Prólogo

Este es el basurero de la sociedad. Un lugar donde el olvido está presente en cada rincón de este infierno. Parece una simple casa junto al mar. De hecho, sería una de las mansiones más bellas de Port Northbutton, si no fuera porque aquí se aloja la escoria de la escoria, lo que nadie soporta ver…

Este lugar es el infierno. Pero es un infierno especial. No es como el infierno del que sacerdotes y religiosas hablan. Si hablaran de este infierno las personas se comportarían mejor, seguramente. Tampoco hace mucho calor, ni mucho frío, es decir, no es un infierno climático, pero no importa mucho ese aspecto realmente. Es un infierno real. Un infierno donde las personas pagan sus equivocaciones, sus pecados, sus respectivas suertes. Y sin embargo, no es una prisión como tal, donde las personas han robado, matado, engañado o mancillado, donde se les juzga y donde pueden defenderse. No es una cárcel donde los consideren personas, malas personas, eso sí, pero personas al fin y al cabo, seres humanos que merecen su castigo…

No, en este lugar simplemente no eres un ser humano, no eres más que un despojo, un experimento de Dios que falló. No puedes defenderte de los que piensan que procuran tu bien, no puedes hacer nada para evitar lo que te hacen. No te escuchan, porque todos piensan que no tienes nada que decir. Y porque piensan que no puedes decir ni hacer nada, jamás te dejarán salir.

Y poco a poco, en esta prisión sui generis, el alma va pereciendo, la voluntad se duerme para siempre, la esperanza te abandona y te vuelves exactamente lo que ellos quieren que seas: un cadáver que se mueve, un esclavo que hace lo que sea para que lo cuiden, un títere que pueden manejar a su antojo supuestamente en nombre de la ciencia…lo peor de todo es que, aunque tu condena en este lugar sea la muerte, no te matan como a un criminal. Es mucho peor. En mi caso, hubiese preferido la horca a vivir, mejor dicho, a no vivir aquí.

No sé porqué razón entraste a este lugar. Supongo que piensas que de alguna forma te ayudará, o quizás ni siquiera lo piensas. Quizás fuiste obligado por alguien que dice que te quiere,pero en realidad sólo deseaba abandonarte. Tal vez no sepas cosas que todo el mundo sabe, o sepas demasiado. Tal vez no puedas percibir el mundo como los demás. No importa, sea lo que sea, estás aquí ahor. Y yo me he impuesto un deber: el de advertirle a quien sea, como sea, de loque está ocurriendo en este lugar, para que sepa la situación de los olvidados, de los invisibles, de los fantasmas que habitamos en esta mansión. Una de estas formas es en este pequeño cuaderno. Si sabes leer (que creo que sí, puesto que lo tomaste y lo estás hojeando con atención), sólo voy a decirte algo más antes de que conozcas la historia de cada uno de nosotros y de que en un futuro agregue la tuya:

Bienvenido al asilo de St. Mary. Bienvenido al lugar donde tus sueños se disuelven entre sombras.