Me encanta el aire nocturno. El ruido de la ciudad. Los gritos desesperados de aquellos que ven a la justicia materializada en búsqueda del órden.
Si. Ese soy yo.
Jamás lo imaginarían, jamás me lo creerían. O sencillamente, no hay espacio a dudas. Ellos son tan ingenuos y buscan la manera de vivir o sobrevivir. Pero yo no.
Nuevos gritos en la noche. Nuevamente un crímen. Y heme aquí, haciendo lo que se debe hacer, o de otra manera, el crímen persisitirá y arrastrará en sus fauces a todos los pocos inocentes que moran en esta escandalosa ciudad.
-¡Es él! -El sujeto retrocedió apuntándome con su arma, pero ¿qué iba a hacerme? - ¡Eres el justiciero!
-Te equivocas. El justiciero es un personaje ficticio que solo existe en los comics -Agarro al sujeto del cuello y lo levanto en alto, dejando bajo sus pies el vacío que existe entre el suelo y la azotea- Soy el Vigilante Nocturno, y te he visto.
El ruido de la armadura al mover delicadamente mi mano, tan solo para soltar a ese criminal, y los gritos de este al considerarse muerto.
Pero no morirá, no es necesario.
Solamente lo asustaré un poco más, arrojando contra él las cadenas, y estrangulándolo un poco, para que experimente la sensación de la justicia haciendo su parte.
-Por favor, por favor, se lo suplico, no me mate ni me entregue, debo, debo pagar los medicamentos de mis hijos, por favor, esto no lo hago por gusto...
-Eso lo hubieras pensado antes de cometer este crímen. ¿No se te ocurrió pedir un préstamo o empeñar algunas cosas?
No lo dejo responder, lo golpeo lo suficiente como para dejarlo inconciente, y lo amarro en un poste, a una altura que no le permita escapar, y vuelvo a la guarida.
Y como lo imagino, todos duermen. El maestro Splinter jamás creería lo que hago, pero lo hago por razones que sí comprendería.
Si no fuera por tí. Por supuesto.
-Rafael...
Si tu entrenamiento no te hubiera hipnotizado, quizá las cosas seguirían como antes o aún mejores, pero no.
-No voy a regresar. Tengo cosas más importantes que hacer aquí...
¿Acaso no te basta con destrozar a nuestro padre, a nuestro mentor, a quien nos ha guiado por tanto tiempo?
-La gente me necesita...
¿Y nosotros? Jamás creí tan grande tu egoísmo. ¿Acaso nosotros no valemos nada para tí? Pero tu deseo es ser un líder sensacional.
-Sé que lo comprenderán...
¿Quién quiere comprenderlo? Solo hay una verdad, y es que tú no deseas volver¿Es eso?
-No vuelvas nunca, no te necesitamos.
Me recuesto completamente intranquilo en mi cama. Tu voz diciéndome que no volverás aún me aturde.
¿Tan poco valemos para tí? Entonces nunca te necesitamos.
Y para eso, existo.
Rafael¿quién es ese?
De día, solo me quiero olvidar de todo y todos, que no me importe nada ni nadie¿qué más da?
Pero de noche, me vuelvo aquel, aquel que odia el crímen, aquel que está dispuesto a todo en nombre de la justicia.
Soy el NightWatcher, y el crímen, no quedará impune mientras viva.
FIN
