¡Aviso Importante!:
Ni Detective Conan (Meitantei Conan) ni ninguno de sus personajes y trama me pertenecen (Ya quisiera yo que sí, pero es mi triste realidad -.-…), pues son propiedad del genialosísimo Gosho Aoyama (lo cual es un alivio porque solo él sabría cómo darle el mejor final a esta historia, ¡*-*!)
Bueno, ya dicho eso, solo puedo agregar: Enjoy!
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Imposible
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Un grito desgarrador resonó por la totalidad de la Residencia Hiroshi, al tiempo que el inconfundible sonido de unas pisadas, alarmantemente encaminadas hacia la procedencia del mismo, apresuraban su carrera.
Un nuevo espasmo recorrió el cuerpo tembloroso del chico, mientras sus cuerdas vocales resonaron cual vaso cristalino estrellándose contra el piso. Otra convulsión, y otra más.
Un golpe seco se oyó en la lejanía, ya semi-inconsciente en su agonía, pero aún así, imaginando lo peor. Y no se equivocaba…
La puerta se abrió de golpe, con las bisagras destrozadas colgando del borde de la misma, mientras esta caía con pesar sobre aquel suelo de madera, astillando ambos materiales con dureza.
Otra convulsión. Otro grito.
Su alrededor se había tornado de un negro profundo, mientras su cuerpo reaccionaba sin piedad alguna ante el resultado de tantos experimentos. Otro grito escapó de entre sus labios, cortando su respiración al instante de haber oído un segundo, desesperado y familiar, procedente de la garganta menos deseada.
- ¡¡¡Conan-kun!!!
Obligándose a sí mismo por un último esfuerzo, entreabrió los ojos apenas, pero fue más que suficiente, sintiéndose helar la sangre, mientras aquel pálido rostro envuelto en miedo y preocupación se acercaba cada vez más a él.
-… No…- apenas un susurro, su voz se quebró ante aquellos ojos zafíreos que se inclinaron frente a él, empañados por esa barrera de lágrimas que tanto odiaba ver.
Un zumbido se apropió de sus oídos, negándole el privilegio de escuchar aquella dulce voz otra vez, antes de sentir una gota de agua cayendo en su mejilla y resbalando hasta su cuello, al tiempo que cerraba sus ojos rindiéndose ante el cansancio…
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- ¡Ran-neechan!, ¡Rápido, llegaremos tarde!
Típico. Bastante común era ya oír aquel monologo de cada mañana, con el pequeño agitado en la puerta justo acabando de abrocharse el botón de su chaqueta, mientras la chica corría hasta él con bolso en mano y tostada en la boca. Kogoro ya se había acostumbrado.
Era un viernes en la mañana, y ambos estudiantes salieron disparados de la Agencia de Detectives Mouri, bastante ajetreados cada quien con sus problemas. Ran tendría un examen esa misma mañana, habiéndole prometido a Sonoko el hacer un último repaso antes de la clase, mientras que Conan, junto con Mitsushiko, eran los encargados del aseo de esa mañana. De sobra está el decir a qué velocidad corrieron.
Sonoko esperaba a Ran en la entrada, con las manos en las caderas y visiblemente molesta. Muchas disculpas salieron de la boca de Ran aquella mañana. Conan, por su parte, de milagro llegó a tiempo a clases, pero sólo para percatarse como su compañero había ya acabado los quehaceres del salón, y se le había quedado mirando en silencio y bastante sorprendido de la imagen del agitado niño. Le dedicó una sonrisa y se aguantó el darle sermones.
Aquella mañana, Haibara se había ausentado (cosa no tan inusual como muchos creerían), con una extraña llamada del Profesor informando un resfriado poco común, que la dejaría en cama y aislada por varias semanas. Conan no se lo creyó, pero la Liga habría insistido en ir a verla aquella misma tarde si no hubiera estado incluida la palabra "aislada" en aquella excusa.
Pasadas las horas, y ya con el aburrimiento saliéndole por los poros, un mensaje abría llegado al móvil del chico (habiéndole casi costado el celular hasta la tarde, pues no traía el silencio activado) de parte de la ausente "enferma". Ya se lo esperaba: "Ven a casa del Profesor después de clases. Urgente"
Esa misma tarde, y luego de una llamada de parte de Ran informándole de los deberes después de clase y el donde encontraría la cena, se había dirigido hacia la casa del Profesor.
No había nadie en la Agencia de todas formas, así que solo Ran sabía en donde estaría (sin contar a los residentes de la casa), "supuestamente", probando un nuevo videojuego.
Agasa lo habría recibido, bastante entusiasmado al parecer, guiándole hasta el salón principal, ahora abarrotado de equipo médico y técnico.
Un nuevo antídoto temporal. Haibara se esforzaba, lo reconocía, pero ya bastante tenía con escuchar aquella palabra, ahora vedada en su vocabulario. Temporal…
Eran las seis de la tarde cuando salió del cuarto de baño, con sus ropas arrastrando por el piso y esforzándose por caminar sin tropezarse con las mismas. La científica necesitaba analizar todo por lo que fuese a pasar, incitándole a tomar asiento en el "gran" sofá de la sala, con ella sentada en el otro frente a él.
Tomó la pastilla y se la tragó.
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Lagrimas silenciosas caían en su frente, sintiendo su respiración normalizándose con cada gota que humedecía su rostro. Abrió los ojos y reaccionó. Más que pálida, bien podría haber estado muerta de no ser por las lágrimas que seguían enrojeciendo sus mejillas. Sólo le miraba, en silencio y calma, sin molestarse en impedirle verla llorar. Su mano, posada en la del chico, apretó levemente sus dedos alrededor, como queriendo confirmar que realmente le tocaba a él.
Blanco como la cal, Shinichi Kudo la miraba desde su lugar, recostado en el sofá y apenas respirando, más por ella que por él.
Conan Edogawa había desaparecido frente a sus ojos, entre gritos y suspiros, devolviéndole a aquel adolescente que tanto había extrañado, y arrebatándole al pequeño hermanito que tanto la había consolado…
Pues... el otro día, preparándome un sandwick en la cocina, se me cruzó por la mente: "¿Cuál sería la peor forma en que Ran podría enterarse, o.o?"
Y… acá está el resultado ^^U
Corto y raro, sin pies ni cabeza, pero es lo que hay XP
Es un OneShot del momento, pero si gusta lo suficiente (y si me alcanza la imaginación), veré si puedo exprimirlo un poquito más ^^
Cuídensen 8D
Naon B.