Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Qué es esto, Luna? Y las otras actualizaciones qué? No sé, no me pregunten, solo soy una chica, jaja. Bueno, la verdad estoy super triste, aunque no se me note y este fic ya estaba a medio escribir, son tres capítulos, YA ESTÁ FINALIZADO, oyeron? Está todo escrito, así que no sufran porque lo voy a subir de a un capítulo por semana, son solo tres y ya. Es una cosita así, divertida, medio en joda, medio en serio, y espero que se rían un poquito, porque no sé si mi ánimo ayuda a escribir algo mejor o no, es lo que hay. Cambio y fuera. Ah, cierto, si quieren subirme el ánimo dejen un pinche comentario y voto, si quieren hacerme más feliz aún un review, ahora sí, chau.

PD: Este fic será actualizado el próximo miércoles, voy a cumplir porque ya se los dije, ya tengo todo escrito, adiós. SOLO TRES CAPÍTULOS. BYE.


Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de Isayama Hajime, la historia si es de mi completa invención. VIVA EL ERERIREN CARAJOOOO! Pase lo que pase, no me importa ná (ahora dilo sin lágrimas en los ojos).

Advertencias: nada, una que otra palabra altisonante, eso es todo.


DEDICATORIA: Para la preciosa Lindsey Lobo (FB), que me hizo esta MARAVILLOSA, MARAVILLOSÍSISMA PORTADA, no es preciosa? Me muero de amor, me encanta ver a la OTP así, gracias corazón, me hiciste muy feliz, y al resto le recomiendo que pasen por su perfil en Facebook y le den amor a sus fantásticos dibujos, es una gran artista. Y para YAOI´BLYFF que es mi hermana del alma y siempre está lista para darme una patada y ponerme en órbita. Ahora sí, al fic.

.

.

"El modo de dar una vez en el clavo es dar cien veces en la herradura"

Miguel de Unamuno

.

.

Levi observó el puesto vacío de su secretaria, mejor dicho de la nueva secretaria que no le había durado ni un mes completo. Había una especie de maldición (incluso nunca le dirían al jefe, pero muchos apostaban cuanto tiempo duraría la próxima), con respecto a la duración en el puesto de asistente del gerente Ejecutivo Levi Ackerman.

Era un jefe exigente, pero no era tirano, de hecho muchos le temían más al director ejecutivo Erwin Smith, él sí que podía ser un déspota, pero no el hombre bajo que peinaba algunas pocas canas aunque en su rostro apenas se notara una que otra arruga aparentando menos de lo que tenía. Esta vez la mujer había renunciado porque se supone había encontrado un trabajo mejor, incluso fue a despedirse y agradecerle por el buen trato el poco tiempo trabajado.

Levantó el auricular y marcó el interno con recursos humanos.

—Levi, querido —respondió la conocida voz de Hange, en la que ya se notaba cierto desdén burlón.

—Hange, ¿quién quedó segunda en la selección que hicimos el mes pasado?

—Dime la verdad, Li, ¿qué les haces a las chicas que salen despavoridas?

—Pásame tres perfiles por email y los analizaré, en vez de cuestionarme a mí porque no me duran deberías cuestionarte a ti, que seleccionas personas que no valoran el lugar de trabajo.

—Dos mil cien empleados, Li, dos mil cien empleados he contratado con éxito, las únicas que generan esta conducta repetitiva son tus secretarias.

—Pues esfuérzate, estoy harto de invertir tiempo preparando a las personas para que desaparezcan a la primera de cambios, Zoe —Hange contuvo un suspiro, sabía que cuando la llamaba por el apellido es porque estaba cabreado.

Levi no era de sobresaltarse, ni gritar, pero bastaba una mirada o que te llamara por el apellido para saber que en alguna habías metido la pata.

—Entiendo, Levi, dame diez minutos y te estaré mandando los perfiles que solicitaste.

—Gracias, estaré esperando —dicho lo cual colgó de inmediato.

Se puso de pie para ir al escritorio de la recepción y pasar a su interno de manera directa las llamadas, cosa que le jodía bastante. Eso de que le sonara el teléfono a cada momento y que tuviera que organizar las reuniones él solo, pero ni modo, al menos sería por unas dos semanas hasta conseguir un reemplazo como la gente.

Ni siquiera había terminado su café que notó que su fina pluma Visconti, colección "Divina Royale" de cuatrocientos dólares se quedaba sin tinta. Tenía que firmar unos documentos importantes y cheques, y ahí estaba con una ceja enarcada ante el imprevisto. Se giró para buscar repuestos en una cajonera de un mueble solo para verificar que el único repuesto era el que estaba usando.

No iba a firmar con otra pluma, no le gustaban los otros trazos. Por lo que se fue hasta el sector de abastecimiento de insumos de la empresa en la planta baja para consultar por un repuesto. No había al parecer, y todo estaba en un caos, a decir por una sola persona (Carlos, recordaría bien su nombre) que no daba abasto con todas las tareas ¿Cómo es que nadie le había avisado?

—Jefecito, si quiere voy a buscar su repuesto —ofreció el hombre un poco mortificado.

—No, Carlos, no se preocupe, usted siga atendiendo sus tareas, iré yo, ¿sabe dónde hay una librería por aquí cerca?

El hombre le anotó en papel un croquis con tres librerías que había por los alrededores. Al salir se puso sus lentes de sol de marca y a paso decidido encaró a uno de los lugares.

Cuarenta minutos después estaba en la oficina de recursos humanos con una bolsa enorme llena de insumos de librería que, sería lo más probable, nunca usaría en su perra vida, y una mirada confundida. Hange lo miró de arriba abajo, definitivamente su colega estaba perturbado.

—Siéntate, aquí, te traigo un vaso con agua —ofreció mientras iba hasta el dispenser y tomaba uno de los vasos de vidrios que tenía limpios—. ¿Pasó algo, Li? No te ves muy bien.

—Acabo de… mmm, acabo de conocer un ángel —confesó, mientras soltaba un suspiro.

—¿Eh? ¿Un ángel? ¿Casi te mueres?

—No, es un puto ángel, con, con haces de luz y alas enormes como un cóndor andino.

—Okay, creo que estoy un poco confundida, ¿dónde fuiste?

—A una librería, estaba buscando un repuesto de… ¡carajo! No compré el repuesto, como sea, toma —habló depositando la enorme bolsa en el escritorio de su amiga que lo miraba completamente intrigada—. Le darás mejor uso.

—¿Por qué compraste todo esto? —preguntó la mujer, mientras revolvía en la bolsa y miraba unos tacos de papeles en tonos fluorescentes muy monos.

—Porque yo solo quería que me hablara y me siguiera hablando, por eso le pedía cosas, las cosas que tenía en los estantes de arriba, así veía su agraciada figura estirarse a las alturas, ¡ugh! Es un ángel, Han, te lo digo el cielo debe haber parido en algún rincón de este mundo putrefacto y él es el resultado.

—¡Caray! —admitió la mujer, sorprendida—. ¿Hablas en serio, Li? ¿Eres gay?

—Soy como soy, no me interesa el género de la persona que me gusta.

—¡Wow! Bueno, no importa, cuéntame, jamás me contaste sobre tus conquistas —habló emocionada.

—¿Por qué debería? No me pareces de confianza, pero fuera de eso, vine esta vez porque necesito consejo femenino, bah, tu consejo, que debería ser femenino. En fin, yo sé que Moblit te conquistó a fuerza de insistir mucho, ¿cierto? ¿Cómo fue que lo hizo? —dijo sacando una pequeña libreta de su bolsillo y tomando un bolígrafo del escritorio de la gerente de recursos humanos.

—Ya veo, entonces tus intenciones son conquistar al chico. Primero cuéntame un poco, cómo es, ¿sabes su nombre al menos?, ¿qué fue lo que te ha deslumbrado?

—Se llama Eren, altura entre 1,80 y 1,85 metros, piel morena (posiblemente un bronceado caribeño cercano al Trópico de Capricornio), sensuales ojos color turquesa, culo de primera, estoy bastante seguro que es gay, tiene alrededor de 22 o 23 años, amante de los perros, al parecer fan de Lonely Kamel (tenía una remera con el logo de esa banda), un estúpido tatuaje de un lobo en el reverso del antebrazo derecho en el ángulo inferior cercano a la muñeca, de dudosa calidad si quieres mi opinión, una eclipsante sonrisa y buen aliento.

Hange se quedó con la boca abierta durante un buen rato, la cerró y carraspeó un poco.

—Ajá, bueno, te gusta un chico joven, que aparentemente trabaja en una librería, bien ¿Qué haces normalmente cuando alguien te gusta?

—No lo sé.

—…

—Nunca me ha pasado, siempre he sido popular, no es por presumir, pero nunca debí hacer demasiado, incluso hoy si salgo a algún antro, es fácil conseguir un ligue. Pero eh, bueno, creo que me está costando un poco con este chico.

—¿Eh? ¿Ya lo intentaste, acaso?

—No, es un presentimiento, es extraño que me equivoque, ¿por qué crees que estoy en tu oficina, anteojitos? Escucharé tu consejo, en verdad me gusta mucho esta persona, fue… ¿cómo es la expresión? Bueno, no la recuerdo, pero me deslumbró apenas lo vi, realmente quiero salir con él.

—Bueno, creo que lo primero es lo primero, ¿siquiera sabes si es gay?

—Lo presiento.

—Mmm, sería mejor asegurarse, si fuera yo creo que con un poco de tacto en una conversación casual, no sé, digo de todas maneras tienes que regresar a buscar tu repuesto, ¿no? Y de paso podrías preguntarle si tiene pareja, como para empezar.

—¿Eso es necesario?

Se miraron algunos segundos sin decir nada, Hange se sacó los anteojos y lo miró con seriedad.

—Claro que lo es, ¿qué harás si ya tiene un novio o una novia?

—Le diré que me de una oportunidad de todos modos.

—Ay… a ver, eres muy directo Levi, lo vas a espantar, no es la época de las cavernas donde uno iba a exigir a los demás que hagan como nosotros quisiéramos. Estamos en una época digital, esto es como cuando estás por cerrar negocios con una empresa —el hombre apoyó su codo en el escritorio de Hange y le puso mayor atención a su explicación—. Tiene que haber cierto flirteo, una coquetería antes de ir a morder la carne, no sé si me explico.

—Sí, ¿entonces, cuál es el procedimiento?

—Te lo dije, primero saber si el chico está disponible o no. Luego, solo en caso de que estuviera disponible, decirle con muuuucha cautela si estaría dispuesto a aceptar una cena, o un almuerzo, como para conocerse, porque te ha interesado, con cautela dije.

—No hace falta repetir, tengo dos orejas y te escucho claramente. Muy bien, ¿y si tiene pareja?

—Entonces no será posible.

—Te das por vencida muy fácil, por eso los negocios no son lo tuyo. Bien, vamos a probar de este modo que dices.

—Disculpa mi curiosidad pero… ¿qué te propones exactamente con este chico?

—Eren.

—Sí, bueno, con Eren.

—Follármelo.

Volvieron a mirarse algunos segundos en silencio y Hange se colocó sus anteojos.

—¿Sólo eso? ¿Es todo lo que pretendes?

—Bueno, no lo conozco. Ciertamente habrá que hablar, ver si tenemos cosas en común, si hay futuro para una relación, si le gusto, etcétera, etcétera. Así de buenas a primeras con una miradita por encima no se puede definir nada más que el aspecto físico. Y uuff, está bien candente —aspiró aire entre dientes, cerrando un poco los ojos, cómo cuando uno está por elegir el mejor corte sobre la parrilla—. Yo quería desnudarlo ahí mismo sobre el mostrador ese que tienen y enseñarle muchas cosas.

Hange estaba impactada, Levi era bastante reservado con su vida personal, y ahora le intrigaba sobre manera esta revolución que el chico de la librería había generado en uno de los gerentes más importantes de la empresa. Y vale agregar que un poco su morbo se sentía complacido también.

—Bueno, entonces voy ah-

—¡No! ¿Cómo se te ocurre ir ahora? No, ve mañana.

—¿Porqué?

—Dale tiempo de procesar, si vas inmediatamente vas a ser demasiado obvio.

—Bueno, pero es lo que busco justamente.

—¿Ya te olvidaste que te dije que no es prudente ser tan directo? Por favor, un poco de diplomacia, como cuando haces negocios, no quemas al cliente de entrada, te tomas tu tiempo, lo dejas pensar, analizar y luego haces tú movimiento cuando el cliente está desprevenido.

—¿Segura que así es mejor?

—Tú confía, luego me lo agradecerás.

Al otro día Levi estuvo fuera de la librería a las nueve menos diez, golpeando el pavimento con la punta de sus charolados zapatos porque le podía la ansiedad ¿Cómo es que no estaba abierto? Decía a las nueve, ¿cuánto más iban a hacer esperar a los clientes? De nada sirvió su enojo, recién abrieron sus puertas nueve y cinco. Apenas entró pidió hablar con el encargado.

Con mucha educación, le dijo que realmente no se notaba pasión por el trabajo que hacían en el lugar, que si el cartel decía a las nueve, menos cinco deberían haber abierto, y que para variar su aspecto no era nada pulcro para el rol que tenía en el local. Luego se despidió y se fue al mostrador, donde Armin y Eren ya estaban organizando y llenando los estantes con una mercadería nueva que les había llegado.

Caminó con orgullo, luciendo sus gemelos de oro en un costoso y hermoso traje gris opaco, con camisa blanca y pañuelo de seda rojo.

—Buenos días, señor, ¿puedo ayudarlo? —ofreció Armin cálidamente mientras le sonreía gentil.

—Buenos días, joven, me halaga su predisposición, pero verá, ayer me atendió Eren y si no está muy ocupado, desearía que me atendiera de nuevo.

—Por supuesto, ¡Eren! —Lo llamó, ya que se encontraba cerca—. El señor quiere que lo atiendas.

A medida que se acercaba, Levi no pudo evitar que sus labios quedaran rectos, lo que en su jerga habitual de expresiones equivaldría a una sonrisa, mientras que Eren resopló bajito y se acercó, no quería ser demasiado amable pues ya le veía las intenciones al tipo frente suyo y realmente no tenía ganas de lidiar con gente que se imaginaba cosas raras.

—Buenos días, Eren —saludó contento el gerente.

—Buenos días, señor, sea bienvenido a Hersapel nuevamente.

—Levi.

—¿Disculpe?

—Que mi nombre es Levi, no me llames señor.

—Oh, bien, ¿qué necesita?

—Quería saber si es que ustedes tienen repuesto para esta pluma —dijo sacando su Divina Royale.

Eren la tomó entre sus dedos y la examinó.

—Una Visconti original, wow, esto solo lo vi en catálogos en internet. Lo siento pero no traemos este tipo de plumas aquí, nuestra línea no es tan exclusiva —dijo, devolviéndole el lapicero.

—Ah, lamento interrumpir —habló Armin y ambos lo miraron—. Es cierto que no trabajamos con Visconti, pero tenemos otras plumas que son muy buenas, ¿por qué no le muestras Eren?

El más alto fulminó con la mirada a su amigo y luego se dirigió al cliente.

—Usted, ¿quiere conocer las plumas de las que disponemos aquí?

—Sí, sería genial.

—Pero son bastante corrientes —advirtió.

—Sí, no importa. Si no puedo usar mi pluma, quisiera alguna para realizar los trabajos que necesito.

—Por aquí, por favor —indicó a su derecha donde había algunos exhibidores—. ¿Es arquitecto?

—No, soy gerente comercial, es para firmar cheques y documentos legales.

—¿Sabe? Debería entrar a la página comercial de Visconti y desde allí hacer un pedido de repuestos directamente, se ahorraría la comisión de los negocios y con seguridad lo conseguiría, en vez de andar preguntando si hay en cada lugar.

—Bien, tomaré tu consejo —miró de reojo algún colgante, anillos en sus dedos, algo que indicara una pareja pero no notó nada destacable—. Pero hasta que llegue un repuesto, ¿cuál me recomiendas?

—Veamos, aquí tiene, un Cross Tech Negro, un Cross Tech I, ¡oh! Este es muy lindo, un Sheaffer Ferrari, mmm, este también tiene un trazo muy preciso un Sheaffer Prelude. Son de los mejores de la tienda. En línea Parker tengo algunos interesantes también.

—Elige uno, por favor, como si fuera para ti.

Eren lo miró con duda y sabiendo de antemano que negarse era al vicio, decidió elegir el más caro, ya que las comisiones iban en función del monto que vendieran.

—Aquí, el Cross Tech Negro, el primero que le mostré, pruébelo —pidió, mientras le acercaba una hoja.

Levi lo trató con suavidad y efectivamente le complació el trazo.

—Bien, será éste.

—¿Lo ayudo con algo más?

—Sí, eh, quisiera, ¿qué es eso de ahí? —dijo señalando unas cajas de clips.

—Son clips para documentos —explicó acercando la caja—, estos se llaman mariposas, por su forma.

—Jamás usé uno de estos, aunque no los veo parecidos a mariposas para ser honesto —dijo Levi mirando atentamente—. Bueno, me los llevo, ¿y eso de ahí?

Comenzó de nuevo con la compra compulsiva de artículos completamente innecesarios para sus funciones, Armin observaba todo de reojo mientras fingía acomodar unas cosas, y Eren cada vez que le daba la espalda a Levi rodaba los ojos.

—Por cierto, Eren, ¿me preguntaba si es que estás saliendo con alguien actualmente?

El joven dejó una caja de imanes rectangulares, junto a media docena de cajas de cosas diferentes que Levi había elegido. Lo miró con seriedad y pensó unos segundos qué responder.

—Está soltero —largó Armin y Eren volvió a mirarlo molesto mientras el rubio se iba al depósito como alma que llevaba el diablo.

—Oh, me complace escuchar eso —dijo Levi levantando el mentón triunfal.

—¿Va a llevar algo más, señor?

—Levi.

—Señor, Levi.

—No, solo Levi.

Eren se puso más serio aún.

—¿Va a llevar algo más?

—Sí, 5 cartulinas de cada color que tengas.

El muchacho lo miró con una cara que decía: "¿De verdad? ¿Me harás esto?", pero ni modo que salió del mostrador para ir a los estantes de papeles y cumplir con el pedido. Luego de estar un cuarto de hora abocado a la tarea, Levi se acercó, manteniendo un distancia prudente y le habló en una octava más baja, solo para que ellos dos pudieran hablar y nadie más enterarse.

—Escucha, Eren, yo me preguntaba si es que aceptarías ir a cenar conmigo —el joven lo miró sorprendido y luego se giró para seguir separando las cartulinas—. Te voy a ser honesto, me pareces un chico bien parecido y pienso que sería una buena ocasión para conocernos un poco, no sé qué te parece. Cierto, puede ser un almuerzo, no necesariamente una cena.

Eren no dijo nada, terminó de armar el pedido y volvió detrás del mostrador, dejó las cartulinas y al fin miró a Levi, le respondió con firmeza.

—Gracias, pero no aceptaré su invitación, ¿necesita algo más?

—Oh —el gerente estaba algo sorprendido, lo cierto es que no sabía cómo actuar ante el rechazo, pero se mentalizó que era un negocio como los cientos que cerraba al año y volvió a poner su mente en frío—. ¿No? ¿Estás seguro?

—Así es, no quiero, SEÑOR —Levi notó el énfasis que le puso a la palabra.

—¿Puedo preguntar al menos por qué? ¿Hice algo que te moleste?

—No lo conozco, creo que es motivo suficiente.

—Ah, eso, no me presenté adecuadamente —metió la mano dentro de su saco y luego le alcanzó una tarjeta personal—. Soy Levi Ackerman, gerente comercial y regional de la empresa "Cat-Coin Finances", queda aquí a dos cuadras. Con respecto al lugar para el evento, puedes elegir el que gustes, puedes avisar a tus conocidos, yo no tengo problema, puedes estar tranquilo y seguro conmigo, Eren.

El joven lo miró por unos segundos y luego a la tarjeta, que dejó en el mostrador.

—Gracias, señor, pero ya le dije que no.

—¿Por qué?

—Es muy repentino y ahora me está poniendo algo incómodo, sino va a llevar otra cosa, lo derivo con la línea de cajas —dijo esta vez con mucha seriedad. Levi suspiró quedo.

—Sí, está bien, suficiente por hoy.

Una vez que quedaron solos, Eren encaró a su amigo.

—¿Por qué le dijiste que estoy soltero?

—Vamos, hace días que te vienes lamentando de tu suerte, de que Jean ni te registra, que: Ay, ay, qué triste tu vida y bla, bla, ¿y qué te dije yo? Deja de salir con niñatos, Eren, búscate un hombre maduro, que tenga claro qué quiere en la vida, que no sea tan tacaño que te haga pagar a ti por las salidas, como ese último, ¿cómo se llamaba?

—Alan.

—Ese. Y me dijiste que si aparecía un hombre bien parecido que tuviera un buen pasar económico lo intentarías. Y justamente, el universo te ha traído un bombón que es todo un caballero y lo rechazas como si espantaras una mosca, ¿qué te pasa, man?

—No me gustan los viejos, y tampoco que sean más bajitos que yo, de seguro luego en la cama tengo que hacer todo el trabajo.

—¡Eren! Levi no es viejo.

—¿Ya te sabes el nombre?

—Te lo repitió varias veces, nada te costaba llamarlo por su nombre. Abre los ojos, amigo, ese tipo está bien guapo.

—Uf, si tanto te gusta, ¿por qué no sales tú con él? —Armin se ruborizó y el más alto enarcó una ceja.

—Ese hombre solo tiene ojos para ti, príncipe del drama. Ya quisiera yo que me diera una chance. Ya sé que no te interesan estos detalles, pero no es un idiota como los últimos, vamos, que una cena no mata a nadie y tal vez conoces a alguien de verdad interesante.

—No me gusta, fin.

—Puedes basar tus elecciones en otras cosas que no sean solo el físico, yo solo digo, porque después para aguantarte los lamentos estoy yo. Si no haces algo diferente te seguirán pasando las mismas cosas, amigo.

—Tengo que ir a acomodar las carpetas, después seguimos.

Armin miró a su amigo que estaba con el ceño fruncido, vaya que era terco. Qué lástima que ese hombre tan lindo no se había fijado en él, porque era totalmente su tipo. Sabía que la elección de cada uno era la elección de cada uno, pero le cabreaba un poco que Eren fuera tan superficial y solo por no ser joven le cerrara la puerta en la cara al gerente. Tomó la tarjeta que había dejado en el mostrador y la guardó en uno de sus bolsillos, solo por las dudas.

Levi llegó a la empresa y tiró la bolsa con las nuevas compras sobre el escritorio de Hange, que estaba al teléfono con Erwin. Se cruzó de brazos y esperó que terminara de hablar.

—Tu plan es una mierda. Hice todo lo que me dijiste, averigüé su estado civil, confirmé que efectivamente es gay, fui educado y politicamente correcto y sin embargo me rechazó de plano sin darme ni la más mínima posibilidad.

Hange no sabía que responder, se sacó los anteojos y puso cara de estar pensando.

—¿Qué te dijo exactamente?

—Que no me conoce y parece que eso le genera desconfianza, entonces le dí mi tarjeta personal pero no ayudó en nada.

—Mmm, tal vez no eres su tipo.

—Bueno, no puede ser tan obtuso si no da la oportunidad de conversar un poco al menos. Él no tiene idea el partido que se está perdiendo.

Hange quiso sonreír pero prefirió guardárselo, a ver si Levi se ofendía. Aunque admitía que su seguridad arrolladora era un punto atractivo.

—A ver, no siempre las cosas son fáciles, Li, y tú sabes que a veces las presas más preciadas requieren un poco de dificultad para ser conquistadas. Ahora, si no quieres hacer un esfuerzo por intentar conquistar al chico, perfecto, es tu decisión, sin embargo me sorprende que te dejes vencer tan fácil, ¿no fue eso lo que me recriminaste ayer?

—Fue exactamente eso, cada maldita palabra. Bien, tienes un punto —se sentó y su cuerpo se relajó, se desprendió el saco y estaban por retomar la charla cuando entró Erwin con el aplastante respeto que su sola presencia lograba.

—Oh, disculpen, ¿estoy interrumpiendo? —dijo con esa voz inconfundible de barítono.

—No, de hecho... —pensó Levi—, ven un segundo, tal vez puedas ayudarnos.

Hange miró a Levi con un poco de preocupación, era sabido que Erwin era un adicto al trabajo, y que le desagradaban las charlas banales, incluso si el horario laboral había terminado, no por nada era conocido como "sacrificios locos Smith", ya que había echado a un director simplemente porque lo encontró hablando por teléfono (una llamada de emergencia la parecer) y los había hecho esperar a todos diez minutos para una junta. Así de tajante era respecto a muchas cosas y cada vez que paseaba por el edificio, los empleados andaban escondiéndose como ratas por el miedo, digo respeto, que le tenían.

—¿Problemas con alguna negociación?

—Efectivamente, de mi verga y el culo de un chico lindo, que se me quiere escapar, quien trabaja en una librería cercana —se despachó Levi sin vergüenza alguna.

Hubo un silencio incómodo de algunos segundos, Erwin dejó unos documentos sobre el escritorio de Hange y luego miró a Levi con una seriedad que asustaba.

—¿Estás perdiendo el tiempo hablando de esas boberías aquí con Zoe, en ves de estar en tu puesto y ser productivo?

—Escucha, Erwin, yo prácticamente mantengo toda la estructura, el rendimiento bimestral que tuvo mi equipo fue un 40% más eficiente que el del año pasado, las ventas han incrementado cuando sabes que el sector está decaído en todo el mercado. O me ayudas, o tal vez me deprima y eso afecte mi rendimiento, así son las cosas.

—Si te despido tendrás tiempo de deprimirte todo lo que quieras.

—Claro, al igual que las ventas, con la diferencia que los números no los levantarás con una pastilla recetada por un psiquiatra. Te desafío a que encuentres a alguien mejor o igual que yo en lo inmediato.

Hubo un pequeño duelo de miradas, Hange parecía que presenciaba un partido de ping pong que se disputaba la copa mundial, la tensión era demasiada. Al fin, Erwin suspiró y habló.

—Bien, veamos, ¿qué necesitas?

—Me gusta un joven, hermoso por donde lo mires, soltero, gay, asalariado de bajo nivel, y que me ha rechazado una invitación a cenar. Yo digo que mejor cortar por lo sano y hablarle directamente, sin pelos en la lengua, pero aquí, la que se supone que sabe más de relaciones humanas en este recinto, dice que debo insistir y ser paciente, lo cual hiere un poco mi orgullo ¿Tú que opinas?

—No le gustas.

A Hange casi se le salen los ojos, tragó en seco y miró a Levi.

—Bien, voy a modificar mi pregunta porque tu aporte es nulo —criticó el gerente—, ¿cómo hago para que me diga que sí?

—Dicen que a veces los milagros ocurren... —una carcajada hecha de una voz estruendosa, como de oso polar que acaba de salir de la hibernación, se esparció por todo el lugar. Hange estaba sorprendida, jamás había visto al jefe máximo reaccionar de ese modo ante nada—. Lo siento, fue un chiste fácil, bueno, ahora sí. Veamos, dices que es un asalariado promedio, fácil hazle regalos caros. Un reloj de marca, un buen perfume, no, perfume no, a ver si no le pegas a sus gustos, ropa linda, no lo sé, hay muchos artículos de lujo que puedes regalarle.

—Disculpen —tomó la palabra Hange—, sinceramente no creo que sea buena idea, Levi le dió su tarjeta personal, el chico sabe quien es y sin embargo eso no ha hecho que sea más colaborativo. Es como intentar comprar a alguien.

—Es solo mostrar aprecios con simples presentes —reforzó su punto Erwin. Levi estaba callado analizando todo.

—Está bien, probaré el estilo de Erwin, ya te dí una chance Han. Ahora sí me vuelvo a la oficina. Por cierto —habló, mientras sacaba la pluma que había comprado en la librería de la bolsa, la sostuvo entre sus dedos y sonrió—. Ya lo sé, gracias por su ayuda, estimados, si tengo novedades se las haré saber.

Erwin también se puso de pie.

—Zoe, mantenme al tanto de los avances de Ackerman, revisa esos documentos y si falta algo envíame un email. Nos vemos.

—Entendido.

Apenas se fue el rubio enorme soltó un suspiro largo, esto era lo más absurdo que le había sucedido en mucho tiempo, pero no iba a dejar que un tipo rudo le ganara en el ámbito de las citas, estaba segura que Levi iba a fracasar con los consejos de Erwin, de manera que abrió un buscador y puso: como llevar un hombre a la cama lo antes posible.

Armin bostezó, eran vacaciones de verano, con lo cual sin estar en épocas de clases el trabajo escaseaba. Tomó un spray para vidrios y una franela y se puso a limpiar la parte del frente del mostrador, realmente no quería estar de vago. Mientras, hacía guardia por si venía el dueño, Eren estaba durmiendo en la pequeña cocina adentro de la estructura porque había salido el día anterior, vió a Jean (su gran amor, supuestamente) besándose con la hermosa Mikasa, con quien se fue a su casa y ahogó sus penas en alcohol, aunque no ahogó nada porque lloró el resto de la noche, y ahora estaba en un estado deplorable. Levantó la mirada y se encontró de frente con Levi que hoy venía con una camisa blanca con los primeros botones desprendidos, una fragancia sensual inundó ese sector y esos pantalones negros se ceñían a una atractiva cadera. Armin se tragó la saliva que estuvo a punto de caérsele de los labios.

—Bu-buenos días, Levi —lo recibió con amabilidad—. Que bueno verlo por aquí.

—Gracias, Armin —dijo leyendo el letrero que el chico llevaba sobre su pecho, provocándole una dilatación inmediata al escuchar su nombre con tan linda voz—. Me preguntaba si sería mucha molestia que llamaras a Eren, necesito comprar... algunas cosas.

—Claro, claro, ya se lo llamo. Por cierto, disculpe si lo incomodo, pero quería decirle que leí la entrevista que le hizo la revista Finanzas del Muro y me resultó muy interesante, admiro sus ideas, es como una celebridad monetaria, quiero decir, de los negocias, ¡negocios! Lo siento —habló atropelladamente mientras estrujaba la franela nerviosamente.

Levi lo miró con intensidad sintiéndose halagado por la observación.

—Gracias, Armin ¿Qué idea te gustó más? —pero no era un idiota que se tragaba cualquier halago, quería saber si el chico realmente leía ese tipo de revistas.

—Su punto de vista sobre la escala y la autosuficiencia financiera fue, wow, me alegra saber que hay personas como usted, entendidos en la materia quiero decir, que les dan cierto prestigio al sacrificio que realizan las microempresas para poder mantenerse en el mercado.

OK, el chico era listo y honesto, buenos puntos.

—¿Estudias finanzas?

—Comercio exterior.

—Genial, me alegra ver que hay gente que no solo quiere un título para colgar en la pared sino que le pone verdadera pasión a la profesión, y no lo digo por el halago, podrías haberme criticado y hubiera estado bien, siempre que lo hubieras fundamentado, claro.

—Viniendo de usted, es un gran honor escuchar eso, la verdad es que me esfuerzo bastante. Oh, cierto, Eren, ya lo llamo —se perdió al interior del recinto y por unos cinco minutos Levi tuvo que hacer lo que menos le gustaba en el mundo: esperar.

Eren salió, tenía notables ojeras y un enfermizo color rojizo le pintaba el borde inferior de los ojos, Levi se alarmó un poco.

—Buenos días, señor, ¿puedo ayudarlo?

—Buenos días, Eren, por favor no sigas llamándome señor, ¿recuerdas mi nombre?

Eren entrecerró los ojos y apretó los labios, como si intentara recordar, ¿por qué carajos no lo recordaba?, pensó el gerente.

—¿Leeni?

—Levi.

—Ah, cierto, ya lo recordé, ¿qué necesita, señor?

—Bien, hoy necesito comprar unas cosas muy importantes, como esa... pelota que tiene el mapamundi, esa de allá —señaló arriba casi contra el techo.

—¿Se refiere al globo terráqueo? —Levi asintió con solemnidad—. Disculpe, señor, pero ¿realmente necesita un globo terráqueo?

—Así es, será un... elemento de decoración para mi oficina, lo que me recuerda que necesito otros elementos también.

—El globo terráqueo cuesta cien dólares, ¿lo va a querer igual?

—Sí, lo voy a querer.

Eren inspiró y fue a buscar la escalera de aluminio para treparse y bajar la jodida cosa, "piensa en las comisiones, piensa en las comisiones", se decía mientras hacía equilibrio. Mientras tanto el empresario no le quitaba sus acerados ojos de encima, joder, que belleza de pantera la de ese muchacho.

—¿Algo más?

—Sí, un lapicero, negro de ser posible.

—En esa estantería de en medio tiene los implementos de oficina —le señaló el joven.

—Ah, bueno, los veré después, dame, eh, ¿qué es esa cosa?

Eren esta vez miró a Levi, más relajado pero molesto de todas maneras.

—Escuche, señor, por mi puede comprar la librería entera, pero no me parece que se gaste una fortuna comprando cosas que estoy seguro no creo que use jamás.

—Tú no lo sabes, tal vez uso todo. De hecho, podrías venir a mi oficina alguna vez y comprobarlo —le soltó con picardía.

El más alto cruzó los brazos y le hizo frente, pero cuando estaba a punto de abrir la boca, Levi sacó un sobre blanco pequeño del bolsillo de su pantalón y se lo extendió.

—Para ti.

—Lo siento, no puedo aceptar regalos de clientes.

—¿Quién lo dice?

—Las reglas del establecimiento.

—¿Dónde están escritas? Muéstrame, o mejor hablaré con tu superior para que te autoricen.

Eren hizo un esfuerzo por no rodar los ojos, joder, que viejo más insistente. Tomó el sobre y abrió la tapa para sacar dos entradas vip para un concierto privado de "Lonely Kamel", las entradas temblaron en las manos del muchacho, quien perdió la facultad de hablar.

—A mí no me gusta el rock, así que ve con quien gustes.

—¿C-cómo lo supo?

—Tenías una camiseta de esa banda el otro día, ví un anuncio en internet y me dije que tal vez estarías interesado, fue una corazonada.

—S-sí, bueno, me encanta esta banda, pero, no, no puedo aceptar, nadie hace esta clase de regalos si no hay segundas intenciones.

—De acuerdo, lo admito, tal vez las tengo, pero no son tan complejas, solo es salir a cenar, o almorzar alguna vez, eso es todo.

—No, gracias, SEÑOR —Eren le devolvió las entradas con firmeza y seriedad.

Levi recibió de nuevo el sobre, compró algunas porquerías más y antes de regresar a la empresa buscó a Armin que estaba charlando con el guardia del local.

—Disculpa, querido, te pido si podrías hacerme un gran favor.

—Sí, claro.

—Arréglatelas para que Eren reciba esto, ¿sí? Muchas gracias.

Dicho lo cual se fue. Armin puso el sobre en la mochila de Eren que estaba de nuevo durmiendo en la cocina, no puedo evitar echarle una mirada y se mordió el labio inferior, que suertudo era su amigo, ¿por qué era tan malo con ese adonis?

Levi tiró la nueva bolsa, con un enorme globo terráqueo dentro, sobre el escritorio de Zoe.

—Fue un fracaso —Erwin escuchaba desde el intercomunicador—. Yo digo que mejor voy y le digo las cosas de frente.

—Lo arruinarás —le dijeron al unísono.

—Ahora me toca a mí —habló Hange como una gran experta—. Yo digo que es momento de que le demuestres que piensas en él.

—Claro, ¿y qué le llevo? ¿Los pañuelos con los que me seco después de jalármela con su imagen?

—No, yo opino que deberías hacer algo tú, algo propio, algo bonito, que demuestre que te tomaste tu tiempo, ya viste que los regalos comprados no funcionaron, debe ser algo que tú hagas con tus propias manos, aparte de... ya sabes, tocarte.

—Es que no fue el regalo adecuado —hablo Erwin por el intercomunicador porque el altavoz estaba activo—. Ve y compra globos románticos y una caja de chocolates.

—¡Ay, por favor! —Se quejó Hange—. Eso es taaaan anticuado, lo espantarás.

—¿Algo que haga yo? —pensó Levi—. Creo que ya lo tengo, más vale que funcione Zoe, ya no sé qué más comprar en ese lugar.

Esta vez Levi no fue al siguiente día, era cierre de mes y ventas y eso lo mantuvo muy ocupado, además que el trabajo que estaba haciendo necesitaba tiempo y dedicación. Finalmente el viernes se apareció con una especie de tarjeta bajo el brazo. Eren se acercó resignado.

—Buenos días, señor, bienvenido a Hersapel, Eren es mi nombre, ¿en qué puedo ayudarlo?

Se miraron algunos segundos en silencio.

—Tú lo disfrutas, ¿cierto? —dijo Levi un tanto divertido.

—No sé a qué se refiere, señor.

—Este jueguito de ignorarme, ya lo entendí, Eren, pero debes saber que soy una persona increíblemente persistente.

—Tal vez solo tengo una pésima memoria —respondió y una suave sonrisa le pintó los labios, el corazón de Levi (o su pene, no sabía bien) reaccionó a esa mueca, iba por buen camino.

—Bueno, como sea, estoy buscando esto —dijo entregándole una lista de cosas anotadas en un pos it.

—Muy bien, ahora le armo el pedido.

Levi se fue detrás de él, mientras Armin estaba trapeando un sector y se detenía para ver el espectáculo. Qué lindo estaba Levi en ese traje azul marino, con esa camisa bordó. Cuando Eren estaba poniendo las últimas cosas en un canasto, Levi se acercó más, el chico lo miró desconcertado y se detuvo de sus quehaceres.

—Escucha, hice esto para tí y, mmm, bueno quería entregártelo.

—¿Qué es?

—Una tarjeta, hecha a mano, por mí.

Eren suspiró y recibió la misma, era grande, pero bastante prolija, de color rojo por fuera y blanco por dentro, la abrió y se sorprendió, era una especie de jardín japonés con flores y pájaros todos hechos de origami. Muy hermoso, tenía que admitirlo. Arriba una frase con una muy pulcra caligrafía: "¿Cenarías conmigo?".

—Puede ser un almuerzo —le dijo bajito.

Eren suspiró y lo miró de nuevo, la verdad... no quería devolverle la tarjeta, además no era un tipo feo, solo que no le gustaba, aunque bueno, una cena, un almuerzo, ¿qué le hacía? El problema era si se entusiasmaba y después no se lo podía sacar de encima. Lo pensó unos segundos.

—¿Sólo eso? ¿Luego no me estará atosigando y hostigando?

—Bueno, eso depende, si las cosas nos van bien podemos ver de repetir o hacer otra cosa.

—Pero si van mal, usted lo acepta y se deja de tonterías, ¿estamos?

—Sí, me parece razonable.

—Bien, entonces, ¿cuándo?

—Cuando me digas, si pudieras preferiría el fin de semana que tengo menos obligaciones.

—De acuerdo, ¿mañana por la noche?

—Oh, que rápido, quería reservar algo exclusivo, los buenos restaurantes toman pedidos para dentro de dos o tres semanas y hasta meses.

—O lo toma o se olvida.

—De acuerdo, será mañana entonces. Puedo recogerte a las nueve, ¿te parece bien?

—Bien, en la plaza principal, frente a la Catedral, ahí lo espero.

—Gracias, Eren, prometo que lo disfrutarás —soltó con el rostro relajado.

—Aquí tiene su pedido, gracias, vuelva pronto, SEÑOR —dijo Eren mientras le ponía el canasto con el pedido contra el pecho.

Levi asintió, pensando en que pronto Eren gemiría su nombre placenteramente apenas le diera la oportunidad, él podía esperar por eso, sería paciente. Punto para el consejo de la loca.

—Oh, Eren, mira esto, es bellísimo —dijo Armin observando la tarjeta—, me encantan esos detalles, tan prolijo y los colores combinan a la perfección. Al fin aceptaste que vale la pena darle una oportunidad.

—La verdad es una linda tarjeta, pero sigue sin gustarme ese tipo, solo lo hago para que no me martirices con eso de "el universo te está dando al amor de tu vida" —lo reparó, burlón.

—Nunca digas nunca —lo aconsejó su amigo, mientras le devolvía la tarjeta y pensaba que él moriría porque alguien hiciera esas cosas por él.

.

By Luna de Acero.