Una vez prometi continuar escribiendo sobre esta pareja, y yo cumplo mi palabra. Sé que es extraña la historia al comenzar, pero conforme avance, tendra un poco más de logica.

Espero les guste.


Al tiempo que la celebración continuaba, las sonrisas forzadas también lo hacían. Era frustrante e irónico a la vez, que mientras sus compañeros se encontraran desaparecidos, sus amigos insistieran es festejarle. Sabía que lo hacían por alegrar un poco el ambiente y dejar su angustia atrás, aquella fiesta era necesaria para todos.

Shino, Iruka, Anko y Lee se encontraban perdidos o quizá muertos. Nadie comprendió porque tan extraña formación para una misión, pero así eran las de rango S y no poseían siquiera un dato sobre que habían tenido que hacer para terminar así. El equipo de búsqueda lo había llevado a él, junto con Neji a un bosque lejano, pero ni siquiera las habilidades del muchacho habían logrado algo. Y cuando Pakkun los llevó hasta un rastro de sangre, les informo que aquel olor era de Iruka.

Pero al no haber cuerpos, sus amigos aun tenían la esperanza de encontrarlos vivos. Hacia ya una semana de eso, días más, días menos. Y ahora él se encontraba en aquel bar tomando un trago con algunos de sus compañeros, incluso Kurenai había ido, dejando a su hijo en cuidado de Kiba.

Era su cumpleaños número 32 y estaba por anochecer. Se sentía cansado y sólo quería irse a su casa a dormir, aunque una parte de él rogaba por quedarse y tomar hasta perder la conciencia. Una semana y no podían encontrar ningún rastro, era una misión frustrante y lo que era peor, él único encargado era él. La búsqueda había sido encomendada a él y sus perros, aunque si lo necesitaba, podía pedir la ayuda de algún Hyuuga de vez en vez para al encontrar un rastro ahorrar tiempo.

-Kakashi, hombre, pareces muerto en vida. Relájate un poco y bebe con nosotros.- Susurró Kurenai angustiada y le tendió un vaso.- Sé que es duro estar festejando cuando cuatro vidas dependen completamente de ti, pero enfermo no sirves de nada. Apenas has dormido y comido en los últimos días, y no pretendas mentirme porque tu cuerpo te evidencia. Ya no tienes la misma fuerza que antes.

-Es la edad, treinta y dos años es casi un anciano para un ninja.- Bromeo apurando su bebida y luego dejo el vaso en la mesa con brusquedad de aquel que goza de felicidad en extremo. Se paro y les sonrío a sus compañeros.- Bueno amigos, yo me marcho a mi casa, que mi gato me esta esperando a que lo alimente y debo cumplir.

-Tú no tienes un gato, Kakashi.- Reprochó Kurenai por su huida y él otro se coloco una mano tras la cabeza.

-¿Ah no? Y yo que lo he alimentado y cuidado todo este tiempo.

-Ya, seguro uno de tus tantos gatos imaginarios que siempre se cruzan por tu camino y curiosamente llegas tarde.

Kakashi río y luego despidiéndose de todos los dejó ahí. Caminó por las calles vacías hasta llegar a su casa y se tiró en el sofá. Hasta que la puerta fue tocada. No se molesto en abrir y prefirió seguir descansando, no necesitaba visitas a media noche. Pero aquella persona siguió insistiendo y lo hizo pensar que podía ser alguna misión importante. Así que con lentitud fue a atender.

En la entrada le esperaba un muchacho, debía tener entre 19 y 21 años. De piel pálida y una alborotada cabellera negra, parada en picos por aquí y por allá en un peinado excéntrico, mucho más que el suyo propio. Sus ojos eran miel y sus labios muy rosados y de apariencia suave. Vestía de pantalón negro holgado y una camisa de red roja sin nada abajo, con un cuerpo trabajado sin exagerar debido a su juventud, demasiado delgadito pero con los músculos resaltándole. Dueño de una belleza inimaginable y Kakashi pensó tontamente no había conocido nunca a una mujer más bella que él.

El joven estaba sonriéndole y al ver su estupefacción río con soltura.

-¿No va a comerme, o si? Lo siento pero es muy mayor para mi gusto, sin contar que es hombre.- Aquel comentario hizo a Kakashi salir de su ensueño, aquel chico se le hacia familiar, pero no recordaba conocer a nadie parecido a él. Quizá se había acostado con su hermana o alguna prima y por eso el rostro le resultaba peculiar.- Mi nombre es Yora Daisuke y soy mensajero, he venido a traerle una carta, señor Hatake.

-No vistes como un mensajero.- Le miró suspicazmente y el chico le sonrío en aquella linda sonrisa blanca y brillante.

-Soy un mensajero común, aunque supongo que estará usted acostumbrado a mensajeros-ninja. Lo siento si lo defraude, pero soy feliz con mi trabajo. Aquí esta su carta.- Del bolsillo trasero del pantalón saco un sobre algo arrugado y se lo extendió. Tengo ordenes de esperar hasta medio día por si desea enviar una respuesta, señor.

Kakashi tomo la carta y le miro a los ojos, frunciendo el cejo.

-¿Es que acaso conoces quien la envía?

-Lo siento, pero eso es algo que no puedo discutir. Le esperare en la puerta de la aldea mañana, quiera responder a la carta o no, hágamelo saber, por favor.

Kakashi asintió y Yora se dio la vuelta para irse, pero Kakashi volvió a hablarle.

-Eres pariente de Neji, Yora?- Debía, ser, tenia el cabello negro, su piel era pálida, y su delgada complexión no evitada que tuviera un cuerpo lleno de músculos; aunque sus ojos eran miel y no grises. Y eso explicaría además porque tenía la impresión de haberle visto antes.

-Lo siento, no conozco a ningún Neji.

-¿Tienes familia? Padres, hermanos, primos...

-Ninguno, mis padres murieron cuando tenia tres meses de edad en un ataque a la aldea de la Luna, mi aldea natal. ¿Algo más, señor?

-No, lo siento, puedes retirarte.

Yora pareció abatido por un momento y Kakashi supo que había cometido una indiscreción, pero luego Yora estaba sonriéndole de nuevo, casi como si contemplara una joya.

-Un placer conocerlo, y no lo olvide: mañana al medio día en las puertas.

-¿Y sino puedo?- Preguntó, siempre había una misión que hacer. Yora se encogió de hombros restándole importancia.

-Si le interesa, encontrará como llegar.

Luego se marcho y Kakashi se quedo un momento mirando su figura antes de entrar. Luego se desplomo en el sillón y abrió el sobre apresurado. El encuentro con aquel mensajero lo había dejado intranquilo y necesitaba saber que decir la carta. Dentro había unas cuantas líneas con letra fina y alargada, sofisticada.

Había una vez, en un reino muy, muy lejano, una aldeana, joven y alegre. De una belleza singular por sus ojos, tan brillantes y llamativos como el mismo sol, pero más hermosos.

Era una niña que gozaba de jugar con sus amigos, teniendo aventuras y viajes a lugares inimaginables. Pero no tenia familia, sus padres había muerto cuando era una niña y ella se crió sola, siendo independiente y creando un poco de hostilidad a quienes querían acercársele sin ser invitados.

El rey, que conmovido por verla huérfana, hizo que sus sirvientes la cuidaran desde que era una bebé. La criaron e hicieron lo que pudieron por mejorar su rebeldía, aunque no fue mucho.

Cuando cumplió los doce años, la dejaron en manos de su maestro. Y la niña vio en él lo que siempre había buscado, pero que nunca se atrevió a expresar: alguien en quien confiar y amar.

Aquel hombre le hablo con palabras dulces y cariñosas, prometiéndole siempre estar a su lado y cuidarla. La niña cayó en la ilusión y lo siguió. Confundiendo su respeto y cariño por amor.

Pero la niña no conocía el verdadero amor, el único amor que ella tenia era el que su maestro le daba, y ella fue feliz con eso.

Kakashi dejo el cuento sobre la mesita, preguntándose que significaba aquella historia. Le parecía repulsiva la idea de un hombre enamorando a una niña tan pequeña. Luego, el reloj anuncio una nueva hora y cansado se dirigió a su cama. Esperando un nuevo día...el medio día.


Demaciado corto para ser un capitulo, demaciado largo para ser un prologo. Deseo que fuera de su agrado y me comenten su opinion.

NaraVillbs