- ¡Mamá!¡Mamá!¡Mira esto! - exclamó una pequeña de 10 años, de cabellos castaños y desordenados, con ojos brillantes del mismo tono que su cabello.

Corría por los pasillos de la gran mansión feliz y emocionada, en la búsqueda de su madre y de su padre, con un sobre en mano sellado con un sello rojo escarlata.

- ¡Winne! - gritó, y a su lado apareció una elfina vestida con una túnica limpia de color blanco.

- Dígame joven ama... ¿necesita algo? pidaselo a Winne y Winne se lo hará - dijo servicialmente a la niña.

- Solo una pregunta...¿sabes donde están mamá y papá? - pregunto con los ojitos más brillantes que de costumbre.

Hermione Jean Granger, la hija de un importante mago y de una bruja de igual importancia que su padre. La niña de cabellos castaños y desordenados era una jovencita muy inteligente, ingeniosa, alegre, amorosa y dulce, aunque claro...no todo son grageas dulces. Porque, también tiene su carácter.

Hermione, el orgullo de sus padres; que a pesar de ser cariñosos con la niña, aparentaban ser padres duros y estrictos a la vista del mundo mágico.

- Están en la sala del té joven ama - respondió a Hermione.

- ¡Gracias Winne! - exclamó la niña y fue corriendo hacia la "Sala del Té".

Luego la Elfina desapareció con un sonoro "Ploop".

~.~

- ¡Mamá!¡Papá!¡miren esto! - exclamó Hermione entrando ruidosa mente a la sala del té de esa gran mansión.

Encontrándose con su madre, Jean, tomado el té, junto a su padre Wendell, y dos señores más... el hombre era de una larga cabellera de tono rubio platinado y piel pálida, la mujer tenía un elegante peinado en su cabello rubio brillante.

- Oh... Hermione, querida, ¿que haces aquí? - pregunto Jean indicándole con la mano a su hija que se acercara.

- Ah cierto, venia a decirles a ti y a papá que me había llegado la carta de Hogwarts - dijo con una sonrisa en su infantil rostro y dándole la carta.

- Entonces, felicidades querida - la felicito su madre con una gran sonrisa.

- Hermione - la llamó Wendell - ven acá - dijo cuando la castaña le presto atención.

- ¿Hmm?¿sucede algo? - pregunto sin poder contener su gran curiosidad.

- No. Pero queremos presentarte a alguien - dijo Wendell con una sonrisa y indicó a el hombre rubio.

- Él es Lucius Malfoy - dijo su madre - y ella, es Narcissa Malfoy. Son amigos de la familia.

- Oh.. Buenas tardes, me llamo Hermione, es un gusto tenerlos aquí, señor, señora - saludó Hermione respetuosa mente a Lucius y Narcissa.

- El gusto es mío pequeña Hermione - dijo Narcissa correspondiendo el saludo con una sonrisa, por otro lado, Lucius en la primera impresión era un hombre de pocas palabras para la niña.

- Igualmente - muy neutral.

- Hermione - habló su madre captando su atención - por qué no vas a el jardín - dijo más como un mandato que una pregunta.

- Si. Estaré afuera. Con su permiso - dijo como último y se fue al lugar que le indicaron. El jardín trasero.

Hermione iba tarareando una canción de camino al jardín, pero antes de salir se le ocurrió llamar a Winne u otro elfo, a pesar de que no le gustaba mucho la idea de usarlos como sirvientes.

- ¡Winne! - la llamó.

- ¿Si joven ama?

- ¿Podrías llevar una jarra con jugo de calabaza a la mesita del jardín? - consultó a la elfina educada mente.

- En un momento joven ama - dijo y desapareció otra vez con un "Ploop"

- ¡Gracias! - exclamó con una sonrisa y siguió su camino comenzando a tararear otra vez.

Hermione llegó a una puerta de vidrio, elegante y delicada de color crema... como toda la casa y la abrió con especial cuidado. Pues no quería romper nada. Cuando estuvo segura de que nada se rompería salió al patio sin cuidado alguno, dejando la puerta abierta sin preocupaciones.

Cuando la niña llego a la mesa del jardín, sacó un libro de su bolso de color negro y se enfrascó en su lectura.

Claro, sin darse cuenta de que un pequeño detalle en la banca más cercana a ella.

Luego de unos minutos, en los que la castaña se la pasó leyendo aquel libro de-quien-sabe-que-cosa. Winne apareció con una jarra y un vaso, uno elegante y transparente.

La elfina le sirvió el jugo y otra vez, luego de recibir la "orden" de Hermione, claro. Desapareció.

Hermione sin despegar la vista de las hojas amarillentas de aspecto gastado del libro, quiso agarrar el vaso elegante, que le había dejado Winne con jugo de calabaza. Pero el intento fue totalmente fallido ya que el vaso no estaba-en-donde-lo-había-dejado-Winne.

- ¿Huh? - frunció el ceño al no sentirlo y levanto la cabeza lentamente, esperando que fuera su imaginación.

En el acto, la pequeña castaña vio una túnica negra, sin nada en ella. Pero lo más importante en ese momento era saber: De quién era esa túnica.

Obviamente de un mago...pero que ella supiera no había nadie de baja estatura ahí, a menos que fuera un elfo domestico, y claramente no lo era.

- Tus elfos domésticos son muy buenos preparando cosas.

Era una voz infantil, pero notablemente era un chico. A Hermione le desconcertó el comentario y el hecho de que le hablara tan confiado.

Levantó la vista en un movimiento brusco y vio por fin al dueño de esa voz y confianza. Tenía el cabello rubio platinado, ojos grises, piel pálida y una sonrisa confiada y ladina pegada a la cara. También tenía el vaso con jugo de calabaza que le había servido la elfina unos minutos antes. Se lo había tomado. Todo.

- ¿Que crees que haces?