Algunos personajes no me pertenecen, son de Stephanie M.

Los blancos copos de nieve caían sobre su rubia y hermosa cabellera. Ya tenía varios minutos parada en el mismo lugar y su cabello ya estaba algo empapado pero.. ¿A ella algo de eso le importaba? Es más ¿desde cuándo algo le importaba?

Sentía que las piernas le empezaban a fallar y las lágrimas luchaban por salir de sus ojos para empezar a rodar por sus mejillas, ¿Qué nunca acabaría de llorar? Algún día tenía que dejar de sentir dolor ¿no? En ese momento la respuesta era: no.

Sus dedos tocaban delicadamente el papel que tenía enfrente, fijo en una pared, como si en cualquier momento se fuera a quebrar en mil pedazos y el recuerdo de que él existió se iría con esos pequeños trozos. Pero… un segundo.. ella no estaba tocando el papel, la chica de ojos azules, piel blanca y cabello dorado tocaba al chico de la imagen, acariciaba su suave y cálida piel, en su cabeza ella lo tenía enfrente y lo acariciaba como tantas veces antes lo había hecho, pero ahora.. ya no podía hacerlo y era lo que más le dolía, no sentir sus fuertes brazos alrededor de ella, no tener su aroma impregnado a su ropa y no poder ver más su cálida sonrisa.

La gente ni siquiera le dirigía una mirada pero ella imaginaba que todos la debían ver como si fuese una loca mirando un simple papel arrugado, con señas de que ya llevaba tiempo ahí colgado, pero aquello tampoco le importaba, no le importaba que la gente la viera derrumbada y con mal aspecto esforzándose por seguir pegando aquellos volantes en donde fuera posible.

Cualquiera que la mirara podría ver que su aspecto no era muy bueno ni siquiera una pizca de lo que antes era.. ella era la chica más bonita del pueblo, y lo seguía siendo, solo que últimamente no estaba preocupada por ello, sus ojos se veían cansados, consecuencia de varias noches sin dormir por culpa de las pesadillas y preocupaciones, su cara no llevaba ni rastro de maquillaje, sus uñas no estaban arregladas como siempre, en cambio ahora las llevaba a medio despintar y ¿qué se podía decir de su ropa? Nada, simplemente ya no llevaba aquella ropa que todas envidiaban, que hacían que su cintura y caderas resaltaran, ahora se dedicaba a llevar ropa holgada, ¿Por qué se preocuparía por llevar ropa cara y sexy cuando solo se la ponía para él? ¿Por qué debía de preocuparse por cosas tan simples y estúpidas cuando lo más importante para ella ya no estaba a su lado?

Al recordar aquello arrancó la hoja con furia y sus lágrimas se desbordaron por fin de sus ojos, rodando por sus mejillas y empapando su cuello ya frío, seguido de esto tiro el papel al suelo, para quedarse mirándolo… de nuevo.

No sabía qué hacer en ese instante, toda ella era un remolino de sentimientos, por un lado quería correr a recoger el papel y llevárselo a su regazo, como si con eso pudiera remediar lo hecho, pero por otro lado quería pisar aquel pedazo de papel inservible hasta que ya no hubiera más rastro de él.

No lograba ordenar sus sentimientos, tenía rabia, coraje, odio, se sentía traicionada y al mismo tiempo culpable.. ella había sido la culpable de que él se hubiera ido.. porque así había sido ¿no? Quería ocupar sus pensamientos en que él estaba bien y que simplemente había desaparecido por lo que había pasado entre ellos dos, pero era imposible no imaginarse otro final y más con las muertes que se estaban presenciando en Forks.. y todo había comenzado con su partida.

Terminó tratando de respirar normalmente, sin saberlo bien, sus lagrimas se había convertido en sollozos y sus manos no hacían ningún esfuerzo por secar su rostro, ahora sí las miradas de algunas personas se centraban en ella, algunas con preocupación, otras como si estuviera loca y en ese momento odio a los que la rodeaban por no entenderla y sobre todo por seguir con sus vidas normales.

El papel salió volando por un viento repentino y si uno se fijaba bien, ignorando lo mojado y el paso del tiempo en el papel se podía leer claramente:

EMMETT MCCARTY AYUDENOS A ENCONTRALO

Se daban varios números, entre ellos el de la rubia y su rostro inolvidable para ella, con esa típica sonrisa que siempre traía en el rostro.

Habían pasado exactamente 2 meses desde su desaparición, ella lo recordaba bien, 2 medes enteros de sufrimiento, de culpabilidad de sentimientos que ni ella misma podía entender y por supuesto de intensas búsquedas sin éxito alguno.

Ella emprendió el paso de nuevo, tratando de no dar otro espectáculo como el de hacía unos minutos aunque aún no podía dejar que de sus labios salieran pequeños gemidos y de sus ojos lágrimas que no podía controlar pero sabía que tenía que hacerlo, ella… Rosalie Hale no podía seguir así, no en ese estado pero no se rendiría hasta encontrar algún rastro de Emmett.