Hola a todos :) Después de muchos días y noches derramándome en este fic, he decidido darle una oportunidad y mostrarlo al mundo (yay!) De comienzo advierto que tengo preferencia por escribir largo, pero sustancioso. Espero que lo disfruten tanto como yo lo he disfrutado escribiendo.
Dos cositas: soy TERRIBLE para entender la cuestión de la tecnología en el mundo de Mass Effect o en el real, así que lo que es terminología y lógica tecnológica… NO le busquen sentido. Si son ustedes gamers más juiciosos que yo y desean hacerme observaciones se los agradezco, aunque probablemente duren poco en mi mente...
Segundo, he flexibilizado VARIAS cosas de la historia original (además del OC) para cuadrar este fic, especialmente en término de tiempo, así que no sean muy estrictos con eso. Eso es todo :)
SUMMARY: OC. Producto de la destrucción del antiguo Consejo en la Batalla de la Ciudadela, los nuevo líderes alienígenas han decidido aplicar a la Normandía una estrategia para devolver la buena publicidad a su primer Espectro Humano así como vigilar sus métodos y movimientos... en teoría. Hay un nuevo invitado en la Normandía, le guste o no a Shepard, y para este nuevo invitado, hay un tremendo reto a futuro.
DISCLAIMER: El universo de Mass Effect no me pertenece. No estoy haciendo dinero con esto, solo es un enorme y disfrutable ejercicio literario.
CAP. 01. EL INFILTRADO
Shepard movió la cabeza a lado y lado y levantó los hombros para destensionar su cuello. La casual musiquita animada del elevador era tan genérica que no podía sino parecerle ridícula luego de pasar semanas reventando circuitos y carcazas geth con sus balas o friéndolos con la biótica de su tripulación, y esquivando disparos de efecto en masa y prospectando planetas. La vida del soldado, pensó brevemente, y, aún así, la verdad es que no había nada más natural y genuino para él que eso. La vida del civil escaparía de su comprensión, nunca habiéndola experimentado realmente. En la primera parte de su infancia, quizá, pero estaba seguro de que eso estaba tan lejos como sería posible de ser normal. La segunda parte se acercaba más: viviendo en casas provistas por la Alianza y asistiendo a sus escuelas como cualquier otro hijo de oficiales, jugando con miniaturas de naves de guerra y de especies alienígenas entre piernas de botas lustradas y cortes de tela perfectos, y caricias en su cabello y rostro de manos adultas callosas por el uso de las armas, entre comentarios de política, estrategia y tecnología bélica. Nadie había esperado otra cosa que no fuera un oficial promedio de la Alianza. Y realmente, nada más le había parecido nunca tan natural como la vida militar, incluso con sus habilidades fuera de lo normal, que a fin de cuentas habían salvado más de un pellejo (incluyendo en primer lugar el suyo) y lo habían llevado a ese extraño punto en el que estaba ahora.
- ¿Saben? Para toda la maldita tecnología que tenemos, estos ascensores de mierda pueden sacarlo de nervios a uno.
El juicio brutalmente cortante de Ashley Williams lo hizo reír suavemente. Casi pudo visualizar cómo Tali'Zorah a su lado giraba los ojos al techo, incluso con el casco puesto.
- Tali, es bueno verte adaptándote al ambiente de trabajo – comentó sin dejar de mirar al frente, luego de que la cuariana contuviera cualquier comentario.
- Es más "perder las esperanzas" que adaptarse, Shepard.
- Oh, crece, Zorah – dijo Williams – Ver cómo hablan los adultos es un aprendizaje importante en tu Peregrinaje. Deberías agradecerme.
- El uso disruptivo del lenguaje está lejos de tener algún valor como aprendizaje – descartó la quariana agitando la cabeza y Shepard pudo visualizarla de nuevo girando los ojos al techo. – Ciertamente alguien como el Comandante podría considerarse una referencia, y lo he escuchado jurar en muy contadas veces, todas con más de un fusil apuntado hacia su cabeza, lo que es una situación más justificante que un ascensor demorado.
Williams, a kilómetros de distancia de molestarse, rió suavemente.
- Deberías verlo borracho. Eso es otra historia.
- Y con esa cruda invasión a mi vida personal, termina el viaje – dijo Shepard mientras el ascensor suave y limpiamente perdía aceleración. Las puertas se abrieron un segundo después y los tres descendieron. - ¿Borracho? – pregunto en voz baja, alzando una ceja a Williams. - ¿Borracho borracho?
- Vaya, Comandante, si tiene que preguntar eso lo confirma. Y, ¿en serio? ¿mi heróico rescate de un amoroso volus no quedó registrado en su memoria? Rayos, yo que pensé que tenía asegurada mi siguiente licencia.
- Me niego a creerte, Williams.
Ella se alzó de hombros, inesperadamente cediendo.
- Muy bien, Shepard. Lo que le ayude a dormir de noche.
El hombre la observó con los ojos entrecerrados, sin estar seguro de si debería o no temer a la verdad. La idea de un volus muy amoroso era bastante desagradable.
Sin poder echar más pensamiento al asunto, se encontraron pronto frente a las puertas de la oficina de la embajada humana. Con un delicado pitido la entrada que protegía el interior se separó en varias partes, dándoles paso, y los tres ingresaron. Anderson se encontraba de pie al lado del escritorio. Tenía las manos tras la espalda y miraba hacia el balcón que daba a la Ciudadela. Se volvió, ceño fruncido, entre preocupado y molesto, y algo en su expresión le permitió adivinar a Shepard que lo que tenía para decirle no iba a ser de su gusto.
- Anderson – asintió y el curtido soldado correspondió. Shepard no pudo evitar sonreír al estrechar su mano. Anderson era uno de sus favoritos. No solo había sido quien lo sacara de las sucias calles de la parte más pobre de Nírive, consiguiéndole una familia, sino que había sido su mentor en más de una especialización mientras se formaba como oficial. Sobre todo, sus rasgos llenos de habilidad y poder bélico estaban iluminados por un brillo de inteligencia más común a los oficiales de escritorio y diplomáticos que a los hombres de batalla. Anderson era un tipo brillante, realmente. Mucho como él mismo. Eso lo había llevado a donde estaba y Shepard sospechaba que su admiración hacia él desde que fuera un recluta lo había llevado a desarrollar, a través del deseo de seguirlo, el mismo brillo inteligente y mirada perspicaz del hombre de piel apenas más morena que la suya.
Desde la derrota de Saren y a pesar de la brutal destrucción de la mayor parte de la Ciudadela, Anderson había recuperado mucho de tranquilidad. Su postura era tan impecable como siempre, pero sus hombros no estaban rígidos, ni su barbilla unos milímetros más levantada en precavida contemplación como solía pasar cuando la situación era bastante, bastante irregular. El que Shepard recomendara a Udina como Consejal había sido un alivio, el más joven estaba seguro; Anderson era un soldado, no un diplomático, y a pesar de las pérdidas en vidas y las labores de reconstrucción que hacían plenamente contemplable el nivel de destrucción, el suyo hacía parte del alivio general de los habitantes de la mega estación, que se habían permitido por fin tener la certeza de que la mayor fuente de peligro se había ido.
- Comandante. Es bueno verlo.
- Igualmente, señor.
Anderson miró brevemente a Tali y a Williams y Shepard comprendió que esta charla requería privacidad. Esto exacerbaba más la sensación de que de lo que fueran a hablar no iba a gustarle, y se preguntó con una curiosidad sorprendentemente intensa, qué era lo que tenía para decirle. Se volvió con un breve asentimiento y Williams hizo un saludo y salió de la oficina, seguida por Tali. Rayos, Williams era un buen soldado.
Cuando las puertas se sellaron de nuevo tras ellos, se volvió al hombre.
- ¿Tiene malas noticias para mí? – adivinó.
A Anderson no pareció sorprenderle que supiera leer la situación.
- Eso depende de usted. – dijo y segundos después pareció decidir que la versión oficial estaba de más. – Pero sí, en general malas noticias, sin duda.
- ¿Respecto a los geth? – aventuró el hombre. Anderson negó con la cabeza.
- Los geth están como están. A parte de la destrucción de la Ciudadela y las numerosas bajas, solo quedan las pequeñas agrupaciones que ha estado usted combatiendo. No, comandante. – Hizo un ademán a una de las sillas y Shepard tomó asiento, y Anderson hizo lo mismo en el asiento frente a él. Hizo unos segundos de silencio antes de iniciar su explicación. – Se trata del nuevo Consejo – dijo. Shepard parpadeó, esperando pacientemente. Apenas había hablado con el nuevo Consejo, y por lo que le habían dicho estaban más que satisfechos con su trabajo como Espectro, a pesar de sus desacuerdos más frecuentes que infrecuentes. ¿Qué sucedía, y por qué no lo habían informado a través de la sala de comunicaciones de la Normandía? Anderson incrementó su sorpresa, añadiendo: – Y la Alianza.
- ¿La Alianza? – pronunció él. ¿Cómo podría haber intervenido la organización con su trabajo? Como Espectro, él solo respondía al Consejo.
- Comandante, como en todas situaciones, hay críticos. Una gran parte de la población alienígena (incluyendo varios influyentes) ha comenzado a cuestionar su decisión de permitir la destrucción del antiguo Consejo y comienzan a verlo como una acción política. Racista, incluso.
Shepard hizo dos segundos de silencio, más sorprendido que antes.
- ¿Qué? – pronunció. - ¿Cómo rayos va a ser racista salvar cientos de vidas?
- Permítame aclararle que concuerdo con usted. Cien por ciento. Pero el argumento es, que fueron cientos de vidas humanas.
El comandante pocas veces se quedaba sin palabras, pero lo hizo en este caso, por pocos segundos.
- Maldita sea – suspiró finalmente, frotándose los párpados, sintiendo la indignación fluir por él. – Esto es ridículo, Anderson.
- Sin duda. Pero los integrantes del Consejo eran líderes de inmensa importancia en cada una de sus especies. Ahora algunos miembros de éstas han considerado que usted abandonó deliberadamente la seguridad de sus líderes por el bien de su propia raza.
- Esto no tiene nada que ver con que hubieran sido humanos o no. No podía elegir salvar a tres por encima de setecientos treinta y dos. Hubieran podido ser turianos, o quarianos… ¡Hanar, rayos! Mis acciones habrían sido las mismas – podía sentir su temperamento amenazando con hacerlo levantarse de la silla, gesto que consiguió reprimir por pura fuerza de voluntad. Anderson lo miró en silencio, con esa compostura de la que el otro había aprendido.
- Lo sé, Shepard – dijo simplemente y sus palabras aplacaron al más joven, como si fuera un encantador de serpientes. – Créame.
Con este voto de confianza, Shepard respiró pesadamente, su sangre recuperando su temperatura normal.
- Entonces… – dijo. - ¿… qué es lo que quieren? ¿Llevarme a Corte Marcial? – sugirió y Anderson negó con la cabeza.
- Lejos de ello. En el fondo, los miembros del nuevo Consejo tienen mayor sentido bélico que el Antiguo. Dios me perdone, pero de alguna forma parecen más sensatos. Y estoy seguro de que el quórum comprende sus acciones como lo que fueron realmente. El consejero Udina también ha hecho un excelente trabajo para mantener el nombre y la reputación de su primer espectro limpios. Pero la población alienígena, azuzada por estos políticos que les mencioné, comienza a tener sus dudas. Es fácil dudar y dar juicios cuando eres un ciudadano que paga impuestos y tiene poco conocimiento de las cosas y cree todo lo que una periodista o un político falsamente empático le dicen. No, Comandante, usted (como debería) y su tripulación, están lejos de ser señalados de algo así. – lo miró en silencio y Shepard le devolvió una mirada irritada aún pero sobre todo expectante. – Sorpresivamente, han encontrado una solución creativa a lo que han decidido que no es más que una campaña de mala publicidad. – Shepard levantó una ceja, previendo lo que venía.
- ¿Quieren que salga en otro de sus videos? – adivinó, menos molesto que antes. Eso podía hacerlo. Pfft, había grabado cuñas radiales para tiendas de armas a cambio de descuentos. Pero Anderson negó con la cabeza.
- Está en lo correcto al asumir que se trata de una estrategia de medios. El Consejo y la Alianza han llegado a un acuerdo respecto a esto y Udina les ha dado su apoyo inmediato.
- Por favor, Anderson, sáqueme de mi miseria.
El capitán se removió, incómodo por lo que iba a decir.
- ¿Está usted familiarizado con el concepto de "fotógrafo incorporado"?
El giro de las noticias fue tan inesperado que logro hacer que Shepard parpadeara, desconcertado. Luego, estuvo muy cerca de gemir en frustración.
- ¿Quieren incorporar un fotógrafo en mi unidad? – pronunció más incrédulo que antes, la ira volviendo a él frente a ese obvio intento de invadir la privacidad de sus soldados. Anderson no asintió, sino que lo miró en silencio, obviamente compartiendo la forma en que se sentía al respecto. – Olvide la acusación de racismo. Esto es ridículo.
- Concuerdo. Desafortunadamente no estaría reportándoselo, Comandante, si la decisión no estuviera tomada ya.
Shepard parpadeó por unos estupefactos segundos más.
- No voy a llevar un fotógrafo a la Normandía – informó simplemente-, mucho menos al área de combate. ¡Un civil! – exclamó, incrédulo todavía. Los civiles eran inútiles en campo. Eran como fauna local.
- Oh, Shepard, no tiene idea de lo que he intentado ni los recursos que he invertido para evitarle la molestia – dijo Andreson y a pesar de su indignación el más joven sabía que era verdad. – Es obvio que se trata también de ejercer algún tipo de control sobre usted.
- No funcionará.
- Por supuesto. Pero desafortunadamente como dije antes, el embajador Udina ha aceptado más rápidamente de lo que pensaba. Sabe que no tengo poder para contradecir ese tipo de decisiones.
- Si lo que quieren es vigilarme podrían enviar a otro Espectro, como hicieron con Nilus. ¿Para qué rayos necesitan un fotógrafo, de entre todas las cosas? ¡Los equipos sintéticos pueden registrarlo absolutamente todo!
- Intenté con ese argumento – aseguró el hombre. – Con el que mencionó antes que ese, también, y con decenas más. Me respondieron con un impresionante y elaborado discurso sobre la perspectiva de una entidad sensible, que sabría dar una línea narrativa a las imágenes para… - se esforzó por recordar esa parte- …proyectar una positiva imagen de la eficiencia de la Alianza, la raza humana y el trabajo interespecie.
- Por favor, ahórremelo, Capitán – Shepard levantó una palma. Exhaló profundamente, inclinándose al frente y apoyando los codos sobre el escritorio. – Esta es una muy mala broma. Ni siquiera es graciosa – y decidió inmediatamente. -La respuesta es no.
Anderson lo contempló por unos momentos. Se dirigió a uno de sus gabinetes y extrajo de un cajón una botella y dos vasos de vidrio sobre los que vertió un líquido opáleo y eléctrico. Puso el trago frente al hombre y éste solo dudó un segundo antes de tomarlo. La situación justificaba ignorar por un momento que ambos estaban armados, de servicio y uniforme. Como si se hubieran puesto de acuerdo, vaciaron los recipientes de un trago y los pusieron de vuelta en la mesa con un "toc".
- Desearía que pudiera negarse, comandante.
- Eso hago, Anderson.
- Como lo hice yo. Estuve discutiendo horas enteras, buscando un hueco en la legislación, o en el sentido común al menos. Pero estos políticos previeron sus protestas y las mías, y se prepararon. Además, éstas no son solo órdenes del Consejo y de la Alianza, sino también de la Embajada Humana.
Shepard exhaló y juró en voz baja, su temperatura corporal aún negándose a bajar.
- Y yo que esperaba un aumento de sueldo – dijo sin humor, y Anderson rió por lo bajo, lo que pareció aligerar su ánimo.
- A pesar de todo es una estrategia interesante. Puede resultar molesto, sin duda, pero lo único que tiene usted que hacer es permitirle tomar fotos y alejarlo de las primeras líneas de fuego. Para cualquiera de las opciones que hubieran podido ocurrírsele al Consejo, ésta ha sido la de menos impacto.
- Supongo que tiene razón. Pero un civil en la Normandía y en medio del fuego afectará a la misión. Se lo digo.
Anderson asintió.
- Mencioné al Consejo la inconveniencia de una persona no entrenada en medio de una misión de riesgo elevado como la suya. Me dijeron (y es cierto, Shepard) que los fotógrafos incorporados cuentan siempre con entrenamiento básico. La Alianza ofrece algunos cursos militares para civiles, para carreras puedan requerir eventualmente de habilidades bélicas, como las de seguridad, el periodismo o el trabajo social.- Anderson levantó su antebrazo izquierdo, que se iluminó al desplegar su omniherramienta. Tipeó sobre ella rápidamente.- Según los registros, el fotógrafo cuenta efectivamente con esta formación, por lo que sabrá mantenerse en la retaguardia y disparar. El argumento es que uno de los capitanes de este curso de adiestramiento vio capacidades allí y de hecho lo exhortó a ingresar a la Alianza.
- Eso es irregular – comentó Shepard alzando una ceja y recordando los años y la intensa preparación que tuvo que soportar desde que ingresara como recluta, para adquirir siquiera el rango de Jefe de Operaciones.
- Sus puntajes del último curso son interesantes. Si… son ciertos.
- Si no lo son, y si lo son incluso, el tipo o la tipa podría morir tropezando sobre su arma.
- No es su responsabilidad. Como le dije antes, solo tiene que cumplir con acciones preventivas, no ejecutivas.
- ¿Y el Consejo queda con la conciencia tranquila arriesgando un periodista así?
Anderson lo miró en grave silencio por unos segundos.
- Aparentemente.
Shepard se quedó unos segundos en silencio, su inquieto intelecto trabajando para encontrar una solución a esto, o encontrar formas en que la situación no afectara ni molestara a su tripulación. Un salariano. Tenía que ser un salariano, estaba seguro. Lo visualizó vuelto un solo temblor aferrando un arma al revés tras cubierta en medio de un combate y negó con la cabeza. Gimió pasándose una mano por el rostro, un gesto expresivo que no se habría permitido con alguien de menos confianza. Miró al hombre, aún con deseos de insistir, pero sabía que si Anderson afirmaba que había agotado todos los recursos, era porque había agotado todos los recursos, así que dijo en cambio:
- No seré responsable por su supervivencia.
- Solo no lo "pierda" por accidente.
- No podría aunque quisiera. Todas las placas de identificación del pelotón tienen un chip de rastreo. – habían intentado implantarlos en una parte del talón de sus hombres, práctica común sobre alguna parte del personal, pero la ira de Shepard los había cortado en mitad de la frase.
- También, debe darle total libertad para realizar registro, salvo cuando se raye con la privacidad de la Unidad (hay unos términos en alguna parte del informe). No tiene la autorización para influir en la edición del registro, aunque puede adjuntar informes evaluando su pertinencia.
- Más papeleo. Hurra.
- Y en una decisión nada relacionada con la situación, el Consejo ha considerado apropiado financiar el mejoramiento de la capacidad de medigel y escudos bióticos en las armaduras de su unidad, así como concederles dos días de descanso, pagos. A unidad y tripulación.
- Hm – Shepard dejó a su cerebro procesar las más que generosas acciones. - Bastardos.
- Sí. – Anderson cruzó los dedos en un gesto pensativo y guardó unos segundos de silencio. - Si la situación comienza efectivamente a afectar en desarrollo de sus misiones, a mi modo de ver tiene varias opciones, aunque si me preguntan negaré que se las compartí. Puede relegarlo a las misiones secundarias, negarle el descenso de la Normandía, aislarlo de la unidad y la tripulación… rayos, Shepard, el hombre podría recibir accidentalmente una herida no letal incapacitante… - dejó la idea asentarse en el cerebro del otro. – Sé que usted será más recursivo que yo para lidiar con la situación. El fotógrafo se encuentra en este momento en las instalaciones de la Seguridad-C, cerrando su entrenamiento y preparando papelería y dotación. Partirá con ustedes luego de sus días de licencia. He enviado la información a su terminal privada. Léala y contacte al consejal Udina si tiene alguna pregunta adicional. – miró al más joven con simpatía y levantándose, ofreció su mano, que Shepard estrechó. – Buena suerte, Shepard.
- Capitán.
Tali y Ashley miraron con extrañeza la expresión exasperada de su comandante cuando salió de la embajada humana. Esperaron varios minutos en los que descendieron de nuevo por el ascensor y hacia la Normandía, cediendo tiempo para ver si su ánimo se volvía accesible.
- ¿Malas noticias, comandante? – se decidió a preguntar por fin Ashley en un sobrio tono de trabajo. Shepard respondió un par de segundos después, su ceño apenas decrecido.
- Sí. El Consejo puede irse a la mierda – dijo y ambas mujeres levantaron las cejas.
