos tienen por aquí.
—Pues soy muy buenos, casi de lo mejorcito que hay. Y lo digo sin saber absolutamente nada de vinos.
Genial, ella misma me estaba dando tema de conversación.
— ¿Y qué haría si yo ahora le pidiera el mejor vino de todos los que disponen? ¿Cuál me traería?
—El más caro, sin duda.
—A veces el más caro no es el mejor —apunté con una sonrisa divertida.
—Por algo es el más caro, entonces.
—Touché. Pero… si no entiende de vinos, ¿cómo es que trabaja aquí?
—No es necesario entender de vinos para trabajar en una cafetería, lo que pasa es que mi hermana es muy suya y quiso servir también comidas y cenas. El establecimiento es de ella, yo solo trabajo aquí por las tardes para ayudarla.
—Entiendo.
La chica me sonrió todavía con la libretita en una mano y el bolígrafo en la otra.
— ¿Quiere algo más aparte del café? —me preguntó de nuevo.
—No, gracias.
—Ahora se lo traigo, pues.
Se dio la vuelta y se marchó hacia la barra andando a paso ligero. Sin poder evitarlo, era una costumbre bastante mala que tenía desde que era un adolescente con las hormonas revolucionadas, mis ojos se dirigieron implacablemente a su trasero enfundado en unos pantalones tejanos, y en mi mente sonó mi voz diciendo: "¡aprobado!", por lo que cerré los ojos y suspiré, negando con la cabeza. Cuando los abrí, estos volvieron a dirigirse hacia ella, que acababa de apoyar los antebrazos en la barra, consiguiendo que la blusa violeta que llevaba se deslizara un poco hacia arriba, revelando algo que llamó mi atención sin poder evitarlo. Justo al final de la espalda, en uno de los lados de la rabadilla, no en el centro como solían llevarlo las mujeres, había un pequeño tatuaje que no pude distinguir a causa de la distancia que nos separaba. Pero era interesante, no podía negarlo. La chica se dio la vuelta unos segundos más tarde y yo fingí revisar mi teléfono móvil.
—Aquí está. Que lo disfrute.
—Gracias.
—Si quiere algo más, estoy por aquí.
—Muy bien.
Con una sonrisa se alejó y continuó trabajando. Yo, por mi parte, me tomé el café que no me apetecía y le envié un mensaje a Peter:
"Objetivo captado. No está nada mal."
Su respuesta me llegó al cabo de unos segundos:
"No la mires demasiado, pervertido. ¿Qué te ha dicho?"
Para picarlo un poco le escribí:
"Es bastante insistente, no deja de preguntarme si quiero algo más…"
"Capullo."
Me eché a reír sin poder evitarlo.
"No voy a atosigarla contigo, al menos no hoy. Ya la he visto, ya sé quién es... Mañana continuaré con la caza".
"Suenas como un depravado sexual."
"No soy yo quien quiere llevársela al huerto."
"Eres un cerdo."
"El cerdo que te está haciendo un favor."
"Sí… ya te lo agradeceré cuando vea los resultados."
El ruido de un plato colocándose en mi mesa me asustó, por lo que tapé la pantalla de mi móvil y alcé la cabeza. Me encontré con la tal Alice, que de nuevo sonreía.
—Le traigo la cuenta, así no tiene que pedírmela.
—Ah…eh… gracias.
— ¿Le ha gustado el café?
—Pues sí, está muy bueno. Quizá me pase por aquí mañana de nuevo para tomar otro —tanteé, sintiéndome algo estúpido. Ya podría ser Peter lo bastante hombre como para seducir a sus mujeres…
— ¿Sí? Si vuelve es que realmente le ha gustado.
—Si no me cree, mañana a esta hora estaré aquí.
—Ya lo veremos —me siguió ella el juego, guiñándome un ojo cuando dejé el dinero del café en el plato de la cuenta—. Hasta mañana, entonces.
Se marchó hacia la barra sin dejarme decir nada más, y yo me quedé con la palabra en la boca, sorprendido por su actitud. Desde luego, simpática era, pero yo no iba a convertirme en su objetivo. Aunque no lo supiera, ella era la presa, y el cazador nunca bajaba la guardia, ni siquiera ante un trasero tan bonito.
¡Hola de nuevo! Aquí estoy otra vez con un proyecto nuevo. Debéis saber que esta va a ser una historia corta, no estoy segura de cuántos capítulos, pero no creo que tenga más de 10. No os aseguro nada porque voy por el capítulo 4 y ya sabéis que acabo enrollándome como las persianas, pero mi idea inicial es que sea una historia corta. Estoy escribiendo otra que sí será larga (bieeeeeen, vuelvo a las andadas! xD) pero la tengo un poco apalancada, aunque la retomaré, lo prometo. Esta que os traigo ahora me vino a la cabeza un día, y es de esas historias que molestan hasta que las empiezas a escribir... y en eso ando.
No será una historia muy rocambolesca, al contrario, es muy sencilla, y estoy segura de que se ha escrito sobre este tema en millones y millones de novelas, pero tenía ganas de escribir algo así y aquí está. Espero que os decidáis a darle una oportunidad, que os guste mucho y que la disfrutéis :) No estoy segura de cuándo subiré el siguiente capítulo, pero si os gusta intentaré subirlo la semana que viene sin falta ;P
Y nada, ahora es vuestro turno para darme vuestra opinión sobre la historia y los personajes (que este Jasper tiene telita, jajajaja). ¡Espero que sea buena! ¿Nos leemos en el siguiente?
XoXo
