Todavía me parece increíble que este fanfiction tenga ya 6 capítulos JAJA. En fin, tengo en un enganche al Final Fantasy XV que no es ni normal, y aún más lo tengo por el precioso Chocobo y su príncipe El Promptis se ha vuelto otra de mis obsesiones y este fanfic es la demostración. Casi que se podría llamar las 50 Sombras de Noctis de todo el porno que tiene, pero en fin. Aunque cueste de creer, lo que realmente buscaba es un poco hacer llegar cómo yo veo la relación de ambos. Compleja. Trataba como de...¿justificarla en la realidad -como si pasara en el juego-? (es algo que hasta ahora creo que nunca me ha salido de verdad en ningún escrito).

Espero que os guste y puedo ir subiendo el resto de capítulos si os engancha. ¡Saludos!

PD: Aviso, me he vuelto bastante explícita a la hora de escribir. Así que el contenido +18 es sin pelos en la lengua :)


CAPÍTULO 1: DOBLE AVENTURA

Había amanecido ya en Eos. Ignis había sido el primero en alzarse y poco después Gladio se despertó con la firme idea de explorar los alrededores y caminar de buena mañana.

Los únicos dormilones a los que se le pegaban las legañas eran los que ahora yacían inocentemente dentro de la tienda de campaña. Prompto, dormido, sintió como se había dejado más espacio a su alrededor con dos personas menos dentro y no dudó en aprovecharlo ensanchándose aún más. Al sentir a Noctis cerca sus brazos lo rodearon, abrazándolo por detrás. La mejor manera para apaciguar el frío matinal.

El príncipe entreabrió los ojos y sin llegar a despejarse del todo, no dio la mínima importancia al habitual gesto de su amigo y se volteó para acurrucarse contra él. A los pocos segundos, se volvió a quedar dormido.

Debió pasar una hora cuando el azabache sentía que ya no podía dormir más, frunciendo el ceño murmuró:

– Hmm, duele.

Y el rostro de su compañero estaba tan próximo a él que aun así lo oyó y le despertó. Los ojos azules y somnolientos de Prompto le miraron medio en trance.

– ¿Qué te duele, Noct? – preguntó, aún en ese estado, notándose su fiel preocupación.

No le agradó la idea de que tuviera que explicarlo, así que tomó su mano y la llevó a su entrepierna. Prompto no se alarmó al notarla erecta.

– Haz que deje de dolerme.– le dijo, sin ninguna gana de pensar más y hastiado de que le estuviera molestando la mañana.

El chico se cortó un poco al inicio pero, si bien quiso mandarle un mirada acusadora por lo que le pedía, Noctis había cerrado los ojos por el sueño y sólo esperaba que cumpliera su pequeña orden. La mano de Prompto se coló en su pantalón y empezó a masturbarlo. Primero con delicadeza, después cada vez más rápido. El príncipe empezó a inflarse de deleite y tratando de aguantar los quejidos que salían de su boca, se ladeó hacia él para besarlo. Fue correspondido, alcanzando el punto álgido a medida que saboreaban más sus lenguas.

– Ve... abajo... No quiero manchar.– murmuró, con tanto deseo que volvió a imponer autoridad.

Prompto pausó el beso y medio erguido le miró con recelo:

– Te vuelves muy exigente en este estado, eh.– Al decirlo, aunque trataba de mostrar enojo, vio como el príncipe expresaba esa cara de placer ante él y pronto tardó en derretirse. Arqueó las cejas y se dejó llevar por el impulso:- ...A sus órdenes.

Con el miembro expuesto, fue fácil llegar a él. Apretó los labios contra le extremidad, hasta iniciar un rápido movimiento de arriba abajo sabiendo lo cuan desesperado estaba su amigo. En pocos segundos notó en su boca el esperma y con un poco de dificultad, se lo tragó. Trató, en cuanto pudo, limpiar con su mano algunas gotas que se escaparon.

De rodillas y concentrado en tragar, fue inesperado que Noctis se impulsara hacia delante y lo abrazara. Le tomó de la cabeza por detrás de las orejas y presionó su frente contra la suya. El fotógrafo tragó lo que le quedaba, absorto. Hacía mucho que no estaba tan despejado de buena mañana.

Sus miradas se clavaban el uno al otro. Dejando ver la atracción que ambos sentían, tan inconfundible e imposible de ocultar. El moreno depositó un beso en sus labios.

– Te debo una, otra vez.

Y esas pocas palabras eran suficiente como para hacerle caer en la lujuria de nuevo. Tantas veces como él quisiera.

El arrepentimiento y culpa ya no eran tan palpables en él. Admiraba como Noctis no sentía ninguna de esas emociones y a medida que aquella relación entre ellos se iba formando, fue decidiendo que lo mejor era disfrutarlo y sentirse bien. Dejando atrás cualquier sentimiento negativo (aunque era mil veces más fácil decirlo que hacerlo).

Era una relación de lo más libre y sana. Si al rubio le atacaban sentimientos negativos sobre todo no era porque no sintiera atracción hacia su príncipe, pues desde el mismo momento en que lo conoció la sintió profunda y pesada. Aunque nunca creyó que correspondida. Si no porque ambos entendían el compromiso de su Realeza y lo que conllevaba. Con una mujer hermosa y digna de respetar esperando paciente la llegada de su príncipe. Prompto ansiaba conocerla. La respetaba, y era lo que peor le hacía sentir.

Ambos sabía cómo iba a acabar todo, ambos entendían lo que sentían y lo que eran. No había nada de desagradable, al nervioso chocobo sólo le atacaba la culpa. Por estar haciendo con el príncipe algo que alguien como él no debería hacer. Quitando una posición que sólo aquella hermosa chica se merecía. Ese malestar que le hacía prometerse así mismo que "sería la última vez", habiendo después una segunda y una tercera.

Ignis seguía cocinando cuando salieron de la tienda los dos ya vestidos. Y Gladio ni siquiera había vuelto.

– Buenos días.– saludó, Prompto al cocinero. Éste le devolvió el saludo con una sonrisilla llena de reproche, desviando la mirada unos segundos del plato que preparaba. Y por un momento, el rubio se llevó una mano al pecho y le miró asustado.

Siempre pensó en que Ignis sospechaba de ellos, y sin embargo, nunca les dijo nada. Sólo daba pequeñas pistas como, llegar al apartamento y fingir que no ha visto los calzones de chocobos tirados por el cuarto. O verlos muy juntos y eludir lo que había visto. Aún éstos intentando, sin mucho resultado, esconderlo o justificarlo con una tontería sin sentido. Claro que siempre estaba la excusa de que eran mejores amigos y eran cosas de amigos. Pero una pequeña vocecilla le decía que Ignis lo sabía, y que sus sutiles avisos sólo eran para recordarles que tuvieran más cuidado.

Trató de, como siempre, fingir.

– Nos hemos quedado un poco pegados a la almohada, ejeje.– rió, con torpeza. Pensando en que ojalá no se hubiera escuchado nada más allá de la tienda.

– Si almohada se le puede llamar a ese horrible saco.- se quejó, el moreno, frotándose un ojo, actuando como siempre.

El fotógrafo suspiró, miró hacia el horizonte donde entre las montañas de la zona de Hammerhead el sol ya se mostraba entero. Una manta color anaranjada y preciosa bañaba el cielo. Y la negatividad que se suponía que no debía tener, empezó a disiparse. Se moría de ganas de que salieran a hacer algo, era siempre la manera ideal de perder la concentración en dilemas que no llegaban a ninguna solución.

– ¿Qué haremos hoy, Noct? –preguntó, más inmerso en sus pensamientos que en la pregunta que estaba haciendo.

– Continuemos con el recado que nos pidió Cindy.–informó, no con mucha gana.

– ¡Oh, Cindy! ¡Tengo ganas de ver cómo nos apremiará! – se animó, sabiendo que así sería fácil perder su concentración.– ¿Y esa preciosa sonrisa que nos dedica cada vez que le hacemos los favores, no es lo más bonito que hay?

– Lo tuyo no es serio.– opinó, Noctis. Y cuando Prompto volteó la cabeza hacia él y le mostró una risilla pícara dejando ver sus dientes, éste se limitó a poner los ojos en blanco. Pero también sonreía.

– Nada de babeos, ya sabes. Admiración.-se excusó.

– Ya, ya. Claro.

Y Prompto tomó su cámara que reposaba en una silla y fotografió el paisaje. Esas fotografías serían los recuerdos. Los recuerdos de aquella doble aventura. La aventura del príncipe Lucis y su grupo, y la propia aventura entre ellos dos.