INTRODUCCIÓN
Me encontraba en mi casa en España. Habían pasado ya diez años desde que lo había visto por última vez. Y nueve desde que había tenido a mis niños.
– ¿Mamá, algún día me contarás de mi papá? – me preguntó mi hija mayor por tres minutos, Rosalie. La había nombrado así por la hermana de él. Me negaba a mencionar su nombre. Después de tanto tiempo seguía doliendo.
– ¿Qué quieres saber?
– ¿Por qué te dejó? Si tú aún lo amas, no me quiero ni imaginar cómo hubiese sido hace… ¿diez años atrás?
– Eso se lo tendrás que preguntar a él cariño. – le respondí. Ella me observó con duda.
– Sí, pues no sé cómo, si ni siquiera sabe que existimos. Ya sé que después de tenernos lo buscaste. Pero si tú no pudiste encontrarlo, ¿cómo va a encontrarnos él a nosotros? – ¡Te dejó, mama! ¡Ya está bien de sufrir por ese desgraciado! ¡No te merece! – Sus ojos se pusieron negros como el carbón. Jamás les había hablado mal de él; al contrario. De lo demás se enteraron en Volterra. Jane se había encargado de decirles cómo me habían encontrado.
